confunden estabilidad con opresión
columna de lísperguer
Ministro Hinzpeter declara que gobierno está dispuesto a reformar sistema binominal.
Lo único que se puede hacer con el sistema binominal es derogarlo y remplazarlo por el sistema electoral proporcional característico de las democracias representativas. El binominal usurpa la voluntad ciudadana y convierte las elecciones en una farsa ridícula -en todo igual a las elecciones cubanas, donde, en un sistema muy similar al chileno, la Asamblea Popular designa a la mitad de los nuevos representantes. En el sistema chileno, los ciudadanos eligen sólo a la mitad de los representantes -los que tienen las más altas mayorías. La otra mitad de los políticos la designan las directivas de los partidos. En los dos casos, la ciudadanía sólo ratifica decisiones que son tomadas a sus espaldas. Pese a ello -pese al voto de primera mayoría- tampoco se puede decir que estas primeras mayorías son realmente elegidas, por la sencilla razón de esos candidatos a senadores y diputados han sido designados por las cúpulas de los partidos mediante procedimientos que están lejos de ser democráticos -los candidatos no son elegidos en primarias abiertas. El binominal reduce el voto ciudadano a la ratificación de candidatos nombrados por personas que no tienen ni la autoridad ni el derecho para hacerlo. Encima, el sistema chileno admite que algunos sean nombrados senadores (ejemplos son los senadores Larraín y Escalona y la señora Nazi) sin elección alguna.
El binominal crea una imagen falsa de las preferencias ciudadanas, creando ilusiones ópticas -por ejemplo, haciéndonos creer que la derecha psicótica (UDI) es el partido más grande. Ese conteo es falso, porque se hace sobre la base de votos no emitidos -RN y UDI tienen la mitad de los políticos elegidos no por voluntad ciudadana sino por la operación del sistema binominal. En elecciones en un sistema proporcional, es dudoso que la extrema derecha se empine por encima del 8 a 10 por ciento.
La característica fundamental de la democracia es que los representantes son elegidos por los ciudadanos según la fórmula un ciudadano un voto. Cualquier sistema que se aparte de esto, simplemente no es democrático. La historia del binominal debiese servir de advertencia: fue creado por la dictadura comunista polaca, que se aseguraba así el control permanente de la política del país independientemente de la voluntad ciudadana.
La idea de que el régimen trae estabilidad es simplemente falsa. La estabilidad -que es otro modo de decir opresión y la asfixia de las libertades públicas y personales (como por ejemplo, la severamente limitada libertad de expresión y las limitaciones a la asociación sindical) tan características de Chile- se debe fundamentalmente a que, durante veinte años, la Concertación y la Alianza compartieron la ideología neoliberal en economía y su apoyo a estructuras políticas autoritarias. Agréguese a ello el régimen de terror impuesto a los trabajadores y se entenderá qué quieren decir los ultraderechistas con estabilidad.
lísperguer
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