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EL FENÓMENO DE LAS CÁRCELES PRIVADAS DE ESTADOS UNIDOS - fox butterfield



Santa Fe, Nuevo México. En enero de 2002, Tyson Johnson estaba en la cárcel del distrito de Santa Fe a la espera de su juicio, acusado de acoso y agresión sexual con agravantes, cuando la claustrofobia que le persiguió toda la vida dio paso a ataques de ansiedad y pidió ver a un psiquiatra.
Pero la cárcel, que es gestionada por Management and Training Corporation, una compañía de prisiones privada , no contaba con un psiquiatra o psicólogo. Por eso Johnson trató de cortarse las muñecas y el cuello con una navaja, y cuando no le resultó, le dijo a la enfermera de la cárcel: "Hoy me voy a matar".
Crsytal Quintana, una guardia, dijo a los detectives que la enfermera había contestado: "Déjalo". Turner lo niega, dice el abogado de la enfermera.
Diez minutos más tarde, Johson, de 27, que no tenía antecedentes judiciales, fue encontrado muerto, después de colgarse del rociador anti-incendios del techo en una celda de castigo sin ventanas, donde se suponía que estaba siendo observado constantemente.
El relato se basa en un extenso informe del departamento de Justicia, declaraciones de una querella civil entablada por la madre de Johnson, Suzan García, y deposiciones de guardias y detectives. Y el informe del departamento de Justicia hace surgir otra pregunta: ¿Por qué eligió el fiscal general John Ashcroft a un manager de Management and Training, Lane McCotter, para encabezar una misión a Iraq para restablecer el orden en las prisiones a apenas un mes de hecho público el informe, en la primavera de 2003, que denunciaba prácticas inconstitucionales en la cárcel?
Funcionarios del departamento de Justicia se han negado repetidas veces a responder a preguntas sobre la elección de McCotter, además de a una serie de preguntas por escrito del senador Charles E. Schumer, demócrata del estado de Nueva York. Pero lo que descubrió el departamento sobre el funcionamiento de la cárcel bajo la gestión de Management and Training era tan grave que el Departamento de Jefes de Policía de Estados Unidos retiró a más de cien de sus reclusos que cumplían sus penas ahí.
Fue McCotter, que según él mismo trabaja para Correction.com, una revista industrial online, quien escogió a Abu Ghraib para ser la cárcel estadounidense más importante de Iraq y quien dirigió luego su reconstrucción después de que terminaran los combates. (McCotter dejó Iraq en septiembre de 2003, antes de que ocurrieran los peores abusos cometidos por los guardias estadounidenses, y nadie ha sugerido que tenga alguna responsabilidad).
McCotter, director de desarrollo comercial de Management and Training, se ha negado a ser entrevistado.
Expertos dicen que los problemas en la cárcel de Santa Fe son emblemáticos de los problemas que surgen a menudo cuando ciudades y estados dejan en manos de compañías privadas la gestión de sus cárceles y presidios. Las compañías de cárceles privadas están en el mercado para hacer dinero para sus dueños o accionistas, y el único modo en que pueden hacerlo es operándolas a costes más bajos que los de las cárceles y presidios gestionadas por el ayuntamiento y los estados, dijo Judith Greene, un analista de políticas de jurisdicción penal de Brooklyn que ha escrito extensamente sobre las prisiones privadas. En la práctica, dijo Greene, esto ha significado a menudo que las compañías de cárceles privadas pagan menos a sus guardias, les dan menos adiestramiento y no prestan servicios médicos ni de salud mental aa los reclusos. "Ése es el meollo del problema en el negocio de las cárceles privadas", dijo Greene. "Recibes lo que pagas".
Carl Stuart, un portavoz de Management and Trainig, en Centerville, Utah, dijo que no podía comentar sobre cuestiones relacionadas con el informe del departamento de Justicia sobre la dotación del personal carcelario y del personal médico "porque el litigio todavía está pendiente".
Pero Stuart dijo que después de que el departamento de Justicia publicara su informe crítico el año pasado, "nos hemos esforzado en remediar sus preocupaciones y creemos que hemos avanzado un montón".
La investigación del departamento de Justicia sobre la cárcel de Santa Fe, dirigida por cuatro expertos de la División de Derechos Civiles, hizo un listado de una serie de problemas que parecían surgir del esfuerzo por mantener bajos los costes.
El médico contratado más cercano residía en Lubbock, Texas, a dos horas de vuelo. Visitaba la cárcel sólo cada seis semanas, visitando a unos pocos pacientes cada vez, según el informe. La enfermera tenía una orden en su archivo que limitaba las visitas a los pacientes internos a cinco minutos, que según el informe no es suficiente.
No había ni psiquiatra ni psicólogo, y aunque la enfermera no tenía formación en el cuidado de pacientes psiquiátricos, estaba suministrando drogas a los internos con problemas mentales, según el informe.
La cárcel tiene un paramédico en salud mental, Thomas Welter, que estuvo empleado como guardia por la Asociación de Redes de Médicos. Pero nunca hizo ninguna evaluación de los internos con problemas mentales, dice el informe. Al contrario, fanfarroneaba sobre su propia historia de uso de drogas, de acuerdo a una deposición reciente de Cody Graham, que era entonces guardián de la cárcel de Santa Fe. Poco después de que Johnson se colgara a sí mismo, Graham escoltó a Welter hasta la puerta y le dijo que no volviera.
El abogado de Welter, Robert Corchine, dijo que Welter "niega categóricamente las acusaciones incluidas en la querella entablada por el estado de Tyson Johnson y en las revelaciones del informe del departamento de Justicia.
En su deposición, Graham dijo también que no hubo un aumento en la dotación de guardias ni en el personal de supervisión, incluso a pesar de que McCotter lograra un considerable aumento del número de reclusos, de 180 a 580, en apenas unos meses, dijo Graham. Pero McCotter y otros funcionarios de Management and Training ignoraron sus peticiones de aumentar el personal. Otro antiguo funcionario de la cárcel, Gregory Lee, un alcaide que era el segundo en la línea de mando, dijo en su deposición que lo frustraba que el salario de los guardias fuera tan bajo (ocho dólares con cincuenta la hora, sin beneficios) que la cárcel perdía constantemente a sus guardias, que se pasaban al presidio estatal de Nuevo México al otro lado de la calle.
La compañía Management and Training se descolgó de la división de adiestramiento de Morton Thiokol, el contratista de Defensa, y se concentró primero en el adiestramiento de jóvenes de bajos recursos para la compañía Job Corps, dijo Stuart, el portavoz. Pero a fines de los 1980, a medida que el número de reclusos aumentaba explosivamente en todo el país y comenzaran a surgir las cárceles privadas, Management and Training, conocida como M.T.C., se descolgó e inició su primera cárcel en California.
La compañía dice en su página en la red que ahora custodia a siete mil quinientos reclusos en once cárceles y presidios. Hasta la reciente publicidad en torno a McCotter, era poco conocido que su más grande competidor es la Correction Corporations of America y el Grupo GEO, antiguamente la compañía Wackenhut Corrections Corporation. Ambas han sido criticadas por tener dotaciones insuficientes, fugas y escaso cuidado médico.
En el informe del departamento de Justicia sobre la cárcel de Santa Fe, Manuel Romero, un asesor de prisiones, escribió que la cárcel tenía una dotación tan baja que se esperaba que un guardia supervisara a 120 reclusos en turnos que doce horas, sin relevos para comer ni para ir a los servicios.
"Eso indica que el personal no era suficiente para supervisar de manera adecuada a los reclusos", escribió Romero.
El informe del departamento de Justicia encontró también que algunos reclusos pasaban dos o tres semanas sin muda de ropa interior. Además, dice el informe, los colchones de la cárcel eran viejos y estaban rajados y a algunos reclusos no se les daba sábanas.
El área de recepción estaba tan atiborrada que algunos reclusos se tendían en colchones en el suelo unos junto a otros por períodos de hasta cinco días, dice el informe. Algunas celdas no tenían luz, ni de ventanas ni de bombillas.
En diciembre pasado dos reclusos fueron apuñalados y aporeados hasta la muerte y siete otros heridos en un motín en la Penitenciaría de Eagle Mountain, en el desierto al este de Los Angeles. Después del motín, el estado de California clausuró la prisión. A principios de mayo, un preso fue apuñalado hasta la muerte en la cárcel de alta seguridad de la compañía en Penetanguishene, Ontario.
Un estudio realizado por James Austin, un investigador de jurisdicción penal con base en Washington, demostró que en las cárceles privadas había un 49 por ciento más agresiones contra guardias per capita y un 65 por ciento más agresiones contra otros reclusos que en las cárceles gestionadas por el gobierno en todo el país.
La madre de Johnson, la señora García, dijo que su hijo la llamaba a menudo para quejarse de su claustrofobia. "Me llamaba y me decía que no podía respirar, que se estaba poniendo cada vez más claustrofóbico", dijo.
"Yo llamé a la cárcel y pedí hablar con el doctor, pero me dijeron que ellos no tenían doctor", dijo García. "Cuando pedí hablar con el alcaide, me pusieron en espera y luego cortaron la comunicación".
Al final, dijo Jeffreey Haas, otro abogado de García, cuando un guardia se dio cuenta de que Johnson se había colgado a sí mismo, el agente de guardia fue primero a por una cámara para grabar la escena, antes que descolgarlo.
"La respuesta de la cárcel ha sido protegernos a nosotros mismos filmándolo todo antes que tratar de salvar su vida", dijo Haas.

6 junio 2004
©new york times ©traducción mQh

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