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sin espacio para la tolerancia


Una ordenanza municipal de Nueva Jersey que bloquea la construcción de una mezquita plantea interrogantes sobre prejuicios religiosos e intolerancia. Editorial TNYT.
En los últimos diez años han estallado montones de polémicas locales sobre la construcción de mezquitas y centros comunitarios musulmanes. El alcalde Michael Bloomberg defendió justamente la libertad religiosa contra la vitriólica oposición a la construcción de un centro islámico en Lower Manhattan. Con el apoyo del alcalde, la Comisión para la Conservación de Sitios Históricos (Landmarks Preservation Commission) permitió unánimemente que el proyecto prosiguiera, y lo está, aunque lentamente.
Esta sensatez no es tan común como debería ser. Esta primavera, funcionarios de Bridgewater, Nueva Jersey, se opusieron a un plan para convertir una vieja posada, usada anteriormente para bodas y eventos políticos, en la única mezquita de la ciudad. Antes que hacer frente a la oposición, espoloneada parcialmente por el Tea Party, el alcalde, el ayuntamiento y la comisión de urbanismo corrieron para cambiar las normas de zonificación, de modo que un templo no pudiese ser construido en el terreno de la posada.
La petición para la construcción de la mezquita fue presentada en enero. Ignorando los procedimientos establecidos, los funcionarios apresuraron el cambio de zonificación de modo que fuera completado antes del cinco de mayo, la fecha efectiva de un nuevo reglamento estadual sobre regulaciones urbanísticas que habrían permitido que la mezquita continuara bajo la vieja ley de zonificación.
En su defensa de la medida, el ayuntamiento preparó un "informe de reexaminación" que planteaba nuevos y vagos problemas de tráfico pese a que un informe anterior no constató esos problemas, y tanto el experto en tráfico de la ciudad como la comisión de urbanización del condado concluyeron que la mezquita sólo tendría un efecto mínimo sobre el tráfico. El debate se ha centrado mayormente en objeciones relacionadas con la seguridad y la calidad de vida. Las mezquitas, como otras instituciones religiosas, no están exentas de esas consideraciones pero las objeciones deben ser respaldadas por estudios u otros datos fidedignos (ausentes en este caso) y no pueden ser usadas como pretextos para discriminar una religión que busca construir un lugar de culto.
En junio, un juez de instrucción acogió una demanda contra las acciones del ayuntamiento por motivos constitucionales y legales. Entretanto, el ministerio de Justicia está realizando una investigación sobre si las decisiones del ayuntamiento violaron o no la ley federal de 2000 que prohíbe las restricciones de zonificación para limitar de modo irrazonable las estructuras religiosas, un posible preludio a la intervención del gobierno en el caso. El mes pasado, el ministerio de Justicia logró acuerdos en Georgia y Virginia, permitiendo que prosiga la construcción de las mezquitas propuestas.
En lugar de tratar de justificar su curiosa torcedura de las normas de zonificación, Bridgewater debería estar buscando una solución que permita que la mezquita sea construida y cure las lesiones auto-infligidas a la reputación de la comunidad.
25 de septiembre de 2011
18 de septiembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

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