qué pasó con los atentados con ántrax
Análisis de científicos cuestionan que FBI haya archivado el caso de los atentados con ántrax. Poco a poco crece la sospecha de la intervención del propio gobierno en esos atentados.
[William J. Broad y Scott Shane] Estados Unidos. Una década después de que esporas de ántrax enviadas por correo mataran a cinco personas, enfermaran a otras diecisiete y aterrorizaran al país, biólogos y químicos todavía discuten sobre si los investigadores federales atraparon al hombre correcto y si la larga pesquisa del FBI dejó de lado claves importantes.
Ahora tres científicos dicen que los distintivos químicos encontrados en las esporas de ántrax -incluyendo la inesperada presencia de estaño- delatan un alto grado de habilidad para su elaboración, contrariamente a las aseveraciones federales de que los ataques con gérmenes eran poco sofisticados. Los científicos defienden su posición en un próximo número de la revista Journal of Bioterrorism & Biodefense.
Documentos del FBI comentados por The New York Times muestran que los científicos del buró se concentraron en el estaño al principio de su investigación de ocho años, considerándolo un "elemento de interés" y una clave potencialmente crucial para la acusación criminal. Más tarde dejaron de lado su prolongada pesquisa, nunca mencionaron el estaño en público y nunca ofrecieron ningún informe detallado sobre cómo pensaban que se había producido el polvo.
El nuevo artículo plantea la perspectiva -por primera vez en un foro científico serio- de que el experto en biodefensa del ejército, identificado por el FBI como el autor, Bruce E. Ivins, o tuvo ayuda en la obtención de sus armas biológicas o posiblemente era inocente de ese delito.
Tanto la presidenta de la comisión de la Academia Nacional de Ciencias que pasó un año y medio revisando el trabajo científico del FBI y el director de una nueva revisión de la Oficina de la Contraloría General de Estados Unidos dijeron que el artículo hacía importantes preguntas que debían ser respondidas.
Alice P. Gast, presidenta de la Universidad de Lehigh y directora de la comisión de la academia, dijo que el artículo "describe conexiones que merecen mayores estudios".
Gast, ingeniera química, dijo que las "firmas químicas" del ántrax enviado por correo y su valor potencial para la investigación criminal no ha sido exploradas completamente. "Simplemente no se estudió tan vigorosamente como la microbiología", dijo, aludiendo a los análisis de micro-organismos. También observó que la comisión de la academia sugirió una revisión de la investigación del gobierno sobre el ántrax, que su comisión nunca vio.
En entrevistas, los tres autores dijeron que sus análisis sugerían que el FBI puede haber perseguido al sospechoso equivocado y que el caso debería ser reabierto. Su posición puede fortalecer los llamados a formar una comisión nacional para investigar el primer atentado bioterrorista importante en la historia de Estados Unidos.
Pero otros científicos que revisaron el documento dijeron que pensaban que el estaño podría ser un contaminante aleatorio, no una clave de un procesamiento complejo. Y el Ministerio de Justicia no ha alterado su conclusión de que las mortíferas cartas fueron enviadas por el doctor Ivins, un especialista en ántrax del ejército que trabajaba en Fort Detrick, Maryland, y que se suicidó en 2008 cuando la fiscalía preparaba la acusación.
Dean Boyd, portavoz del Ministerio de Justicia, dijo que el documento no "proporcionaba ninguna evidencia de que las esporas usadas en los correos fueron producidas" en otro lugar que en Fort Detrick. Dijo que los investigadores creen que Ivins cultivó y secó él mismo las esporas de ántrax.
"Las especulaciones sobre ciertas características de las esporas son simplemente eso: especulaciones", dijo Boyd. "Defendemos nuestras conclusiones."
El estaño es sorprendente porque mata micro-organismos y se usa en productos anti bacterianos. Los autores del artículo dicen que su presencia en el ántrax enviado por correo sugiere que los gérmenes, después de su cultivo y secado, recibieron un revestimiento especial de silicio, con el estaño como catalizador químico. Esos revestimientos, conocidos en la industria como micro-encapsulantes, son habituales en la manufactura de fármacos y otros productos.
"Indica un procesamiento muy especial, y pericia", dijo Martin E. Hugh-Jones, principal autor del artículo y autoridad mundial sobre ántrax en la Universidad de Luisiana. Los letales gérmenes enviados por correo a organizaciones de medios y a dos senadores estadounidenses, agregó, eran "mucho más sofisticados de que lo que era necesario".
Además de Dr. Hugh-Jones, los autores del nuevo artículo son Barbara Hatch Rosenberg, bióloga, y Stuart Jacobsen, químico. Ambos han especulado públicamente sobre el caso y criticado al FBI durante años.
En 2008, días después del suicidio de Ivins, el buró hizo pública una amplia pero circunstancial acusación en su contra. El año pasado, el buró archivó formalmente el caso, reconociendo que algunas preguntas científicas permanecían sin respuesta, pero afirmando que las evidencias contra Ivins eran abrumadoras.
Los investigadores descubrieron que en los días previos a los dos conocidos ataques con ántrax en septiembre y octubre de 2001, el microbiólogo había trabajado en su laboratorio hasta muy tarde en la noche; que a menudo enviaba correspondencia bajo nombres falsos; que tenía antecedentes por amenazas homicidas y hablaba de un ‘Loco Bruce’ como una personalidad que hacía cosas que él más tarde no podía recordar.
Ivins había ocultado a su familia y amigos su obsesión con una hermandad - Kappa Kappa Gamma-, con una oficina cerca de Princeton, Nueva Jersey, desde donde fueron enviadas las cartas. El FBI grabó una conversación de Ivins con un amigo en la que dice ambiguamente que él "no recordaba" haber enviado las cartas, que él no era "un asesino" y que "si yo estuviera en mis cabales, no lo haría".
Sin embargo, ninguna evidencia relacionó a Ivins con el delito. Algunos de los ex colegas del científico han argumentado que él no pudo haber hecho el ántrax y que los investigadores acosaron hasta la muerte a un hombre con problemas. Observaron que el FBI persiguió a varias otras personas, más notoriamente a otro ex científico del ejército, el doctor Steven J. Hatfill, al que el buró finalmente exoneró y pagó 4.6 millones de dólares en un convenio extrajudicial.
En su informe de febrero último, la comisión de la Academia Nacional de Ciencias criticó fuertemente partes del trabajo científico del FBI, diciendo que el enlace genético entre el ataque con ántrax y una provisión en el laboratorio de Ivins no era "conclusiva" como había afirmado el buró.
Si los autores del nuevo artículo tienen la razón sobre el revestimiento de silicio, es probable que Ivins no haya elaborado solo el polvo de ántrax con el equipo que poseía, como dice el FBI. Eso podría significar sea que obtuvo el polvo en otro lugar o que él no fue el autor de los atentados.
Si Ivins no hizo el polvo, una fuente posible puede ser una investigación confidencial del gobierno sobre el ántrax, realizada hace años por los militares y la Agencia Central de Inteligencia. Ivins tenía lazos con varios investigadores que participaron en esa misión secreta.
La Oficina de Contraloría General de Estados Unidos, el brazo investigativo del Congreso, está realizando su propia revisión de las evidencias del ántrax. Nancy Kingsbury, la funcionaria que supervisa el proyecto dijo que la agencia había hablado con los autores del artículo y juzgado que "sus preguntas son razonables".
Más allá del mundo de los forenses, el estaño es un aditivo común utilizado para matar micro-organismos en productos como la pintura, conservantes para maderas e incluso pasta dentífrica. Pero microbiólogos dicen que los nutrientes y aditivos usados para cultivar el Bacillus anthracis, la bacteria del ántrax, normalmente no llevan estaño.
Así que a fines de 2002, cuando el FBI encontró cantidades significativas de estaño en los polvos enviados, se propuso identificar la fuente. Para 2003, el buró calificaba el estaño como un "elemento de interés" -repitiendo su terminología para describir a humanos sospechosos-, de acuerdo a revelaciones entresacadas por el Times de las nueve mil seiscientas páginas de documentos del FBI.
Con el correr de los años, el buró realizó cientos de pruebas para explorar el uso del estaño en microbiología y su utilización en los ataques con gérmenes. También buscó claves para trazar cómo las esporas llegaron a impregnarse con silicio, que Estados Unidos había usado hace décadas como revestimiento de armas biológicas. En 2005, en un simposio interno del FBI, los científicos dijeron que el estaño era posiblemente una huella digital de los atentados con gérmenes.
Después de eso, la clave forense desapareció del debate público, excepto por una breve mención en un comunicado de prensa de 2009. "Aunque la huella digital química de las esporas es interesante", decía el comunicado, "no era relevante para la investigación".
Al final, el FBI -sin aludir a sus trabajos con estaño- declaró públicamente que los gérmenes usados en los atentados no tenían un revestimiento especial, diciendo que esa conclusión se sustentaba en su descubrimiento de que Ivins había cultivado y secado solo las esporas, usando equipos corrientes en su laboratorio en Fort Detrick.
Varios científicos especializados en ántrax que estudiaron el nuevo artículo a petición del Times dijeron que creían que habían descuidado la posibilidad de que el estaño y el silicio fueran contaminantes insignificantes antes que aditivos sofisticados.
Johnathan L. Kiel, científico retirado de la Fuerza Aérea que trabajó con ántrax durante muchos años, dijo que las esporas "recogen cualquier cosa" y que el silicio puede haber sido un residuo de algún producto comercial usado en la cristalería del laboratorio para impedir que las esporas se peguen. Dijo que el estaño podría incluso haber sido recogido de los contenedores de metal del laboratorio, aunque no había verificado la idea.
"No tiene por qué ser un proceso super secreto", dijo el doctor Kiel. Otros expertos sugirieron que el estaño puede haber provenido de productos anti-espuma, desinfectantes y agua.
El problema con esas conjeturas es que el FBI pasó años haciendo pruebas con estaño en provisiones de laboratorios de microbiología -sin informar sobre ninguna, de acuerdo a documentos del buró.
Gast, la directora de la comisión de la Academia Nacional de Ciencias, observó que su grupo recomendó enfáticamente que en futuras investigaciones sobre los ataques con ántrax se estudie el trabajo secreto del gobierno sobre el ántrax.
Dijo que el acceso a archivos secretos era "un aspecto importante para proporcionar más claridad sobre lo que sabemos y no sabemos".
27 de octubre de 2011
9 de octubre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer
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