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columna de lísperguer

reformas políticas no sirven para nada


columna de lísperguer
Senado chileno aprueba inscripción electoral automática y voto voluntario.

Con la inscripción automática y el voto voluntario no me parece que se refuerce la democracia que no tenemos. Para el sistema electoral vigente en las elecciones parlamentarias -el binominal- es completamente indiferente que los ciudadanos se inscriban automáticamente o no y la cantidad de electores es igualmente indiferente. Como nuestros senadores y diputados no son realmente elegidos, el voto ciudadano es un paripé inútil que es una ratificación igualmente torcida de los candidatos designados por las directivas de los partidos -designación que se hace a puertas cerradas y sin participación ni siquiera de los miembros de los partidos. Que los candidatos designados sean, ejem, elegidos por cinco votantes o seis millones no hace ninguna diferencia.
En cuanto al voto voluntario, todo parece indicar que es igualmente un paripé, porque el Senado aprobó una sorprendente y bizarra indicación del senador concertacionista Letelier, según la cual los ciudadanos que han "ejercido su derecho a sufragio, tendrán derecho a ser preferidos en la lista de elegibles para un empleo público y en la adjudicación de becas por parte del estado, frente a quienes no lo hubieren hecho". ¿En qué quedamos? Si el voto es voluntario, no se entiende que los políticos quieran castigarnos por no votar o no participar en sus ridículas farsas. Si no votamos, no podremos postular a ser funcionarios públicos ni nos darán becas.
¿Y qué quiere premiar el senador socialista? Pues, nada menos que "a los ciudadanos activos cuando hay igualdad de condiciones". Llamar ciudadano activo a un votante que acude a las urnas a ratificar a los candidatos designados por los partidos a espaldas de la ciudadanía no es exactamente sinónimo de participación política. El senador Letelier parece tener una idea bastante reaccionaria del concepto. Qué curiosa ironía que haya sido un senador de extrema derecha (Espina, de RN) quien criticara al socialista.
Es de esperar que los diputados muestren más cordura que los senadores y rechacen estas reformas insípidas. El único modo de fomentar la democracia es simplemente recuperándola. Y para ello la única vía posible es la derogación del sistema binominal.
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chile rinde culto a criminales


columna de lísperguer
Demoras en tramitación de proyecto que prohíbe culto a miembros de la Junta Militar (1973-1990) en espacios y monumentos públicos.

Hace unos días el diputado Tucapel Jiménez, hijo del asesinado dirigente de la ANEF durante la dictadura de Augusto Pinochet, reclamaba el retraso en la tramitación de un proyecto de ley que "prohíbe la exhibición de imágenes y monumentos públicos que honren la memoria del ex dictador Augusto Pinochet". El proyecto de ley se fundamenta en un fallo de la Corte Suprema de Justicia que declaró que las policías secretas de la dictadura eran asociaciones ilícitas. Consecuentemente, no es comprensible que Chile rinda tributos a personas que han sido juzgadas y condenadas por graves violaciones de los derechos humanos, incluyendo detenciones ilegales, homicidios, torturas, violaciones, saqueo de bienes de las víctimas, internamiento en campos de concentración y desaparición de los cuerpos de las víctimas. Permitir monumentos públicos a la memoria de Pinochet y otros miembros de la Junta Militar sería como si Alemania permitiera que se honrara la memoria de Adolf Hilter.
El proyecto de ley de ley especifica que "se prohíbe en los espacios y organismos públicos, así como en los establecimientos educacionales, las imágenes, estatuas, placas o escudos que honren o recuerden al ex comandante en jefe del Ejército de Chile, general Augusto Pinochet Ugarte" y otros miembros de la Junta Militar durante el periodo del gobierno de facto del 11 de septiembre de 1973 al 11 de marzo de 1990.
El proyecto fue redactado de alguna manera en el mismo espíritu que la ley argentina, aprobada el año pasado, que prohíbe similarmente el culto a funcionarios de facto condenados en juicios por delitos de lesa humanidad y se extiende a toda la historia republicana de ese país. La ley argentina prohíbe igualmente que se recuerde a funcionarios de facto en nombres de calles, plazas, escuelas e incluso regimientos.
Por esto, este proyecto chileno debiese ser ampliado para incluir a funcionarios de facto (lo que incluye a los dictadores que ha tenido Chile en su historia) y a funcionarios, entre ellos militares, que hayan cometido delitos graves, como matanzas de manifestantes y felonías similares, que abundan en la historia chilena. Que los nombres de notorios e infames criminales adornen nuestras calles y plazas e incluso sirvan como nombres de escuelas y otros espacios públicos es una afrenta permanente a los que sí merecen nuestro respeto y recuerdo, que son los que fueron víctimas de estas alimañas.
Duele encontrarse en prácticamente todas las ciudades chilenas con calles y plazas con el nombre de personajes como el general Roberto Silva Renard, Rafael Sotomayor, Pedro Montt -responsables de la espantosa carnicería de cientos de mineros conocida como la Matanza de Santa María de Iquique- y, más recientemente, de personas como Edmundo Pérez Zujovic -autor intelectual de la masacre de Pampa Irigoin en 1969, en la que Carabineros dispararon a matar contra un grupo de pobladores desarmados, ultimando a nueve de ellos, entre ellos un bebé. Por ese horrendo crimen, el entonces ministro del Interior no fue juzgado nunca. Ninguna calle, ni plaza, ni escuela, ni regimiento, ni salón, ni universidad, ni nada deben llevar nunca el nombre de ninguno de estos criminales. Su culto hiere y humilla a los descendientes de las víctimas y deshonra y degrada a los que ven a sus victimarios como militares victoriosos.
La aprobación de esta ley, ojalá ampliada para incluir a otros criminales anteriores, y posteriores, a la dictadura de Pinochet, es una tarea urgente.
[Foto viene de Anarkismo.]

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girardi y la declaración de la wspa


columna de lísperguer
Según la WSPA, senador Girardi apoya su declaración universal sobre bienestar animal.

Me parece muy extraño que el senador Girardi haya apoyado a la WSPA en su declaración universal sobre bienestar animal. Esto, porque el senador ha protestado a menudo contra las políticas de exterminio de los perros callejeros (abandonados o perdidos), mientras que en el artículo 6, inciso e, de esa declaración se puede leer que la WSPA pretende que los "médico-veterinarios u otras personas por ellos calificadas deben ser autorizadas a destruir humanitariamente a aquellos animales de compañía que han sido abandonados y no pueden ser reubicados en hogares o provistos con el cuidado adecuado para asegurar su bienestar".  Es decir, que la WSPA favorece las políticas de exterminio que en Chile la ley incluso prohíbe.
He oído a funcionarios de la WSPA decir que la organización respeta las diversidades culturales. Pero si eso fuera verdad, no habrían escrito nunca ese inciso del artículo 6 y tendrían que utilizar una fórmula que incluyera a países como Chile y Turquía, cuyas legislaciones prohíben la aplicación de la eutanasia por motivos no médicos -como método de control de población, por ejemplo.
Además, dudo mucho que el senador haya firmado una declaración en la que se exija que el gremio médico-veterinario sea el encargado o tenga un lugar especial a la hora de formular políticas públicas en el ámbito de la protección animal sobre la base de que son médico-veterinarios profesionales. Este es un principio que favorece la exclusión, y estoy seguro que el senador Girardi no lo apoyaría. La formulación de políticas públicas pertenece a todos los ciudadanos porque es fundamentalmente un problema ético y en esa formulación los gremios, cualesquiera sean, no deben tener por ningún motivo una posición especial totalmente inmerecida.
Apoyo de todo corazón la campaña a favor de los lobos marinos, pero rechazo los intentos de manipulación de la WSPA.
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la verdad manipulada


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Historiadora Patricia Arancibia Clavel entrevista a Federico Willoughby sobre su participación en el golpe militar de Pinochet.

Ayer (5 de noviembre de 2011) alcancé a ver una parte del programa ‘Cita con la historia’ en el canal de televisión del Senado chileno en la que la historiadora Patricia Arancibia Clavel entrevistó a Federico Willoughby, periodista, que fue el primer portavoz de la Junta Militar, hasta su rompimiento con la dictadura algunos años después. Un entrevistado muy interesante, pese a que la entrevistadora deja mucho que desear -interrupciones inoportunas en momentos importantes de las declaraciones del entrevistado, que en algunos casos no pudo terminar sus relatos y, sobre todo, insinuaciones e inferencias indebidas. Al final, me indignó la actitud de la entrevistadora.
Una de las lagunas más enervantes tiene que ver con el periodo previo a la investidura del presidente Allende, elegido el 4 de septiembre de 1970. Antes de su investidura el 4 de noviembre muchos políticos trataron de evitar que asumiera el poder, pese a la tradición chilena de respetar al candidato con la primera mayoría, que, en medio de terribles presiones, logró finalmente imponerse. Producto de esas presiones surgió la exigencia de la oposición de que Allende y los partidos de izquierda firmaran un pacto de garantías democráticas. Luego de abordar este tema, la historiadora pasa inmediatamente a una pregunta sobre las organizaciones de izquierda revolucionaria, que hasta entonces habían pregonado la lucha armada para la instauración de un régimen socialista, y de grupos terroristas justicialistas de izquierda.
Pero en ningún mencionó la historiadora Arancibia Clavel (hermana de un agente de la policía secreta de Pinochet) que la violencia política la iniciaron grupos de extrema derecha que actuaban en cooperación o bajo órdenes de la embajada estadounidense en Santiago. No estoy inventando nada. A estas conclusiones llegaron entonces los tribunales. En octubre de 1970, un mes después de la elección pero uno antes de la investidura, la organización Patria y Libertad (que entonces se pretendía neo-nazi con sus militantes armados y vestidos de uniformes negros y con un emblema que era una suástica alargada, que fue posteriormente el núcleo de donde surgió tanto la policía política como el partido Unión Democrática Independiente (UDI), que hoy se pretende democrático y católico) y un grupo de militares traidores (uno de ellos, CamiloValenzuela, se arrepintió y devolvió el dinero y las armas a la embajada norteamericana, según contó Willoughby y Arancibia Clavel en el programa ayer), asesinaron a tiros al comandante en jefe del Ejército, general René Schneider, con el plan, en el que debía intervenir el diario de la extrema derecha El Mercurio, de achacárselo a terroristas de izquierda para provocar y justificar una intervención militar que impidiese la investidura de Allende. Bien, sobre este episodio, la historiadora no dijo absolutamente nada.
Luego mencionó -la historiadora-, como al paso, la violencia de la extrema izquierda durante el periodo de Salvador Allende, sin aludir en ningún momento a la violencia de la extrema derecha. Esto es impresentable. La izquierda revolucionaria chilena había accedido a la petición de Allende de abandonar o suspender la lucha armada para darle una oportunidad a su proyecto de socialismo en libertad. Esa petición se convirtió en un acuerdo explícito y algunos miembros del MIR, por ejemplo, llegaron a formar parte del séquito de seguridad del presidente Allende. Las acciones armadas fueron suspendidas. Acusar a la izquierda revolucionaria de incitar a la violencia es pues enteramente injustificado.
En ese periodo, desde octubre de 1970, la extrema derecha se propuso desestabilizar al gobierno socialista y cometió literalmente miles de atentados terroristas contra instalaciones oficiales, puentes, acueductos, vías férreas, torres de alta tensión, etc., más incontables actos de sabotaje, huelgas pagadas por la embajada norteamericana (como la de los camioneros y la de las gasolineras) e incluso asesinatos de militantes de izquierda y, en julio de 1973, del edecán del presidente Allende, Araya Peeters.
En realidad, el acto de violencia más importante cometido por grupos de extrema izquierda en ese periodo fue el asesinato del ex ministro del Interior del presidente Eduardo Frei Montalva, en junio de 1971. Los militantes que asesinaron al ex ministro no habían aceptado el pacto con Salvador Allende y continuaron con su proyecto de asesinar al político por su responsabilidad en la masacre de Pampa Irigoin en marzo de 1969 (la policía atacó y dio muerte a un grupo de familias que habían ocupado un sitio eriazo en la ciudad de Puerto Montt). Tras el atentado, la policía capturó y ejecutó a los autores.
Comparar la violencia de la extrema derecha, organizada y financiada por Estados Unidos y las propias fuerzas armadas chilenas no es de ninguna manera comparable con la violencia de la izquierda entonces. Con esto no quiero desconocer el rol de la extrema izquierda en las ocupaciones de fábricas y predios agrícolas, pero no creo que esa violencia social se pueda comparar con la violencia de inspiración extranjera. Son actos que pertenecen a ámbitos diferentes. La escasa amenaza que representaban los grupos de extrema izquierda al estado de derecho entonces queda de manifiesto si se considera que muchos militantes estaban presos y estaban siendo juzgados por actos violentos o por la Ley de Seguridad Interior y que, para justificar el golpe de estado, la Junta Militar recurrió a la comprobada invención de un Plan Zeta, en el que se justificaba el golpe pretendiendo que Salvador Allende, los comunistas y extrema izquierda planeaban un golpe de estado. La historiadora justifica el golpe de estado recurriendo a una falsedad que la mera publicación del Plan Zeta desmiente. Si la violencia de extrema izquierda amenazaba al país, ¿para qué inventar un Plan Zeta imaginario?
Sobre esta intervención norteamericana en el derrocamiento de Allende, la historiadora trató de minimizar la traición diciendo que los soviéticos también intervenían en Chile, lo que es una afirmación que no tiene ningún fundamento y no ha sido nunca demostrada. No se sabe que los soviéticos hayan financiado ni atentados terroristas ni huelgas ni nada parecido. Que hubiesen tratado de influir de otros modos es ciertamente normal y era una práctica habitual entonces y hoy (almuerzos en la embajada norteamericana, lo mismo que almuerzos en la embajada soviética). La respuesta de Willoughby, muy honesta, le quitó viento a las insinuaciones de Arancibia Clavel, situando el tema en el ámbito del espionaje. Obviamente había espías soviéticos, dijo Willoughby. También había espías norteamericanos, cubanos y franceses, por decir algo. Pero ese espionaje no tiene nada que ver con la intervención descarada de Estados Unidos en Chile entonces, que tramó y financió, entre otras cosas, el asesinato del general René Schneider y la extensa e intensa campaña terrorista contra el gobierno del presidente Allende.
Esta entrevista de Arancibia Clavel es una decepción. Sólo la salva la claridad y honestidad con que respondió el entrevistado. Gracias a él nos enteramos de que las intenciones iniciales de muchos militares que participaron engañados en el golpe era convocar a elecciones en un plazo de no más de seis meses. Esto, como sabemos, cambió cuando Pinochet recibió la orden (de Nixon) de instaurar una dictadura que durara al menos diez años, lo que el general hizo. A partir de ese momento, Pinochet empezó una campaña de asesinato de los militares nacionalistas (entre ellos, el general Bachelet, padre de la ex presidenta Bachelet) y de exterminio de los opositores de izquierda. (Pese a que está claro que hubo militares traidores que acataban órdenes norteamericanas -como el general Contreras, hoy en prisión-, nunca se les ha juzgado por traición a la patria).
Es una lástima que la pasión política todavía induzca a algunos a mentir o a manipular la verdad. Sobre ese periodo deberíamos formar una comisión de la verdad histórica, cuyos resultados debiesen impedir que historiadores mediocres sigan propagando y defendiendo falsedades. Ese periodo es suficientemente complejo y doloroso como para seguir admitiendo que se lo manipule.

No hay enlace. En la página del Senado chileno no logré reencontrar ni el programa ‘Cita con la historia’ ni el nombre de Patricia Arancibia Clavel. En el sitio de la historiadora, la entrevista aún no ha sido subida.
lísperguer

chile explicado para extranjeros


columna de lísperguer
Políticos discuten sobre reformas al sistema binominal.

Muchos extranjeros, y algunos chilenos, suponen que Chile es una democracia. Así lo dicen y repiten sus propias autoridades e incluso algunos políticos de oposición. El presidente no se cansa de repetirlo majaderamente en cuanta ocasión se le presenta, especialmente durante sus viajes al exterior. Hay una sospechosa insistencia. ¿Es Chile una democracia? ¿La recuperaron los chilenos después del fin pactado de la dictadura de extrema derecha en 1990? ¿Es Chile realmente un país social y políticamente estable?

La respuesta a la primera pregunta es no: Chile no es una democracia. Veamos. En el país existen dos regímenes electorales: en las elecciones municipales –de alcaldes y concejales- y en las presidenciales se utiliza la representación proporcional. Como en las democracias normales, los ciudadanos eligen a todos sus representantes y opera el principio de un ciudadano un voto. En estos dos regímenes son elegidos los candidatos que obtienen las primeras mayorías. Pero en las elecciones parlamentarias –de senadores y diputados-, no rige el sistema proporcional ni rige el principio de un ciudadano un voto.
En Chile impera el llamado sistema electoral binominal para las elecciones de sus 38 senadores y 120 diputados. En las elecciones pueden participar sólo dos coaliciones de partidos (los independientes también pueden participar, pero tras un proceso engorroso y difícil cuyo fin es impedir su inscripción): la Alianza (una coalición de partidos de extrema derecha) y la Concertación (coalición de partidos de la centro-izquierda tradicional). Cada coalición debe presentar dos candidatos por circunscripción: 76 candidatos al Senado y 240 a la Cámara Baja. Cada circunscripción debe elegir a dos candidatos. Los senadores elegidos –pongamos por caso- serán los que obtengan la primera mayoría. Pero el segundo candidato elegido no es el que obtiene la segunda mayoría, como en las democracias, sino el que obtiene la primera mayoría de la segunda lista. Esto es, si la primera mayoría es un candidato de la Concertación, el segundo senador elegido será el que obtuvo la primera mayoría de la Alianza, con independencia de los votos emitidos por los ciudadanos.
En las primeras elecciones senatoriales después de la dictadura, los candidatos que se presentaron fueron Ricardo Lagos y Andrés Zaldívar (por la Concertación) y Jaime Guzmán y Miguel Otero (por la Alianza). Lagos obtuvo el 36,62% de los votos, Zaldívar el 31,27% por ciento, Guzmán el 17,19% y Otero el 15,31%. Los elegidos fueron pues Lagos (primera mayoría de la lista de la Concertación) y Guzmán (pese a haber llegado en tercer lugar con apenas el 17%, fue elegido por ser la primera mayoría de la lista de la Alianza). En una democracia representativa normal, los elegidos habrían sido naturalmente Lagos y Zaldívar. Esto significa, obviamente, que aquí no rige el principio un ciudadano un voto, porque el sistema reduce el valor del voto a exactamente medio voto: los ciudadanos eligen casi directamente sólo a la mitad de los senadores, la otra mitad no la eligen ellos, sino que la impone el sistema. ¿Es esto democracia? No, evidentemente no.

El sistema sí permite, como ya ha ocurrido, que las coaliciones existentes admitan a otros partidos y reserven algunas circunscripciones. Es lo que ha hecho la Concertación y lo que explica   que haya algunos senadores y diputados comunistas en el Congreso.

Dije que los ciudadanos "eligen casi directamente sólo a la mitad de los senadores". Esto se explica porque el sistema no obliga a los partidos a que realicen primarias democráticas para determinar a sus candidatos, lo que implica que estos son nombrados por las directivas de los partidos sin ninguna forma de control por sus propios militantes. A nivel de partido tampoco hay democracia. El resultado evidente es que incluso en el caso de los candidatos al Senado o Cámara Baja elegidos en primera mayoría, tampoco se puede decir con propiedad que fueron elegidos, pues lo que destaca claramente es que en realidad es una elección ya cocinada en la que los ciudadanos sólo ratifican decisiones tomadas a sus espaldas en los cuartos traseros de las sedes de los partidos. Este sistema produce una inmovilidad casi absoluta, pues en el Senado cada coalición tiene exactamente la misma cantidad de senadores: 19, y en la Cámara Baja cada una 60 diputados. Las votaciones terminan en un impasse permanente. Sólo se puede gobernar si algún senador o diputado desobedece o traiciona a la coalición que representa. Y así es como funciona Chile: la traición o la desobediencia es lo único que permite avanzar en la legislación. Por eso no es nada raro que la aprobación de leyes llegue a demorar veinte o más años y que de los proyectos de ley originales no quede ni la sombra, pues en el debate y por la necesidad de hacer compromisos, los proyectos quedan totalmente ahuecados. Esto es un paripé de democracia que no sirve para nada, excepto para mantener los privilegios de la clase política.

Muchos políticos defienden el sistema binominal diciendo que produce estabilidad en el país. Evidentemente, se refieren al hecho de que como se puede avanzar en prácticamente nada, los gobiernos sólo se limitan a mantener el status quo que el país heredó de la dictadura. El sistema binominal lo impuso la dictadura y no es si ni siquiera un proyecto conjunto con la Concertación –que se limitó a lo que dicen que es un perfeccionamiento del sistema, cuando eliminó (el presidente Lagos) a los senadores designados- ni ha sido refrendado por la ciudadanía. Es por eso que no es exagerado definir al sistema chileno como una dictadura encubierta.
Pero la estabilidad no la produce el sistema. Esto ha quedado en evidencia en los últimos meses, durante el gobierno de extrema derecha del presidente Piñera. El país vive momentos convulsos por el masivo rechazo de la ciudadanía a proyectos aprobados de mala manera que afectan gravemente a los ecosistemas del país y por la negativa del gobierno a iniciar reformas de la educación, cuyos fundamentos basado en el lucro defiende a brazo partido contra la opinión de más del 80% de los chilenos. La presunta estabilidad no es más que opresión y terror. Los trabajadores apenas sí tienen derechos sindicales, pueden ser despedidos en cualquier momento sin motivo alguno y si protestan en las calles, la policía está autorizada a reprimir violentamente e incluso a disparar a matar. Desde que terminó la dictadura explícita de Pinochet en 1990, la fuerza pública ha asesinado -en un clima de casi absoluta impunidad- a más de sesenta manifestantes, entre trabajadores, estudiantes y miembros de la minoría mapuche. Todos los gobiernos han recurrido a la aplicación de la ley antiterrorista de la época de Pinochet, que priva de derechos a los detenidos y permite procedimientos aberrantes, como los testigos protegidos, cuyas declaraciones anónimas y no corroboradas pueden enviar a alguien de por vida a la cárcel. La policía sigue aplicando sistemáticamente la tortura de detenidos.  Chile está entre los diez países con la distribución del ingreso menos equitativa del mundo, con más del 80% de sus habitantes endeudados y con un estado permisivo con las clases patronales, a las que les permite todo tipo de abusos e incluso la usura.
Durante el gobierno de Piñera, como han podido ver todos en todo el planeta, y según la condena de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, la policía ha empleado métodos brutales de control de las manifestaciones, incluyendo golpizas y torturas e los niños y jóvenes detenidos, abuso sexual de niñas detenidas en los buses policiales, aplicación de tormentos como el submarino contra estudiantes, asesinato premeditado de un niño no participante en un barrio pobre que fue atacado por la policía, homicidio frustrado de otro vecino, niños quemados con químicos por la policía, espionaje a dirigentes sociales y políticos de izquierda y otras incontables y horrorosas  violencias. Aparte los manifestantes muertos y heridos, el gobierno ha detenido en los últimos meses a más de cinco mil manifestantes. En este contexto, el gobierno ha ejercido presión indebida contra los jueces, amenazándolos con estropear sus carreras en el poder judicial si no se ponen del lado del gobierno y aplican mano dura contra los detenidos  -mano dura  significa dictar prisión preventiva y aceptar de buenas a primeras las pruebas del ministerio público. Esta es quizás una de las más graves amenazas al estado de derecho.

Este régimen brutal, casi de excepción, es lo que explica la llamada estabilidad. Y algo más: ciertamente sin la colaboración de la izquierda tradicional esto no hubiese sido posible. Al final de la dictadura, la Concertación no sólo aceptó una Constitución aberrante (que, entre otras cosas, permite que la empresa privada se apropie y comercialice recursos naturales, como el agua) y un sistema electoral ridículo, sino además la ideología neo-liberal que necesita y predica todos estos abusos. La clase política chilena se ha convertido en una autocracia codiciosa, que sólo gobierna para proteger sus propios intereses y que ha llegado a intolerables extremos, como nombrar en el Senado o Cámara Baja a personas que nunca fueron ni siquiera candidatos (como una conocida senadora de ultraderecha a la que llamamos la Cerdita Nazi, o a un  senador de extrema derecha –Larraín, RN- que, como presidente de su partido, se nombró a sí mismo). Entre otras de las conocidas impudicias de la clase política (derecha e izquierda juntos) se encuentra esta: los senadores y diputados se han fijado a sí mismos los sueldos más altos del mundo. Recibe cada uno al mes unos 32 mil dólares, la mitad por concepto de dieta parlamentaria. En sus cuentas privadas, recibe cada uno pues  16 mil dólares (recuérdese que el salario mínimo chileno es de 300 dólares). Otra impudicia de la clase política es que se han fijado periodos bastante largos sin límites a la "re-elección". Así, hay senadores que lo han sido durante más de 20 años. El cargo de senador dura 8 años. Un senador recibe durante su cargo un millón 536 mil dólares (16 mil dólares por 96 meses), y por hacer exactamente nada.

Así, amigos y lectores extranjeros, juzguen ustedes si Chile es una democracia de verdad. La mayoría de los chilenos decimos que es una farsa. Chile es una dictadura encubierta, el país entero una práctica colonia penal. Y necesitamos que el resto de mundo se entere y nos ayude a recuperar la democracia que perdimos hace tantos años. Por favor, cuéntenlo, explíquenlo, difúndanlo. Chile no es una democracia.
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para qué sirve la universidad privada


columna de lísperguer
Univesidad Santo Tomás (privada) condenada por ofrecer engañosamente carrera sin perspectivas profesionales.

Es imposible tener confianza en una universidad privada que funciona abierta o clandestinamente en función de la obtención de ganancias. El estado no debe de ninguna manera subsidiar a este tipo de empresas. Hay varias perversiones fundacionales en la universidad privada. La primera es que objetivo es generar ganancias, no la formación profesional de sus clientes -los estudiantes- que son descaradamente engañados y estafados. Lo que hizo la Universidad Santo Tomás es un ejemplo. Y no es el único.

A los estudiantes de las universidades privadas no se les exige el mismo puntaje de ingreso que en las públicas o tradicionales, que siguen siendo modelos de excelencia. La razón aparente es captar a la mayor cantidad posible de clientes. A la hora de entregar diplomas, tampoco son estrictas. Esta última perversión tiene dos motivos: como se considera que el alumno es un cliente, ciertamente no se le puede negar un documento por el que ha pagado millones de pesos. En segundo lugar, la universidad necesita siempre más estudiantes titulados, porque la titulación influye en las subvenciones que recibe del estado. El dinero extra que reciben no es invertido en educación en la propia universidad, sino que es destinado a otras operaciones de la universidad -como inversiones inmobiliarias o en especulaciones. El resultado es una formación deficiente desde todo punto de vista, incluyendo el moral. La universidad privada es una práctica garantía de mediocridad e incompetencia profesional.
En algunas buenas universidades privadas del mundo, como Harvard, las cosas parecen ser diferentes. En Estados Unidos se les exige mucho a los estudiantes que son nacionales estadounidenses, pero a los alumnos extranjeros no se les exige con el mismo rigor y son enviados a casa con flamantes diplomas que muchas veces no significan nada. Allá, un estudiante extranjero va a comprar un título, no a formarse profesionalmente. Se entiende que son hijos de familias adineradas y que en realidad el diploma es un coronamiento de una posición social que no necesita estudios. Los patrones no necesitan diplomas para dirigir sus empresas. Esa idea ha pervertido completamente la educación privada ofrecida a extranjeros y nacionales en Estados Unidos y otros países. ¿Cuántos doctores de Harvard, perdón, Jarvar, tenemos que son completamente inútiles, empezando con nuestras más altas autoridades?
Algunos creen que las privadas se pueden convertir en buenas universidades. Dejadas a su propio albedrío, eso no ocurrirá nunca. El estado debe intervenir fiscalizando, no subvencionando a empresas que sólo producen buenos resultados económicos y una espantosa formación académica. De este gobierno no se puede esperar ciertamente nada: el ex ministro Lavín, que lo fue de educación, se enriqueció en operaciones inmobiliarias relacionadas con una universidad privada -algo que prohíbe la Constitución. De momento, con nuestros ministros empresarios a la cabeza, vamos en camino a ser los reyes de la mediocridad en América Latina.
lísperguer

Recomiendo:
Tomás Moschiatti entrevista a Fernando Montes, rector de la Universidad Alberto Hurtado (CNN).

la inversión privada no ayuda al desarrollo


columna de lísperguer
Gobierno anuncia venta de activos -privatizaciones encubiertas- para financiar mejoras en la educación y otros proyectos.

La inversión privada no contribuye al desarrollo del país. Al contrario, es uno de los factores que contribuye a su estancamiento. Estas dos afirmaciones son polémicas. Ponen en duda los planes de muchos gobiernos para salir o evitar la recesión económica, que según ellos se puede lograr desviando fondos públicos hacia la inversión privada. Esto, en el mejor de los casos. En otros, a los economistas de derechas no se les ocurre otra cosa que reducir el gasto público -vale decir, despedir a los maestros y funcionarios, que son las víctimas habituales de los recortes presupuestarios. Nada puede contribuir mejor al estancamiento de un país, a corto y largo plazo.
Chile es un ejemplo. Desde los años setenta, con la dictadura, se desviaron masivamente fondos públicos a la inversión privada, incluyendo las privatizaciones. Del feroz periodo neo-liberal -que sin embargo no parece querer subsistir sin apropiarse de fondos públicos-, alentado igualmente por sucesivos gobiernos de la Concertación, el país, después de 32 años, no ha logrado nada en términos de desarrollo. Pese a los involuntarios sacrificios de los trabajadores, Chile logró ubicarse entre los países más desiguales del mundo y en uno de los más aberrantes en otros aspectos -por ejemplo, el abandono del estado de sus funciones naturales en educación, dejándola en manos de usureros incompetentes, lo que hoy se traduce en una clase profesional profusa e intensamente mediocre. O el abandono de sus funciones en salud, con parecidas consecuencias.  A largo plazo, es un desastre.
Cuando se desvían fondos públicos a la inversión privada, lo que suele ocurrir es que los empresarios no los utilizan para crear empleo, sino normalmente para hacerse de otras empresas más pequeñas o para usarlo en proyectos especulativos de alto riesgo. Eso introduce distorsiones en el mercado. La idea misma de que es bueno desviar fondos para que los empresarios funden nuevas empresas y creen empleos es sospechosa. El empleo no significa nada en términos de desarrollo. Lo único que significa es que habrá más personas asalariadas que, sin embargo, no pasarán demasiadas penurias y que, y esto interesa a políticos y empresarios, no harán ninguna presión sobre los programas sociales ni sobre la seguridad social. La creación de empleos no es sinónimo de desarrollo.
Los países se desarrollan cuando cuentan con un estado activo. En Chile, las grandes empresas del siglo pasado fueron prácticamente todas iniciativas públicas. Chile se desarrolló gracias a que el estado invirtió en su infraestructura, se hizo cargo de la educación y de salud y ejerció un control estricto sobre las empresas privadas -sin dejar de lado el apoyo permanente a empresas medianas y privadas, que hicieron de Chile un país de clase media que dejó de ser en prácticamente todos los ámbitos. Hoy, las clases patronales dominan y controlan todo.
El gobierno ha estado balbuceando que quiere privatizar empresas públicas -las que quedan- o vender activos del estado, aparentemente también para financiar mejoras, no reformas, en la educación.  Con esto no se contribuye al desarrollo. Como durante la dictadura, la privatización es simplemente despojo y se utilizó y se utiliza hoy como un modo de pagar favores políticos y recompensar a los leales. Eso ciertamente nada tiene que ver con el desarrollo. Además, lo que el gobierno llama mejoras es muy sospechoso. ¿Se mejora la educación financiando a las universidades privadas?
En los últimos treinta años, el estado ha financiado masivamente a la empresa privada, y el resultado es un desastre. Por ese rumbo no llegaremos a ninguna parte.
lísperguer

Recomiendo leer:
La inversión privada no sirve
James Livington

la matanza de perros como negocio


columna de lísperguer
Empresa ofrece incineración de mascotas "fallecidas con un fin comunitario".

Tras leer esta nota en PrensAnimalista, he visitado la página web de esta empresa y encontrado ofertas de servicios que parecen muy sospechosas.
La empresa ofrece tres modalidades: 1) el individual, con entrega de cenizas en un ánfora; 2) el económico, que es una incineración sin entrega de cenizas; y 3) el comunitario, que en la página se describe como "una cremación masiva de animales fallecidos con un fin comunitario". La última descripción es bastante críptica y es la que llamó la atención de Pepa García.
Llamé a la empresa y pregunté qué querían decir con "animales fallecidos con un fin comunitario". Tengo la impresión de que al emprendedor en ese momento se le llenó la boca de dientes, pues respondió de manera incoherente, diciéndome que era cuando se requerían sus servicios para muchos perros. Le pregunté directamente: "Por ejemplo, si algún vecino mata a los perros de la plaza y lo llama a usted para retirar los cadáveres e incinerarlos, ¿usted lo haría sin preguntar cómo murieron esos perros?" Me respondió que nunca lo habían llamado para eso. Le pregunté si lo haría y me dijo que no me oía bien, porque iba conduciendo. Le pregunté si acaso la empresa no hacía preguntas sobre cómo habían muerto las mascotas. Me dijo que normalmente no hacían preguntas. Tras colgar, me sigue debiendo esa respuesta y muchas otras.
¿Qué otra cosa puede significar ese servicio para perros muertos con un fin comunitario? Aquí ningún perro o mascota puede morir con un fin comunitario. La imagen de perros muertos con un fin semejante, según se define el tercer servicio, sugiere de inmediato que la empresa realiza incineraciones masivas, sin entrega de cenizas -que es exactamente lo mismo que ofrece el segundo servicio. De hecho, entre el segundo y el tercer servicio no hay ninguna diferencia -porque si el cliente no quiere las cenizas (2do servicio) nada garantiza, ni es necesario, que su mascota sea incinerada individual o colectivamente. Los dos servicios son iguales. ¿Por qué pues ofrecer ese tercer servicio, a todas luces redundante?
Mi sospecha es que quiere decir que la empresa recoge perros que han sido sacrificados en una operación masiva (como en la plaza de San Joaquín, por ejemplo) y que no hacen preguntas. Aunque la incineración de mascotas fallecidas ciertamente no es un delito, si raya en la ilegalidad que -aparentemente- ofrezca a los asesinos de perros una manera rápida y expedita de deshacerse de los cuerpos. Muchas municipalidades parias podrían interesarse. La tendencia de los municipios a tercerizar las campañas de asesinatos masivos de mascotas es cada vez más habitual. La empresa ofrece claramente la posibilidad de deshacerse de los cadáveres sin hacer preguntas.

La empresa no comete ningún ilícito ofreciendo sus servicios de incineración de mascotas. Pero si llegara a aceptar un encargo sospechoso -por ejemplo, que retire e incinere a los perros hallados muertos en algún espacio público o privado, se hallen en el lugar en que murieron o hayan sido trasladados a un recinto privado- cometería claramente el delito de encubrimiento. El Código Penal (Libro I), en su art. 17, inciso 2, define como encubridores a los que ocultan o inutilizan el cuerpo [del delito], "los efectos o instrumentos del crimen o simple
delito para impedir su descubrimiento". El hallazgo masivo de mascotas o perros muertos en algún lugar público o privado debería ser considerado como un indicio de que han sido sacrificados ilegalmente, violando el artículo 291 bis del Código Penal relativo al maltrato animal. La preservación del cuerpo del delito es esencial para las diligencias judiciales imprescindibles en la pesquisa de un posible delito, que es la razón por la que se considera encubridores a quienes alteran el sitio del suceso y eliminan las pruebas o el cuerpo del delito. Por eso, aceptar ese encargo implicaría la comisión del delito de encubrimiento, porque impediría, por ejemplo, la realización de una autopsia para determinar la causa de la muerte y determinar si en sus muertes han intervenido terceros o se han usado substancias tóxicas.

Por eso, creo que definir esta empresa como la iniciativa de un hombre de negocios proteccionista es demasiado apresurado. Debería insistirse ante esa empresa que retire de su página web y de su cartera de servicios su "servicio comunitario" y que se comprometa formalmente a denunciar a la fiscalía, a la BIDEMA y a organizaciones animalistas cuando se acerquen clientes que soliciten servicios para incinerar mascotas que hayan muerto masivamente, en algún recinto privado o en la calle. Creo que en esos casos es muy probable que se trate de matanzas de perros -que son, todas, ilegales.
Yo creo que si el empresario que es descrito como proteccionista, de verdad lo fuera, habría respondido de otro modo mi pregunta de si incinerarían a perros matados masivamente en una plaza (era mi ejemplo). De habría dicho: "De ninguna manera". Me habría podido decir que no lo harían nunca o que a ese cliente potencial lo denunciarían inmediatamente. No lo hizo. Sólo balbuceó que nunca se lo habían pedido y que me oía muy mal.
Por la misma razón me parece igualmente que PrensaAnimalista no debería contribuir a la publicidad de esta empresa, publicando sus teléfonos y enlace. En una nota periodística no es necesario. Huele a publicidad, que en este caso parece -de momento- inmerecida. PrensaAnimalista haría igualmente bien si averiguara quiénes y sobre la base de qué argumentos han decidido otorgar el subsidio de Capital Semilla Empresa 2011, del Ministerio de Economía, a una empresa que ofrece servicios que parecen reñidos con la ley y la moral.
lísperguer