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¿Piensa usted lo que usted cree que piensa?
[David Brooks] Daniel Kahneman pasó parte de su infancia en París cuando la ciudad estaba ocupada por los nazis. Como otros judíos, tuvo que llevar la Estrella de David en la parte exterior de su ropa. Un día, cuando tenía siete años, se quedó hasta tarde en casa de un amigo, más allá del toque de queda de las seis de la tarde. Dio vuelta el suéter para ocultar la estrella y trató de volver a casa. Un soldado de las SS se acercó a él en la calle, lo cogió y le dio un largo y emotivo abrazo. El soldado le mostró la foto de su propio hijo, habló apasionadamente de lo que mucho que lo había extrañado y le dio a Kahneman algo de dinero como un obsequio sentimental. Kahneman estaba aterrado con la idea de que el soldado SS pudiera ver la estrella amarilla que asomaba por su suéter.
Finalmente Kahneman logró llegar a casa convencido de lo compleja y bizarra que era la gente. Después de la guerra se convirtió en uno de los psicólogos más influyentes del planeta y recibió el premio Nobel en economía.
En realidad, Kahneman no cuenta ese relato de infancia en su libro. ‘Thinking, Fast and Slow’ es un libro de memorias intelectual, no personal. El libro, sin embargo, será con toda seguridad un importante evento intelectual porque resume magníficamente la investigación de Kahneman, y el inmenso alijo de trabajos que ha provocado.
Me gustaría usar esta columna no para resumir el libro, sino para describir lo que creo que será la razón por la que Kahneman y su colega investigador, el difunto Amos Tversky, serán recordados durante cientos de años, y señalar cómo su trabajo ha ayudado a impulsar un cambio cultural que ya está produciendo asombrosos resultados.
Antes de Kahneman y Tversky, los que pensaban en problemas sociales y la conducta humana tendían a asumir que somos, la mayor parte del tiempo, agentes racionales. Asumían que la gente controla las partes más importantes de su propio pensamiento. Asumían que las personas buscan básicamente maximizar sus utilidades y que cuando se desvían de la razón es porque alguna pasión, como el temor o el amor, ha distorsionado su juicio.
Kahneman y Tversky hicieron experimentos. Demostraron que la conducta humana actual a menudo se desvía de los viejos modelos y que los defectos no se encuentran simplemente en las pasiones sino en la maquinaria cognitiva misma. Demostraron que la gente depende de prejuicios inconscientes y reglas generales para explorar el mundo, para bien o para mal. Muchos de estos prejuicios se han hecho famosos: estímulos o preferencias, esquematización y aversión a la pérdida.
Kahneman incluye algunas encantadoras ilustraciones recientes de obras de otros investigadores. [...] Las comisiones de libertad condicional israelíes aprueban cerca del 35 por ciento de las peticiones de los reos cuyos casos revisan, excepto cuando oyen un caso después de comer, durante una hora. En esos casos, otorgan el beneficio de la libertad condicional en un 65 por ciento de las veces. Los compradores adquirirán más latas de sopa si colocas un letrero arriba que diga: "Sólo 12 por cliente".
Kahneman y Tversky no eran dados a las afirmaciones generales. Pero el trabajo que hicieron, ellos y otros, condujo a la revaloración de varias ideas antiguas:

Somos pensadores duales. En nuestra mente tenemos dos sistemas interrelacionados. Uno es lento, deliberado y arduo (nuestro raciocinio consciente). El otro es rápido, asociativo, automático y flexible (nuestro reconocimiento de esquemas inconsciente). Ahora se libra un nuevo y complejo debate sobre las fortalezas y debilidades relativas de estos dos sistemas. En términos populares, lo veo como el debate entre ‘Moneyball’ (revisa los datos) y ‘Blink’ (sigue tu intuición).
No somos pizarras en blanco. Todos los humanos compartimos conjuntos similares de prejuicios. Existe eso que llamamos naturaleza humana. El truco consiste en entender los universales y la manera en que nos contienen.
Somos jugadores en un juego que no entendemos. La mayor parte de nuestro propio pensamiento está por debajo de la conciencia. Hace cincuenta años, la gente asumía que éramos capitanes de nuestras propias naves, pero, de hecho, nuestra conducta es a menudo gatillada por contextos de modos que no podemos ver. Nuestros prejuicios nos llevan a querer frecuentemente las cosas equivocadas. Nuestras percepciones y recuerdos son resbaladizos, especialmente sobre nuestros propios estados mentales. Nuestro libre albedrío está limitado. Tenemos mucho menos control de nosotros mismos de lo que pensamos.
Esta investigación arrojó una versión diferente de la naturaleza humana y un conjunto diferente de debates. El trabajo de Kahneman y Tversky ha sido crucial para entender el modo en que nos vemos a nosotros mismos.
También idearon modos para reconocer nuestros defectos. Kahneman fue pionero de la idea de la "colaboración adversa" -cuando, estudiando algo, se trabaja con personas con las que no estás de acuerdo. Tversky tenía una máxima: "Tomemos los que nos entrega el terreno". No te sobrepases. Entiende lo que ofrecen las circunstancias.
Mucha gente está explorando la tierra incógnita interior. Kahneman y Tversky son como el Michael Lewis y el Steven Clark de la mente.
18 de noviembre de 2011
20 de octubre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

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