Blogia
mQh

literatura

murió sakyo komatsu


Escritor de ciencia ficción.
[Dennis Hevesi] Murió el 26 de julio en la Prefectura de Osaka, Japón, Sakyo Komatsu, uno de los más importantes escritores de ciencia ficción de Japón cuyo popular libro ‘Japan Sinks’, de 1973, sacudió a un país ubicado en una de las zonas más sísmicas del mundo. Tenía 80 años.
La causa de su muerte fue una neumonía, informaron a la prensa japonesa los representantes de su publicación, la revista Sakyo Komatsu Magazine.
La premisa de Komatsu en ‘Japan Sinks’ fue que las placas tectónicas que rechinan debajo del archipiélago japonés sufrieron un repentino y colosal cambio, provocando una reacción en cadena de volcanes que arrojaron torrentes de lava, maremotos que inundaron las ciudades, terremotos que destrozaron el campo y causaron la muerte a millones de personas.
La imprevisibilidad subyacente del tema quedó en claro este año cuando, el 11 de marzo, Japón fue sacudido por un terremoto y un maremoto que provocaron un desastre nuclear. En el número de esta revista trimestral publicada el 21 de julio, Komatsu dijo que esperaba ver cómo evolucionaría su país después de la catástrofe.
"Pensaba que no me importaba morir", escribió. "Pero ahora me gustaría vivir un poquito más y ver cómo le irá a Japón después de esto."
Más allá del guión apocalíptico, el libro explora las relaciones interpersonales, cómo superarían los japoneses el fin de su mundo y cómo les iría a sobrevivientes dispersos en países anfitriones. Pero no hay resolución: la historia termina con unos refugiados mirando, desde sus lanchas, cómo las olas se tragan a su país.
De ‘Japan Sinks’, uno de más de una docena de libros escritos por Komatsu, se vendieron más de cuatro millones de ejemplares en Japón, fue publicado tres años más tarde en Estados Unidos e inspiró dos películas japonesas de desastres (una en 1973 y un remake en 2006) y una serie de televisión.
Un artículo en el New York Times en 1973 decía que ‘Japan Sinks’ es "un trabajo de ciencia ficción escalofriantemente realista" por un autor "que evidentemente sabe de geofísica."
Entre los otros libros de Komatsu se encuentran ‘Peace on Earth’ (1961), una historia en un mundo paralelo en el que la Segunda Guerra Mundial no termina en agosto de 1945 y un joven se prepara para defender a Japón contra la invasión aliada, y ‘Nihilistic Corridor’ (1999), que trata de imaginar cómo podría evolucionar la humanidad convirtiéndose en otra especie.
Con Shin’ichi Hoshi y Yasutaka Tsutsui, Komatsu era considerado uno de los maestros de la ciencia ficción japonesa.

Komatsu nació en Osaka el 28 de enero de 1931. Recibió un diploma en literatura italiana en 1954 de la Universidad de Kioto y trabajó más tarde como editor de revista, capataz en una fábrica y guionista de comedias antes de dedicarse a la ciencia ficción.
Se sentía acosado por recuerdos de sus años adolescente de la devastación que causaron las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, dijo Komatsu al diario japonés The Daily Yomiuri en 2006.
En un mundo empapado de nacionalismo y etnicidad, dijo, "empecé a pensar cómo podría la gente en Japón seguir con sus vidas si perdieran su tierra", agregando, "a veces me pregunto si nuestra intolerante territorialidad es realmente justificable en este planeta, donde los continentes están deslizándose constantemente."
23 de agosto de 2011
10 de agosto de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

murió dean faulkner wells


Escritora. Sobrina de William Faulkner.
Murió el miércoles en un hospital de Oxford, Misisipí, tras complicaciones de un derrame, la escritora Dean Faulkner Wells, sobrina de William Faulkner, cuyo legado ayudó a preservar -informó su marido, Larry Wells. Tenía 75 años.
Faulkner Wells nació en 1936, cuatro meses después de la muerte de su padre, Dean Swift Faulkner, hermano menor de William Faulkner, en un accidente aéreo. William Faulkner, al que llamaba Papi, se convirtió en su tutor legal.
Trabajó en la restauración de Rowan Oak, la última casa de William Faulkner, que murió en Oxford en 1962. Rowan Oak es ahora un museo de la Universidad de Misisipí.
Faulkner Wells también fue una de las fundadoras del torneo de parodias el Falso Faulkner [Faux Faulkner], una competición cerebral que permitía que jóvenes escritores exploraran su Papi interior con densos escritos de flujos de conciencia. La competición dejó de celebrarse hace unos años. La autora compiló varios de los ensayos en ‘The Best of Bad Faulkner.’
Faulkner Wells y su marido eran co-propietarios y editores de Yoknapatawpha Press, editorial que era una de los anfitrionas del Faulkner and Yoknapatawpha Conference en Ole Misisipí. El congreso empezó en 1974 y atraía anualmente a Oxford, Misisipí, a estudiosos y admiradores de Faulkner y a escritores de todo el mundo.
La autora escribió varios libros -el último fue una autobiografía, ‘Every Day by the Sun: A Memoir of the Faulkners of Mississippi’, publicada por Crown en marzo.
16 de agosto de 2011
29 de julio de 2011
©los angeles times
cc traducción c. lísperguer

otoño del sicario


El lujo, los excesos y la violencia emergen como los contenidos más fascinantes de una nueva narrativa y una nueva crónica periodística en América latina. La crítica ecuatoriana Gabriela Polit se dedicó a investigar la narcoliteratura que creció como expresión estética, en especial en Colombia y México.
[Emilio Ruchansky] De paso por Argentina, Polit habla en esta entrevista de los libros de Fernando Vallejo, del periodista mexicano Alejandro Almazán, de los sicarios como los nuevos antihéroes románticos y de los narcos como caudillos que aspiran a un Estado paralelo.

Colombia y México comparten el gusto por la cumbia, las playas de arena blanca y también una guerra permanente contra las drogas, sponsoreada por el gobierno norteamericano. En las dos últimas décadas, los periodistas y escritores que retratan la narcocultura en ambos países resultaron favorecidos por la industria cultural. Por lo pronto, el tema resulta tentador, narrativamente hablando. Abundan la traición, la lujuria, el riesgo y los crímenes en medio de una constante ilegalidad. Al mismo tiempo, la representación estética del fenómeno implica tomar ciertas posturas políticas y éticas. No tomarlas también configura una postura ¿o solo una pose? La investigadora ecuatoriana Gabriela Polit recorrió los dos países y entrevistó autores y lectores en busca de "hacer mapas de producción" de las novelas de narco en ciudades emblemas del narcotráfico como Medellín en Colombia y Culiacán en México. Es probable que no exista una división internacional del trabajo del narrador, pero sí hay tendencias. Y son más editoriales que literarias o periodísticas. "Ahora lo que caracteriza a América latina son novelas de violencia –dice Polit–, de ciudades sumamente violentas con protagonistas que son jovencitos y donde está muy presente esa idea del ángel caído porque los sicarios son chicos, con caras de niños, matando de una forma brutal."
Polit es profesora de literatura en la Universidad de Austin, en el estado norteamericano de Texas, y a principios de este mes estuvo como invitada en el taller de ‘Crónicas de narcocultura’ en la Universidad de San Martín, auspiciado por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano. Entre otros libros, publicó en 2008 ‘Cosas de hombres. Escritores y caudillos en la literatura latinoamericana del siglo XX’ (Beatriz Viterbo Editores) y una serie de artículos con diversos enfoques sobre narcotráfico, género y literatura.
‘Sicarios, Delirantes y los efectos del narcotráfico en la literatura colombiana’ y ‘La persuasiva escritura del crimen: literatura y narcotráfico’ son dos ensayos en los que Polit analiza, entre otros textos, ‘La Virgen de los Sicarios’ del colombiano (nacionalizado mexicano) Fernando Vallejo y ‘Entre Perros’, del periodista mexicano Alejandro Almazán. Ambas obras están narradas en primera persona, pero a través de un trabajo de hipercontextualización, Polit desgrana los modos de producción, la visión del conflicto, las elecciones éticas y los riesgos estéticos de ambos autores. Y todo esto, sin caer en lo políticamente correcto.

Fernando Vallejo
Un Paisa Provocador
El artículo de Polit ‘Sicarios, Delirantes...’ comienza con una cita de Carlos Monsiváis, extraída de ‘El narcotráfico y sus legiones’, que trasluce una primera postura de esta investigadora ecuatoriana. "La emergencia del narco no es ni la causa ni la consecuencia de la pérdida de valores; es, hasta hoy, el episodio más grave de la criminalidad neoliberal", escribió Monsiváis. Basada en el filósofo Emmanuel Levinas, Polit reafirma que "hay una dimensión ética en la lectura crítica" en ese artículo.

Usted señala que Vallejo, en ‘La Virgen de los Sicarios’, se limita a reproducir la imagen imperante de los sicarios y eso garantiza el éxito de su propuesta y refuerza una imagen hegemónica.
Cuando leí esa novela estaba leyendo la producción literaria con un pie en un cuestionamiento ético, pero el planteamiento se modificó cuando fui a Medellín y entendí algo del campo cultural local y la percepción que hay de Vallejos ahí. Creo que la respuesta para hablar de la ética es una hipercontextualización. El planteamiento ético siempre responde a una cantidad de matrices y parámetros que la ubican específicamente y un poco eso fue lo que me hizo dar el salto: "Ok, leo novelas y son trabajos de ficción y me interesa la literatura como un discurso, pero quiero conocer cuál es el entramado social y cultural desde donde se producen y dónde se perciben". Ahí me di cuenta de que mirar la narrativa del narco en esta hipercontextualización me acercaba a algo de la narrativa de lo que te aleja el mercado cultural. El mercado cultural que ofrece por igual una novela buena como ‘La Virgen de los Sicarios’ o una novela mediocre como ‘Rosario Tijeras.’

Su lectura involucra las relaciones sociales de la producción literaria.
Hago una lectura no solo estrictamente literaria, más cultural de esta producción y, a la vez, a mí lo que me interesa es leer una novela que disfrute. Puede ser la prosa, la manera en cómo se crean los ambientes, las atmósferas. Yo creo que esa novela es buena por un planteamiento literario pero muy problemática dentro del contexto colombiano.

Usted critica la misoginia de Vallejo, por ejemplo.
Mi falta de tolerancia no es porque soy mujer solamente, sino porque toda la cultura del narco, y eso creo se aplica a varios lugares, es de un discurso tan misógino y las violencias masivas, las matanzas de las que oímos, esconden una violencia interna, de espacios íntimos, con niños, que lo que está dejando como rezago es una cultura que achata cualquier logro, tanto en Sinaloa como en Medellín. Yo no entrevisté a una sola escritora en ninguno de los dos lugares. Visité las librerías, los teatros y no vi mujeres. Y no digo que no haya, pero no tienen el mismo acceso que los hombres.

¿Cuál es su lectura sobre los elementos inmanentes del fenómeno de la ficción sobre el mundo del narco?
Que tiene un montón de elementos para grandes relatos policiales: hay muerte, violencia, dinero. Además está la condición misma de un negocio ilegal, donde las leyes vienen por cuestiones más atávicas: lazos familiares, por ejemplo, y también otra serie de elementos que regulan un negocio ilegal y no pasan por la modernidad de un Estado sino por todas las relaciones que establecen justamente fuera de ese Estado. Llevado a la ficción, obviamente tiene un campo: la tradición, el machismo, la religión, la virgen, las imágenes, lo sagrado, lo profano, el honor, todo siempre atravesado por la corriente de sangre. Es un campo muy fértil.

¿Tiene raíces literarias?
Si pienso en las novelas de caudillos, que investigué antes de llegar al narco, tienes un montón de cosas que se repiten: hay una cosa ambigua entre lo detestable que es el caudillo y lo fascinante que es una hipermasculinidad que todo lo puede, el poder que tiene. Es muy parecido a lo que pasa con el narco. Novelas como ‘El Señor Presidente’, ‘Yo el Supremo’, ‘El otoño del patriarca’, ‘La muerte de Artemio Cruz’, incluso ‘Fin de fiesta’ o ‘El incendio y las vísperas’ de Beatriz Guido. Desde el punto de vista de género, que está en ella y en algunas autoras mexicanas, cuando hablan de caudillos tienen una percepción de esa masculinidad como algo que los personajes tuvieron que ir construyendo, mientras que para los escritores, ese super poder, ese autoritarismo, es algo que viene dado con ese personaje. Esa perspectiva devela una construcción de la masculinidad como cierta pose. Diría que el caudillo es un arquetipo masculino que después se reproduce con otras características, en lo narco.

¿Cuáles son las diferencias y las similitudes?
Con el caudillo es un mapa más claro políticamente, se critica a un tirano desde la izquierda. Ahora el Mal es mucho más etéreo, entonces ¿cómo representar a ese sicario que es víctima y verdugo a la vez? Cuando uno piensa en los muchachos de 17 años matando por plata no los puedes tomar como verdugos solamente. Hay una historia por la que llega a eso y ahí salgo de la ficción. Fui a los archivos de Medellín para ver cómo se reportaba la muerte de Rodrigo Lara Bonilla, el ministro de Justicia, que fue el hito de la aparición del sicario, y si tú ves las fotos de los diarios un mes antes, el narco está en la página 6 o 7, es una noticia desperdigada. El asesinato convierte en guerra el asunto del narco pero solo aparece la cara de un muchachito contratado por Pablo Escobar. Pero era el autor material, no ideológico. Ya no hay un mundo donde el escritor, el poeta, de manera romántica, al escribir contra el tirano de alguna manera lo asesina aunque sea metafóricamente.

¿Cómo considera la literatura de Fernando Vallejo en este contexto?
‘La Virgen de los Sicarios’ se sostiene en profundos pilares literarios que no funcionan en otras novelas que tratan de acercarse al realismo y terminan siendo clichés. Leí bastantes artículos para escribir el mío y la crítica iba de la A la Z: los que veían una ironía o un protofascismo, creo que todos se sostenían. Más allá del logro o no logro de novelas como ésta, donde creo que mi trabajo podría aportar algo es en entender que el narcotráfico es un gran paraguas bajo el que están cosas totalmente distintas, y hay que entender estos contextos muy acotadamente para entender las diferencias que hay dentro de la cultura narco.

Usted analiza el filtro ético del uso de este género.
Yo creo que Vallejo, la persona y el personaje, tiene una postura muy clara en sus declaraciones en público. Es como una extensión de esa estética que presenta. Hace como una performance y es muy coherente consigo mismo en ser un provocador.

Ser provocador no equivale a ser irresponsable.
No es responsable y ese es el éxito en sus novelas, que es un poco lo que sigue manteniendo por fuera de las novelas. Tiene una irreverencia muy arraigada, eso es muy paisa, muy antioqueño. Es lo que hace que los paisas sí lo lean como una ironía, una ironía compartida.

Alejandro Almazán
El Refugio Literario
Alejandro Almazán vive amenazado, más de una vez caminó custodiado. Es un cronista de la cultura narco en Sinaloa, sede de uno de los cárteles más grandes de narcotráfico mexicano, donde la guerra contra las drogas se cobró más 40 mil muertos en menos de un lustro. Ganó el premio nacional de periodismo de su país en 2004, con Lino Portillo, asesino a sueldo, y escribió una novela llamada ‘Entre perros’, en primera persona, sobre un periodista que juega sucio para tener primicias. "Yo prefiero, donde la verdad es importante, escribir ficción", dijo Virgina Wolf. Polit la cita. En parte, explica el paso trasnochado que hace Almazán del periodismo a la ficción.

Cuando menciona a Vallejo da la impresión de una mirada de la élite sobre los sicarios, en cambio Almazán, por venir del periodismo, parece hacer un movimiento opuesto, de abajo hacia arriba. ¿Cómo es ese otro movimiento?
En el caso de Almazán, yo creo que él pelea mucho en la novela por desprenderse de la mirada periodística para incurrir en la construcción de personajes más épicos. Para mí, esa novela refleja lo que está pasando ahora en México. La imposibilidad de narrar esa violencia, al menos en Almazán, da paso a un giro cuando se enfrenta a la cuestión del asesino que narra el placer de matar, un momento espectacular de la novela. No te narra solo el asesinato, ni que el tipo es un hijo de puta, te narra que el tipo siente placer, que realmente disfruta haciendo eso. Y lo más interesante: Almazán no redime al narrador en ningún momento.

Hay una oposición a Vallejo porque Almazán explica las condiciones de emergencia del narrador y de los personajes.
Totalmente, además Vallejo redime al narrador. En ‘Entre perros’, el narrador comete bajezas comparables a la bajeza del asesino. Pero no hay redención. El problema del libro de Almazán es que te cuenta la historia del narco en México de los ’80 para acá, hay una sobreexplicación. Pero la parte que me gusta, en ese mapa cultural, es que te está dando cuenta de un momento muy fuerte en México, en donde narrar la violencia es complejo y él lo lleva a ese extremo de mostrarte el placer del asesino y del narrador, te pone esa trampa y no los redime.

¿Por dónde se filtra la postura del escritor sobre lo que narra el narrador ficticio? Hay diferencias entre Vallejo y Almazán en ese punto.
La diferencia es que yo leo la novela de Almazán y me voy a ver su vida, veo sus crónicas, me doy cuenta de que lo que nutre la novela son sus crónicas. El entrevistó a un asesino, que habla de la misma manera que habla el asesino de su novela, Almazán vivió experiencias muy tenaces porque cuando escribió esta crónica vivió amenazado. Me doy cuenta de que la ficción tiene un empalme con la autobiografía y hace un profundo recorrido introspectivo. En el libro de Fernando Vallejo, el yo, que también se llama Fernando, es un yo literario. Vallejo plantea un género "autobiográfico" pero a la vez constantemente lo problematiza, como un género literario que no puede existir. Cuando lo lees no estás viendo si es realidad o no, sino cómo explora a fondo un género literario, con pilares cimentados en la literatura de Balzac o Dostoievski. Las referencias de Almazán son las historias de narcos de México, las referencias de Vallejo son literarias: está metido en el lodo, haciendo literatura, y está narrando literatura casi casi como un esteta.

Los escritores que hoy trabajan sobre lo narco no indagan en el contexto en el que esto sucede: ¿lo ven como un impedimento?
Para mí o para ti narrar lo narco es hablar de un mundo que vemos allá. Para los sinaloenses y para los paisas, es narrar lo que están viviendo, entonces no hay tanta diferencia. Ellos están escribiendo aquí y tienen que salir; el tipo que fue su compañero de colegio ahora es un capo narco y se saludan. Hay una continuidad y una naturalización de un montón de cosas, que ni tú ni yo las tenemos. Entonces no se ponen a estudiar, un sinaloense me decía: "yo no escribo sobre narcotráfico, yo escribo novelas". En Medellín pasa lo mismo, escriben de lo que está pasando, nosotros podemos tener distancias, pero ellos no: ellos son parte de eso. De ese flujo que corre.

¿Estos escritores perpetúan ciertos prejuicios y valoraciones?
Es distinto en Sinaloa, por ejemplo, porque el narco tiene una historia larguísima, hablas con un tipo de Culiacán y te dice: "Hace 30 años era una ciudad chiquita donde todos jugábamos al fútbol, el rico, el hacendado, el pobre, todos íbamos a la misma cancha los domingos, la banda éramos siempre los mismos". De esos, muchos fueron a la cárcel, muchos pudieron ser sus amigos... Es distinto en Medellín, porque hay una larguísima historia de violencia, pero cuando sale el narco, se convierte en una larga violencia urbana que antes no se había vivido. Y con características totalmente nuevas: muchachitos jóvenes asesinando a diestra y siniestra, es un shock. Las narrativas de Sinaloa tienen un lenguaje donde no hay diferencias. El lenguaje del narco esta ahí, son los tipos. La sicaresca, si algo la caracteriza desde la crónicas de Alonso Salazar, es el glosario: hay que traducir a estos chicos.

Pero, literariamente, hay en la poética del narco algo que no tiene el caudillo: el caudillo va por el poder, quiere, en algún punto, ser presidente. El narco busca construir un estado paralelo.
Cuando hago ese análisis, me voy a la historia propia. El narco en México nace en el siglo XX de la mano del PRI: y si revisas la historia, de donde viene esto, surge esto, algo que sorprendió a muchos. En Colombia sí se generó de un momento para el otro, de golpe, en los años ’60 aparece algo que antes no había. No es como en México, que hay una tradición de gente que sembraba, que se cruzaba la frontera en burro, es muy distinto. Y se nota en la representación. El criminal, que es el narco como en las novelas del mexicano Elmer Mendonza, es el personaje central pero no el malo necesariamente: el malo en la trama es solo una pieza. En la sicaresca de Colombia, en cambio, es una mirada de un ser emergente, que bajó de la comuna y que empezó a matar.

Alguien dijo que la ética siempre le tuvo envidia a la estética. Desde ese lugar, un esteta puede evitar y hasta burlarse de la responsabilidad social de la novela.
Eso posiblemente lo digan narradores de ahora, en los años ’60 nadie se atrevía a decir eso. Era otro tiempo, los escritores se sentían una parte vital de un proceso histórico y social. Por ejemplo los escritores del boom latinoamericano eran un poco las vacas sagradas, se les preguntaba su opinión sobre los procesos sociales. Ahora mejor que no hablen. Yo creo que el papel del intelectual activo era mucho más fuerte en ese momento. Había toda una construcción del poeta civil, además la revolución cubana le dio una espectacularidad al mundo intelectual latinoamericano y europeo, que recayó sobre la responsabilidad de ser un intelectual, eso no es tan así ahora. Es otro el momento.
15 de agosto de 2011
14 de agosto de 2011
©página 12

murió warren leslie


Autor de un libro que sacó roncha en Dallas por su descripción de la cultura y la atmósfera política en que ocurrió el asesinato del presidente Kennedy.
[Dennis Hevesi] Murió el 6 de julio en su casa en Chicago el autor Warren Leslie, que en 1964 levantó polvo en Dallas, su ciudad adoptiva, cuando afirmó en un libro que un clima de extremismo de derecha predominaba en la ciudad que se convertiría en el escenario de una tragedia nacional: el asesinato del presidente John F. Kennedy. Tenía 84 años.
Leslie falleció por causas naturales, informó su sobrina Leslie McCullough Jeffries.
Ex periodista del diario Dallas Morning News, Leslie era vicepresidente y portavoz de Neiman Marcus, la cadena de grandes almacenes de lujo de Dallas, cuando escribió ‘Dallas Public and Private: Aspects of an American City’, publicado apenas cuatro meses después del asesinato de Kennedy.
Aunque no fue nunca un éxito de ventas, el libro fue ampliamente comentado como una aproximación a la psique de Dallas en momentos en que el país todavía se encontraba tratando de entender el asesinato, que ocurrió el 22 de noviembre de 1963. Vuelto a publicar en 1998 por la Southern Methodist University Press, sigue siendo un documento de esa época.
"Es algo extraordinario que una ciudad estadounidense no confíe en sí misma lo suficiente como para recibir con dignidad al presidente de Estados Unidos", escribió Leslie. "Dallas no confiaba en sí misma, y con razón."
La razón, explicó, era la estridencia y posición dominante de la política de extrema derecha apoyada por la insular elite empresarial de la ciudad. "Casi sin excepción, estas son personas que creen que su principal enemigo no es la Unión Soviética ni la China comunista, sino el gobierno de Estados Unidos", escribió Leslie.
"Creen que sus peores enemigos son otros estadounidenses que no están de acuerdo con ellos. No están equipados para tratar evidencias contradictorias: cuando aparecen, las abuchean y pifian y tratan de ahuyentarlas."
Kennedy estaba consciente del clima político de Dallas. Un mes antes del asesinato, Adlai E. Stevenson, embajador ante Naciones Unidas, fue escupido y golpeado con una pancarta cuando trataba de eludir un tumulto. Tres años antes, Lyndon B. Johnson, entonces líder de la mayoría en el Senado, y su esposa, Lady Bird -ambos de Texas- también fueron escupidos e insultados en el vestíbulo de un hotel de Dallas.
En su libro ‘Kennedy’, de 1995, el edecán del presidente, Theodore C. Sorensen, escribió que a horas del asesinato, Kennedy vio un anuncio a toda página en The Morning News acusándolo de actividades pro-comunistas, luego se volvió hacia su esposa, "moviendo la cabeza", y dijo: "Ahora estamos realmente en el país de los dementes."
Pero muchos en Dallas dijeron que esa imagen era injusta. "Pudo haber ocurrido en Podunk lo mismo que en Dallas", dijo el alcalde Earle Cabell el día después del asesinato. Otros observaron la cálida recepción que recibieron los Kennedy y la multitud que se apostó para saludarlos a lo largo de la ruta de la caravana presidencial antes del asesinato en Dealey Plaza.
El libro de Leslie, publicado en abril de 1964, irritó a muchos conservadores, algunos de los cuales conocían a Leslie profesional y socialmente a través de Neiman Marcus.
"El presidente de la Cámara de Comercio leyó un discurso en el que me atacaba violentamente por haber escrito el libro", contó Leslie al Morning News en 1999. "El Dallas News escribió un editorial sobre el asunto diciendo que era terrible que yo hubiera escrito el libro, porque Dallas me había tratado muy bien y que debería avergonzarme de mí mismo."
Un comentarista del New York Times definió el libro como "valiente", y Gary Mack, curador del Sixth Floor Museum en Dealey Plaza, que hace la crónica del asesinato, dijo en una conferencia telefónica que seguía siendo una "descripción precisa de esta ciudad, con todos sus defectos, en un momento crucial en la historia de Estados Unidos."
En los años sesenta, dijo Mack, Dallas "fue retratada a menudo como una ciudad odiosa."
"Era una ciudad conservadora", dijo. "Páginas editoriales difundían a menudo puntos de vista ultraconservadores y declarados ultraderechistas, como el general Edwin Walker, recibía a menudo un montón de atención de parte de la prensa."
Pero lo que los periodistas de fuera no habían logrado entender, agregó, era que "la mayoría de la gente en Dallas no le prestaban a Walker y sus seguidores ni la más mínima atención."
Leslie, nativo de Nueva York que escribió otros cuatro libros, era en efecto de fuera de la ciudad. Y el solitario sospechoso del asesinato, Lee Harvey Oswald, lejos de ser de derechas, era un ardiente izquierdista con simpatías comunistas.
Pero para Leslie, Oswald llevó a cabo su programa político en un clima cargado por la extrema derecha. La Comisión Warren concluyó en su investigación del asesinato que Oswald había tratado de matar al general Walker disparándole desde una ventana sólo meses antes de que asesinara al presidente.

Warren Leslie III nació en Manhattan el 3 de mayo de 1927, hijo de la renombrada pareja formada por Jane y Warren Leslie Jr., abogado. Después de servir en la Infantería de Marina durante la Segunda Guerra Mundial y estudió en Yale durante dos años, abordó un bus hacia Dallas y fue pronto contratado como periodista por el Dallas Morning News. Ya se había trasladado a Neiman Marcus cuando, en su tiempo libre, empezó a investigar para su libro sobre Texas. Después del asesinato, decidió concentrarse en Dallas.
A Leslie, que se casó cinco veces, y quedó viudo una vez, le sobreviven su esposa durante los últimos treinta y dos años, Carol Corbett, ex ejecutiva de marketing; tres hijos: Michael Leslie, Kelly Bradford y Richard Bradford; dos hijastros: el compositor Sidney Corbett y David Corbett; doce nietos; y una biznieta. Dos de sus hijos le precedieron en la muerte.
Entre sus otros libros se encuentran ‘The Best Thing That Ever Happened’ (1952), una novela sobre el romance de un desertor de la Infantería de Marina blanco y una mujer negra en el Sur, y ‘The Starrs of Texas’ (1978), una fantasiosa historia sobre una dinastía de unos grandes almacenes basada libremente en Neiman Marcus.
Leslie se marchó de Dallas poco después de la publicación de ‘Dallas Public and Private’ y volvió a Nueva York, donde trabajó para Revlon y empezó su propia firma de relaciones públicas mientras ayudaba a escribir guiones para el culebrón ‘The Secret Storm’, cuyo principal guionista fue por un tiempo su hermana, la actriz y escritora Bethel Leslie. También trabajó para Max Factor en Los Angeles antes de jubilarse en Chicago.
"No creo que haya escapado de la ciudad", dijo el periodista y escritor Hugh G. Aynesworth, que hizo la cobertura del asesinato para The Morning News y conocía a Leslie. "Oí decir a mucha gente que había sido injusto, y que la situación no era tan mala. Me dolió mucho que algunos de sus amigos se volvieran contra él."
6 de agosto de 2011
23 de julio de 2011
©new york times

murió henry carlisle


Escritor ayudaba a los escritores perseguidos en el bloque soviético.
[Douglas Martin] Murió el lunes en San Francisco el escritor Henry Carlisle, cuya amplia carrera literaria incluyó apoyar a escritores perseguidos, publicar a Camus, ayudar a traducir y publicar a Solyenitzin, y escribir una novela que reflexionaba sobre el canibalismo. Tenía 84 años.
La causa de su muerte fueron complicaciones de una neumonía, informó su esposa, Olga.
Como miembro del PENN, la organización internacional de escritores, Carlisle fue un activo defensor de los escritores perseguidos o que hacían frente a otros retos. Acudió en defensa de Andrei Amalrik, un escritor ruso encarcelado después de publicar el ensayo ‘¿Sobrevivirá la Unión Soviética hasta 1984?’ [Will the Soviet Union Survive Until 1984?] en 1969. En 1976, fue elegido presidente del PEN American Center.
En 1967, la esposa de Carlisle se reunió con Aleksander Solyenitzin, el autor disidente soviético, en Moscú, y accedió a llevar a Occidente, clandestinamente, el manuscrito de su novela ‘El primer círculo’ [The First Circle] y ‘El Archipiélago Gulag’ [The Gulag Archipelago]. Juntos, los Carlisle tradujeron las obras y buscaron editores.
Solyenitzin acusó a los Carlisle de estropear las traducciones, de haberlo perjudicado y engañado económicamente y de comportarse de una manera "venal y desalmada’. Escribió sobre este episodio en uno de sus libros de memoria, y Carlisle se vengó publicando un libro propio. La pareja demandó a Solyenitzin en una corte federal de San Francisco, en la que un juez desechó la demanda sobre la base de la libertad de expresión.
En una entrevista con el San Francisco Chronicle en 2004, la señora Carlisle dijo que la acritud valió la pena porque se logró publicar obras que más tarde contribuyeron al Premio Nobel para Solyenitzin.
Carlisle escribió media docena de novelas. Una giró sobre su historia familiar en Nantucket. Su bisabuelo era un cazador de ballenas. Titulada ‘The Jonah Man’ (1984), la novela se basaba en el mismo incidente que llevó a Herman Melville a escribir ‘Moby Dick’: el hundimiento del buque ballenero Essex en 1820. Carlisle escribió sobre ocho de los veinte tripulantes que sobrevivieron en botes salvavidas durante dos meses, comiéndose a los muertos. La historia es relatada en forma de la bitácora del capitán del barco, que había ido a trabajar a Nantucket como guardia nocturno. El Christian Science Monitor la describió como "una novela magnífica y reflexiva."
Otra novela, ‘The Contract’ (1968), es una frívola historia ambientada en la Guerra Fría que gira sobre el departamento que ocupó Lenin en Suiza. Otra, ‘Voyage to the First of December’ (1972), gira sobre el único motín que ha habido en un barco estadounidense, el U.S.S. Somers, en 1842.
Carlisle y su esposa escribieron juntos una novela sobre la revolución rusa, ‘The Idealists’ (1999). Colaboraron en 1978 en la traducción de ‘El idiota’ [Idiot], de Dostoievski.

Henry Coffin Carlisle nació en San Francisco el 14 de septiembre de 1926. Se enroló en la Armada y fue guardiamarina en un destructor en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. Luego estudió en Stanford.
Trabajó como editor para Knopf, donde ayudó a supervisar la publicación de ‘El mito de Sísifo’ [The Myth of Sisyphus], de Albert Camus. Se mudó a Rinehart & Company, luego se unió a otros para fundar una editorial de corta existencia que se especializaba en la obra de escritores del Oeste de Estados Unidos. Se convirtió en escritor a tiempo completo en 1961.
Le sobreviven su esposa durante sesenta años, la ex Olga Andreyev, pintora y escritora cuyo abuelo, Leonid Andreyev, fue un famoso dramaturgo, novelista y cuentista ruso. También le sobrevive su hijo Michael, y su hermano Miles.
24 de julio de 2011
14 de julio de 2011
©new york times

murió theodore roszak


Historiador, crítico social y novelista, acuñó el término ‘contracultura’. Escribió las novelas 'Memorias de Elizabeth Frankenstein' y 'El diablo y Daniel Silverman'.
[Elaine Woo] Murió el 5 de julio en Berkeley, el historiador, crítico social y novelista Theodore Roszak, que vio las rebeliones juveniles de fines de los años sesenta como un movimiento que merecía un análisis propio y un nombre: la contracultura. Tenía 77 años.
La causa de su muerte fue un cáncer, informó su esposa, Betty Roszak.
Roszak, escritor y profesor de la Universidad Cal State East Bay, escribió un libro que definiría esa época: ‘El nacimiento de una contra cultura’ [The Making of a Counter Culture] (1969), un libro documental que fue éxito de ventas y popularizó la palabra ‘contracultura’.
Basándose en la influyente obra de pensadores como Herbert Marcuse, Paul Goodman y Alan Watts, el libro examina el entramado intelectual del movimiento social que empezó a mediados de los años sesenta y se extendió hasta entrados los setenta: las protestas en las ciudades universitarias, los love-ins, el rock y los festivales con drogas psicodélicas que contagiaron masivamente a los jóvenes y desconcertaron a sus mayores. Los jóvenes construyeron "una cultura tan radicalmente apartada de los presupuestos tradicionales de nuestra sociedad", escribió Roszak, "que para muchos apenas es cultura, sino que adopta la alarmante apariencia de una intrusión bárbara."
Pero donde unos veían caos en las protestas de los estudiantes universitarios, en las comunas hippies, en los deadheads [seguidores de la banda The Grateful Dead, pero también usuarios de drogas psicodélicas] y en los camellos, Roszak vio un movimiento serio posiblemente de valor compensatorio, una oposición juvenil a la "tecnocracia" que decía estaba en el origen de problemas como la guerra, la pobreza, la desarmonía social y el deterioro ecológico.
"Fue una época en la que ocurrió un inmenso trastorno cultural en el país. ¿Pero en qué consistía? ¿Era solamente un montón de conductas anómalas? ¿Era... una de las consecuencias no previstas de la Guerra de Vietnam? No había herramientas conceptuales para entenderlo", dijo en una entrevista el martes Todd Gitlin, profesor en la Universidad de Columbia que escribió una popular historia de los años sesenta. "La gente estaba tratando de entender qué estaba pasando. Él le dio nombre. Es por eso que el libro fue un éxito."
Roszak escribió o publicó más de diecisiete libros, incluyendo ‘La voz de la tierra’ [The Voice of the Earth: An Exploration of Ecopsychology] (1992), un revolucionario trabajo sobre la relación entre la salud planetaria y la personal.
Incursionó también en la industria cinematográfica, el fundamentalismo y el lado oscuro de la tecnología en varias novelas, incluyendo ‘Plaga’ [Bugs] (1981), ‘Parpadeo’ [Flicker] (1991) y ‘El diablo y Daniel Silverman’ [The Devil and Daniel Silverman] (2003). ‘Memorias de Elizabeth Frankenstein’ [The Memoirs of Elizabeth Frankenstein] (1995) inspiraron la poco convencional vida de Mary Shelley, que escribió la historia original de Frankenstein, ganó el Premio James Tiptree Jr. por su exploración de temas de género.
"Siempre estaba tratando de mirar debajo de las cosas, qué significa todo eso", dijo Ernest Callenbach, colega escritor de Berkeley cuya novela ‘Ecotopía’ [Ecotopia], de 1975, fue también un hito histórico de la contracultura.

Hijo de un carpintero, Roszak nació en Chicago el 15 de noviembre de 1933. Más tarde su familia se mudó a Los Angeles, donde estudió en la Escuela Secundaria Dorsey antes de licenciarse en historia en la Universidad de California en Los Angeles en 1955. Se doctoró en historia en la Universidad de Princeton en 1958 y en 1959 se incorporó como docente a la Universidad de Stanford.
En 1963 se incorporó al departamento de historia de la Cal State Hayward (en 2005 se convirtió en la Cal State East Bay). Más tarde tomó un permiso de un año para publicar un pequeño diario pacifista en Londres. Estaba allá cuando en 1964 estalló en la Universidad de California en Berkeley el movimiento por la libertad de expresión.
Para el verano de 1967, Roszak estaba trabajando en una serie de artículos para el diario The Nation sobre las protestas universitarias que se extendían por todo el país. Estaba todavía en Londres cuando empezó a oír sobre raros acontecimientos en el distrito Haight-Ashbury en San Francisco, epicentro del movimiento hippie durante el llamado Verano del Amor.
Mientras que la mayoría de los informes de prensa se concentraron en los aspectos más extravagantes del acontecimiento cultural espontáneo que atrajo a miles de jóvenes hacia el Área de la Bahía, "para entonces yo estaba convencido de que se trataba de algo más que de sexo, drogas y rock ‘n’ roll", dijo Roszak en una entrevista con la Chronicle of Higher Education en 2007. "No que el sexo, las drogas o el rock ‘n roll no tuvieran relevancia... ¿Pero se puede dar a esa declaración una traducción filosófica más accesible? Esa fue la tarea que me impuse" en lo que llegaría a ser ‘El nacimiento de una contra cultura.’
El crítico Robert Kirsch escribió en Los Angeles que el análisis de Roszak de las ideas que daban forma a la mentalidad de la contracultura era "críticamente sólido, reflexivo y difícil." En el New York Times, Robert Paul Wolff concedió que Roszak "puede tener razón de que nuestros jóvenes están huyendo del ideal de la razón", pero concluyó que el autor "culpaba demasiado rápidamente a la cosmovisión científica de todos los males de la sociedad."
Cuando se publicó ‘El nacimiento de una contra cultura’, Roszak era, según las normas de la contracultura, demasiado viejo para ser fiable: tenía 35 años. Simpatizaba con los objetivos del movimiento, pero criticaba algunos de sus medios, particularmente la popularidad de las drogas alucinógenas. "Tenía los pies en la tierra", dijo su esposa. También le sobreviven una hija, Kathryn Roszak, y un nieto.
Se retiró de la docencia en 1998, pero siguió estudiando a los chicos de los años sesenta, ahora todos en la tercera edad. Concentrándose en lo que llamó la revolución de la longevidad, produjo, cuarenta años más tarde, una especie de secuela a su libro de 1969. La tituló ‘The Making of an Elder Culture.’
19 de julio de 2011
14 de julio de 2011
©los angeles times
cc traducción mQh

murió kathryn tucker windham


Narradora, escritora y periodista.
Murió el domingo en su casa en Selma, Alabama, la narradora y escritora Kathryn Tucker Windham, que trabajó como periodista policial en una época en que pocas mujeres lo hacían. Había tenido una serie de achaques últimamente, informó su hija Dilcy Hilley. Tenía 93 años.
De acuerdo a una biografía del Departamento de Archivos e Historia de Alabama, Windham escribió más de veinte libros, la mayoría de ellos historias de fantasmas. A principio de los años cuarenta, trabajó para el diario Alabama Journal y fue una de las primeras mujeres periodistas en cubrir la escena policial para un diario importante en el Sur.
Entre sus libros se encuentran ‘13 Alabama ghosts and Jeffrey’, ‘Jeffrey introduces 13 more Southern ghosts’ (1971), ‘13 Georgia ghosts and Jeffrey’ (1973) y ‘13 Mississippi ghosts and Jeffrey’.
De los años cincuenta a principios de los setenta, trabajó para el diario Selma Times-Journal, donde ganó varios premios por sus columnas y fotografías.
Escribió regularmente para el programa ‘All Things Considered’, de la National Public Radio, en los años ochenta.
3 de julio de 2011
15 de junio de 2011
©los angeles times
cc traducción mQh


murió harry bernstein


Escritor. Publicó su primer libro 'La muralla invisible' cumplidos los noventa años. Su 'What Happened to Rose' será publicado el próximo año en Italia.

Murió el viernes en casa de su hija en Brooklyn, Nueva York, Harry Bernstein, cuyo famoso libro de memorias sobre una infancia inglesa acosada por el antisemitismo -‘La muralla invisible’ [The Invisible Wall]- fue publicado cuando tenía 96 años -informó  a la Associated Press su amigo y escritor Bruce Frankel.
Bernstein escribió otros cuarenta libros, pero destruyó la mayoría de los manuscritos después de que fueran rechazados por los editores. No fue sino cuando tenía 93 años, durante el duelo de la que fue su esposa durante siete décadas, que escribió sus primeros libros publicados.
Bernstein envió el manuscrito de ‘La muralla invisible’, a la sucursal londinense de la Random House. El libro fue finalmente publicado en 2007.
En ‘La muralla invisible’, Bernstein escribió sobre su triste infancia en una ciudad papelera en la que cristianos y judíos coexistían con dificultad. Durante ocho años fue el mensajero entre su hermana y el joven cristiano del que estaba enamorada, que vivía al otro lado de la calle de su casa en Stockport, cerca de Manchester. Los dos mantenían su amor en secreto debido a los prejuicios religiosos.
Después de ‘La muralla invisible’, Bernstein siguió escribiendo y publicando. ‘What Happened to Rose’ será publicado este próximo año en Italia, donde tiene lectores.

Nacido en 1910 en Stockport, Inglaterra, Berstein emigró a Chicago con su familia, para mudarse luego a Nueva York cuando era adolescente. Se ganaba la vida como lector de guiones en MGM y como redactor de una revista del gremio de la construcción.
En 2008 -a los 98 años- recibió una beca Guggenheim para que continuara escribiendo.
23 de junio de 2011
8 de junio de 2011
©los angeles times
cc traducción mQh