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prisioneros de estados unidos


[David Cole] La Corte Suprema atenderá hoy los argumentos orales sobre si el gobierno de los Estados Unidos puede detener a ciudadanos extranjeros en Guantánamo, Cuba, como "combatientes enemigos" sin cargos y sin juicio. La próxima semana la Corte atenderá a los argumentos en casos similares que involucran a ciudadanos americanos. Muchos creen que la detención de ciudadanos puede ser dudosa legalmente. Pero desde un punto de vista constitucional, la ciudadanía no debería ser tomada en cuenta.
Las tres ramas del gobierno han tratado la ciudadanía como un tema central. La administración de Bush dice que puede detener a extranjeros, la mayoría de los cuales fueron capturados en el campo de batalla en Afganistán, sin limitaciones legales porque son no ciudadanos mantenidos fuera de las fronteras estadounidenses. Como tal, arguye, no tienen derechos constitucionales ni status en tribunales norteamericanos que contradiga sus detenciones.
Hace cincuenta años la Corte Suprema pareció adoptar un punto de vista similar cuando aprobó la detención indefinida de una mujer alemana y de un hombre húngaro en Ellis Island sobre la base de evidencias secretas que ellos no pudieron ni ver ni confrontar. Como se trataba de extranjeros que no habían sido admitidos en los Estados Unidos, dice la Corte, todo proceso que el Congreso les incoase es un proceso debido. Por su parte, en 1971 el Congreso prohibió la detención sin una autorización legal explícita -pero aplicó la prohibición sólo a ciudadanos.
Estas sugerencias de que los no ciudadanos tienen menos derecho a ser libres que los ciudadanos están fuera de lugar. Algunas disposiciones de la Constitución limitan expresamente su protección a ciudadanos de los Estados Unidos -el derecho a voto y el derecho a presentarse como candidato a diputado o a presidente, por ejemplo. Las Diez Primeras Enmiendas, sin embargo, no es distinguir entre ciudadanos y no ciudadanos. Extiende sus protecciones en un lenguaje universal, a "personas", "pueblo" o "el acusado". Los legisladores consideraron estos derechos como derechos naturales dados por Dios, y Dios no dio esos derechos solamente a las personas con pasaportes norteamericanos.
La revolución de los derechos humanos de los últimos cincuenta años ha igualmente identificado derechos fundamentales como el derecho a no ser detenido arbitrariamente, que se extiende a todos, independientemente de su nacionalidad. Los tratados de derechos humanos basan estas garantías en "la dignidad humana" y los norteamericanos no tienen el monopolio de ésta.
Cuando se considera el derecho específico en cuestión en los casos de combatientes enemigos -el derecho a no ser encerrado sin un proceso honesto- hay buenas razones para diferenciar entre ciudadanos y extranjeros. Desde el punto de vista del prisionero, todo ser humano tiene el mismo interés en no ser encerrado errónea o arbitrariamente. Y desde la perspectiva del gobierno, el interés para la seguridad en las detenciones de extranjeros es el mismo, se trate o no de ciudadanos.
Toda persona a la que se priva de libertad bajo la autoridad del gobierno de los Estados Unidos debería tener derecho a un debido proceso. Qué proceso es debido puede diferir dependiendo de las circunstancias de la detención -si fue en el campo de batalla o lejos de allí. Pero la nacionalidad del detenido no afecta el cálculo.
Finalmente, hay buenas razones prácticas para no distinguir entre los derechos básicos de los ciudadanos y de los nacionales extranjeros. Mientras el gobierno federal ha a menudo introducido iniciativas de seguridad al destacando a extranjeros, a menudo ha buscado extender esas tácticas a los ciudadanos más tarde. La supresión de la libertad de expresión, por ejemplo, y la detención en razón de la raza comenzaron como medidas dirigidas contra los extranjeros. Pero no terminaron en eso.
Tomó años extender estas tácticas a los ciudadanos americanos. Pero las cosas se están apresurando. Hoy la administración de Bush defenderá su tratamiento de los detenidos en Guantánamo sobre la base de que son extranjeros que no merecen contar con las protecciones legales americanas. La semana próxima argumentará que también se aplica a los ciudadanos americanos. Díganme ustedes si esto no son arenas movedizas.

David Cole es profesor de leyes en GeorgeTown y autor de nullEnemy Aliens: Double Standards and Constitutional Freedoms in the War on Terrorism.

20 abril 2004 ©the new york times ©traducción mQh

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