ongs u organizaciones de base
columna de lísperguer
La comisión senatorial que trata el proyecto sobre tenencia responsable de mascotas trató en estos días el tema de otorgar financiamiento a ONGs que formen parte de un misterioso “Consejo”.
Esto es derechamente inaceptable. En Chile, enfrentados a unas autoridades hostiles o indiferentes, los que se ocupan de los perros perdidos y abandonados y maltratados han sido y son hoy los ciudadanos. Son estos ciudadanos, esas decenas de miles de personas que llamamos viejas locas o madrinas y padrinos, las que nos sacan las castañas del fuego -las que se ocupan de alimentar, cuidar, proveer de cuidados médicos y acompañar a esos chuchos dejados de la mano de Dios. Ciertamente si hay fondos disponibles, estas son las personas que debiesen recibirlos.
¿De qué serviría que el estado financie a ONGs? De mucho y de poco al mismo tiempo. Más grave es que estas organizaciones están tratando de usurpar la representación ciudadana y algunas funcionarias de ONGs pretenden descaradamente que ellas nos representan. Y la verdad es que no representan a nadie, por la sencilla razón de que nadie las elige. Esas ONGs más parecen clanes de gitanos que otra cosa. Sería francamente un desastre que estas funcionarias recibieran fondos del estado que estarían mejor invertidos en fomentar y apoyar a las organizaciones ciudadanas de base, porque finalmente la solución de lo que llamamos el problema con los perros está en manos de los ciudadanos, a nivel local, y difícilmente en manos de superestructuras ansiosas de poder y congresos internacionales.
No quiero sonar injustamente negativo con las ONGs. Algunas son serias. Otras no. Y muchas son bienestaristas y entre estas hay incluso algunas que representan derechamente a la industria ganadera. Pero no se entiende que los senadores quieran privilegiar a estas organizaciones del ámbito semi-profesional cuando en el país hay literalmente miles de organizaciones rescatistas de barrio que viven en constante zozobra por la falta de recursos y de reconocimiento. Estos grupos de base -presentes en casi todos los barrios o comunas chilenas- usualmente se autodenominan franciscanas (por Francisco de Asís) y se dedican al monitoreo, alimentación y cuidado de los perros de la calle y a la adopción. Habitualmente todos sus miembros han montado caniles privados en casa. Cualquiera que conozca mínimamente el ambiente animalista, sabe que estos grupos viven en una constante y desesperante búsqueda de recursos. ¿Por qué no otorgar fondos a estas organizaciones de base para esterilizar y montar campañas de adopción y simplemente para ir tirando? Quizá los senadores, alejados de los barrios populares de Chile, desconozcan esta realidad y todavía crean que hay que enviarles ONGs para educarlas en tenencia responsable o cosas similares. Las mujeres en los barrios no necesitan clases de responsabilidad de nadie. Su vida y compromiso de todos los días son un ejemplo. Irrita sobremanera que en las deliberaciones de los senadores ni siquiera son mencionadas, mientras que el minúsculo grupo de ONGs amenazan con apoderarse de todos los fondos.