Blogia
mQh

qué hace la wspa en chile


columna de mérici
Desde hace un tiempo he venido recopilando información sobre la WSPA (World Society for the Protection of Animals; Sociedad Mundial para la Protección Animal) con la intención de mostrar la verdadera naturaleza de esta organización. Otras ocupaciones desviaron mi atención y el proyecto quedó en el tintero. Pero mi interés volvió a renacer ahora a fines de octubre cuando, leyendo sobre la campaña contra la matanza y explotación comercial de los lobos marinos de las costas chilenas en la página web de SOS Lobos Marinos Chile (que para esta campaña agrupa a organizaciones animalistas como Ecocéanos, Centro de Conservación Cetácea, AnimaNaturalis y la WSPA), me entero, en un párrafo escrito como al paso, que el senador Girardi, que apoya la campaña, es también "aliado de la WSPA en otras iniciativas como la campaña por la Declaración Universal sobre Bienestar Animal".
Antes de seguir, creo que esta campaña contra la explotación o muerte de los lobos marinos, es una iniciativa necesaria y urgente que todos deberíamos apoyar. Mi problema no es esta campaña, sino lo que me parece que son intentos de manipulación de la WSPA, tanto del senador Girardi como de la opinión pública en general. En los últimos años, el senador Girardi ha demostrado ser un activo defensor de las causas animalistas y es uno de los políticos que sumó sus esfuerzos a la campaña por borrar del proyecto de ley de protección animal el articulado que autorizaba, en el proyecto del gobierno de la presidenta Bachelet, el exterminio de los perros callejeros. Por eso llama la atención que aparezca como firmante de esa declaración de la WSPA.

¿Qué Es la WSPA?
La WSPA es una organización internacional bienestarista fundada en 1981 que tiene como uno de sus objetivos explícitos la protección y bienestar animal. Agrupa a mil sociedades protectoras y organizaciones animalistas en 150 países. En su página web para América Latina, podemos leer que la organización incluye entre sus prioridades a los animales de compañía y que promueve la tenencia responsable de mascotas, el control o manejo humanitario de poblaciones callejeras (vagabundas) y que quiere evitar la crueldad hacia los animales. También es activa en el campo de los animales de granja y aparentemente buscan introducir reformas a la cría intensiva, al transporte en trayectos largos y en las técnicas de sacrificio de los animales -con el fin de desterrar las prácticas crueles o no humanitarias.
En los últimos 30 años ha logrado introducirse en una serie de organismos internacionales, como Naciones Unidas y el Consejo Europeo, convirtiéndose en una organización de mucho poder. Está constantemente buscando aliarse con personas con poder (léase políticos como senadores, diputados, ministros) y con organizaciones del ámbito del bienestar animal (protectoras). Su objetivo explícito es influir y determinar de manera decisiva las políticas públicas relativas al bienestar animal basándose en su aparente carácter profesional.

La WSPA y los Perros
Pese a sus aspiraciones, y al hecho de que lleva varios años en el país infiltrando y cooptando a las más diversas organizaciones, la organización tiene un conocimiento bastante precario de la realidad chilena.
En mayo de 2011, la página web PrensaAnimalista publicó un artículo de la WSPA bajo el título de Animales de la calle, la triste realidad, la versión en español de un artículo publicado en inglés en la página web de esa organización. Leyéndolo, no parece que haya sido escrito pensando en Chile, porque su descripción de los perros de la calle, sus premisas y conclusiones, no tienen nada que ver con la realidad de los perros en el país. La razón de su publicación es pues misteriosa. La organización predica lo que llama el manejo humanitario, vale decir, la eliminación de los perros y gatos de la calle, e incluso de mascotas con hogar, como método de lo que creen un necesario control canino. Estando en Chile prohibida la aplicación de la eutanasia médica a animales de compañía sanos, y permitiendo la legislación administrativa existente (los dictámenes de la Contraloría) la aplicación de la eutanasia sólo en casos individuales y calificados por razones urgente y estrictamente médicas, la difusión de la ideología de la WSPA revela un desconocimiento brutal de la realidad chilena y de la sensibilidad de sus habitantes.

Sé que hay muchos que ignoran o niegan estos hechos. Trataré de demostrar en este escrito que quienes se oponen a la penetración de la WSPA en Chile, como mis amigos Claudio Lísperguer (Cuidado con los nazis de la WSPA; La WSPA sigue matando; Mercanchifles de la WSPA vienen a matar) y Pepa García (La verdad sobre la WSPA), tienen toda la razón. En el documento publicado por PrensAnimalista bosqueja la presunta realidad de los perros en la calle. Dicen que "la vida en la calle es dura", los perros se pelean por la comida que encuentran en la basura y "las heridas sufridas de esta manera rara vez son tratadas". Que la vida es dura en la calle es una constatación innegable para muchos perros, pero que riñan por la comida no es privativo de los perros callejeros. Todos los perros se disputan por la comida, en la calle o no. Y, de hecho, todos los animales se disputan por la comida, domésticos o no. Quien escribió esas líneas no tiene ni idea de etología (la ciencia que estudia la conducta y cultura animales).

Seguidamente afirman que el "75% de los cachorros de los países en vías de desarrollo mueren en la agonía de enfermedades que incluyen la rabia y el distemper". No sé si Chile es un país en vías de desarrollo ni sé qué significa exactamente esa descripción, pero esas conclusiones no se aplican aquí en absoluto. Tampoco las del párrafo anterior. En Chile existe una amplia y extendida red de tutores (madrinas, padrinos, llamados afectuosamente "viejas locas") que se ocupan de los animales en la calle, los alimentan, les proporcionan ayuda médica o los llevan al veterinario. Esta es una realidad que conocemos todos. En 2006, cuando asumió la presidenta Michelle Bachelet, el intendente de Santiago mandó matar a los perros que vivían en la Plaza de Constitución, frente al Palacio de La Moneda, que es la sede del gobierno nacional. Los perros llevaban viviendo allí varios años y las nuevas autoridades socialistas decidieron exterminarlos para que no empañaran la ceremonia de investidura de la nueva presidenta. Pues bien, todos los perros de la plaza contaban con tutores, que los alimentaban y cuidaban. Todos ellos tenían sus tarjetas médicas al día, estaban todos vacunados y ninguno de ellos estaba enfermo. Algunos de ellos dormían incluso en locales, quioscos y cobertizos, porque los dueños o administradores de esos recintos les dejaban dormir ahí para protegerles del frío y otros peligros. La noche en que los funcionarios de la intendencia salieron a matar, los carabineros de turno en la plaza, cuando vieron sus intenciones, rescataron a algunos y los ocultaron en las furgonetas policiales hasta después de que se marcharan. Este terrible e injustificado acto de crueldad fue denunciado ampliamente y es una de las circunstancias que más impulso dio al movimiento animalista, entonces incipiente.

No se puede decir que esta sea la realidad de todos los perros de la calle ni que su presencia en la calle no implique problemas para los humanos. Pero ese trágico incidente (que le costaría el cargo al intendente algunos meses después) dejó en claro que los perros en la calle sí cuentan con una extensa y comprometida red de protección. La matanza fue ampliamente condenada por toda la ciudadanía, sin distinción ni de credo ni de orientación política. Las encuestas demuestran que la inmensa mayoría de los chilenos reconocemos a las mascotas el derecho a la vida y rechazamos que se les sacrifique por motivos pueriles. De hecho, la jurisprudencia administrativa de los últimos diez años sólo permite la eutanasia de animales con enfermedades dolorosas o incurables o que sufren de rabia. Incluso en este último caso, un perro aislado en observación por presentar síntomas aparentes de rabia sólo puede ser sacrificado si tras diez días se confirman esos síntomas.

Dice luego el documento de la WSPA que "a menudo las personas que viven a su alrededor los ven como una molestia y un riesgo para la salud" y que "la falta de conocimiento y recursos hacen que las comunidades de los países en vías de desarrollo recurran a la matanza por azar, envenenando, electrocutando o disparando a los perros". Hay que decir que el documento está lleno de estas frases alarmistas y los autores no ofrecen ningún documento ni enlace donde se demuestre la veracidad de estas afirmaciones. Son afirmaciones huecas, sin ninguna justificación. Más que constataciones y hechos, son creencias mal
inspiradas. Este recurso a afirmaciones no fundamentadas sólo muestra algo que queda en claro a poco de empezar la lectura. Sus conclusiones no se basan en ninguna investigación ni objetiva ni científica ni académica.

Tiene Lísperguer toda la razón cuando nos advierte que este documento debe ser leído con extremo cuidado, porque ha sido escrito para ocultar o encubrir su verdadera ideología. Por ejemplo, considérese esta frase que dice que por ignorancia y falta de recursos la gente realiza "matanzas al azar". ¿Es que existen matanzas que no sean azarosas? Claro, existen las matanzas sistemáticas, que en nuestro país son delito. A sus autores los perseguimos y, si podemos, los encarcelamos. Lo que quiere sugerir la WSPA es que hay métodos de sacrificio que no incluyen el veneno, ni la electrocución ni los disparos. "Estos métodos no son humanitarios y causan enorme dolor y sufrimiento a los animales". Así, para la WSPA se trata de la manera en que mates a los perros y gatos de la calle, sin reconocer lo que creemos los chilenos, que es que nuestras mascotas tienen derecho a la vida, tal como tú o yo, tal como los funcionarios de la WSPA.

Dice luego el documento, en esta retahíla de constataciones infundadas que no se aplican a Chile, que "la mayoría de los animales callejeros han sido abandonados por sus dueños o estos les permiten andar sueltos libremente". Para esta afirmación no ofrecen ni fuentes documentales ni cifras ni nada. Que la mayoría de los perros en la calle han sido abandonados es una creencia infundada y en algunos países derechamente falsa. Investigaciones y estadísticas en Inglaterra y Estados Unidos indican que, al contrario, la mayoría de las mascotas que se encuentran en la calle son en realidad animales extraviados. Y aunque en Chile no hay todavía estadísticas ni estudios, todo parece indicar que esa descripción también se aplica aquí. En realidad, esa creencia ha sido difundida de mala fe por las organizaciones que tienen interés en que la gente crea que esos animales son abandonados, porque así se puede culpar a sus antiguos dueños y justificar su sacrificio sobre la base de que la comunidad no puede hacerse responsable de la negligencia e irresponsabilidad de otros. Pero la afirmación es falsa. Enseguida pretenden que "los perros sin supervisión se reproducen, generando cachorros no deseados". La verdad es que en Chile, aunque de vez en vez se puede ver a una hembra preñada y aunque se diga que muchas veces las hembras preñadas son echadas a la calle justamente por eso, la esperanza de vida de esos cachorros es muy baja y muchos estudios consideran que ese es el menor de los problemas. Pero la solución para esos cachorros que se encuentran en la calle no es su eliminación, sino sencillamente su retiro e inscripción en planes de adopción por familias humanas.

La WSPA, sin embargo, en sus propuestas de solución a lo que ven como problema (vale decir, los perros en la calle), no menciona en ningún momento ni la adopción ni la creación de organismos o programas que faciliten el reencuentro entre mascotas perdidas y sus familias humanas. En sus propuestas sólo incluyen "la identificación de perros, la vacunación y la esterilización". Esta manera de formular su solución deja expresamente fuera a los animales en situación de calle, los que, considerados abandonados en lugar de perdidos, aparte de ser focos de peligro para la salud pública humana y de molestia, no podrían ser ni adoptables ni devueltos a sus familias humanas. ¿Qué solución queda pues para ellos?
La respuesta de la WSPA es "tratamientos" y "educación sobre tenencia responsable". ¿Qué quiere decir "tratamiento"? No lo dicen explícitamente. Pero lo que quieren decir es simplemente exterminar a los perros y gatos de la calle, aunque cuidando las apariencias y procurando utilizar métodos que llaman humanitarios. Puede uno intuir qué quieren decir con tenencia responsable. Con "tenencia responsable" quieren decir que hay que matar a las mascotas o que se encuentren en la calle o que, en casa, sobren.
Su estrategia de control de la población animal incluye "educación sobre cuidado de mascotas", "identificación y registro de mascotas", "esterilización de animales callejeros y con dueño", "vacunación". Agregan también "legislación". Pero, repito, no incluyen la adopción ni la creación de programas de reunificación familiar de mascotas y familias humanas. ¿Por qué no incluye la adopción ni los programas de reunificación? Porque creen injustificadamente y porque este problema no lo han estudiado nunca profesionalmente, que no hay familias suficientes para acoger a los animales de la calle.
En cuanto a lo segundo, como creen que se trata de animales abandonados, ¿qué sentido podría tener iniciar programas de reunificación? ¿Qué pasaría si los perros en la calle fuesen en su mayoría perros perdidos? Obviamente, la solución humanitaria sería buscar la manera de identificar a sus familias humanas. Sin un registro de identificación canina y sin chips de identidad, la única alternativa razonable es recoger a los perros en caniles y ofrecer a las familias un programa que facilite el reencuentro.
No se puede aquí pasar por alto las enormes e importantes contribuciones de Nathan Winograd y el movimiento No Kill (Sacrificio Cero). En algunas ciudades en Estados Unidos la tasa de adopción es tan alta que los voluntarios sobran y faltan las mascotas adoptables. Cuando se inician seriamente programas de adopción y de reunificación, los resultados sorprenden. Mientras que los aducen falsamente que la única solución es matar ("humanitariamente", claro está) y pese a sus millonarios recursos, como la organización PETA, no logran encontrar familias humanas ni para diez de ellos, sacrificando a los otros, en Chile organizaciones animalistas y municipalidades bien intencionadas demuestran que esta estrategia es que la más conviene tanto a los humanos como a los animales. La municipalidad de Ñuñoa, por ejemplo, en diez meses de campañas de adopción ha encontrado hogares adoptivos para nada menos que 700 animales. En Estados Unidos, una organización con un presupuesto de 30 millones de dólares no logra encontrar familias ni para diez.
¿Qué explica la diferencia? ¿Son los estadounidenses de Virginia diferentes a nosotros, o a los habitantes de, digamos, California? ¿Es una diferencia cultural? No, la verdad debe ser otra. No es que no haya gente que no quiera adoptar. Lo que pasa es que PETA no fomenta la adopción. ¿Por qué? Matar es más cómodo, más rápido, más fácil. Incluso, algunos gobiernos te pagan por ello. Más todavía: en muchos caniles eutanásicos, donde se mata indiscriminadamente a todo animal recogido, los cadáveres de los perros y gatos sacrificados son vendidos a fabricantes de alimento para mascotas. No digo que PETA o la WSPA hagan esto. Pero muchos caniles particulares y municipales lo hacen porque la legislación estadounidense lo permite. De hecho, algunos políticos chilenos han propuesto que los animales recogidos de la calle sean subastados para su uso como materia prima no solamente como ingrediente para comida de mascotas, sino también para el procesamiento comercial del pelaje, los huesos y el cuero. En China los perros son utilizados comercialmente para estos fines. Y ha sido la razón por la que la Unión Europea ha legislado sobre la materia y prohibido la importación de muchos subproductos animales para su uso como ingrediente de alimentos aptos para consumo humano y animal. Es muy posible que si compras un peluche, abrigo o llavero hecho en China, estés comprando productos hechos con cuero o pelaje de perros. Es igualmente posible que el alimento para mascotas proveniente de China o Estados Unidos incluya este tipo ingredientes.
En su artículo sobre los perros de la calle, cuyas conclusiones aplican sin ton ni son a Chile, la WSPA demuestra un desconocimiento aberrante de la realidad local. Pese a desconocerla, ofrecen su cooperación cuando se trata de la eliminación sistemática, humanitaria según la organización, de los perros y gatos en situación de calle.

Los Métodos de la WSPA
Es dudoso que se pueda hablar de métodos humanitarios de eliminación de mascotas sanas, o no sanas. Lo mismo que es dudoso hablar de sacrificios humanitarios del ganado en los mataderos, donde el olor a sufrimiento y muerte se extiende incluso a las calles aledañas. Los métodos que ha fomentado la WSPA en el pasado distan mucho de ser humanitarios. Una lista de métodos de eliminación de mascotas publicada por la organización en 1990 parece una lista de torturas de un campo de exterminio. He aquí un extracto:

"Cuando es necesario sacrificar perros, la tarea algunas veces será responsabilidad del propietario, y algunas veces estará a cargo de los servicios comunitarios, en interés de la salud pública, limpieza de las ciudades o protección del ganado. Es más deseable que los propietarios mismos corrijan el exceso de perros no deseados. Se debe dar preferencia a la eliminación de los cachorros inmediatamente cuando nacen. Las personas bajo cuyo abrigo y cuidado nacen los perros y gatos tienen la obligación de decidir el número a dejar y criar cuales pueden conseguir hogares. Existen varios caminos a seguir por la persona responsable, a saber: a) llamar a la organización de bienestar animal más cercana o al servicio de salud pública para que ayuden en la eliminación y disposición humanitaria de los animales no deseados b) para los gatos pequeños usar cloroformo, según se describe en Sección 6.5 c) cuando no se dispone de servicios especiales, los cachorros y gatos recién nacidos pueden sacrificarse humanitariamente con un golpe fuerte en la parte de atrás de la cabeza. Luego hay que dislocar el cuello para asegurar la muerte. Tal acción debe ser hecha, claro está, por alguien que tenga gran cuidado y determinación.
"6.5 EUTANASIA . Esta sección describe los métodos recomendados por la WSPA para el sacrificio humanitario de los animales que no han sido reclamados por sus dueños y no son adecuados para adopción. Es importante que el operador esté muy bien entrenado y sea competente en estos métodos, de manera que se cause el menor dolor y angustia a los animales. Todos los cadáveres deben ser rápida y adecuadamente eliminados. 6.5.2. Barbitúricos 6.5.3 Cloroformo 6.5.4 Monóxido de Carbono 6.5.5. Disparos a) en un recinto cerrado b) a distancia 6.5.6. Otros métodos" (Guía para el manejo de la población canina – OPS – WSPA – Ginebra 1990) (en la página del Centro de Prevención de la Crueldad Animal).

Este es un documento antiguo, publicado en colaboración con la Organización Panamericana de la Salud, del que algunos funcionarios de la WSPA se habrían distanciado. Sin embargo, y ya independientemente de los métodos, la organización sigue fomentando el exterminio de las mascotas en situación de calle que, según describen, no tienen posibilidades de ser adoptados. Así se lee en un documento de la organización publicado en 2007:

"Cuando se asume el funcionamiento de lugares para retener animales o centros o redes de adopción, se requerirá administrar la eutanasia a animales que estén sufriendo enfermedades o lesiones incurables o problemas de comportamiento que hagan que no puedan ser reubicados o que no puedan sobrellevar su estadía en el centro lo suficientemente bien como para mantener un nivel razonable de bienestar. Al final, un programa de manejo de poblaciones exitoso debe crear una situación donde éstas sean las únicas ocasiones en las que se deba requerir de la eutanasia y donde se pueda hallar un buen hogar para todos los perros saludables. Sin embargo, en la realidad, la mayoría de los países no podrá lograr esta situación inmediatamente sino que necesitará trabajar para llegar a ella, aceptando que algunos animales saludables deberán recibir la eutanasia porque no hay suficientes hogares que puedan proporcionar un buen nivel de bienestar" (Guía para el manejo humanitario de poblaciones caninas, WSPA, 2007).

"A largo plazo es sumamente difícil mantener un buen estado de bienestar para los perros que permanezcan encerrados en perreras. En esta situación, la eutanasia debe ser considerada tanto para bien del animal como para el de otros perros a los que se les podría ofrecer la oportunidad de encontrar un nuevo hogar" (Guía para el manejo humanitario de poblaciones caninas, WSPA, 2007).

La WSPA, pese a las afirmaciones de algunos de sus funcionarios, no ha abandonado su filosofía de control de la población canina y sigue fomentando la eliminación de mascotas sanas. En un documento de 2010, la WSPA en Argentina rechaza virulentamente las políticas de Sacrificio Cero (que rechazan la eliminación de mascotas y fomentan la adopción y reinserción social):

"Declarar a un municipio o a una provincia como no eutanásica, no aporta herramientas de trabajo, sólo genera confrontación e incumplimiento del Código Penal Argentino y demás normativas en resguardo de la salud humana y animal" (Estrategias para la implementación de las directrices de la OIE en tenencia responsable y control de poblaciones caninas, WSPA, 2010).

Los documentos y declaraciones más recientes de la WSPA y/o algunos de sus funcionarios, en los que rechazan lo que llaman eutanasia como método de control de la población canina y felina, apartándose de directrices anteriores, no parecen ser más que palabras de buena crianza (por ejemplo, en Methods for the eutanasia of dogs and cats, donde rechaza la "destrucción masiva" de perros y gatos como control de la población). En los últimos años, la WSPA, en su intento de infiltrar las instancias de poder, predica sea la eliminación de perros en unos países, sea la esterilización en otros, sea la adopción de estrategias todavía más humanitarias, rechazando de plano la eliminación arbitraria de animales. Mucho me temo que nada de lo que dicen es creíble y dudo, como Lísperguer, de su sinceridad.

¿Qué Es la Declaración Universal de la WSPA?
Cuando la WSPA se refiere a esta declaración, incluye un solo enlace a un borrador  muy rudimentario (de 2005) en el que definen cuatro proposiciones: 1) los animales son seres sintientes que merecen consideración y respeto; 2) el bienestar animal incluye la salud animal y los veterinarios deben tener un papel esencial en la salud y bienestar de los animales; 3) los humanos y otras especies coexisten en un ecosistema interdependiente; 4) la Organización Mundial de Sanidad Animal debe fijar las normas globales de bienestar animal. En una versión más extensa (de 2007) agregan algunos puntos interesantes de ser analizados: reconocen que muchos países cuenta con sistemas legales de protección de los animales, y afirman que el "uso humanitario de los animales redunda en más beneficios para los humanos".

Pese a que en el borrador se lee que los animales son seres sintientes que merecen consideración y respeto, el presunto principio se derrumba totalmente cuando la WSPA afirma al mismo tiempo que la declaración debe "animar a las industrias que usan animales a mantener" su bienestar, lo que, en el contexto de la industria ganadera, por ejemplo, es un contrasentido o una broma macabra, porque en ambas industrias lo que se busca es la muerte del animal para que terminen como alimento. La declaración, agrega la WSPA, "mejoraría la vida de más de mil millones de personas que dependen de los animales para sus sustentos". La declaración universal sobre bienestar animal, termina la WSPA, mejoraría la salud humana, porque el bienestar animal "contribuye a sistemas de producción sostenibles y al mejoramiento de la seguridad en la comida para humanos".
Es evidente que la preocupación por bienestar animal no es el reflejo de una preocupación sincera por las condiciones de vida y muerte de los animales. En cualquier caso, el bienestar en sí mismo no es un objetivo de la organización, sino que reproducir los "sistemas de producción sostenibles" y asegurar "la seguridad en la comida para humanos" (véase también Animals Matter To Me). Es otro modo de decir que el bienestar animal es esencial para obtener carnes más blandas y sabrosas.

No he encontrado en ninguna página de la WSPA ninguna referencia ni enlace a la versión más extensa de su declaración universal, que incluye no cuatro sino ocho artículos. El inciso e) del artículo 6 declara que los "médico-veterinarios u otras personas por ellos calificadas deben ser autorizadas a destruir humanitariamente a aquellos animales de compañía que han sido abandonados y no pueden ser reubicados en hogares o provistos con el cuidado adecuado para asegurar su bienestar" (en BioÉtica). Este punto de la declaración es incompatible con los principios animalistas y es incompatible incluso con la legislación chilena, que no admite que los animales de compañía, como perros y gatos, en situación de calle o no, puedan ser sometidos a eutanasia, con o sin la asistencia de un veterinario, por otros motivos que los estricta y urgentemente médicos. En Chile aplicar eutanasia a un perro sano es un delito grave y puede ser castigado con hasta tres años de cárcel.

Por esto la presencia de la WSPA en Chile debe considerarse como un retroceso y un obstáculo para la causa de protección de los animales. Esta organización, activa en la compra de conciencias -mediante generosos subsidios, invitaciones a congresos internacionales y otros tipos de carnadas- y en la manipulación de la verdad, quiere ocupar un lugar de privilegio a la hora de formular políticas públicas basándose en el imaginario derecho que daría a los veterinarios el ejercicio de una profesión. Ningún profesional de ningún ámbito tiene ni debe tener ningún privilegio especial por encima de la ciudadanía. Las pretensiones de la WSPA son simplemente ridículas. Habría que concluir que, estando la profesión de los médico-veterinarios sujeta al espíritu de los tiempos, como el resto de las cosas, es afortunado que crean ahora, basándose en lo que llaman análisis científico, que es malo maltratar a los animales. Si estuviésemos en el siglo catorce en Inglaterra, nos dirían que para mejorar la calidad y sabor de la carne no hay mejor método que someterlos a tortura y hacerlos mordisquear por perros peligrosos (como los pit bulls). Tampoco se entiende por qué insistir tanto en estas reformas en el tratamiento del ganado, cuando lo más probable es que los propios ganaderos las introduzcan en cualquier momento, habida cuenta que el trato que le dan hoy al ganado es evidentemente perjudicial para la industria.
Algunos funcionarios de la WSPA se han defendido en público diciendo que la organización respeta las particularidades culturales. Pero es evidente que si creyeran de verdad en lo que dicen, no habrían redactado nunca ese inciso en el que se justifica el asesinato de animales por motivos ajenos a los meramente médicos -con lo que de paso demuestran una fragilísima, sino aberrante formación ética.
No se entiende qué motivo real pueda tener la WSPA para pretender que un gremio llamado profesional tenga más atribuciones que otros grupos de la ciudadanía para determinar las políticas públicas sobre los animales -sean de compañía o de producción. El permanente guiño a las autoridades que practica la WSPA (cuando, por ejemplo, reconoce la vigencia de sistemas legales locales a los que hay que adaptarse o cuando afirma que se adapta a las condiciones locales o cuando persiste en predicar el exterminio de perros que dice que sobran) no es otra cosa que practicar una política de acomodo con el poder para hacerse hueco en esas esferas y con un nicho en el ámbito de las políticas públicas. Estas constantes y flagrantes contradicciones delatan su intención de seducir y adaptarse a cualquier estructura de poder. En su visión de sociedad, la WSPA, como organismo dirigido por veterinarios y responsable de la ganadería, los primeros están destinados por vocación a determinar, por encima de la ciudadanía, la manera en que se ha de tratar a los animales y no en función de estos, sino en función de las necesidades humanas. Es claramente un intento de usurpación y exclusión de la participación y voluntad ciudadanas, y es un intento de torcer la dimensión ética del trato que debemos a los animales para presentarlo como un asunto técnico en el que ellos, naturalmente, serían los expertos. Con afirmar que este es un asunto ético no quiero decir, obviamente, que sólo los curas y los filósofos puedan discutirlo. Si es una opción ética que debemos decidir como sociedad, es un asunto que nos concierne a todos los ciudadanos -desde panaderos y maestros hasta veterinarios y ministros de estado, todos en pie de igualdad.
Lo que sí queda claro de la lectura de documentos de la WSPA es que lo que defienden, más que el bienestar de los animales, sean de compañía o de producción, son los intereses del gremio veterinario y de la industria ganadera y, más allá de eso, de una cultura y un modo de vida que no se puede concebir a sí misma sin la explotación, el cautiverio, el sacrificio y el consumo animal, que teme reconocer en los animales a personas con relaciones sociales inmersas en contextos históricos y culturales, que se niega a buscar un nuevo tipo de relación con los animales que excluya su explotación y consumo. Eso es lo que defiende la WSPA, y eso es lo que la hace impresentable.

El senador Girardi ha protestado en muchas ocasiones por las matanzas ilegales de perros y de otros animales. Por eso suena inverosímil que haya firmado esta declaración de la WSPA avalando el asesinato de mascotas. ¿Qué versión de la declaración le mostró la WSPA: la breve y truchísima o el texto más extenso y vergonzante? ¿Leyó el senador el artículo 6 de la declaración? Conociendo la posición del senador, lo dudo. Esto querrá decir, imagino, que firmó o avaló una declaración que o no leyó nunca o no tuvo en sus manos el texto completo. Me inclino a creer que fue engañado, porque otros activistas han sido igualmente engañados por esta organización. En algunos casos aberrantes, el engaño ha llegado tan lejos que los activistas cooptados niegan incluso que la WSPA avale o haya avalado la eliminación de perros y gatos como método de control de población (en La verdad sobre la WSPA), pese al indesmentible documento citado de la WSPA trasandina. Es también coherente con la filosofía de la WSPA que la organización prefiera asociarse a estructuras de poder, independientemente de su representatividad o vínculo con la ciudadanía. El 6 de febrero de 2011, la WSPA respondió de la siguiente manera una pregunta que le formulara un lector chileno: "La WSPA no cree que una gestión Sacrificio Cero sea sostenible. A veces es necesario eutanasiar, por un tema de bienestar animal. En tales casos siempre recomendaremos el uso de métodos humanitarios" (en el artículo de Pepa García, La verdad sobre la WSPA).
[La foto viene de msnbc.]
[mérici]

0 comentarios