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fusilamiento de josé miguel carrera


Bajo el título de ‘De argentinos y fusilados’ publica Página 12 esta crónica sobre el fusilamiento del general chileno José Miguel Carrera.
[Sonia Catela] Y lo condenaron a grito unánime, "muerte a Carrera" en la plaza de Mendoza, esas tropas en jolgorio que querían poner su triunfo en ejercicio, sacarle el jugo, metérselo en tajos a los derrotados y descargarlo en revanchas, "muerte", dictaminaron al unísono y los abucheos lo alzan a José Miguel Carrera llevándolo hacia al banco donde lo sentarán para ajusticiarlo y aunque el general aún se encuentre escribiendo una carta o testamento ante su mesa en el cuarto de encierro, ya marcha hacia el pelotón. Ayer lo apresan hoy, le avisan; "en cuanto se arregle con el cura, será pasado por las armas". Hay que confesar al sentenciado y ejecutar esa encomienda con urgencia, me recalcan el apuro, "hágalo rápido, padre". Golpeo el marco de la puerta de su celda. Carrera sigue su escrito, afirmándolo como si una banda de aire amenazara mover su papel, y aunque me anuncie y lo interpele desde las circunstancias y mi investidura: "dígame, usted que ha cometido tantos crímenes imperdonables", él farfulla pero sin interrumpirse; el hombre no me hace caso ni me escucha, escribe sus últimas voluntades, sus disposiciones para hijos y esposa, que edúquenlos en tal lugar, que cuiden a mi mujer así asá, continúa con su lapicera pese a que hay que empolvarlo para presentárselo adecuadamente a Dios.
Llega el manotón que lo pone en su lugar; de un golpe el custodio le quita tinta y hojas y que preste atención al momento, "tiene que terminar con esto, padre, hay que fusilarlo", protesta según la orden que le han impartido y yo: "General, haga ya su revisión"; Carrera toma la palabra, habla al aire, lanza recriminaciones contra sus enemigos, perora. No hay argumento con que arrancarle un arrepentimiento, algo que lo adecente para la entrevista celestial a la que se someterá en instantes; insisto en mi misión, "usted no es inocente, Carrera, Dios le perdone los infinitos males que ha cometido, el tiempo es corto, cada minuto que pasa es un siglo de gloria eterna que usted pierde", el militar no se conmueve, inquiere: "¿Cómo se va a esta ceremonia? ¿con el sombrero puesto o quitado?", "Quitado, por reverencia; y hablemos de revencia", se lo saca y me ataja: "entonces ¿puede entregárselo como una memoria a mi buen amigo el coronel Benavente?", no reza, no se confiesa ni arrodilla, le suplico que se concentre un instante en sus faltas y obtendrá la absolución, se levanta en toda su altura, "vamos", indica; le cuelgo, en puntas de pie, el crucifijo, le otorgo un perdón que no pide por los pecados cometidos y sin más, el guarda lo empuja hacia a la plaza.
Iniciamos la caminata. Desprecia la ayuda que le ofrezco para saltar los escalones, engrillado va, no se tropieza; le observo los ojos, secos, el pulso firme, una lágrima, si soltara una oración o una lágrima, "mire para abajo, general, mire al crucifijo", aconsejo a quien calza una vista alta y desdeñosa, "padre, no se canse usted, no abandonaré mis principios", desobedece, pero si se le saltara una lágrima valdría. Le hacen dar la vuelta entera por el cuadro de la plaza para que alboroce a sus vencedores, trofeo en exhibición. Rechaza al sacerdote mercedario que le acerca nueva recomendación de que baje la vista. "Qué padre afligido", ironiza el sentenciado. Ya ante el banquillo, ante la muerte. Se quita el poncho y me lo delega "para el hermano de mi suegra". Se opone a que le venden los ojos el general Carrera y exige a quien corresponda: "Quiero mandar yo esta ejecución", pretende dar la orden de "disparen, fuego" mátenme, arrogante. Consultas. Le niegan el exceso. Se dispone a abrir la boca, "pida perdón al pueblo de Mendoza", lo urjo, le repito: "pida perdón" es lo que corresponde, pero el general Carrera desafina hasta el final y grita algo que se hace trizas bajo la furia de los balazos que no quieren escucharle una palabra más, tiros de los que casi no escapo; ahí queda, ojos semiabiertos, lágrimas ausentes, ni un rezo, sentado, muerto, queda apretando las palabras finales que nadie quiere oír.

Relato basado en el testimonio del sacerdote José Benito Lamas, enviado para darle los últimos auxilios espirituales a José Miguel Carrera, enemigo de San Martín, O´ Higgins y Luzuriaga y derrotado en la batalla del Médano. La ejecución se llevó a cabo el 5 de setiembre de 1821. Las últimas palabras de Carrera fueron: "Muero por la libertad de América".

7 de febrero de 2010
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murió howard zinn


Autor de ‘La otra historia’.
Falleció el miércoles el autor, maestro y activista político Howard Zinn, cuyo ‘La otra historia de los Estados Unidos’ [A People’s History of the United States] se convirtió en una alternativa de más de un millón de ejemplares a los textos tradicionales y en un favorito de celebridades como Bruce Springsteen y Ben Affleck. Tenía 87 años.
Zinn murió de un ataque al corazón en Santa Mónica, California, informó su hija Myla Kabat-Zinn. El historiador vivía en Auburndale, Massachusetts.
Publicado en 1980 con escasa promoción y una primera impresión de cinco mil ejemplares, ‘La otra historia’ fue -convenientemente- un éxito de ventas, cautivando a una amplia audiencia mediante el boca a boca y alcanzando la venta de un millón de ejemplares en 2003. Aunque Zinn escribió para el público general, su libro fue leído en escuelas secundarias y universidades en todo el país, y se publicaron numerosas ediciones vinculadas, incluyendo ‘Voices of a People’s History’, un libro para gente joven y una historieta.
"No puedo pensar en nadie que tuviera esa influencia potente y benigna", dijo el lingüista y colega activista Noam Chomsky, un amigo íntimo de Zinn. "Su obra histórica cambió el modo en que millones de personas miraban el pasado".
En una época en que pocos políticos se atrevían a llamarse liberales, ‘La otra historia’ era una interpretación abiertamente liberal. Zinn acusó de genocidio a Cristóbal Colón y a otros exploradores, echó por tierra a presidentes desde Andrew Jackson hasta Franklin D. Roosevelt y celebró a trabajadores, feministas y opositores a la guerra.
Incluso historiadores liberales se sentían incómodos con Zinn. Arthur M. Schlesinger Jr. dijo una vez: "Yo sé que me considera un reaccionario peligroso. Y no lo tomo muy en serio. Es un polemista, no un historiador".
En una entrevista de 1998 con The Associated Press, Zinn reconoció que no estaba tratando de escribir una historia objetiva, ni siquiera completa. Definió su libro como una respuesta a trabajos tradicionales, el primer capítulo -no el último- de un nuevo tipo de historia.
"No existe tal cosa como una historia completa; todas las historias son incompletas", dijo Zinn. "Mi idea era que el punto de vista ortodoxo se había repetido mil veces".
‘La otra historia’ tuvo admiradores famosos, entre los cuales Matt Damon y Affleck. Los dos crecieron cera de Zinn, eran amigos de la familia y le dieron publicidad al libro en su guión -que ganaría un Oscar- de ‘En busca del destino’ [Good Will Hunting]. Cuando Affleck casi se casó con Jennifer López, Zinn estaba en la lista de invitados.
"Me enseñó lo valiosa y necesaria que era la disensión para la democracia y Estados Unidos mismo", dijo Affleck en una declaración. "Me enseñó que la historia la hacen los hombres de a pie, no las elites. Tuve la suerte de conocerle personalmente y llevaré siempre conmigo lo que aprendí de él, y tratar de impartirlo a mis propios hijos, en su memoria".
Oliver Stone era uno de sus admiradores, así como Springsteen, cuyo sombrío álbum ‘Nebraska’ se inspiró en parte en ‘La otra historia’. El libro fue la base para un documental de 2007, ‘El incentivo de ganancia y el viento que susurra’ [Profit Motive and the Whispering Wind], que incluso apareció en ‘Los Soprano’ [The Sopranos], en la mano del hijo de Tony, A.J.
Zinn mismo era un hombre de aspecto impresionante, alto y robusto, con cabello ondeado. Orador público excepcional, en persona era modesto e interesante, más interesado en la persuasión que en el enfrentamiento.

Nacido en Nueva York en 1922, Zinn era hijo de inmigrantes judíos, que vivió de niño en un barrio de mala muerte en Brooklyn y quedó profundamente impresionado por las novelas de Charles Dickens. A los diecisiete, a instancias de algunos jóvenes comunistas de su vecindario, asistió a una manifestación política en Times Square.
"Repentinamente oí las sirenas y miré alrededor y vi a policías a caballo galopando contra la multitud y golpeando a la gente. No podía creerlo", dijo a la AP.
"Y entonces me golpearon a mí. Me volví y caí inconsciente. Desperté tiempo después en un portal, y Times Square había recuperado su tranquilidad, escalofriante, como en un sueño, como si no hubiese pasado nada. Yo estaba furioso... Para mí, fue una lección horrible".
La guerra continuó su educación. Ansioso por ayudar a expulsar a los nazis, Zinn se enroló en el Cuerpo Aéreo del Ejército e incluso convenció a la junta de reclutamiento local dejarlo enviar por correo su propia citación. Pilotó misiones en toda Europa, recibiendo un Air Medal, pero empezó a cuestionar lo que significaba. De regreso en casa, reunió sus medallas y papeles, los puso en una carpeta y escribió en la tapa: "Nunca más".
Estudió en las universidades de Nueva York y Columbia, donde se doctoró en historia. En 1956 le ofrecieron la cátedra del departamento de historia y ciencias sociales en Spelman College, una universidad únicamente para estudiantes negras en la entonces segregada Atlanta.
Durante el movimiento por los derechos civiles, Zinn alentó a sus estudiantes a pedir libros en las bibliotecas públicas segregadas y ayudó a coordinar sentadas en las cafeterías del centro de la ciudad. Zinn también publicó varios artículos, incluyendo un entonces raro ataque contra el gobierno de Kennedy por ser demasiado lento a la hora de proteger a los negros.
Sus estudiantes lo adoraban -entre ellos la joven Alice Walker, que escribiría más tarde ‘El color púrpura’ [The Color Puprle]-, pero no los administradores. En 1963, Spelman lo despidió por "insubordinación") (Zinn criticaba la política de la escuela de no participar en el movimiento por los derechos civiles). Sus años en la Universidad de Boston estuvieron marcados por su oposición a la Guerra de Vietnam y sus peleas con el presidente de la universidad, John Siber.
Zinn se retiró en 1988, pasando su último día de clases en el piquete con los estudiantes en solidaridad con una huelga de las enfermeras en el campus. Con los años, continuó dictando charlas y participando en manifestaciones y piquetes.
"Lo bueno sobre Howard es que en los últimos años pudo tener la satisfacción de que sus contribuciones fueron muy impresionantes y fueron reconocidas", dijo Chomsky. "Difícilmente podía llevar el ritmo de todas las invitaciones".
Además de ‘La otra historia’, Zinn escribió varios libros, entre ellos ‘The Southern Mystique’, ‘LaGuardia in Congress’ y el libro de memorias ‘You Can’t Be Neutral on a Moving Train’, el título de un documental de 2004 sobre Zinn, narrado por Damon. También escribió tres piezas de teatro.
Uno de los últimos escritos públicos de Zinn fue un breve ensayo publicado la semana pasada en The Nation, sobre el primer año del gobierno de Obama.
"He estado buscando algo destacable", escribió, agregando que no estaba desilusionado porque nunca esperó mucho de Obama.
"Creo que la gente está deslumbrada por la retórica de Obama, y que la gente debería empezar a entender que Obama va a ser un presidente mediocre -lo que quiere decir, en nuestra época, un presidente peligroso- a menos que haya algún movimiento nacional que lo empuje en otra dirección".
La esposa y colaboradora de Zinn, Roslyn, murió en 2008. Tuvieron dos hijos -Myla y Jeff.

Rodrique Ngowi contribuyó desde Boston a este artículo.

5 de febrero de 2010
©los angeles times
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murió freya von moltke


Militó en la resistencia contra los nazis.
[Douglas Martin] "Me lo dijo explícitamente: ‘Llegará el momento en que tengamos que hacer algo’", contó Freya von Moltke. "‘Me gustaría participar, pero sólo si tú también estás en ello’, y yo le dije: ‘Sí, vale la pena’".
Así, con el consentimiento de una esposa, empezó un famoso desafío a Hitler. En la cúspide de las victorias nazis, el Conde Helmuth James von Moltke invitó a dos docenas de enemigos del nazismo, muchos de ellos aristócratas como él mismo, para imaginar una nueva y mejor Alemania de posguerra.
Para él, la participación de su esposa era esencial, según recuerda la conversación en ‘Courageous Hearts: Women and the Anti-Hitler Plot of 1944’, un libro de Dorothee von Meding de 1997.
Los disidentes se reunieron en la hacienda familiar del conde, Kreisau, que Bismarck le había dado a su legendario tataratío, el Mariscal de Campo Helmuth von Moltke el Viejo, por sus victorias en Austria y Francia.
Fue un arriesgado acto de resistencia. Casi la mitad de los disidentes fueron posteriormente ejecutados, algunos por conspirar activamente para asesinar a Hitler, otros por pensar lo impensable: habían propuesto argumentos lógicos, morales y religiosos para cuestionar la legitimidad del Tercer Reich. Su idealista planificación de un futuro sin nazis enfureció a un régimen que esperaba durar mil años.
La señora Moltke, que desdeñaba el título de condesa, fue la última participante activa sobreviviente del grupo. Murió por una infección viral el uno de enero en su casa en Norwich, Vermont, dijo su hijo Helmuth. Tenía 98 años.
En su libro ‘The Rise and Fall of the Third Reich’ (1960), William L. Shirer dice que el círculo de Kreisau había proporcionado "las ideas intelectuales, espirituales, éticas, filosóficas, y hasta cierto punto, políticas de la resistencia contra Hitler".
Inicialmente rechazaban la violencia, aunque sólo fuese para no convertir a Hitler en un mártir. Pero a medida que continuaba la carnicería, crecieron los llamados a su asesinato. En realidad, los militares conspiradores estaban avanzando. A las 20:40 del 20 de julio de 1944, una bomba que habían colocado en una maleta debajo de la mesa a la que estaba sentado Hitler en los cuarteles de Wolf’s Lair, explotó. Hitler sólo sufrió heridas leves.
Moltke dijo que creía que su marido habría respaldado el intento de asesinato -si no hubiese sido porque estaba en la cárcel por haber avisado a un amigo, el Dr. Otto Kiep, que estaba tramando un atentado violento contra Hitler, que el Dr. Kiep corría peligro inminente de detención. El Conde Moltke no volvió a ver la libertad. Fue colgado, muy probablemente con la cuerda de un piano, en enero de 1945 después de que agentes de la Gestapo asociaran el intento de asesinato en Wolf’s Lair con el círculo de Kreisau.
De hecho, hay convincentes evidencias de que el Conde Moltke estuvo en contacto con los conspiradores del 20 de julio. Andreas Hermes, uno de los pocos cabecillas que no fueron ejecutados, dijo al New York Times en julio de 1945 que él recordaba "vívidamente" la participación del Conde Moltke.
Las mujeres que se unieron a sus maridos en su oposición a Hitler se deslizaban por el mismo peligroso terreno que los hombres. La señora Moltke corría el riesgo de ser ejecutada simplemente por servir alimento y bebidas a los conspiradores. Su marido confiaba en sus primeras impresiones de la gente para tomar decisiones de vida o muerte. Ella proponía ideas, particularmente en temas legales, que era su área profesional.
En una perdurable contribución, reunió los documentos del círculo de Kreisau y cartas de su marido y los ocultó en las colmenas de la hacienda. Las publicó en 1990 como ‘Letters to Freya’. Los documentos han sido valiosos para que los estudiosos pudieran hacer el emocionante retrato de la heroica y casi ciertamente fútil resistencia, así como por sus descripciones de la vida diaria en el Tercer Reich. En sus últimos años, cuando el gobierno alemán y otros reconocieron sus contribuciones, Moltke expresó gratitud a nombre de otras viudas de la resistencia. "Todas éramos esposas de nuestros maridos", dijo.
El hijo de Moltke dijo en una entrevista que la única esposa sobreviviente de un miembro del círculo de Kreisa es Clarita von Trott, cuyo marido, Adam, jugó un papel de central importancia en la conspiración del 20 de julio y fue ejecutado en 1944.

Freya Deichmann, hija de un banquero, nació en Colonia el 29 de marzo de 1911. Asistió a idealistas campos de trabajo que congregaba a personas de todas las clases para compartir ideas y sueños. Conoció al Conde Moltke a los dieciocho, de vacaciones en la zona de los lagos en Austria.
Se casaron dos años después, en 1931. Él estudiaba en Alemania y Gran Bretaña para trabajar como abogado internacional. En 1939 fue reclutado para trabajar en la inteligencia militar. Su jefe, el almirante Wilhelm Canaris, un enemigo encubierto de Hitler, lo estimuló para que usara sus conocimientos jurídicos y políticos para salvar a judíos y refrenar las atrocidades alemanas. En viajes al extranjero se había reunido con agentes de los Aliados para discutir un posible golpe.
Moltke quedó impresionada la primera vez que vio a Hitler en 1931 o 1932. Había visto a un hombre en un oscuro teatro, le dice la señor von Meding en ‘Courageous Hearts’. "Pensé, qué ojos terroríficos", dijo.
Cuando se encendieron las luces reconoció quién era.
Moltke obtuvo su doctorado en leyes en la Universidad Humboldt en Berlín en 1935. Se encargó de la administración de Kreisau, luego en el este de Alemania y ahora parte de Polonia. El círculo de Kreisau empezó informalmente entre amigos y luego devino más serio cuando los miembros empezaron a reunirse en pequeños grupos en Berlín para discutir temas específicos, como una nueva constitución. Las reuniones más grandes en Kreisau ocurrieron en la primavera y otoño de 1942 y en la primavera de 1943.
El círculo y la familia Moltke se beneficiaban del inmenso prestigio del ancestro militar del Conde Moltke. Otra protección eran las fervientes opiniones a favor de los nazis del administrador de la hacienda; su estatura local ayudó a contener la denuncia pública de una familia que se negaba a decir "Heil Hitler".
Las cartas de Moltke al Conde Moltke en la cárcel versaban sobre asuntos agrícolas, como si mantener o no a un par de patos. Le dijo a su marido que el agente de la Gestapo que leía todas sus cartas le había hablado amablemente en una visita.
"Realmente no son tan malos", aventuró.
"Excepto cuando te sacan las uñas", respondió el Conde Moltke (aunque él no fue torturado de ese modo, dijo).
Después de la guerra, la señora Moltke se marchó a Sudáfrica para hacer trabajo social, pero terminó odiando el sistema oficial del país que imponía la segregación racial y finalmente volvió a Alemania.
Se mudó a Vermont en 1960 para unirse al filósofo Eugen Rosenstock-Huessy, cuya esposa había muerto. Se habían conocido en el movimiento de los campos de trabajo y, después de reunirse, siguieron siendo pareja hasta su muerte en 1973.
En 1998 ayudó a convertir Kreisau -Krzyzowa en polaco- en un centro para fomentar la comprensión entre Alemania y Polonia. En 2004 se inició una fundación con su nombre para sostenerlo.
Además de su hijo Helmuth, la sobreviven seis nietos y diez biznietos. Otro hijo, Konrad, murió en 2005.
Las cartas que Moltke ocultó en las colmenas siguen siendo conmovedoras. En la última que escribiera antes de su ejecución, el Conde Moltke dijo que "sería feliz si pudiera acompañar" a su esposa "un poco más en esta tierra".
"Pero entonces necesitaría una nueva tarea de Dios", continuó. "La tarea para la cual me dio Dios vida".

1 de febrero de 2010
9 de enero de 2010
©new york times
©traducción mQh
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la medicina durante la conquista


La salvaje conquista de América por parte de los españoles no sólo se llevó a cabo por la fuerza de las armas, las penurias de la esclavitud y el desmantelamiento material y simbólico de las culturas. La enfermedad también ayudó, como un dardo envenenado asociado a la cruz y la espada.
[Raúl A. Alzogaray] La noche del 10 de julio de 1533 nacieron en la isla Española dos niñas juntas. Estaban pegadas a la altura del abdomen y parecían compartir un único ombligo. Su padre, José López Ballesteros, las llevó de inmediato a la iglesia. Cuando el cura las vio quedó desconcertado. ¿Eran una o dos personas? Por las dudas, bautizó a una y luego, dirigiéndose a la otra, murmuró: "Si no eres baptizada, yo te baptizo". Las llamaron Joana y Melchiora.
Ocho días después, las dos murieron. El cirujano Joan Camacho las abrió y comprobó que tenían la cantidad de órganos correspondientes a dos personas. Hasta el ombligo, que por fuera parecía uno solo, se dividía interiormente "en dos caños" que se dirigían uno hacia cada niña.
La conclusión fue que eran dos seres humanos y por lo tanto había dos almas. El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo presenció estos hechos y los describió para la posteridad en su ‘Historia General y Natural de las Indias’. "Se deben alegrar los que lo vieron –escribió Oviedo–, y los que aquesto leyeren, en quedar certificados que subieron dos ánimas al cielo a poblar aquellas sillas que perdió Lucifer y sus secuaces, pues dos niñas que juntas nacieron, recibieron el sacramento del bautismo conforme a la Iglesia."
Esta anécdota, en la que se mezclan la religión y la medicina, proviene de un momento en que la historia americana sufría cambios trágicos. Había pasado menos de medio siglo desde la llegada de Colón y los españoles ya habían provocado la muerte de millones de indígenas y la destrucción de los dos imperios más grandes del continente. Mientras España imponía su religión, sus leyes y su ciencia en el territorio recién descubierto, condenaba e intentaba relegar al olvido las tradiciones y conocimientos de los pueblos originarios.

Juan, el Primer Cirujano
En los tiempos de la conquista existía en Europa una clara distinción entre médicos y cirujanos. Los primeros pertenecían a una clase económicamente acomodada y habían cursado estudios universitarios. Atendían a la nobleza y buscaban cómo curar las enfermedades.
Los cirujanos, en cambio, carecían de formación universitaria. Solían llamarlos "maestros", recibían bajos salarios y se dedicaban principalmente a la atención de los pobres. Realizaban sangrados, amputaciones y otras "tareas sucias".
Colón llegó al Nuevo Mundo en octubre de 1492. Desembarcó en una isla a la que llamó Española (hoy compartida por República Dominicana y Haití) y fundó el Fuerte Navidad. En la lista de los tripulantes que lo acompañaron figura un cirujano del que sólo se conoce su nombre: el maestro Juan. Cuando Colón regresó a España, dejó a Juan en el Fuerte Navidad "para curarles [a la gente del lugar] las llagas y otras necesidades á que su arte se extendiese".
En la segunda expedición de Colón (1493) viajó el sevillano Diego Alvarez Chanca, un Médico de la Armada enviado por los Reyes Católicos. Su habilidad profesional fue puesta a prueba no bien desembarcó en La Española, cuando casi todos los viajeros cayeron seriamente enfermos.
Más tarde, en un informe dirigido a los reyes, Colón alabó generosamente la "gran diligencia e capacidad" de Chanca (también pidió que aumentaran el sueldo del médico, porque le estaban pagando menos de lo que estaría ganando en España).

Intercambio de Microbios
El viaje de ida de la Santa María, la Niña y la Pinta fue relativamente sano. El único enfermo fue un hombre mayor que tenía piedras en un riñón.
Como la Santa María fue usada para construir el Fuerte Navidad, sólo la Niña y la Pinta regresaron a España. Es probable que en ellas haya viajado la sífilis, una enfermedad de transmisión sexual hasta ese momento desconocida en Europa.
Quizás iba en alguno de los diez indígenas que Colón se llevó a España, o la contrajeron los marinos españoles (oportunidades de contagio no les faltaron). O ambas cosas. Como sea, la sífilis se esparció rápidamente por el Viejo Mundo. Los españoles les echaron la culpa del contagio a los franceses y la llamaron morbo francés; los franceses, creyendo que provenía de Nápoles, la bautizaron mal napolitano; los alemanes la nombraron sarna española.
En la segunda expedición de Colón participaron 1500 personas, incluidos siete de los diez indígenas que habían viajado a España y volvían al Nuevo Mundo entrenados como traductores. En los barcos iba también la viruela, que enfermó a buena parte de los viajeros y mató a cinco de los indígenas. El propio Colón estuvo tan debilitado por la enfermedad que durante semanas fue incapaz de escribir el diario del viaje.
A lo largo del siglo XVI, las epidemias de enfermedades traídas de Europa abundaron en el Nuevo Mundo: viruela, paperas, sarampión, peste bubónica, tifus, fiebre tifoidea, lepra. Como los indígenas nunca habían estado expuestos a estos males, sus sistemas inmunológicos no estaban preparados para combatirlos. Morían de a millones, mientras los españoles observaban preocupados cómo disminuía la mano de obra gratuita (pero estaban convencidos de que las epidemias eran una ayudita que les daba Dios para que se adueñaran del continente).

Aceite Hirviendo y Plegarias
A comienzos de 1519, desobedeciendo las órdenes de su jefe, el gobernador de Cuba, el capitán Hernán Cortés, navegó hasta la península de Yucatán. Junto con unos pocos soldados y caballos se internó en un territorio al que bautizó Nueva España (hoy México) y en poco tiempo saqueó y destruyó el poderoso imperio azteca. La enfermera Isabela Rodríguez fue una de las pocas mujeres que lo acompañaron. Mujer de armas tomar, además de curar y dar consuelo a los heridos, hacía guardia y peleaba codo a codo con los soldados.
Por aquel entonces, en los campos de batalla europeos, las hemorragias eran contenidas con vendas. Si eso no las detenía, se aplicaba sobre las heridas aceite hirviendo. En los campos de batalla de Nueva España, en cambio, se usaba lo que se tenía a mano. A falta de vendas apropiadas, se oprimían las hemorragias con mantas o con las ropas de los muertos. Si no había aceite, se extraía la grasa del cadáver de algún indio y se la derramaba hirviendo sobre las heridas.
Cuando veían que no quedaban esperanzas, los médicos aconsejaban a sus pacientes confesarse, hacer testamento y recibir los santos sacramentos. Durante el sitio de Tenochtitlán, la capital del imperio azteca, cobró renombre el soldado Juan Catalán, que bendecía las heridas y rezaba por su pronta curación. Los indígenas aliados de los españoles, impresionados por esta actividad, acudían en tal gran número a requerir sus servicios, que Catalán se la pasaba el día haciendo la señal de la cruz y recitando salmos.

Al Compás de la Viruela
La viruela llegó a Tenochtitlán casi al mismo tiempo que los españoles. Según el fraile Bernardino de Sahagún, "de esta pestilencia murieron muy muchos indios. Tenían todo el cuerpo y toda la cara y todos los miembros tan llenos y lastimados de viruela que no se podían bullir ni menear de un lugar, ni bolverse de un lado a otro, y si alguno los meneava davan vozes [gritaban de dolor] [...] muchos murieron de hambre, porque no havía quien podiese hazer comida. Los que escaparon de esta pestilencia quedaron con las caras ahoyadas, y algunos los ojos quebrados".
Los españoles entraron a una Tenochtitlán literalmente cubierta de cadáveres. Muchos aztecas habían muerto en el combate, pero a muchísimos más los mató la viruela. De inmediato, Cortés mandó reconstruir la ciudad, la llamó México y la gobernó durante tres años. Un día recibió la visita de Francisco de Garay, el gobernador de Jamaica, que se había internado en el continente en busca de riquezas que nunca encontró. Cortés lo recibió amistosamente y le ofreció soldados y tierras. Hasta le propuso convertirse en consuegros.
Garay no pudo disfrutar nada de esto, porque en la Navidad de 1523 le dio "dolor de costado". Se le daba este nombre a una enfermedad que provocaba dolor en el pecho, la espalda o los costados del tórax. Podía ser gripe, tifus, neumonía o la peste, ya que todas estas dolencias producen esos síntomas.
Los médicos le sacaron sangre y lo purgaron. Estas dos prácticas, muy difundidas en Europa, se debían a la equivocada creencia de que las enfermedades se producían cuando se rompía el equilibrio entre los líquidos del cuerpo. Se creía que la mejor manera de corregir esto era sacar los líquidos sobrantes.
El tratamiento no dio resultado y Garay falleció (las malas lenguas difundieron el rumor de que Cortés lo había envenenado, pero los médicos certificaron que murió de causa natural). Uno de los que lo atendieron fue el médico sevillano Cristóbal de Ojeda, que años después acusaría a Cortés de haber mandado quemar con aceite las manos y pies de Cuauhtémoc, el último gobernante azteca, para que revelara dónde estaba escondido el tesoro de los aztecas (cuya existencia nunca pudo ser comprobada).
Según otra costumbre traída de Europa, los barberos estaban autorizados a practicar la cirugía. Por eso, el día que lo acorraló un grupo de conjurados dispuesto a matarlo, el conquistador Pedro de Alvarado fingió que se sentía mal. Dijo: "Señores, a mí me ha dado dolor de costado, volvamos a los aposentos e llámenme un barbero que me sangre". Esto desconcertó a sus enemigos. Alvarado mandó ahorcar a dos de ellos, los demás prefirieron posponer la conjura por tiempo indefinido.

Los Otros Médicos
Cuando los españoles invadieron el Nuevo Mundo, parte de lo que hoy es México estaba dominado por el imperio azteca. Durante la conquista, los invasores se dedicaron con gran éxito a destruir los textos indígenas. Sin embargo, muchos detalles de la cultura azteca se conservaron gracias a la obra de un puñado de religiosos que, a diferencia de los conquistadores, se interesaron en las creencias y costumbres de los vencidos.
Entre esos religiosos se destaca Bernardino de Sahagún, un franciscano que aprendió la lengua azteca, se instaló en un pueblo cercano a la ciudad de México y les pidió a los ancianos indígenas del lugar que le contaran cómo era la vida antes de la conquista. Con la información que obtuvo escribió los doce volúmenes de su ‘Historia General de las cosas de la Nueva España’.
La medicina azteca combinaba el conocimiento adquirido mediante la práctica con elementos de magia y religión. El saber médico se transmitía de padres a hijos. También se lo enseñaba en los templos, junto con temas bélicos, religiosos y astronómicos.
Algunos médicos se especializaban en el tratamiento de las enfermedades. Otros se dedicaban exclusivamente a la cirugía (nunca les faltaba trabajo, porque los aztecas se la pasaban guerreando). Conocían jugos vegetales que adormecían a los pacientes antes de las operaciones y usaban cabellos para coser las heridas. Cortés confiaba más en ellos que en los cirujanos españoles.
Los aztecas conocían unas setenta enfermedades o condiciones médicas y tenían tratamientos para todas. Las enfermedades que más probablemente los afectaban eran la diarrea de origen bacteriano, el reumatismo, las infecciones del aparato respiratorio, la tuberculosis y la sífilis. Los tratamientos consistían en la aplicación de medicinas de origen vegetal, animal o mineral. Les atribuían propiedades curativas a más de 130 plantas y mantenían jardines botánicos, donde cultivaban vegetales traídos de otras regiones y estudiaban sus propiedades medicinales.

Mestizaje Cultural
En algunos casos, los tratamientos se complementaban con rituales de purificación, plegarias o el uso de amuletos. Creían que los dioses enviaban ciertas enfermedades a modo de castigo. Conocían la importancia de la prevención sanitaria. Para evitar las "enfermedades de las muelas", por ejemplo, sabían que había que limpiarlas bien después de comer y sacar con un palillo los restos de comida que quedaban entre ellas.
Cuidaban la higiene personal y era común que todas las clases sociales tomaran un baño diario. Las calles de Tenochtitlán eran barridas y lavadas todos los días. Había leyes que prohibían arrojar basura a las aguas del lago que rodeaba la ciudad. Si aparecía una enfermedad infecciosa, aislaban a los afectados en centros de cuarentena.
Después de la conquista, los vencedores impusieron en el Nuevo Mundo los conocimientos, las instituciones y las leyes médicas españolas. La medicina indígena fue suprimida, con excepción de los conocimientos sobre plantas medicinales. Pero el mestizaje cultural fue inevitable. En el México actual, y en muchas otras partes de América, todavía se practica una medicina folklórica que reconoce sus orígenes en las culturas precolombinas.

31 de enero de 2010
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murió miep gies


Ayudó a ocultar a la familia de Otto Frank en el ático de su casa durante veinticinco meses. Recuperó las páginas del diario de Ana Frank después de que la familia fuera detenida por la Gestapo en 1944.
Murió Miep Gies, que jugó un papel fundamental en dar a conocer al mundo el conmovedor diario de vida de la joven Ana Frank y al relatar el fallido intento de la familia Frank de ocultarse de los nazis. Tenía cien años.
Gies murió el lunes después de una breve enfermedad, de acuerdo a un anuncio en su página web. La página no ofrece otros detalles.
Los papeles dispersos que recogió Gies después de que Ana y su familia fueran llevados desde su escondite en Amsterdam a campos de concentración, fueron compilados más tarde por el padre de Ana en uno de los libros documentales más ampliamente leídos de todos los tiempos.
De acuerdo al Centro Ana Frank EUA, en Nueva York, ‘El diario de Ana Frank’ [Anne Frank: The Diary of a Young Girl] ha sido traducido a más de 67 idiomas y desde su publicación en 1947 se han vendido decenas de millones de ejemplares. Para millones de jóvenes, la historia de Ana es lo que primero que saben sobre el Holocausto.
Las famosas palabras de los últimos renglones de Ana -"Todavía creo, pese a todo, que la gente es buena de corazón"- han inspirado esperanza y tolerancia para las generaciones de después de la Segunda Guerra Mundial que han tratado de entender el horror del aniquilamiento de millones de judíos bajo el régimen de Adolfo Hitler.
Sin embargo, la historia de Ana pudo no haber salido nunca a superficie si no hubiese sido por Gies, una cristiana que, entrada en sus noventa, dijo que no sintió temor cuando arriesgó su vida por protegerla y llevar provisiones a la familia de Frank durante la guerra.
"La verdadera fortaleza es ser capaz de seguir cuando los tiempos son difíciles", dijo Gies a la revista Oprah en 2002. "No tenía tiempo para ocuparme del miedo. Había cosas por hacer".

Modesta Fama
Tras la guerra, Gies gozó de una modesta fama por su rol en mantener con vida a Ana Frank y su familia cuando se escondían de los nazis y por recuperar los escritos de Ana con la esperanza de devolvérselos a Ana después de la guerra.
Ana, casi de dieciséis años, y su hermana Margot, de diecinueve, murieron ambas de tifus en el campo de concentración de Bergen-Belsen unas semanas antes de la liberación.
Para los holandeses, Gies, que era la última sobreviviente de las cinco personas que ayudaron a la familia Frank, "es la heroína de la historia de Ana Frank, porque representa el ideal", de acuerdo Carol Ann Lee en su libro de 2003, ‘The Hidden Life of Otto Frank’.
El día que Ana Frank debió haber cumplido 75 años, Gies, entonces de 96, dijo a la revista People: "He escrito muchas cosas sobre ellas. Pero, después de todo este tiempo, todavía es extremadamente doloroso que Ana no sobreviviera -que ninguno de ellos haya sobrevivido".

Miep Gies nació como Hermine Santrouschitz en Viena el 15 de febrero de 1909, cinco años antes de que empezara en Europa la Primera Guerra Mundial. La guerra provocó una aguda escasez de alimentos y, como muchos, la joven Gies enfermó de malnutrición.
A los once, sus padres la enviaron a Holanda, que estaban preocupados por su bienestar. "Me envolvieron con lo que pudieron encontrar y me llevaron a la cavernosa estación de ferrocarriles de Viena", dijo. Recuerda haber pensado: "¿Qué he hecho para estar tan enferma y abandonada?"
Años más tarde se dio cuenta de que la idea había surgido cuando vio lo que le estaba ocurriendo a los judíos durante Hitler.
Muchos otros niños enfermizos también esperaban el tren con Gies, todos con las mismas tarjetas colgadas de sus cuellos. La suya llevaba los nombres de personas que nunca había visto, que hablaban holandés, no alemán. Después de eso, rara vez volvió a ver a sus padres biológicos.
Su nueva familia, que finalmente se mudó desde un pequeño pueblo en Holanda a la animada ciudad de Amsterdam, la apodaron en holandés, Miep.
En 1933, Gies consiguió un trabajo de oficina de Otto Frank, cuya firma se especializaba en pectinas y especias. Frank había abandonado hace poco Alemania debido a las políticas antijudías de Hitler, y su familia, incluyendo a su hija más joven, Ana, pronto lo seguirían.
Con los años, Ana llegó a adorar a la más madura y elegante Gies, que era rubia y tenía los ojos azules. Cuando Gies se casó con el asistente social Jan Gies en 1941, dijo que Ana "nos trataba casi como si fuéramos dos estrellas de cine".
La boda fue la última celebración pública a la que asistiría Ana.
En los meses previos a la desaparición de los Frank de la vista pública, escuchaban la radio con Gies, y se enteraban de las noticias cada vez más malas.

Días Oscuros
El 10 de mayo de 1940 los alemanes entraron en los Países Bajos. En sólo cuatro días el país estaba en manos de Hitler y las cosas empezaron a caer por el lento espiral de la desesperación.
En la primavera de 1942, Otto Frank confió a Gies que él y su esposa, y dos hijas -Ana, de catorce, y Margot, de dieciséis- estaban planeando esconderse" arriba en sus oficinas en Prinsengracht 263.
"Miep, ¿estás dispuesta a asumir la responsabilidad de cuidar de nosotros mientras estemos escondiéndonos?", preguntó Frank a Gies.
"Por supuesto", dijo ella.
Después de la guerra, cuando interrogada por esta respuesta tan casual, explicó que supo inmediatamente que si se negaba, "viviría muchas noches insomnes" debido "al remordimiento y al pesar, que puede ser peor que perder la vida".
Ese verano, un lluvioso lunes, los Frank desaparecieron oficialmente detrás de una estantería que conducía hacia los cuartos de arriba, los que ocuparían los siguientes veinticinco meses.
Gies fue uno de sus primeros visitantes. Pero, al ver su pena, les ofreció ir a por algo para comer, con la intención de dejarlos solos.
"Simplemente habían cerrado la puerta de sus vidas y habían desaparecido de Amsterdam", dijo Gies. "La cara de la señora Frank lo decía todo. Rápidamente, los dejé".
Durante los siguientes dos años, hasta que los Frank y otras cuatro personas, que más tarde se ocultaron también con ellos, fueron finalmente traicionados, Gies y su marido utilizaban tarjetas de racionamiento para conseguir alimentos y otras provisiones para los prisioneros de arriba.
Gies los visitaba en la mañana antes de presentarse a sus tareas en la oficina, y nuevamente en la tarde, cuando ya todos se habían retirado. Durante el día, la familia apenas se movía, temerosos sus miembros de que el más pequeño ruido podría delatar su presencia a los otros empleados abajo.

Cazadora
"Debido a que yo era una línea de salvamento, me sentía como si fuera una especie de cazador", dijo Gies, "siempre de cacería para mi prole hambrienta". Otros ayudaron en silencio -el carnicero, el panadero, el verdulero.
Durante el encierro de la familia, Gies y los otros estaban conscientes de que Ana estaba escribiendo el diario empastado a cuadros rojos y naranjas que su padre le había regalado cuando cumplió los trece, semanas antes de que se escondieran.
Ana, que soñaba con ser escritora, había empezado su diario con entradas infantiles. Pero a partir del momento en que se ocultaron, empezó a escribir cosas más serias.
Ana se refirió a Gies numerosas veces en su diario: "Miep es simplemente como una mula de carga, recoge y acarrea tantas cosas". "Miep hizo una deliciosa tarta de Navidad, en la que escribió: ‘Paz 1944’". "Parece que Miep no deja nunca de pensar en nosotros".
Entretanto, los Gies habían aceptado a un joven judío en el escondite en su departamento, estirando todavía más sus raciones.
Después de muchos meses, había buenas noticias sobre el frente de guerra en Europa, pero Holanda estaba todavía bajo control de los nazis. El 4 de agosto de 1944 -un viernes en la mañana, cerca del almuerzo- un hombre se apareció por el local y apuntó con un revólver a Gies y sus colegas.
El escondite secreto había sido delatado y, mientras una acongojada Gies miraba, los Frank fueron detenidos por la Gestapo.
"Me di cuenta por sus pisadas que venían como perros apaleados", dijo. "Pero no podía acercarme a ellos y decirles adiós".
Gies, de la que sospechaban que estaba implicada en la trama, se libró de ser detenida sólo porque uno de los oficiales era un compatriota vienés que la dejó marcharse. Más tarde Gies contó que siempre se sintió culpable sobre eso.
Después de que los agentes se marcharan con sus prisioneros, Gies y los otros encontraron el lugar completamente saqueado. Temiendo que los agentes volvieran a recoger más objetos valiosos, Gies escudriñó entre el desorden y vio el diario de Ana en el suelo.
"Yo sabía lo mucho que significaba para Ana", escribió Gies.
El diario y muchos otros papeles de Ana fueron recogidos rápidamente y arrojados en un cajón de un mueble de la oficina, que estaba sin llave. Pensaba devolvérselos a Ana cuando volviera a Amsterdam.
Diez meses más tarde, la guerra había terminado. Otto Frank volvió como el único de los familiares y amigos que se habían escondido juntos.
Edith, la madre de Ana, murió en Auschwitz.

Voces del Pasado
El día en que Otto Frank se enteró de las noticias sobre sus hijas en una carta que recibió en su despacho, una consternada Gies abrió el cajón de la oficina y sacó el diario y otros escritos de Ana, que todavía no había leído nadie.
Gies dijo: "‘Esta es la herencia que te dejó tu hija Ana’. Él lo tocó con sus dedos".
Cuando Frank finalmente pudo convencerse de leerlo, empezó a traducir el diario en alemán, para que lo leyera su madre.
Más tarde, alguien leyó algunos fragmentos y pidió leer más. Finalmente un editor convenció a un reticente Frank de que permitiera la publicación del libro. Al principio se tituló ‘Het Achterhuis’ [la casa de atrás], o ‘The Annex’, como llamaba Ana a los cuartos que ocupaban.
Gies, todavía acongojada por Ana y la madre de Ana y hermana, no pudo leer el diario sino cuando salió la segunda impresión. Creía que podría invadir la intimidad de Ana y que podría ser demasiado doloroso. Se sentó a leerlo a instancias de Otto.
"Leí toda la historia, sin parar. Oí la voz de Ana, hablándome desde el lugar donde estaba ahora".
Pero, contó al Washington Post años después, si lo hubiese leído antes de entregárselo al padre de Ana, probablemente lo habría quemado.
"Ana había escrito sobre otras personas que se estaban ocultando, y las nombraba por su nombre", explicó. "Los nazis los habrían capturado".
Después de la guerra, Gies se dedicó a criar a su hijo, que nació en 1950. Otto Frank vivió con los Gies durante varios años antes de mudarse a Suiza. Murió en 1980.
Aunque reluctante a atribuirse el mérito de haber ayudado a los Frank cuando se estaban ocultando, Gies estaba feliz de haber podido ayudar a cumplir con la ambición de toda la vida de Ana, de inmortalizarse a través de sus escritos.
"No pude salvar la vida de Ana", dijo. "Sin embargo, salvé su diario, y por eso la pude ayudar a convertir en realidad uno de sus más grandes sueños".
En 1996, Gies fue armada caballero por la Reina Beatriz de Holanda.
Jan Gies murió en 1993.
A Gies le sobreviven su hijo y tres nietos.

30 de enero de 2010
10 de enero de 2010
©los angeles times 
©traducción mQh
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paseo por el cielo y el infierno


Ariel Guiance, historiador, especialista en la Edad Media. Durante la Edad Media, el infierno ígneo plagado de demonios, el ambiguo purgatorio o el cielo etéreo e intangible parecían ser los inexorables puntos de llegada de nuestras efímeras vidas terrenales.
[Leonardo Moledo] Cada vez que hay un corte de calle o que se propone una ley para democratizar los medios de comunicación (o alguna cosa de ese tipo), escucho que la gente se pregunta adónde iremos a parar. Me pareció una buena idea, por eso, hablar con un especialista en estos temas. Precisamente, usted se dedica a estudiar el cielo y el infierno en el Medioevo, que son en última instancia los lugares adonde iremos a parar. ¿No es así?
Bueno, en general me especialicé en temas vinculados con la historia cultural de la Edad Media española; de hecho, me doctoré con un trabajo sobre la ideología de la muerte en la España medieval. La idea era ver cómo cambiaban las representaciones de la muerte, fundamentalmente en la España medieval. Lo que me interesaba saber, más que qué era lo que se creía sobre la muerte (lo cual no va a poder saberse, porque no tenemos testimonios de los campesinos medievales), era qué es lo que se intentaba hacer creer acerca de la muerte. Se gestan entonces ciertas ideas que siguen existiendo hasta hoy: por ejemplo, la idea de morir por la patria tiene todo un desarrollo a lo largo de la Edad Media. Se imponían, también, modelos de buena y de mala muerte: el modelo de buena muerte era el santo, el rey, y a partir de allí se elaboraban canónica y jurídicamente los preceptos para un buen morir. Había que estar reconciliado con Dios pero también dejar en orden todos los asuntos temporales. Se fueron forjando, por lo tanto, estrategias para formular un discurso e imponer una conducta que se consideraba apropiada. La tradición escatológica y las creencias sobre el más allá, sobre el cielo y el infierno, son un poco lo mismo, dado que están en conexión directa con la realidad terrena de ese momento y de ese lugar.

A ver... ¿cómo es eso?
Le pongo un ejemplo. Nosotros estamos acostumbrados a imaginar el infierno con el fuego, y los castigos, pero eso en la Edad Media no era así en todas partes. Hay leyendas en Polonia donde el infierno no estaba en conexión con el fuego sino que era un lugar extraordinariamente frío, donde en lugar de aplicar castigos con hierros al rojo vivo, se aplicaban castigos sumergiendo a los castigados en calderos de agua helada...

Bueno, en el infierno de Dante el último círculo es...
Una mezcla de elementos, efectivamente. Pero en general todos responden a condicionantes sociales. Yo no trato de investigar simplemente lo que se creía, sino de determinar cómo cambian las creencias acerca del más allá a partir de los cambios de la realidad terrena.

¿Por ejemplo?
Un tema muy discutido fue el tema de la creación del purgatorio.

¿Cuándo se crea el purgatorio?
En el año 1981 aparece un libro de un famoso medievalista donde se trataba de demostrar que el purgatorio nació en Europa hacia fines del siglo XII o principios del siglo XIII. La idea es que antes de ese momento no había una construcción del purgatorio sino que había una separación exclusiva en una estructura binaria. Estaba el infierno en un lado y el cielo en otro... Nosotros tratamos de estudiar los condicionantes históricos de estas construcciones.

¿Y cuál es el condicionante histórico que hace aparecer el purgatorio?
Este medievalista francés que le comentaba proponía que, en primer lugar, las sociedades tienden a elaborar teóricamente estructuras ternarias y, aparte, del hecho de que había sectores sociales que pretendían tener alguna esperanza de salvación en el más allá. Lo cual se vincula directamente con el desarrollo de la burguesía, la aparición de ese tercer sector social que de alguna forma estaba castigado ya desde este mundo por su actividad.

La usura...
Efectivamente, el problema importante no era tanto la burguesía en sí misma sino la usura. La Iglesia medieval prohíbe prestar a interés, porque se considera que uno gana dinero con un bien que en realidad le pertenece a Dios, que es el tiempo. Uno gana dinero en base a hacer préstamos a cierto plazo, con lo cual está consiguiendo su ganancia en base al tiempo (que es divino). De ahí viene la condena a la usura. Por otra parte, la Edad Media es una época que tendió a cohesionar marcos sociales, con lo cual todo aquel que se escapara de ese marco social y apuntara a un individualismo o a un desarrollo personal de su propio ser, era mal visto. Se entiende por lo tanto que estos sectores intentaran encontrar en el más allá un lugar donde conservaran sus esperanzas de salvación. Con esto no todo el mundo está de acuerdo. Hay otras tesis que refutaron esta idea y que sugirieron que, en verdad, la idea del purgatorio está desde mucho antes.

¿Y usted está de acuerdo?
No, lo cuestioné y lo sigo cuestionando. En las fuentes hispanas medievales hay un autor del siglo VII, llamado Julián de Toledo, que habla de penas purgatorias y de fuego purgatorio por los que uno debía pasar de acuerdo con los pecados que hubiera cometido. Acá lo que se discute es si, aun existiendo estas penas purgatorias, había un lugar específico en el más allá donde se llevaban a cabo. Algunos entienden que la existencia de estas penas ya presupone la tripartición y otros creen que no, que hay que esperar para ver esa auténtica tripartición.

El cielo quedaba más allá de la última esfera. El infierno, en el centro de la Tierra. ¿Y dónde quedaba el purgatorio?
Ahí tiene mucho influjo toda la reflexión agustiniana al respecto, que dice que existe un purgatorio terrestre (donde uno empieza a purgar sus pecados...)

Eso es casi protestantismo...
Efectivamente, después los protestantes tomaron mucho de esto. Hay que tener en cuenta que para la tradición medieval no había un solo infierno sino dos infiernos: el superior y el inferior. Uno estaba sobre esta tierra y el otro en el mundo bajo esta tierra. El purgatorio se relaciona con este infierno superior. Hay dos paraísos y dos infiernos.

¿Y qué diferencias hay entre uno y otro? ¿Quiénes van a cada cual?
El infierno es el lugar del castigo por excelencia. Lo de los dos infiernos se retoma en base a un pasaje bíblico, desarrollado específicamente por Gregorio Magno. Lo que hace él es tratar de parangonarlo con los dos paraísos: el paraíso terrenal y el paraíso celestial. El terrenal es el Edén, cuya localización física en general era en el Oriente. Se considera que es un lugar en desuso desde la expulsión de Adán: ahí vivieron Adán y Eva, pero desde entonces no va nadie.

Qué desaprovechamiento espantoso de tierras fiscales, ¿no?
De tierras del Señor, en realidad. Después está el paraíso celestial, que está mejor aprovechado porque allí van todas las almas de los justos. Como había dos paraísos, y dado que el pensamiento de Dios es justo por donde se lo mire, tenía que haber dos infiernos. De ahí la instancia dual del infierno superior y el inferior.

¿Y qué diferencia hay?
En realidad, son lo mismo. El infierno es el lugar de los castigos. La diferencia que tienen es que, según algunos, el infierno superior (que está sobre la tierra) es el lugar donde se producen los castigos temporales (la esencia del purgatorio), de lo cual se infiere un enlace entre infierno superior y purgatorio. El infierno inferior es el lugar adonde van los castigados totales, que no tienen ninguna posibilidad de salvación.

Hasta el juicio final...
Claro. El purgatorio, lo dice Julián de Toledo, también va a durar hasta el día del juicio final.

Entonces es lo mismo: si tanto el infierno como el purgatorio son hasta el juicio final, no tiene sentido comprar años y ese tipo de cosas que se hicieron después.
Lo que ocurre es que los que están condenados al infierno, independientemente del juicio final, ya están condenados. Su situación no va a cambiar en absoluto. En cambio, los que están condenados al purgatorio pueden cambiar por completo su situación en el juicio final y acceder al paraíso.

¿Cuándo se consolida el purgatorio?
En el siglo XIII, definitivamente. Todavía hay dudas sobre su ubicación, no se sabe si está en lo más bajo del cielo o en lo más alto del infierno. Quien termina de darle las notas distintivas es Dante, que lo pone como una instancia inferior del paraíso. Se entiende que los que están ahí en algún momento saldrán. Toda esta cuestión del cielo superior, inferior, del infierno superior, etc., tiene que ver con una simbología de lo alto y de lo bajo que está muy presente en el mundo medieval: todo lo alto es positivo y todo lo bajo es negativo. Por eso cuando uno ve mapamundis medievales siempre se va a encontrar con el Edén en el norte.

Este tema del cielo y del infierno me tiene angustiado... Me gustaría saber adónde me corresponderá ir.
Eso yo no se lo puedo asegurar.

Yo sospecho que tengo un lugar asegurado en el infierno, aunque por ahí tengo esperanzas de ir al purgatorio.
La esperanza, la esperanza. Lo interesante de todo esto es que se saca mucha información de un género literario que tuvo gran vigencia en la Edad Media, que son las historias de viajes al más allá.

¿Estilo Víctor Sueiro, por ejemplo?
Bueno, tenían justificaciones históricas que creo que Sueiro no tenía. En una época donde la mayoría de la gente era iletrada, era mucho más fácil hacer anclar un discurso contando la historia de alguien que había viajado al más allá que desarrollando una construcción doctrinal elaboradísima a la cual accedía solamente una elite. Hasta el siglo XIII, por lo tanto, hay un género literario riquísimo que son las historias de viajes al más allá. Hay un personaje que en sueños, o inmediatamente después de su muerte, ve estas cuestiones, vuelve y relata su experiencia.

De alguna manera la Divina Comedia es eso.
Pero tiene un carácter simbólico más erudito. En el siglo XIII este género, que es en realidad una combinación de erudición con registro popular, cae. Y cae por una razón bastante clara: a partir del siglo XIII la Iglesia pierde el monopolio de la palabra escrita. Se vuelve muy peligroso que alguien relatara por su cuenta una historia de viaje al más allá que terminara por formular un discurso doctrinal que pudiera oponerse a la doctrina de la Iglesia...

¿Y por qué pierde el monopolio?
Bueno, por muchas razones. Es la época del surgimiento de las universidades, la difusión de la escritura. Lo que hace la Iglesia, por lo tanto, es recurrir a estas historias del más allá pero con una carga simbólica mucho mayor: tal es el caso de la Divina Comedia. Es la misma época en que la Iglesia desarrolla el proceso de canonización. En la Alta Edad Media los santos eran tales por reconocimiento social. A partir del siglo XIII la Iglesia debe cerrarse a esta posibilidad, porque puede haber un personaje reconocido popularmente como santo que a la Iglesia no le convenga que sea santo.

¿Cuál es la diferencia entre los santos, las vírgenes y la multiplicidad de dioses antigua? ¿Qué diferencia hay entre la persona que es devota de la virgen de Luján y el ciudadano ateniense que era devoto de Atenea?
Tanto en el caso de la virgen como en el caso de los santos, se entiende que no tienen autonomía para manifestar el poder divino. Interceden por los seres humanos ante Dios: no son agentes autónomos, no tienen la capacidad que podía llegar a tener un dios antiguo.

De todas maneras, los dioses antiguos también le piden cosas a Zeus.
Es que la intercesión es un fenómeno común, y tiene su explicación histórica. Los primeros santos reconocidos por el cristianismo están vinculados al modelo del santo patronus (es decir, el que pide por uno) y eso está directamente relacionado con la figura del patronato antiguo, es decir, el señor que tenía a sus dependientes, a quienes protegía y por quienes intercedía ante las instancias gubernamentales. Se traslada, por lo tanto, el modelo de dependencia que tenían con su señor temporal a un señor espiritual.

Lo que no veo es cómo se conjuga esta interpelación ante algo que no es una persona concreta (dios), ni a dónde van a apelar.
Bueno, hay relatos de la Edad Media donde Dios está presente en persona (como está presente el diablo en la Divina Comedia). Es un ser extremadamente hermoso, que irradia una luz impresionante, más alto que todos los demás, rodeado por todos los apóstoles...

Es que en la Biblia, incluso, dios tiene una cierta materialidad. Sale a caminar por el jardín del Edén, por ejemplo. Después desde la Iglesia se le borra todo vestigio material.
Claro, y en eso influye mucho toda la tradición neoplatónica. Hay que tener en cuenta que todas las elaboraciones del más allá fueron hechas por hombres de la Iglesia que pensaban que lo más importante era adorar a Dios. En los relatos de viajes al más allá, por lo tanto, el paraíso es un lugar de contemplación perfecta: ahí nadie se roza, nadie se toca, nadie trabaja con las manos.

Es un plomo eso...
Puede ser. En cambio en el infierno, los diablos apresan, pellizcan, trabajan con las manos. Ahí se ven muy bien las ideas de quienes formularon esos relatos.

Vuelvo al purgatorio, porque, en el mejor de los casos, creo que voy a ir ahí. Dante lo describe como algo muy material. ¿Así se veía?
Sí, claro. Tanto en el infierno como en el purgatorio actúa un principio llamado "adecuación metonímica de la falta", que consiste en que uno va a ser castigado por la parte del cuerpo que ha cometido el pecado: los blasfemos, por ejemplo, están colgados de la lengua. Lo que distingue al purgatorio es que ese castigo es temporal.

¿Y hay alguna posibilidad de salir del infierno?
No, el infierno sí es irreversible.

¿No hay ningún trámite que se pueda hacer?
La Iglesia medieval no reconoce ninguno. En el infierno están los malvados, los que verdaderamente no tienen ninguna posibilidad de salvación.

¿Usted adónde va a ir?
Yo tengo la esperanza de ir al purgatorio, que es temporal. En última instancia la temporalidad siempre da una cierta esperanza: uno sabe que va a estar allí un tiempo acotado, y eso implica la idea de que va a haber un cierto progreso. Y el hombre, al fin y al cabo, vive de progresar. Veremos, de cualquier manera, qué es lo que define la corte celestial el día que me toque.

Y dígame, ya que usted es especialista en estas cuestiones, ¿no me podría conseguir algún contacto, yo qué sé, un arcángel que tenga poder burocrático?
Bueno, vamos a ver, aunque lo dudo... la burocracia celestial es muy rígida... aunque lo que sí le aconsejo es que no escriba más Dios con minúscula.

Mi Dios, fue sin querer.

Informe de Nicolás Olszevicki.

25 de enero de 2010
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un crimen todavía impune


El miércoles se cumplen seis años del asesinato de Sandra Cabrera. Ammar y otras organizaciones sociales convocan a un acto que se realizará, a las 18, en la plaza San Martín. La dirigente nacional Elena Reynaga pidió también el juicio político a los responsables de la dilación en la investigación.
[Lorena Panzerini] Argentina. El miércoles se cumplirán seis años del asesinato de Sandra Cabrera, la fundadora y primera secretaria general de Ammar Rosario. Con carácter y convicción, la mujer que fue asesinada de un balazo en la nuca en la madrugada del 27 de enero de 2004 había denunciado a policías proxenetas, así como los casos de trata de conocía. Sus compañeras saben que esa lucha le costó la vida, y por eso el miércoles harán un acto en la plaza San Martín, junto a organizaciones sociales, gremiales y políticas, para exigir justicia y esclarecimiento. De este modo, la Asociación de Mujeres Meretrices Argentinas seccional Rosario, junto a compañeras de Córdoba y Buenos Aires, saldrá una vez más a la calle, a partir de las 18, para pedir que "las autoridades judiciales se hagan cargo del caso de Sandra, que está impune, porque la causa sigue cajoneada. Tras la excarcelación del culpable, no se avanzó. Todos sabemos quiénes son y están libres", expresó Claudia Lucero, secretaria general de Ammar Rosario. Por su parte, la secretaria nacional de la asociación, Elena Reynaga, indicó que juntarán adhesiones para que no se cierre la causa, "para que el caso se esclarezca, y que haya juicio político a quienes liberaron al sospechoso y también a quienes le sacaron la custodia a Sandra antes que la maten", sentenció.
Aunque la ausencia es irreparable, para las militantes de Ammar, sin embargo, Sandra "no murió". En este nuevo aniversario, las trabajadoras sexuales sienten "bronca" por la impunidad, expresó Claudia como vocera de sus compañeras.
Después del crimen, el entonces juez de instrucción Carlos Carbone, a cargo de la causa, detuvo al ex policía federal Diego Parvluckzyk, pero luego de una controversia con la Cámara de Apelaciones en lo Penal, seis meses después se ordenó la liberación del acusado "por falta de pruebas". Desde Ammar denuncian que a partir de entonces, el juicio "quedó estancado".
"Todo lo que Sandra hizo, todos sus planteos, fueron para defender nuestros derechos como trabajadoras, y lamentablemente eso le costó la vida. Por eso, nuestra lucha sigue, por ella y para que haya una mejor Justicia", aseguró Lucero, quien fue comadre de Sandra, además de inseparable amiga y compañera. Por su parte, Reynaga agregó: "Seguimos luchando para que la sociedad no se olvide de Sandra y que su muerte no quede impune". Además, la dirigente nacional recordó que está pronta a estrenarse la película sobre Sandra, a cargo de la realizadora Lucrecia Mastrángelo. "Servirá para abrirle los ojos a la sociedad y esperemos que a las autoridades también", se esperanzó.
Para sus compañeras de Ammar Rosario, Sandra es muchísimo más que un recuerdo. "Sandra vive en la lucha de cada compañera que se pone de pie y se organiza para cambiar tanta desigualdad e injusticia", dijo Lucero, quien además indicó que siguen sufriendo: "Todavía hay represión, hay asesinatos -dos en la provincia durante 2009-, y hay discriminación por parte del Estado", porque "hace tiempo se vienen prometiendo cambios, que no llegaron", sentenció Lucero.
Para Lucero, es muy preocupante que el año pasado se hayan producido dos homicidios de trabajadoras sexuales en la provincia. "Sigue habiendo impunidad: no puede ser que maten a una compañera y todo quede en la nada", lamentó la dirigente de Ammar Rosario. Uno de los asesinatos ocurrió el 16 de septiembre pasado, en un departamento privado de calle Brown al 2700, en el barrio de Pichincha. A la víctima la mataron de un tiro en la cabeza, a sus 32 años. El otro hecho fue en la localidad de Ceres, departamento de San Cristóbal, donde una trabajadora sexual de 36 años, que ejercía en la ruta nacional 34, "fue encontrada muerta en un baldío cercano a una fábrica. Tenía heridas de arma blanca en todo su cuerpo", recordaron desde Ammar.
En cuanto a la convicción de no bajar los brazos, Lucero indicó que continúa el trabajo por la derogación de los artículos 83, 87 y 93, del Código de Faltas, para despenalizar la prostitución callejera y el travestismo; porque "a Sandra no la mató sólo la bala de la policía, sino también estos códigos, que son de la época de la dictadura y que nos hicieron y nos hacen tanto daño", dijo. A partir de la creación de Ammar Rosario, en 2001, Sandra batalló por la derogación de esos artículos.Por eso, en diciembre pasado -tras la media sanción que dio la cámara de Diputados a la ley que deroga los tres artículos- las representantes de las meretrices tuvieron un encuentro con la vicegobernadora Griselda Tessio, quien les prometió interceder ante el gobernador Hermes Binner para que incluya ese proyecto en las sesiones extraordinarias. "Esperemos que los senadores nos apoyen", señaló Reynaga desde Buenos Aires.

25 de enero de 2010
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derecho y sociedad en la edad media


Derecho y sociedad en la Edad Media. Diálogo con Alejandro Morín, doctor en historia de la UBA. El jinete cabalga en el tiempo: viaja hasta la Edad Media y sus formas de juzgar, sus ordalías y sus torturas. El cuerpo medieval es objeto de suplicios para arrancar "la verdad".
[Leonardo Moledo] –Bueno, vamos a ver: el tema que usted estudia parece interesante y atractivo, por lo menos para mí.
También para mí.

Usted investiga sobre los crímenes ocultos en el sistema judicial medieval (finales del siglo XIII y siglos XIV y XV). ¿Por qué no me cuenta y les cuenta a los lectores de qué se trata?
Son básicamente los glosadores y los comentadores de lo que se llama "derecho común", juristas que comentaban el derecho romano retomado hacia el siglo XII en Occidente y el derecho canónico que más o menos por la misma época termina de conformarse como cuerpo normativo.

¿Y el derecho feudal?
Es una construcción que se empieza a hacer en este momento a partir de la intención de los juristas de darle forma jurídica a algo que estaba más bien en el plano de la costumbre y de las prácticas.

¿Cuestiones como que "no hay tierra sin señor", o que "no se puede atacar una tierra si el señor está prisionero"?
Eso solía ser producto de una práctica. Quienes terminan de darle forma de derecho son juristas que se han formado como tales y acaban por darle un carácter contractual a algo que no tenía originalmente ese carácter.

Acá entonces parecería que se empieza a configurar una especie de derecho público.
Lo que pasa es que los términos "privado" y "público", si bien uno los utiliza, son anacrónicos. Pero sí, efectivamente se está construyendo el Estado, un Estado que se constituye a sí mismo configurando crímenes, es decir, creando figuras penales inexistentes previamente. Desde el momento en que las tipifica y las reprime, se da consistencia a sí mismo.

¿Por ejemplo?
Acá habría que incorporar otro punto. Más o menos hasta esta época rige una forma de proceso, el proceso acusatorio, que requiere que exista un acusador. El Estado no puede, por sí solo, salir a perseguir; debe haber alguien que se haga cargo de una acusación y que corre el riesgo de tener que hacerse cargo de la pena si aquel a quien acusa es declarado inocente.

Pero casi no había Estado.
Y justamente es determinante para la constitución del Estado el hecho de que pueda salir a actuar de oficio: es algo que se hace muy lentamente. Esas acusaciones se hacían siempre sobre daños concretos. El Estado, por el contrario, empieza a crear figuras donde el daño es mucho más abstracto. Un delito clave en todo este desarrollo es el crimen de lesa majestad, es decir, el ataque a la majestad del rey. Es algo que está presente en el derecho romano y que le permite al rey utilizar formas distintas de proceso judicial, el proceso extraordinario, que lo habilita a un régimen de pruebas privilegiado. Hay determinadas pruebas que en el proceso ordinario estaban vedadas y que son habilitadas por el proceso extraordinario.

¿Por ejemplo?
La tortura, que se vuelve legal y está reglada. Eso que en el derecho romano sólo les cabía a los esclavos, en el derecho bajomedieval se vuelve a utilizar de manera global. Hay una regla del derecho, del régimen de derecho ordinario, que dice que un testigo es como ningún testigo: tiene que haber al menos dos. En el proceso extraordinario, un testigo es suficiente. Un testigo inhábil podía ser testigo en el caso de proceso extraordinario. Hay una definición de un jurista que dice: "En el proceso extraordinario las cosas que no se deben conceder se conceden y es lícito transgredir las leyes". De este modo, se habilita a la autoridad de turno a emplear mecanismos represivos únicos y que hace del sistema judicial bajomedieval algo con un cariz cada vez más represivo.

La baja Edad Media y la Edad Moderna parecen ser períodos mucho más represivos que la Alta Edad Media... Pienso en la caza de brujas, por ejemplo.

Sí, así es. La caza de brujas es la continuación de lo que yo trabajo. Al final de la Edad Media hay una especie de fascinación por lo justo y por la idea de revelar al enemigo oculto, que en principio tiene la cara del hereje pero luego va a ser cubierto por la brujería. La legitimación de la tortura tiene que ver con la generalización de una forma que existía previamente para resolver conflictos difíciles: el juicio de Dios.

Las ordalías.
Exacto, que implican un involucramiento de Dios en el proceso. Una vez que Dios ha decidido, el proceso puede darse por terminado.

¿Alguien salía inocente de las ordalías?
Sí. Aun en los casos en que se realiza la ordalía por hierro candente, hay algunos que aparecen justificados. Se le hacía agarrar al acusado un hierro candente y se lo convocaba a los tres días para ver si la herida había comenzado a cicatrizar. Todo esto, por supuesto, era bastante lábil, puesto que los ojos que juzgaban no eran ni por asomo ojos expertos y eran pasibles de ser influenciados por la opinión de la comunidad.

Bueno, pero además estaba el dolor físico del "ordaliado".
Hay que tener en cuenta que esta sociedad no era analgésica como es la nuestra: estaban acostumbrados al dolor desde la primera caries. Las manos de un hombre de la Edad Media no son nuestras manos: nuestros cuerpos no están preparados para el dolor como lo estaban los suyos. Y efectivamente hay gente que se salvó de las ordalías, como de las torturas. El sistema mantiene que si uno resiste la tortura, debe ser liberado. Hay una suerte de combate entre torturador y torturado: si el torturado resiste sin confesar, tiene que ser liberado.

Lo que pasa es que era medio difícil no confesar si a uno lo estaban marcando con hierro candente, o estirándole los miembros hasta descoyuntarlos... En la época de las brujas eso se convirtió en un mecanismo eficientísimo para que cualquiera confesara cualquier cosa.
Sí... en realidad, para salir a torturar era necesario tener una aritmética de las pruebas.

¿Una aritmética?
Había que juntar una suerte de plataforma de acusaciones para salir a torturar. En principio, si la persona resistía había que liberarla. Pero después empezó a pensarse que, incluso si no confesaba pero agregaba algún dato nuevo, legitimaba una nueva ronda de tortura.

Bueno, y ahí...
Y, sí. En el momento en que se instala que se puede repetir la tortura, esto se convierte en un círculo vicioso, porque efectivamente cualquiera confiesa cualquier cosa. Lo que pasa es que los juicios de brujería tienen otra lógica, porque entra a jugar lo demoníaco.

¿Era pública?
Hay que aclarar que en general la tortura no se hacía públicamente (como sí se hacía el suplicio). La tortura no se hace de manera pública, pero tampoco es clandestina.

Foucault decía que "la tortura judicial era cruel pero no salvaje", cosa que me resulta difícil de creer.
Efectivamente: era espantosamente cruel, pero no era salvaje en el sentido de que era una actividad socialmente regulada. Hay toda una serie de requisitos a cumplir y un objetivo, que es hallar la verdad.

Pero de todas maneras me parece que el hecho de que la tortura sea ahora ilegal y que sea clandestina y que nadie pueda decir públicamente que tortura es un paso adelante respecto de la tortura reglada.
Sin duda. Pero lo que intenta hacer un historiador es marcar la distancia.

Lo que pasa es que como yo tengo un ideal iluminista del progreso de las sociedades, no puedo más que destacar esto.
Me parece bien porque, en efecto, no hay nada rescatable en el sistema judicial bajomedieval. Hay una serie de autores que afirman que hacia el siglo XII se inicia en Occidente una sociedad represora que se continúa hasta nuestros tiempos.

¿Y usted cree en eso?
Creo que habría que matizar una serie de puntos, por ejemplo, el hecho de que se explique el siglo XII en función de lo que viene después. Pero creo, sí, que aparecen una serie de mecanismos de segregación y de repulsión que después se instalan en la cultura occidental.

¿Por ejemplo?
Por un lado empieza a recluirse y a expulsarse de la sociedad a determinados grupos que comienzan a considerarse indeseables. Los mecanismos de represión y la retórica de represión es bastante plástica: se utiliza para los herejes pero también para los judíos, para los leprosos, para los homosexuales. El mismo discurso puede pasar de un lugar al otro. Lo interesante es que el denominador común de todos esos grupos es el perseguidor. De cualquier manera, hay un cambio en la idea de la tolerancia en la Edad Media: la Edad Media genera un discurso sobre lo que se tolera, lo que, si bien se rechaza, se acepta que conviva con uno.

¿Y cuáles son los crímenes ocultos?
El asunto es que sobre esa figura de los crímenes ocultos se asienta la necesidad de que la autoridad actúe de oficio. La idea es que hay un enemigo oculto y la autoridad debe salir a revelarlo. Previamente a esto no se detecta ningún interés por develar lo que está oculto. Durante siglos se habla en los documentos de crímenes nefandos, pero nadie dice en qué consisten esos crímenes. Justamente lo que hacen los grandes procesos inquisitoriales y monárquicos es darles consistencia a esos crímenes, que dejan por lo tanto de ser nefandos. Pasan a ser dichos, hay que sacarlos a la luz.

¿Y quién es ese enemigo oculto?
En un primer lugar, los herejes. Luego las autoridades seculares aprovechan estos mecanismos que habilita la Iglesia. Otro es la sodomía, que es un crimen que se constituye en esta época. En la Alta Edad Media las relaciones homosexuales son simplemente una forma de la lascivia; hacia la Baja Edad Media se vuelve una forma de transgresión de la autoridad divina. Hay otro crimen que es el suicidio. El derecho romano no se preocupaba demasiado por esto, pero el Medioevo sí. Es un homicidio de sí mismo que, además, impide la posibilidad del perdón.

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7 [9] de enero de 2010
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