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quién era samir khan


Nacido en una familia de clase media de Estados Unidos, terminó en una guerra mediática por al Qaeda. En 2009 empezó una revista para yihadistas llamada ‘Inspire.’
[Robbie Brown y Kim Severson] Charlotte, Carolina del Norte. Desde el sótano de casa de sus padres en una parte de la ciudad donde las casas tienen montones de dormitorios y la mayoría de los hijos van a la universidad, Samir Khan se hizo, con su blog, camino hasta los círculos más altos de al Qaeda, llegando a librar una guerra en los medios, la que creía que era tan importante como las batallas con armas en el terreno.
Sus padres -una respetable y discreta pareja que, tras vivir en Queens, se había marchado al sur en 2004- estaban preocupados sobre el giro cada vez más radical de la filosofía de su hijo y los crecientes informes en la prensa que la exponían.
Hablaron con más de once miembros de sus comunidades religiosas para que transmitieran a su hijo universitario los peligros de ese modo de pensar y su conducta.
No funcionó. En 2009, dejó su cómoda vida en Charlotte y se marchó a Yemen, donde empezó una lograda revista para yihadistas llamada Inspire que incluía artículos políticos y consejos prácticos escritos en un atractivo inglés estadounidense y siguió esquivando digitalmente los intentos de civiles y del gobierno de detener lo que llamaba una "guerra santa mediática."
Su vida terminó el viernes en Yemen cuando Khan, de veinticinco años, murió en el ataque de un avión no tripulado que también mató al clérigo radical Anwar al-Awlaki y a otros dos hombres, de acuerdo a funcionarios estadounidenses y yemeníes.
En la Sociedad Islámica del Gran Charlotte, pocas de las varias centenas de personas que se reunieron para la Oración del Viernes querían hablar sobre Khan.
"Es un camino muy peligroso salir a matar a alguien de esta manera", dijo Ayeb Suleiman, 25, un médico residente. "Sólo era un editor. Sólo escribía."
Otros expresaron pesar por la familia que había perdido a un hijo, sin importarles la naturaleza de las actividades del hijo.
El padre de Khan, Zafar Khan, es un ejecutivo en una compañía de tecnología de la información y un estimado y devoto creyente que compró para su familia una casa de ladrillos de dos plantas cerca de una cancha de golf.  Hablaba a menudo sobre cricket con Yasin Raja, un colega estadounidense de origen paquistaní.
"Si atraparon a Samir en algo, eso es asunto suyo", dijo Raja.
Steve Glocke, que vive al frente de la familia, vio crecer a Khan desde que era un amable adolescente que jugaba al baloncesto con su hermano en la calle, en un tranquilo joven extremista. Cuando Khan se marchó a Yemen, dijo: "Pregunté cómo estaba y me dijeron que no lo sabían."
Sus padres estaban preocupados incluso antes de que la familia se mudara de Queens. Mustapha Elturk, imam y presidente de la Organización Islámica de América del Norte, conoció a la familia a mediados de los años noventa durante un programa educativo en una mezquita en Flushing, Queens. Khan estaba interesado en el islam como un modo de "apartarse de la presión de sus compañeros durante su adolescencia", dijo.
Pero después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, la atracción que sentía Khan por las páginas web militantes en Internet y sus opiniones extremistas llegaron al punto de que su padre creyó oportuno intervenir.
"Hizo lo que pudo para que su hijo hablara con todo tipo de imames y estudiosos para disuadirlo de esas opiniones", dijo Elturk, que habló con el padre de Khan el jueves para entregarle sus condolencias. "Te dio la impresión de que cambiaría."
La temprana intervención de los miembros de la comunidad local es clave para prevenir la radicalización de la juventud musulmana, dijo Sue Myrick, miembro del Congreso que representa a Charlotte, donde vivía Khan.
El último número de la revista Inspire, de Khan, llegó a los quioscos esta semana. Tiene veinte páginas, más pequeñas que las demás, y dedicada en gran parte a los atentados del 11 de septiembre. Ha perdido algo del descaro de las primeras ediciones, que describían qué esperar de la guerra santa y tenían titulares como ‘Cómo Hacer una Bomba en la Cocina de Tu Mami’ [Make a Bomb in the Kitchen of Your Mom].
En esta edición, deja en claro el papel que creía que jugaba él en la guerra. "Mientras Estados Unidos se concentraba en combatir a los muyahedines en las montañas de Afganistán y las calles de Iraq", escribe, "los medios yihadistas y sus simpatizantes iban en quinta."
[Robbie Brown informó desde Charlotte, y Kim Severson desde Atlanta. Matt Flegenheimer contribuyó al reportaje desde Nueva York.]
4 de octubre de 2011
30 de septiembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

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