el jeque y el general
[Jeffrey Goldberg] El Jeque
En enero fui a Ciudad de Gaza a ver al jeque Ahmed Yasín, uno de los fundadores de Hamas. Cuatro meses antes, Yasín había sido objeto de un intento de asesinato de los israelíes. Una muralla cerca de la casa donde lo encontré, en el vecindario de Sabra, mostraba el dibujo de un bus israelí verdirrojo partido en dos.
El jeque estaba sentado en una silla de ruedas al final de una sala de recepción. (Quedó paralítico después de un accidente de gimnasia cuando era joven). Un intérprete estaba sentado junto a él, porque el jeque es casi sordo. Pocos días antes de este encuentro, una terrorista llamada Reem Salah Al-Rayashi se había hecho estallar en el puesto de control de Erez, al norte de Gaza, matando a cuatro israelíes. Para los guardias israelíes de Erez, donde los palestinos son chequeados y controlados antes de entrar a Israel a trabajar, Rayashi parecía una mujer frágil, coja. Cuando la bomba que llevaba, que estaba atada a su cintura, activó el detector de metales, le dijo al capitán israelí del puesto de control que era por una placa de metal en su pierna. El israelí, un soldado de 28 años llamado Gal Shapira, le creyó y ordenó que fuera checada por mujeres soldados. Cuando las soldados la llevaban a una sala contigua, hizo detonar la bomba, matando a Shapira y a los otros soldados e hiriendo a cuatro palestinos. El ataque fue el primero en ser llevado a cabo por una mujer militante de Hamas, un grupo religioso conservador que había limitado previamente a los hombres la participación en actos de terror. Rayashi era madre de dos niños, uno de tres años y otro de uno. En un video grabado poco antes del ataque afirmó: "Dios me dio la capacidad de ser madre de dos niños, a los que amo. Pero mi deseo de encontrar a Dios en el paraíso es más grande, y por eso he decidido transformarme en una mártir por la causa de mi pueblo. Estoy convencida de que Dios ayudara y se ocupara de mis hijos".
Le pregunté a Yasín sobre qué fuentes musulmanas justificaban la utilización de mujeres para actos de asesinato suicidas. "La yihad contra Israel es un deber todo musulmán", dijo. "El ala militar de Hamas no utilizó a mujeres en estas operaciones sino hasta que se hizo necesario. Habría sido difícil para un hombre llevar a cabo esta operación. Una mujer lo logra más fácilmente. Sus hijos sabrán que es una mártir de Palestina. Será un gran don para ellos. Los niños no temen a la muerte".
Justo en las afueras de las murallas de la Ciudad Vieja hay un angosto valle llamado Gai Hinnom, que significa "infierno" en hebreo. Se dice que sobre un altar en este valle los cananeos sacrificaban sus hijos al dios Moloch. Si los extremistas judíos sufren de un complejo de Moriah, los palestinos están en las garras del complejo de Moloch. Los niños judíos son víctimas de un sacrificio, aunque algunos extremistas también sacrifican a sus propios hijos, enviándolos a misiones suicidas y utilizándolos como escudos cuando atacan a los soldados israelíes. Hace tres años en Gaza presencié cómo unos pistoleros de Hamas disparaban contra un jeep israelí detrás de una pantalla de niños arrojando piedras. Los israelíes, debiendo elegir entre retirarse o responder el fuego, retornaron el fuego. Dieron al menos a dos niños, con balas de acero recubiertas de caucho, hiriéndoles seriamente. La balacera tuvo lugar durante horas escolares. Casi quinientos niños palestinos de menos de dieciocho años han sido asesinados por israelíes desde el 2000. No todos ellos fueron matados por soldados defendiéndose. Los niños palestinos, incluso aquellos que arrojan rocas, no constituyen por sí mismos una amenaza para los soldados armados y en sus tanques, y muchos son simples espectadores.
Aunque muchos palestinos lamentan estas muertes, a los niños en las escuelas se les enseña a venerar a los mártires jóvenes. La Franja de Gaza está empapelada de carteles celebrando la muerte. Incluso grupos terroristas palestinos que son demostrativamente laicos -aquellos relacionados con el movimiento Fatah de Yasir Arafat- han elevado el martirio infantil a sacramento. Hace dos años en la televisión de la Autoridad Palestina se le preguntó a Arafat si acaso tenía algo que decir a los niños palestinos. Respondió: "Ese niño... que agarra una piedra para enfrentarse a un tanque, ¿no es el mensaje más grande que puede enviar al mundo cuando el héroe se transforma en mártir? Estamos orgullosos de ellos".
Los principios de de Hamas no hacen diferencias entre colonos y otros israelíes; de hecho, no menciona a los colonos en ninguna parte. "Nuestra lucha contra los judíos es grande y es muy seria... Queremos izar la bandera de Alá en cada centímetro de Palestina... El Profeta, que Alá bendiga y otorgue salvación, dijo: "El Día del Juicio no llegará sino hasta que los musulmanes luchen contra los judíos". Le pregunté a Yasín si eso era propaganda o política, si el enemigo era la ocupación, o los israelíes.
"Había algunos judíos que vivían en Palestina antes del sionismo", dijo Yasín. "Los hijos de esos judíos podrán quedarse bajo la protección del islam. Pero el resto de los judíos debe ser derrotado, o deben irse".
Dos meses después de nuestra conversación Yasín fue asesinado en un ataque con misiles israelí. Abdel Aziz Rantisi fue nombrado el nuevo líder de Hamas en Gaza. En enero me reuní con Rantisi, que es pediatra. Le pregunté cómo podía justificar que se atacara a niños israelíes. Me dijo que Israel había obligado a Hamas a cometer esos actos. Luego dijo: "Los judíos son peores que Hitler. Yo creo que los nazis no quebraban los huesos de los niños con excavadoras. No creo que Hitler haya usado excavadoras para destruir casas con sus ocupantes gritando dentro. Es imposible decir que eso lo hizo Hitler. Creo que más del cincuenta por ciento de la gente del mundo no cree que en el holocausto, y yo soy uno de esos. Los israelíes practican el terror contra nuestro pueblo y dicen al mundo que somos terroristas. Creo que ellos hicieron lo mismo con Hitler. Los alemanes fueron víctimas de los judíos".
Estábamos en su apartamento en Ciudad de Gaza, que estaba atiborrado de sus nietos cuando yo llegué. Le daban protección. Rantisi nunca contestaba un teléfono; siempre lo tomaba algunos de los niños. (El servicio secreto israelí se las ha arreglado para matar al menos a un terrorista prominente con un teléfono con bomba). Al final de la entrevista sonó un teléfono en una mesa cerca de mi silla. No había niños a mano que respondieran y Rantisi me pidió que lo cogiera. Le dije que no.
Rantisi fue asesinado el mes pasado, también en un ataque con misiles. Revisé mis notas de mi conversación con él en los años de 1990 y di con una discusión sobre el sufrimiento. Yo le había dicho que la historia subyacente del Oriente Medio era la colisión entre la derecha y la izquierda: en otras palabras, había razones tanto en la causa judía como en la palestina. Rantisi se puso impaciente y desdeñoso. "El sufrimiento judío no es nada", dijo. "La gente que causa el sufrimiento de otros no puede sufrir. Es imposible. Los judíos son enemigos de Dios, y Dios es enemigo de los judíos".
El General
La noche del 16 de abril de 1988 comandos israelíes aterrizaron silenciosamente en una playa de Túnez. Los esperaban agentes del servicio secreto israelí, Mossad. Los israelíes se dirigieron a un edificio de apartamentos que era el hogar de Khalil Al-Wazir, el segundo oficial al mando después de Yasir Arafat en la Organización por la Liberación de Palestina. Israel creía que Al-Wazir, mejor conocido como Abu Jiyah -el Padre de la Guerra Santa- estaba coordinando desde Túnez la primera intifada palestina, que había comenzado cuatro meses antes.
Loa comandos encontraron a Abu Yihad en su apartamento y lo mataron a balazos. Cuando se marchaban los sorprendió la hija de Abu Yihad. Uno de los comandos le dijo, en árabe, que se fuera con su madre. Luego se marcharon, y estuvieron en el mar en cuestión de minutos.
Se cree en círculos de seguridad israelíes que el hombre que condujo el escuadrón de la muerte hasta las escaleras del apartamento de Abu Yihad era Moshe Ya'alon, que es ahora teniente general y jefe del estado mayor del ejército israelí. También es supervisor de los asesinos que mataron a Yasín y a Rantisi.
Ya'alon, que nació en 1950, tiene maneras suaves, librescas y discretas, con nada de la presuntuosidad que uno asocia con generales israelíes como Moshe Dayan o incluso Ehud Barak. En el curso de varias entrevistas en su despacho en el cuartel general del ejército en Tel Aviv y en bases del ejército en Cisjordania, Ya'alon, conocido por su apodo de Boogie, habló de su guerra contra el terrorismo. Le pregunté si pensaba que había sido un error asesinar a Abu Yihad, que, a diferencia de Arafat, tenía la reputación de ser un realista.
"No sé", dijo. Hizo una pausa, y agregó: "Fue un error no matar a Arafat".
Cree fervientemente en esto; está convencido de que Arafat, como los líderes de Hamas, no está dispuesto a otorgar ninguna legitimidad a la idea de Israel. El asunto del conflicto, dijo Ya'alon, es este: no son los asentamientos judíos lo que los líderes palestinos objetan, sino los judíos mismos. No lamenta los asesinatos de los jefes de Hamas. Todos ellos tienen las manos manchadas de sangre israelí, dijo.
Antes de que Ya'alon trasladara su nombre al hebreo, se llamaba Moshe Smolansky. Sus padres lo criaron en una ciudad al norte de Israel que era un bastión del partido laborista. Su padre era un inmigrante de Ucrania, que había llegado a Palestina en 1925; su madre fue de la resistencia polaca durante la Segunda Guerra Mundial, y llegó a Palestina en 1947. Sus padres y hermanos fueron asesinados por los alemanes.
Ya'alon fue miembro del movimiento Juventud Trabajadora. Como joven soldado sirvió en la Brigada de Combate de la Juventud Pionera, que fundó kibbutzim en zonas aisladas de Israel. Hacia 1970 estaba luchando contra Fatah, de Arafat. "Perdí amigos en esas operaciones", dijo. Su vida está entrelazada con la de Arafat. "Me las vi con Arafat en Jordania, en el Líbano, luego en Túnez, ahora aquí", dijo.
Después del shock de la guerra de Yom Kippur de 1973, en la que Siria y Egipto lanzaron un ataque sorpresa inicialmente efectivo, Ya'alon decidió volver al ejército. Hacia los años 1990 era jefe de la inteligencia militar y era conocido -injustamente, dijo- como un hombre de derechas.
"En agosto de 1995 fui a ver al difunto señor Rabin a decirle que no veía yo que el liderazgo palestino estuviera preparando al pueblo palestino para la reconciliación", recordó Ya'alon. "Estoy hablando de educación, de la retórica. Estoy hablando de no destruir la capacidad de las organizaciones terroristas de atacarnos... Le dije que la continuación del proceso de paz debía presentarse como un ultimátum para el presidente Arafat".
En el 2000 Ya'alon dijo: "Los puestos de control no son la razón del terrorismo: el terrorismo es la razón de los puestos de control". En el último mes de calma antes de la intifada "teníamos unos pocos puestos de control en la antigua Línea Verde. Ahora, debido al terrorismo, hemos implementado los cierres y agregado decenas de puestos de control en todas las ciudades palestinas y a lo largo de los caminos. Desde el punto de vista de Arafat, eso es lo que quiere para complicar la situación, para crear ocupación. Para hacer vernos como los invasores".
Ya'alon, que es habitualmente romo, se puso opaco cuando tocamos el tema de los asentamientos. Su trabajo es demostrativamente apolítico (aunque cada uno de sus tres predecesores entró en la política después de jubilarse) y dice que la cuestión de los asentamientos debe ser decidida a nivel político. Pero dijo que los asentamientos, lejos de servir algún objetivo de seguridad, eran una carga para la seguridad. Indirectamente, también culpó a los asentamientos -y a la presencia militar que requieren- de exacerbar la tensión entre israelíes y palestinos. Ha discutido con Dichter, el jefe de Shabak, tanto como con su superior más inmediato, el ministro de defensa, Shaul Mofaz, sobre la respuesta apropiada a los ataques kamikaze. En reuniones del personal encargado de la seguridad, Dichter y Mofaz dijeron que en Cisjordania debería imponerse el toque de queda y montar más puestos de control. Ya'alon no creía en la táctica, pensando que los cierres generales sólo originaban más amargura. Los terroristas deberían ser capturados y no se debía castigar a toda Cisjordania por un terrorista suicida, me dijo.
"Deberíamos hacerlo de manera más inteligente", dijo Ya'alon. "No demasiado cerca y disparar, y luego acercarse". Estuvo en desacuerdo con Mofaz, un miembro del Likud que precedió a Ya'alon como jefe del estado mayor. "Desafortunadamente Mofaz cree que deberíamos usar más y más fuerza", dijo Ya'alon. (Más tarde, sin embargo, Mofaz ha pedido públicamente medidas para mejorar las condiciones de vida de los palestinos).
Según Ya'alon la ocupación de Gaza y de Cisjordania -o en su opinión la re-ocupación, dado que durante el período del proceso de paz de Oslo los palestinos tuvieron una buena medida de autonomía en sus ciudades- ha obligado a su ejército a enfrentarse al dilema moral inherente en la represión de una población civil hostil.
En el primer intento fallido de Israel sobre la vida del jeque Yasín, la Fuerza Aérea dejó caer una bomba de doscientos cincuenta kilos en un edificio en el que se reunía Yasín. Escapó con heridas leves. Poco después del ataque, Ya'alon me dijo que él había desaconsejado el ataque. "No estaba seguro de si podíamos destruir la casa", dijo Ya'alon. Probablemente se necesitaba una bomba de mil kilos para matar a Yasín, pero una bomba de esa potencia también destruiría partes de dos edificios adyacentes. "No estaba preparado para herir a gente inocente", dijo. Pero, agregó: "No estoy seguro de que nuestra decisión de matar al jeque Yasín sea ética. Habría sido inmoral para nuestra gente no haberlo matado".
Dos después del asesinato del jeque Yasín hablé nuevamente con Ya'alon. Parecía contento. "Deberías juzgar esta operación en términos morales. En términos morales, se lo merece", dijo. "Ellos deben decidir si están dispuestos a morir. Pueden parar los atentados terroristas. Si paran con los ataques no les haremos nada".
En 2002 el ejército eligió como blanco a otro líder de Hamas en Gaza, Salah Shehadeh. "Shehade fue responsable del asesinato de decenas de israelíes, y hemos tratado de interceptarlo varias veces, pero va siempre rodeado de su mujer e hijos", dijo Ya'alon. "Ahora sabemos que fue responsable de unos ataques devastadores, y no lo hemos matado porque no queremos matar a gente inocente, incluso sus hijos. En algún momento, después de más de seis meses de estar absorbiendo bajas, discutimos el problema moral: poner en una balanza las vidas de israelíes inocentes y las vidas de sus familiares".
Continuó: "Decidimos que no lo mataríamos si los niños estaban en la casa; pero si lo encontrábamos solo con su esposa lo haríamos". Al final, catorce civiles palestinos fueron matados, junto con Shehadeh, incluyendo a nueve niños, uno de ellos de Shehadeh. Ya'alov me dijo que lamentaba la muerte de los niños, pero que cree que llega un momento, después de un "mega-ataque" -el término israelí para un ataque de las proporciones del del 11 de septiembre- en que no tienes el lujo moral de preocuparte acerca de la vida de los niños palestinos. "Al llegar a un punto, Estados Unidos decidió arrojar bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki", dijo.
"Desafortunadamente, este es mi evaluación de inteligencia: no hay un interlocutor para una solución de dos estados. Esta es la razón por la que el liderazgo palestino inició este conflicto terrorista". Ahora, Ya'alon me dijo que ve una "asimetría moral" entre los árabes y los judíos. "Ellos quieren matar deliberadamente a nuestros niños", dijo. "Y nosotros no queremos matar a los suyos".
La aldea palestina de Beit Furik yace al sudeste de Nablús, contigua al asentamiento de extremistas judíos de Itamar, y al sur del igualmente fanático asentamiento de Elon Moreh. Debido a la proximidad de Beit Furik de los dos asentamientos, y a los caminos que conducen a ellos, los movimientos de los residentes árabes son estrictamente controlados. Un puesto de control del ejército fuera de las aldeas significa que los residentes deben a veces esperar horas antes de poder salir, y que a veces no les dejan salir del todo.
La mañana del 26 de febrero de 2002, Samar Hamdoun, una residente de 32 años de Beit Furik comenzó a dar a luz. Llamaron al médico local y este decidió que debía ser llevada de inmediato al hospital más cercano, en Nablús. Hamdoun y su marido se acercaron al puesto de control en taxi, pero los soldados se negaron a dejarlos pasar.
"Mi marido dijo: Por favor, por favor, está dando a luz', pero el soldado empezó a gritar y mover sus manos diciéndonos que volviéramos", dijo Hamoud cuando la visité recientemente en su casa, lejos del camino principal pavimentado de la aldea. Llevaba una pañoleta hejab negra y estaba rodeada de familiares cuando hablamos, en una sala de recibo grande y vacía. Colgaban de las paredes dos fotografías de Sadam Husein. "Mi marido dijo: Mi esposa tiene problemas, está dando a luz, tenemos que pasar, tenemos que pasar'. El soldado podía ver que yo estaba embarazada, pero no nos dejaron pasar".
Los Hamdoun pasaron las siguientes cuatro horas dando vueltas en un camino secundario indirecto y accidentado hacia Nablús, que está, a través del puesto de control del ejército, a sólo quince minutos. A mitad de camino Hamdoun perdió la conciencia y tuvo una hemorragia. Cuando finalmente llegaron al hospital de Nablús cuatro horas más tarde, el bebé había muerto. Hamdoun dijo que culpaba a "los judíos" de la muerte del bebé. Miembros de su familia asintieron. Luego habló su suegro: "No tenemos nada que ver con política", dijo. "Sólo queremos que nos dejen en paz".
Pregunté qué hacía Sadam Husein en las paredes.
"Da la cara por los palestinos", dijo. "Lucha contra los judíos".
Un mes antes de que yo visitara a la familia de Hamdoun, un residente de Beit Furik había llevado a cabo un atentado suicida en Tel Aviv, matando a cuatro personas. Algunos de los líderes de Israel se preguntaron si acaso residentes de lugares como Beit Furik estarían mostrando tanta pasión por el crimen si se acabara la ocupación. Incluso el ministro de defensa Mofaz, que pertenece a la línea dura contra los palestinos, reconoció el dilema. La oposición ideológica a la existencia de Israel, incluso dentro de sus fronteras de antes de 1967, motiva la mayor parte de los actos terroristas, me dijo, pero también agregó: "Creo que si encierras a la gente y les haces la vida difícil y no haces nada por facilitarles la vida... los empujas hacia las organizaciones terroristas".
No hay ninguna duda de que, incluso para sus generales, el ejército israelí se ha involucrado moralmente en la Franja de Gaza y en Cisjordania. Los soldados han disparado contra civiles desarmados; han maltratado a palestinos en los puestos de control y han matado a civiles, incluyendo niños. No existen las ocupaciones limpias, especialmente en una población que utiliza a los niños como armas, y las mezquitas y hospitales como depósitos de armas y posiciones de tiro. Pero el ejército israelí está bajo presión, porque se ha incrustado demasiado adentro en territorio ocupado para proteger a los colonos judíos que se han instalado entre los palestinos.
El invierno pasado conocí en Hebrón a un soldado llamado David Feuerstein, de la Brigada de Combate de la Juventud Pionera. Feuerstein tenía 19 años y era hijo de un rabí ortodoxo de Nueva Jersey -un prominente partidario de la comunidad judía de Hebrón. Feuerstein estaba luchando con las confusiones del servicio en Hebrón. "Estamos aquí para proteger a los judíos de los árabes, ¿okey?", dijo, restregándose las manos para quitarse el frío. "Pero a veces los chiquillos judíos molestan a los árabes, a los viejos o a las chicas. Los acosan. Así que es raro. Tenemos que proteger a los árabes de los judíos, aunque estemos aquí justo para lo contrario".
El general Ya'alon me dijo que los problemas del ejército con los derechos humanos no son sistemáticos. "Enseñamos a los soldados a no tomar nada de los palestinos, dinero o cualquier otra cosa. En la mayoría de los casos nuestros soldados se han comportado con propiedad, pero desafortunadamente en este conflicto armado hay algunos casos de los que no estamos orgullosos y los resolvemos muy estrictamente. Metemos a los soldados en prisión por mala conducta. Es uno de los principales retos para nuestros soldados y mandos: conservar nuestros valores morales".
Los críticos acusan al ejército de que las violaciones de derechos humanos no son esporádicas. Dror Etkes, de Peace Now, ve un problema de más difícil resolución. "No es asunto de unas pocas manzanas podridas", dijo. "Es la cesta misma la que está podrida. El ejército está operando muy adentro en territorios ocupados para proteger a los colonos. Esta parte del conflicto es una guerra para defender los privilegios de los colonos, y no hay modo de que el ejército lo haga de manera elegante. Es como los franceses en Argelia. Nadie ha logrado nunca hacer esto sin deshumanizarse".
Ya'alon se muestra fatalista con respecto a las cargas que pesan sobre el ejército por sus enemigos y por la clase política israelí. "Estamos conscientes de que los soldados portan una carga enorme día a día al checar a los palestinos", dijo. "Yo no creo en esta misión. Pero, ¿qué podemos hacer?" El ejército, dijo, protegerá a los israelíes "sea en Galilea, Judea o Samaria" -eso es, dentro y fuera de las fronteras de Israel de 1967.
El Futuro De Israel
Los líderes del campo nacional-religioso judío no adhieren a la realidad observable. Existen en el glorioso pasado judío y en el futuro mesiánico, pero no en la realidad de hoy, en la que soldados judíos deben dar sus vidas para proteger asentamientos en los que los palestinos viven y mueren en puestos de control; en los que Israel se está transformado en un país paria entre las naciones; y en los que Israel un día dejará de existir como un estado democrático judío.
Todavía hay una brecha moral entre el más fanático de los colonos y el más extremista de los musulmanes palestinos. Pequeñas células de colonos han mostrado ser capaces de cometer atroces actos de violencia, pero las principales instituciones del movimiento de los colonos no han apoyado el tipo de violencia contra los árabes que miembros de las muchas facciones palestinas cometen contra los judíos.
Sin embargo, hay similitudes. Como los teólogos de Hamas, los ideólogos del movimiento de los colonos han despojado a su religión de todo sentimiento de amor excepto el amor propio; se han colocado en el centro del drama divino en la Tierra; y han re-interpretado sus sagradas escrituras para probar que sus enemigos son sobrenaturales y que no merecen la menor piedad. Y, como Hamas, que construiría para los palestinos una teocracia musulmana obsesionada con la muerte, los colonos, si fuera por ellos, levantarían un estado basado en el apartheid y gobernado por consejos de rabíes revanchistas.
Gershom Scholem, estudioso del misticismo judío, advirtió una vez contra la gran tentación escatológica que representa una nación judía renacida. ¿Logrará la historia judía volver a entrar a la realidad, se preguntó Scholem, sin ser destruida por la afirmación mesiánica de que su re-ingreso está condenado a surgir de las profundidades? El mesianismo de los colonos, como el de Hamas, es el triunfo de la conveniencia: la gente cree que Dios les ha dado una misión que les otorga licencia para cometer pecados terribles.
Elyakim Haetzni, un viejo colono de Kiryat Arba, y un incendiario apocalíptico, me dijo que si los judíos de Tel Aviv -la capital cultural de los judíos, un lugar envenenado por la disoluta cultura occidental- tratan de sacar de los asentamientos a sus primos del campo, correrá sangre.
"La situación en Hanukkah es como aquí", dijo Haetzni. Hanukkah, debe recordarse, conmemora no solamente la derrota de Israel ante los señores griegos de Israel sino también la derrota de los judíos helenizados ante los macabeos. "Ahora el choque está muy, muy cerca", dijo Haetzni. "La batalla girará sobre la identidad judía, sobre el judaísmo". De momento, los colonos han sido superados por los israelíes laicos y por los judíos religiosos -y son muchos- que veneran la vida más que la tierra. Pero la mayoría todavía no encuentra el modo de imponer su voluntad a la minoría.
Los palestinos más avizores entienden ahora que los asentamientos son buenos para su causa. Michael Tarazi, un palestino estadounidense y un asesor legal -con estudios en Harvard- del equipo negociador palestino, me dijo: "Los asentamientos son la vanguardia del bi-nacionalismo": un estado tendría pronto una mayoría árabe. "No me preocupa si construyen más", dijo Tarazi. "Mientras más tiempo estén ahí, más aparecerá Israel ante el mundo como un país esencialmente basado en el apartheid".
Prosiguió: "Los asentamientos significan que los huevos están definitivamente quebrados. Fundamentalmente es ya un estado. No hay letreros que digan Bienvenido A Territorio Ocupado', pero es un solo país, con el mismo tendido eléctrico, los mismos acuíferos. Excepto que los tres millones de cristianos y musulmanes que viven en la Franja de Gaza y en Cisjordania no tienen los mismos derechos que los cinco millones de judíos en Israel, y los árabes en Israel son ciudadanos de segunda clase, si se les compara con los judíos. Ahora la causa es la justicia y la igualdad".
El sionismo, sostuvo, es en esencia un movimiento de liberación de un pueblo oprimido. Los colonos han tratado de transformarlo en una teología fundamentalista, pero el sionismo, en su base, sigue siendo una idea liberal.
"¡Dejad de culpar a los colonos!", dijo. "Creo que lo estás negando, realmente lo creo. Es muy típico. Lo que quieres es encontrar la razón de por qué está pasando todo esto, pero no te detienes a mirar las prácticas mismas del sionismo... Es verdad que los sionistas nacional-religiosos están empujando a Israel en la dirección de un fascismo teocrático, pero los asentamientos son estimulados por el gobierno. Esa gente son solo tendencias extremas. Dicen en público lo que la gente piensa en privado".
Tarazi cree que la estrategia palestina debería cambiar. "Tenemos que analizar lo que hicieron los sudafricanos. El mundo muestra cada vez menos tolerancia ante la idea sionista. Tenemos que capturar la imaginación del mundo. Tenemos que hacer de esto un debate sobre el apartheid".
Israel se enfrenta ahora a dos opciones: mantener los asentamientos y correr el riesgo del apartheid o del bi-nacionalismo o separarse limpiamente de los palestinos, desmantelando los asentamientos y erigiendo una muralla entre los dos lados. En 2002 Israel comenzó a construir una barrera semejante. Su ruta programada se desvía profundamente en el interior de la Franja de Gaza, con el fin de rodear los asentamientos. Algunos israelíes protestan contra la valla que sigue el trazado de la Línea Verde por razones prácticas: Israel podría querer conservar el terreno elevado al lado este de la Línea. Otro argumento, hecho por Dennis Ross, que se desempeñó como negociador para el Medio Oriente de Clinton, es que una valla a lo largo de la Línea Verde recompensaría a los palestinos por evitar su responsabilidad en poner fin al terrorismo. "El mensaje tiene que ser: Sabemos que no les gusta donde está la valla, pero si ustedes no cumplen con sus responsabilidades con respecto a la seguridad ahí es donde estará. No será permanente a menos que ustedes la quieran permanente", me dijo Ross. Ross puede tener razón, pero la perderá si una valla diseñada para impedir la entrada de asesinos con bombas a las ciudades israelíes es usada en cambio como herramienta de las ocupaciones de tierras de los colonos.
La posición contra una retirada unilateral es directa. Los palestinos no estarán contentos con la Franja de Gaza y Cisjordania, y pedirán más. Incluso muchos izquierdistas han llegado a esta conclusión. En Jerusalén hablé con Ya'acov Rotblit, un símbolo del movimiento por la paz -es quien escribió su himno, Una canción por la paz'. Me dijo que ahora pensaba que el movimiento había sido motivado por "ilusiones".
Le pregunté lo derechista que se había tornado. "Para nada", dijo. "Me echaron. Escucha, con la intifada se derrumbaron todas nuestras presuposiciones, creencias, esperanzas e ideas sobre las posibilidades [de alcanzar la paz]". Le pregunté entonces si estaba seguro de que los palestinos estaban solamente interesados en la destrucción de Israel y no simplemente en una mejor oferta que la que había hecho Barak en Camp David. "Nosotros damos y tomamos, y ellos toman más", dijo. "Ni toda el Monte del Templo sería suficiente".
Cree que los colonos han sido mal comprendidos. "Si esta gente se comportara de la manera en que el mundo dice que se comportan, las limpiezas étnicas de árabes habrían ya comenzado", dijo. "Son un pueblo muy paciente. No responden como lo harías otras personas en la misma situación". Los colonos, cree, no son el problema. "El problema comenzó cuando volvió aquí el primer judío. Nunca fui partidario de los asentamientos", agregó. "Pero, ¿por qué no podría vivir un judío en Hebrón?"
Muchos israelíes temen que los palestinos consideren una retirada israelí unilateral de la Franja de Gaza y de Cisjordania como un signo de debilidad. Cuando Israel retiró sus tropas del sur del Líbano, hace cuatro años, Hezbollah, el mayor enemigo libanés de Israel, lo declaró una victoria, y dijo que el asesinato continuado de israelíes por los palestinos destruiría finalmente la iniciativa sionista. Pero mucho depende de la manera en cómo se retiren. "Hay un modo correcto de hacerlo, sin causar la impresión de que estás cediendo ante los terroristas", me dijo el ministro de defensa Mofaz. También existe la posibilidad de exacerbar aún más la situación.
Ariel Sharon, después de proponer lo que para él era una idea revolucionaria -la retirada de los colonos de Gaza- parece ahora empantana. Está maniobrando contra colonos y palestinos. A mediados de mayo, Sharon lanzó a sus soldados y excavadoras en dos direcciones. En Rafah, en la parte sur de la Franja de Gaza, el ejército inició intensas operaciones que tenían como fin, dijo, clausurar los túneles clandestinos a través de los cuales se introducen armas en Gaza y Egipto. Murieron decenas de palestinos, y un gran número de casas palestinos a lo largo de la frontera fueron destruidas. La semana pasada hubo más bajas en Rafah, después de que el ejército disparara contra los manifestantes; murieron al menos cuatro niños. Y, en el norte de la Franja de Gaza, los soldados, con mucho más delicadeza, intentaron desmantelar la avanzada de Yitzhar.
Las dos operaciones tienen una cosa en común: ninguna de las dos resolverá el problema para cuyo propósito se llevan a cabo. Las acciones de Sharon contra los palestinos no detendrán el terrorismo, y sus acciones contra las avanzadas no pararán la extensión de los asentamientos. Las dos operaciones simbolizan la impotencia del gobierno de Sharon, y su incapacidad de afrontar los grandes temas que tiene entre manos.
Hay israelíes que, a diferencia de Sharon, creen que una retirada de Gaza y de la mayor parte de Cisjordania podría diluir la necesidad palestina de hacer la guerra. "Creo que la realidad es más fuerte que cualquier cosa", me dijo Amnon Lipkin-Shahak, un antiguo jefe del estado mayor. "Cuando ellos tengan un estado y no tengan que sufrir la realidad cotidiana de pasar por los puestos de control israelíes, entonces tendrán algo que perder". Le pregunté si cree que los palestinos todavía sueñan con una Palestina más grande y respondió que "soñar está bien". Continuó: "Los israelíes todavía soñamos con un gran Israel".
El asentamiento judío de Tekoa, al borde del desierto de Judea, al nordeste de Hebrón, fue construido cerca de un antiguo pueblo judío del mismo nombre. La antigua Tekoa es mejor conocida por ser el lugar de nacimiento de un pastor y recolector de higos llamado Amos, el profeta judío. Tekoa era parte entonces del sureño reino de Judea, el rival del norteño reino de Israel. Amos oyó la voz de Dios por primera vez en Tekoa. El profeta dejó su sicomoro y sus corderos y llevó el mensaje de Dios al reino del norte -un lugar, dice la Biblia, de avaricia y decadencia y rituales vacíos.
Cuando Amos llegó, condenó los pecados de los extranjeros y dijo a los israelitas que Dios reservaba para ellos, su propio pueblo, la venganza más grande. Dijo que habían "vendido al justo por plata y al pobre por un par de zapatos". Amos no creía que los judíos fueran peores que sus vecinos, pero ser los elegidos de Dios traía consigo una responsabilidad: el del rigor moral. La devoción ritual no agradaría a Dios, dijo Amos, si los pobres pasaban hambre. "Yo odio y desprecio vuestros días festivos, y no me calmaré con vuestras asambleas solemnes", dijo a los israelitas. Amos escribió, enfurecido: "Dejemos que la razón corra como agua, y la justicia como un río poderoso".
Hoy, doscientas cincuenta familias judías, la mitad de ellas ortodoxas, la mayoría de medios modestos, viven en Tekoa. En términos de tamaño y apariencia es un asentamiento común en la Franja de Gaza. Entre sus residentes hay un amigo mío que se llama Seth Mandell, un rabí ortodoxo, y su esposa Sherri, que trajo a vivir a sus hijos a Israel desde Maryland. Una mañana temprano de este año encontré a Seth en su casa, en un jardín cruzado de senderos. Era un día claro, frío, y salimos a pasear por un escarpado barranco fuera de los portales del asentamiento. Seguimos un estrecho sendero hacia una caverna. Hace tres años, el hijo de Seth, Koby, y un amigo se piraron de la escuela por el día y vinieron a la caverna wadi. Tenían catorce años. Sus cuerpos fueron encontrados al día siguiente en la caverna; los habían golpeado con rocas hasta matarlos. No se había detenido a ningún sospechoso en relación con los asesinatos. Yo había visitado la caverna antes con Seth, de modo que no hablamos mucho. La caverna es hedionda y oscura y baja. Los restos de cirios conmemorativos, cientos de ellos, cubrían la húmeda piedra.
En el camino de regreso a la casa de Seth hablamos sobre Amos, que me pareció personificar un mensaje diferente del de los hombres que concibieron el proyecto del asentamiento. Amos era un universalista, dije. Sus preocupaciones no tenían que ver con conquistar territorios, sino con difundir la justicia.
Seth me corrigió. Reconoció la universalidad del mensaje de Amos, pero también recordó su audiencia. "Podemos re-interpretar a Amos desde un punto de vista universal, pero Amos, como Jesús, se estaba dirigiendo a los judíos", dijo. Pero ¿no exigía Amos una conducta moral universal?
"Por supuesto", dijo Seth, "pero él también dijo a los judíos que la recompensa por la honradez era la tierra en la que estábamos. Los universalistas no ven el sionismo en Amos, y los sionistas más duros no ven el universalismo".
Le pregunté cómo había mantenido su fe. Dijo: "El mundo está lleno de dolor. Pero sin Dios es solo dolor. Yo no puedo imaginar un mundo sin Dios".
El rabí de Tekoea se llama Menachem Froman. Fue paracaidista; ahora es maestro de la cábala. Froman ha fundado su propio campamento por la paz, por decirlo así. Cree que la Franja de Gaza debería ser palestina, y no tiene intenciones de irse cuando lo sea. Se quedará en Tekoa, dijo, y se hará ciudadano de Palestina bajo la presidencia de Yasir Arafat. Froman se ha reunido con Arafat, y se refiere a él como a un amigo. Sus encuentros con Arafat han hecho que muchos residentes de Tekoa le llamen loco. Seth Mandell, que es un moderado, no tiene a Froman como su rabí.
"Yo soy el loco del pueblo", dijo Froman, alegre. "Soy el rabí primitivo, el judío primitivo. Pero soy realista. Acepto la realidad. No estoy hablando de utopías. Acepto lo que veo. Ahí está Tekoa, y ahí Tuqua" -la aldea árabe al lado. "No quiero cambiar la realidad, quiero trabajar con la realidad. Aquí tienes gente que quiere su tierra, y allá tienes gente que quiere la suya".
Siguió: "Si uno de mis hijos me dijera: Este es mi padre', ¿significaría que sólo tengo un hijo? No necesariamente. Soy padre de más de un hijo". También Dios tiene más de un hijo, como lo hace la tierra entre el río y el mar, dijo. "Los israelíes tienen el derecho a vivir en libertad, los árabes tienen derecho a vivir en libertad. Yo tengo mi orgullo, ellos tienen su orgullo. Yo tengo independencia, ellos deberían tenerla también. Yo no quiero sufrir y ellos no quieren sufrir".
Froman estudió en Mercaz HaRav, la yeshiva kookista de Jerusalén, de modo que fue todo un choque para él oír hablar de la solución de los dos estados.
"Recuerdo a mi padre -que era de Polonia- cuando salíamos en la ciudad, en Haifa, y decía: Mira, Menachem, hay judíos en la calle, en los autobuses, en todas partes. ¡No lo lograron!'" Con "ellos" se refería a los alemanes. "Recuerdo la primera vez que Chaim Weizmann" -el primer presidente de Israel- "vino a Haifa, y mi padre gritó: ¡Larga vida al presidente de Israel!'"
"Sabes", continuó, "los palestinos también necesitan esto".
Le pregunté cómo podía quedarse en Tekoa si formaba parte de Palestina.
"Tendremos un shtetl en el desierto", dijo.
Froman pone demasiada fe en Yasir Arafat, y es muy probable que se equivoque en creer que los judíos israelíes vivirán en masa en un estado palestino. Y Froman es lo suficientemente ingenuo como para creer que los palestinos lo aceptarían. Sin embargo, su idealismo es fortificante. Otros graduados de la yeshiva de Mercaz HaRav, los rabíes que hacen de teólogos del movimiento de colonos, se han cegado ante la presencia de árabes en la tierra. Froman les recuerda que el judaísmo ortodoxo no es solamente de rocas y piedras, y que la tierra no es tan sagrada como la vida.
Hace sesenta años para muchos judíos vivir en Palestina era la salvación. El líder sionista revisionista Vladimir Jabotinsky, el padre espiritual del Likud, era franco sobre la necesidad de los judíos de retomar su antigua patria. En 1937, dirigiéndose al parlamento británico, dijo, refiriéndose a los árabes de Palestina: "Estoy perfectamente que toda minoría preferiría ser una mayoría. Es comprensible que los árabes de Palestina también prefieran que Palestina sea el estado árabe número cuatro, o cinco, o seis -lo entiendo muy bien. Pero cuando las demandas árabes chocan con las nuestras, judías, de ser salvados, es como si se enfrentaran las ganas de comer con el morirse de hambre".
Hoy, los judíos tienen una patria, una poderosa fuerza aérea para protegerla, y el apadrinamiento del país más poderoso de la Tierra. Hoy el reclamo judío de la Franja de Gaza lo inspira la gula, no el hambre.
31 mayo 2004
©new yorker ©traducción mQh
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En enero fui a Ciudad de Gaza a ver al jeque Ahmed Yasín, uno de los fundadores de Hamas. Cuatro meses antes, Yasín había sido objeto de un intento de asesinato de los israelíes. Una muralla cerca de la casa donde lo encontré, en el vecindario de Sabra, mostraba el dibujo de un bus israelí verdirrojo partido en dos.
El jeque estaba sentado en una silla de ruedas al final de una sala de recepción. (Quedó paralítico después de un accidente de gimnasia cuando era joven). Un intérprete estaba sentado junto a él, porque el jeque es casi sordo. Pocos días antes de este encuentro, una terrorista llamada Reem Salah Al-Rayashi se había hecho estallar en el puesto de control de Erez, al norte de Gaza, matando a cuatro israelíes. Para los guardias israelíes de Erez, donde los palestinos son chequeados y controlados antes de entrar a Israel a trabajar, Rayashi parecía una mujer frágil, coja. Cuando la bomba que llevaba, que estaba atada a su cintura, activó el detector de metales, le dijo al capitán israelí del puesto de control que era por una placa de metal en su pierna. El israelí, un soldado de 28 años llamado Gal Shapira, le creyó y ordenó que fuera checada por mujeres soldados. Cuando las soldados la llevaban a una sala contigua, hizo detonar la bomba, matando a Shapira y a los otros soldados e hiriendo a cuatro palestinos. El ataque fue el primero en ser llevado a cabo por una mujer militante de Hamas, un grupo religioso conservador que había limitado previamente a los hombres la participación en actos de terror. Rayashi era madre de dos niños, uno de tres años y otro de uno. En un video grabado poco antes del ataque afirmó: "Dios me dio la capacidad de ser madre de dos niños, a los que amo. Pero mi deseo de encontrar a Dios en el paraíso es más grande, y por eso he decidido transformarme en una mártir por la causa de mi pueblo. Estoy convencida de que Dios ayudara y se ocupara de mis hijos".
Le pregunté a Yasín sobre qué fuentes musulmanas justificaban la utilización de mujeres para actos de asesinato suicidas. "La yihad contra Israel es un deber todo musulmán", dijo. "El ala militar de Hamas no utilizó a mujeres en estas operaciones sino hasta que se hizo necesario. Habría sido difícil para un hombre llevar a cabo esta operación. Una mujer lo logra más fácilmente. Sus hijos sabrán que es una mártir de Palestina. Será un gran don para ellos. Los niños no temen a la muerte".
Justo en las afueras de las murallas de la Ciudad Vieja hay un angosto valle llamado Gai Hinnom, que significa "infierno" en hebreo. Se dice que sobre un altar en este valle los cananeos sacrificaban sus hijos al dios Moloch. Si los extremistas judíos sufren de un complejo de Moriah, los palestinos están en las garras del complejo de Moloch. Los niños judíos son víctimas de un sacrificio, aunque algunos extremistas también sacrifican a sus propios hijos, enviándolos a misiones suicidas y utilizándolos como escudos cuando atacan a los soldados israelíes. Hace tres años en Gaza presencié cómo unos pistoleros de Hamas disparaban contra un jeep israelí detrás de una pantalla de niños arrojando piedras. Los israelíes, debiendo elegir entre retirarse o responder el fuego, retornaron el fuego. Dieron al menos a dos niños, con balas de acero recubiertas de caucho, hiriéndoles seriamente. La balacera tuvo lugar durante horas escolares. Casi quinientos niños palestinos de menos de dieciocho años han sido asesinados por israelíes desde el 2000. No todos ellos fueron matados por soldados defendiéndose. Los niños palestinos, incluso aquellos que arrojan rocas, no constituyen por sí mismos una amenaza para los soldados armados y en sus tanques, y muchos son simples espectadores.
Aunque muchos palestinos lamentan estas muertes, a los niños en las escuelas se les enseña a venerar a los mártires jóvenes. La Franja de Gaza está empapelada de carteles celebrando la muerte. Incluso grupos terroristas palestinos que son demostrativamente laicos -aquellos relacionados con el movimiento Fatah de Yasir Arafat- han elevado el martirio infantil a sacramento. Hace dos años en la televisión de la Autoridad Palestina se le preguntó a Arafat si acaso tenía algo que decir a los niños palestinos. Respondió: "Ese niño... que agarra una piedra para enfrentarse a un tanque, ¿no es el mensaje más grande que puede enviar al mundo cuando el héroe se transforma en mártir? Estamos orgullosos de ellos".
Los principios de de Hamas no hacen diferencias entre colonos y otros israelíes; de hecho, no menciona a los colonos en ninguna parte. "Nuestra lucha contra los judíos es grande y es muy seria... Queremos izar la bandera de Alá en cada centímetro de Palestina... El Profeta, que Alá bendiga y otorgue salvación, dijo: "El Día del Juicio no llegará sino hasta que los musulmanes luchen contra los judíos". Le pregunté a Yasín si eso era propaganda o política, si el enemigo era la ocupación, o los israelíes.
"Había algunos judíos que vivían en Palestina antes del sionismo", dijo Yasín. "Los hijos de esos judíos podrán quedarse bajo la protección del islam. Pero el resto de los judíos debe ser derrotado, o deben irse".
Dos meses después de nuestra conversación Yasín fue asesinado en un ataque con misiles israelí. Abdel Aziz Rantisi fue nombrado el nuevo líder de Hamas en Gaza. En enero me reuní con Rantisi, que es pediatra. Le pregunté cómo podía justificar que se atacara a niños israelíes. Me dijo que Israel había obligado a Hamas a cometer esos actos. Luego dijo: "Los judíos son peores que Hitler. Yo creo que los nazis no quebraban los huesos de los niños con excavadoras. No creo que Hitler haya usado excavadoras para destruir casas con sus ocupantes gritando dentro. Es imposible decir que eso lo hizo Hitler. Creo que más del cincuenta por ciento de la gente del mundo no cree que en el holocausto, y yo soy uno de esos. Los israelíes practican el terror contra nuestro pueblo y dicen al mundo que somos terroristas. Creo que ellos hicieron lo mismo con Hitler. Los alemanes fueron víctimas de los judíos".
Estábamos en su apartamento en Ciudad de Gaza, que estaba atiborrado de sus nietos cuando yo llegué. Le daban protección. Rantisi nunca contestaba un teléfono; siempre lo tomaba algunos de los niños. (El servicio secreto israelí se las ha arreglado para matar al menos a un terrorista prominente con un teléfono con bomba). Al final de la entrevista sonó un teléfono en una mesa cerca de mi silla. No había niños a mano que respondieran y Rantisi me pidió que lo cogiera. Le dije que no.
Rantisi fue asesinado el mes pasado, también en un ataque con misiles. Revisé mis notas de mi conversación con él en los años de 1990 y di con una discusión sobre el sufrimiento. Yo le había dicho que la historia subyacente del Oriente Medio era la colisión entre la derecha y la izquierda: en otras palabras, había razones tanto en la causa judía como en la palestina. Rantisi se puso impaciente y desdeñoso. "El sufrimiento judío no es nada", dijo. "La gente que causa el sufrimiento de otros no puede sufrir. Es imposible. Los judíos son enemigos de Dios, y Dios es enemigo de los judíos".
El General
La noche del 16 de abril de 1988 comandos israelíes aterrizaron silenciosamente en una playa de Túnez. Los esperaban agentes del servicio secreto israelí, Mossad. Los israelíes se dirigieron a un edificio de apartamentos que era el hogar de Khalil Al-Wazir, el segundo oficial al mando después de Yasir Arafat en la Organización por la Liberación de Palestina. Israel creía que Al-Wazir, mejor conocido como Abu Jiyah -el Padre de la Guerra Santa- estaba coordinando desde Túnez la primera intifada palestina, que había comenzado cuatro meses antes.
Loa comandos encontraron a Abu Yihad en su apartamento y lo mataron a balazos. Cuando se marchaban los sorprendió la hija de Abu Yihad. Uno de los comandos le dijo, en árabe, que se fuera con su madre. Luego se marcharon, y estuvieron en el mar en cuestión de minutos.
Se cree en círculos de seguridad israelíes que el hombre que condujo el escuadrón de la muerte hasta las escaleras del apartamento de Abu Yihad era Moshe Ya'alon, que es ahora teniente general y jefe del estado mayor del ejército israelí. También es supervisor de los asesinos que mataron a Yasín y a Rantisi.
Ya'alon, que nació en 1950, tiene maneras suaves, librescas y discretas, con nada de la presuntuosidad que uno asocia con generales israelíes como Moshe Dayan o incluso Ehud Barak. En el curso de varias entrevistas en su despacho en el cuartel general del ejército en Tel Aviv y en bases del ejército en Cisjordania, Ya'alon, conocido por su apodo de Boogie, habló de su guerra contra el terrorismo. Le pregunté si pensaba que había sido un error asesinar a Abu Yihad, que, a diferencia de Arafat, tenía la reputación de ser un realista.
"No sé", dijo. Hizo una pausa, y agregó: "Fue un error no matar a Arafat".
Cree fervientemente en esto; está convencido de que Arafat, como los líderes de Hamas, no está dispuesto a otorgar ninguna legitimidad a la idea de Israel. El asunto del conflicto, dijo Ya'alon, es este: no son los asentamientos judíos lo que los líderes palestinos objetan, sino los judíos mismos. No lamenta los asesinatos de los jefes de Hamas. Todos ellos tienen las manos manchadas de sangre israelí, dijo.
Antes de que Ya'alon trasladara su nombre al hebreo, se llamaba Moshe Smolansky. Sus padres lo criaron en una ciudad al norte de Israel que era un bastión del partido laborista. Su padre era un inmigrante de Ucrania, que había llegado a Palestina en 1925; su madre fue de la resistencia polaca durante la Segunda Guerra Mundial, y llegó a Palestina en 1947. Sus padres y hermanos fueron asesinados por los alemanes.
Ya'alon fue miembro del movimiento Juventud Trabajadora. Como joven soldado sirvió en la Brigada de Combate de la Juventud Pionera, que fundó kibbutzim en zonas aisladas de Israel. Hacia 1970 estaba luchando contra Fatah, de Arafat. "Perdí amigos en esas operaciones", dijo. Su vida está entrelazada con la de Arafat. "Me las vi con Arafat en Jordania, en el Líbano, luego en Túnez, ahora aquí", dijo.
Después del shock de la guerra de Yom Kippur de 1973, en la que Siria y Egipto lanzaron un ataque sorpresa inicialmente efectivo, Ya'alon decidió volver al ejército. Hacia los años 1990 era jefe de la inteligencia militar y era conocido -injustamente, dijo- como un hombre de derechas.
"En agosto de 1995 fui a ver al difunto señor Rabin a decirle que no veía yo que el liderazgo palestino estuviera preparando al pueblo palestino para la reconciliación", recordó Ya'alon. "Estoy hablando de educación, de la retórica. Estoy hablando de no destruir la capacidad de las organizaciones terroristas de atacarnos... Le dije que la continuación del proceso de paz debía presentarse como un ultimátum para el presidente Arafat".
En el 2000 Ya'alon dijo: "Los puestos de control no son la razón del terrorismo: el terrorismo es la razón de los puestos de control". En el último mes de calma antes de la intifada "teníamos unos pocos puestos de control en la antigua Línea Verde. Ahora, debido al terrorismo, hemos implementado los cierres y agregado decenas de puestos de control en todas las ciudades palestinas y a lo largo de los caminos. Desde el punto de vista de Arafat, eso es lo que quiere para complicar la situación, para crear ocupación. Para hacer vernos como los invasores".
Ya'alon, que es habitualmente romo, se puso opaco cuando tocamos el tema de los asentamientos. Su trabajo es demostrativamente apolítico (aunque cada uno de sus tres predecesores entró en la política después de jubilarse) y dice que la cuestión de los asentamientos debe ser decidida a nivel político. Pero dijo que los asentamientos, lejos de servir algún objetivo de seguridad, eran una carga para la seguridad. Indirectamente, también culpó a los asentamientos -y a la presencia militar que requieren- de exacerbar la tensión entre israelíes y palestinos. Ha discutido con Dichter, el jefe de Shabak, tanto como con su superior más inmediato, el ministro de defensa, Shaul Mofaz, sobre la respuesta apropiada a los ataques kamikaze. En reuniones del personal encargado de la seguridad, Dichter y Mofaz dijeron que en Cisjordania debería imponerse el toque de queda y montar más puestos de control. Ya'alon no creía en la táctica, pensando que los cierres generales sólo originaban más amargura. Los terroristas deberían ser capturados y no se debía castigar a toda Cisjordania por un terrorista suicida, me dijo.
"Deberíamos hacerlo de manera más inteligente", dijo Ya'alon. "No demasiado cerca y disparar, y luego acercarse". Estuvo en desacuerdo con Mofaz, un miembro del Likud que precedió a Ya'alon como jefe del estado mayor. "Desafortunadamente Mofaz cree que deberíamos usar más y más fuerza", dijo Ya'alon. (Más tarde, sin embargo, Mofaz ha pedido públicamente medidas para mejorar las condiciones de vida de los palestinos).
Según Ya'alon la ocupación de Gaza y de Cisjordania -o en su opinión la re-ocupación, dado que durante el período del proceso de paz de Oslo los palestinos tuvieron una buena medida de autonomía en sus ciudades- ha obligado a su ejército a enfrentarse al dilema moral inherente en la represión de una población civil hostil.
En el primer intento fallido de Israel sobre la vida del jeque Yasín, la Fuerza Aérea dejó caer una bomba de doscientos cincuenta kilos en un edificio en el que se reunía Yasín. Escapó con heridas leves. Poco después del ataque, Ya'alon me dijo que él había desaconsejado el ataque. "No estaba seguro de si podíamos destruir la casa", dijo Ya'alon. Probablemente se necesitaba una bomba de mil kilos para matar a Yasín, pero una bomba de esa potencia también destruiría partes de dos edificios adyacentes. "No estaba preparado para herir a gente inocente", dijo. Pero, agregó: "No estoy seguro de que nuestra decisión de matar al jeque Yasín sea ética. Habría sido inmoral para nuestra gente no haberlo matado".
Dos después del asesinato del jeque Yasín hablé nuevamente con Ya'alon. Parecía contento. "Deberías juzgar esta operación en términos morales. En términos morales, se lo merece", dijo. "Ellos deben decidir si están dispuestos a morir. Pueden parar los atentados terroristas. Si paran con los ataques no les haremos nada".
En 2002 el ejército eligió como blanco a otro líder de Hamas en Gaza, Salah Shehadeh. "Shehade fue responsable del asesinato de decenas de israelíes, y hemos tratado de interceptarlo varias veces, pero va siempre rodeado de su mujer e hijos", dijo Ya'alon. "Ahora sabemos que fue responsable de unos ataques devastadores, y no lo hemos matado porque no queremos matar a gente inocente, incluso sus hijos. En algún momento, después de más de seis meses de estar absorbiendo bajas, discutimos el problema moral: poner en una balanza las vidas de israelíes inocentes y las vidas de sus familiares".
Continuó: "Decidimos que no lo mataríamos si los niños estaban en la casa; pero si lo encontrábamos solo con su esposa lo haríamos". Al final, catorce civiles palestinos fueron matados, junto con Shehadeh, incluyendo a nueve niños, uno de ellos de Shehadeh. Ya'alov me dijo que lamentaba la muerte de los niños, pero que cree que llega un momento, después de un "mega-ataque" -el término israelí para un ataque de las proporciones del del 11 de septiembre- en que no tienes el lujo moral de preocuparte acerca de la vida de los niños palestinos. "Al llegar a un punto, Estados Unidos decidió arrojar bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki", dijo.
"Desafortunadamente, este es mi evaluación de inteligencia: no hay un interlocutor para una solución de dos estados. Esta es la razón por la que el liderazgo palestino inició este conflicto terrorista". Ahora, Ya'alon me dijo que ve una "asimetría moral" entre los árabes y los judíos. "Ellos quieren matar deliberadamente a nuestros niños", dijo. "Y nosotros no queremos matar a los suyos".
La aldea palestina de Beit Furik yace al sudeste de Nablús, contigua al asentamiento de extremistas judíos de Itamar, y al sur del igualmente fanático asentamiento de Elon Moreh. Debido a la proximidad de Beit Furik de los dos asentamientos, y a los caminos que conducen a ellos, los movimientos de los residentes árabes son estrictamente controlados. Un puesto de control del ejército fuera de las aldeas significa que los residentes deben a veces esperar horas antes de poder salir, y que a veces no les dejan salir del todo.
La mañana del 26 de febrero de 2002, Samar Hamdoun, una residente de 32 años de Beit Furik comenzó a dar a luz. Llamaron al médico local y este decidió que debía ser llevada de inmediato al hospital más cercano, en Nablús. Hamdoun y su marido se acercaron al puesto de control en taxi, pero los soldados se negaron a dejarlos pasar.
"Mi marido dijo: Por favor, por favor, está dando a luz', pero el soldado empezó a gritar y mover sus manos diciéndonos que volviéramos", dijo Hamoud cuando la visité recientemente en su casa, lejos del camino principal pavimentado de la aldea. Llevaba una pañoleta hejab negra y estaba rodeada de familiares cuando hablamos, en una sala de recibo grande y vacía. Colgaban de las paredes dos fotografías de Sadam Husein. "Mi marido dijo: Mi esposa tiene problemas, está dando a luz, tenemos que pasar, tenemos que pasar'. El soldado podía ver que yo estaba embarazada, pero no nos dejaron pasar".
Los Hamdoun pasaron las siguientes cuatro horas dando vueltas en un camino secundario indirecto y accidentado hacia Nablús, que está, a través del puesto de control del ejército, a sólo quince minutos. A mitad de camino Hamdoun perdió la conciencia y tuvo una hemorragia. Cuando finalmente llegaron al hospital de Nablús cuatro horas más tarde, el bebé había muerto. Hamdoun dijo que culpaba a "los judíos" de la muerte del bebé. Miembros de su familia asintieron. Luego habló su suegro: "No tenemos nada que ver con política", dijo. "Sólo queremos que nos dejen en paz".
Pregunté qué hacía Sadam Husein en las paredes.
"Da la cara por los palestinos", dijo. "Lucha contra los judíos".
Un mes antes de que yo visitara a la familia de Hamdoun, un residente de Beit Furik había llevado a cabo un atentado suicida en Tel Aviv, matando a cuatro personas. Algunos de los líderes de Israel se preguntaron si acaso residentes de lugares como Beit Furik estarían mostrando tanta pasión por el crimen si se acabara la ocupación. Incluso el ministro de defensa Mofaz, que pertenece a la línea dura contra los palestinos, reconoció el dilema. La oposición ideológica a la existencia de Israel, incluso dentro de sus fronteras de antes de 1967, motiva la mayor parte de los actos terroristas, me dijo, pero también agregó: "Creo que si encierras a la gente y les haces la vida difícil y no haces nada por facilitarles la vida... los empujas hacia las organizaciones terroristas".
No hay ninguna duda de que, incluso para sus generales, el ejército israelí se ha involucrado moralmente en la Franja de Gaza y en Cisjordania. Los soldados han disparado contra civiles desarmados; han maltratado a palestinos en los puestos de control y han matado a civiles, incluyendo niños. No existen las ocupaciones limpias, especialmente en una población que utiliza a los niños como armas, y las mezquitas y hospitales como depósitos de armas y posiciones de tiro. Pero el ejército israelí está bajo presión, porque se ha incrustado demasiado adentro en territorio ocupado para proteger a los colonos judíos que se han instalado entre los palestinos.
El invierno pasado conocí en Hebrón a un soldado llamado David Feuerstein, de la Brigada de Combate de la Juventud Pionera. Feuerstein tenía 19 años y era hijo de un rabí ortodoxo de Nueva Jersey -un prominente partidario de la comunidad judía de Hebrón. Feuerstein estaba luchando con las confusiones del servicio en Hebrón. "Estamos aquí para proteger a los judíos de los árabes, ¿okey?", dijo, restregándose las manos para quitarse el frío. "Pero a veces los chiquillos judíos molestan a los árabes, a los viejos o a las chicas. Los acosan. Así que es raro. Tenemos que proteger a los árabes de los judíos, aunque estemos aquí justo para lo contrario".
El general Ya'alon me dijo que los problemas del ejército con los derechos humanos no son sistemáticos. "Enseñamos a los soldados a no tomar nada de los palestinos, dinero o cualquier otra cosa. En la mayoría de los casos nuestros soldados se han comportado con propiedad, pero desafortunadamente en este conflicto armado hay algunos casos de los que no estamos orgullosos y los resolvemos muy estrictamente. Metemos a los soldados en prisión por mala conducta. Es uno de los principales retos para nuestros soldados y mandos: conservar nuestros valores morales".
Los críticos acusan al ejército de que las violaciones de derechos humanos no son esporádicas. Dror Etkes, de Peace Now, ve un problema de más difícil resolución. "No es asunto de unas pocas manzanas podridas", dijo. "Es la cesta misma la que está podrida. El ejército está operando muy adentro en territorios ocupados para proteger a los colonos. Esta parte del conflicto es una guerra para defender los privilegios de los colonos, y no hay modo de que el ejército lo haga de manera elegante. Es como los franceses en Argelia. Nadie ha logrado nunca hacer esto sin deshumanizarse".
Ya'alon se muestra fatalista con respecto a las cargas que pesan sobre el ejército por sus enemigos y por la clase política israelí. "Estamos conscientes de que los soldados portan una carga enorme día a día al checar a los palestinos", dijo. "Yo no creo en esta misión. Pero, ¿qué podemos hacer?" El ejército, dijo, protegerá a los israelíes "sea en Galilea, Judea o Samaria" -eso es, dentro y fuera de las fronteras de Israel de 1967.
El Futuro De Israel
Los líderes del campo nacional-religioso judío no adhieren a la realidad observable. Existen en el glorioso pasado judío y en el futuro mesiánico, pero no en la realidad de hoy, en la que soldados judíos deben dar sus vidas para proteger asentamientos en los que los palestinos viven y mueren en puestos de control; en los que Israel se está transformado en un país paria entre las naciones; y en los que Israel un día dejará de existir como un estado democrático judío.
Todavía hay una brecha moral entre el más fanático de los colonos y el más extremista de los musulmanes palestinos. Pequeñas células de colonos han mostrado ser capaces de cometer atroces actos de violencia, pero las principales instituciones del movimiento de los colonos no han apoyado el tipo de violencia contra los árabes que miembros de las muchas facciones palestinas cometen contra los judíos.
Sin embargo, hay similitudes. Como los teólogos de Hamas, los ideólogos del movimiento de los colonos han despojado a su religión de todo sentimiento de amor excepto el amor propio; se han colocado en el centro del drama divino en la Tierra; y han re-interpretado sus sagradas escrituras para probar que sus enemigos son sobrenaturales y que no merecen la menor piedad. Y, como Hamas, que construiría para los palestinos una teocracia musulmana obsesionada con la muerte, los colonos, si fuera por ellos, levantarían un estado basado en el apartheid y gobernado por consejos de rabíes revanchistas.
Gershom Scholem, estudioso del misticismo judío, advirtió una vez contra la gran tentación escatológica que representa una nación judía renacida. ¿Logrará la historia judía volver a entrar a la realidad, se preguntó Scholem, sin ser destruida por la afirmación mesiánica de que su re-ingreso está condenado a surgir de las profundidades? El mesianismo de los colonos, como el de Hamas, es el triunfo de la conveniencia: la gente cree que Dios les ha dado una misión que les otorga licencia para cometer pecados terribles.
Elyakim Haetzni, un viejo colono de Kiryat Arba, y un incendiario apocalíptico, me dijo que si los judíos de Tel Aviv -la capital cultural de los judíos, un lugar envenenado por la disoluta cultura occidental- tratan de sacar de los asentamientos a sus primos del campo, correrá sangre.
"La situación en Hanukkah es como aquí", dijo Haetzni. Hanukkah, debe recordarse, conmemora no solamente la derrota de Israel ante los señores griegos de Israel sino también la derrota de los judíos helenizados ante los macabeos. "Ahora el choque está muy, muy cerca", dijo Haetzni. "La batalla girará sobre la identidad judía, sobre el judaísmo". De momento, los colonos han sido superados por los israelíes laicos y por los judíos religiosos -y son muchos- que veneran la vida más que la tierra. Pero la mayoría todavía no encuentra el modo de imponer su voluntad a la minoría.
Los palestinos más avizores entienden ahora que los asentamientos son buenos para su causa. Michael Tarazi, un palestino estadounidense y un asesor legal -con estudios en Harvard- del equipo negociador palestino, me dijo: "Los asentamientos son la vanguardia del bi-nacionalismo": un estado tendría pronto una mayoría árabe. "No me preocupa si construyen más", dijo Tarazi. "Mientras más tiempo estén ahí, más aparecerá Israel ante el mundo como un país esencialmente basado en el apartheid".
Prosiguió: "Los asentamientos significan que los huevos están definitivamente quebrados. Fundamentalmente es ya un estado. No hay letreros que digan Bienvenido A Territorio Ocupado', pero es un solo país, con el mismo tendido eléctrico, los mismos acuíferos. Excepto que los tres millones de cristianos y musulmanes que viven en la Franja de Gaza y en Cisjordania no tienen los mismos derechos que los cinco millones de judíos en Israel, y los árabes en Israel son ciudadanos de segunda clase, si se les compara con los judíos. Ahora la causa es la justicia y la igualdad".
El sionismo, sostuvo, es en esencia un movimiento de liberación de un pueblo oprimido. Los colonos han tratado de transformarlo en una teología fundamentalista, pero el sionismo, en su base, sigue siendo una idea liberal.
"¡Dejad de culpar a los colonos!", dijo. "Creo que lo estás negando, realmente lo creo. Es muy típico. Lo que quieres es encontrar la razón de por qué está pasando todo esto, pero no te detienes a mirar las prácticas mismas del sionismo... Es verdad que los sionistas nacional-religiosos están empujando a Israel en la dirección de un fascismo teocrático, pero los asentamientos son estimulados por el gobierno. Esa gente son solo tendencias extremas. Dicen en público lo que la gente piensa en privado".
Tarazi cree que la estrategia palestina debería cambiar. "Tenemos que analizar lo que hicieron los sudafricanos. El mundo muestra cada vez menos tolerancia ante la idea sionista. Tenemos que capturar la imaginación del mundo. Tenemos que hacer de esto un debate sobre el apartheid".
Israel se enfrenta ahora a dos opciones: mantener los asentamientos y correr el riesgo del apartheid o del bi-nacionalismo o separarse limpiamente de los palestinos, desmantelando los asentamientos y erigiendo una muralla entre los dos lados. En 2002 Israel comenzó a construir una barrera semejante. Su ruta programada se desvía profundamente en el interior de la Franja de Gaza, con el fin de rodear los asentamientos. Algunos israelíes protestan contra la valla que sigue el trazado de la Línea Verde por razones prácticas: Israel podría querer conservar el terreno elevado al lado este de la Línea. Otro argumento, hecho por Dennis Ross, que se desempeñó como negociador para el Medio Oriente de Clinton, es que una valla a lo largo de la Línea Verde recompensaría a los palestinos por evitar su responsabilidad en poner fin al terrorismo. "El mensaje tiene que ser: Sabemos que no les gusta donde está la valla, pero si ustedes no cumplen con sus responsabilidades con respecto a la seguridad ahí es donde estará. No será permanente a menos que ustedes la quieran permanente", me dijo Ross. Ross puede tener razón, pero la perderá si una valla diseñada para impedir la entrada de asesinos con bombas a las ciudades israelíes es usada en cambio como herramienta de las ocupaciones de tierras de los colonos.
La posición contra una retirada unilateral es directa. Los palestinos no estarán contentos con la Franja de Gaza y Cisjordania, y pedirán más. Incluso muchos izquierdistas han llegado a esta conclusión. En Jerusalén hablé con Ya'acov Rotblit, un símbolo del movimiento por la paz -es quien escribió su himno, Una canción por la paz'. Me dijo que ahora pensaba que el movimiento había sido motivado por "ilusiones".
Le pregunté lo derechista que se había tornado. "Para nada", dijo. "Me echaron. Escucha, con la intifada se derrumbaron todas nuestras presuposiciones, creencias, esperanzas e ideas sobre las posibilidades [de alcanzar la paz]". Le pregunté entonces si estaba seguro de que los palestinos estaban solamente interesados en la destrucción de Israel y no simplemente en una mejor oferta que la que había hecho Barak en Camp David. "Nosotros damos y tomamos, y ellos toman más", dijo. "Ni toda el Monte del Templo sería suficiente".
Cree que los colonos han sido mal comprendidos. "Si esta gente se comportara de la manera en que el mundo dice que se comportan, las limpiezas étnicas de árabes habrían ya comenzado", dijo. "Son un pueblo muy paciente. No responden como lo harías otras personas en la misma situación". Los colonos, cree, no son el problema. "El problema comenzó cuando volvió aquí el primer judío. Nunca fui partidario de los asentamientos", agregó. "Pero, ¿por qué no podría vivir un judío en Hebrón?"
Muchos israelíes temen que los palestinos consideren una retirada israelí unilateral de la Franja de Gaza y de Cisjordania como un signo de debilidad. Cuando Israel retiró sus tropas del sur del Líbano, hace cuatro años, Hezbollah, el mayor enemigo libanés de Israel, lo declaró una victoria, y dijo que el asesinato continuado de israelíes por los palestinos destruiría finalmente la iniciativa sionista. Pero mucho depende de la manera en cómo se retiren. "Hay un modo correcto de hacerlo, sin causar la impresión de que estás cediendo ante los terroristas", me dijo el ministro de defensa Mofaz. También existe la posibilidad de exacerbar aún más la situación.
Ariel Sharon, después de proponer lo que para él era una idea revolucionaria -la retirada de los colonos de Gaza- parece ahora empantana. Está maniobrando contra colonos y palestinos. A mediados de mayo, Sharon lanzó a sus soldados y excavadoras en dos direcciones. En Rafah, en la parte sur de la Franja de Gaza, el ejército inició intensas operaciones que tenían como fin, dijo, clausurar los túneles clandestinos a través de los cuales se introducen armas en Gaza y Egipto. Murieron decenas de palestinos, y un gran número de casas palestinos a lo largo de la frontera fueron destruidas. La semana pasada hubo más bajas en Rafah, después de que el ejército disparara contra los manifestantes; murieron al menos cuatro niños. Y, en el norte de la Franja de Gaza, los soldados, con mucho más delicadeza, intentaron desmantelar la avanzada de Yitzhar.
Las dos operaciones tienen una cosa en común: ninguna de las dos resolverá el problema para cuyo propósito se llevan a cabo. Las acciones de Sharon contra los palestinos no detendrán el terrorismo, y sus acciones contra las avanzadas no pararán la extensión de los asentamientos. Las dos operaciones simbolizan la impotencia del gobierno de Sharon, y su incapacidad de afrontar los grandes temas que tiene entre manos.
Hay israelíes que, a diferencia de Sharon, creen que una retirada de Gaza y de la mayor parte de Cisjordania podría diluir la necesidad palestina de hacer la guerra. "Creo que la realidad es más fuerte que cualquier cosa", me dijo Amnon Lipkin-Shahak, un antiguo jefe del estado mayor. "Cuando ellos tengan un estado y no tengan que sufrir la realidad cotidiana de pasar por los puestos de control israelíes, entonces tendrán algo que perder". Le pregunté si cree que los palestinos todavía sueñan con una Palestina más grande y respondió que "soñar está bien". Continuó: "Los israelíes todavía soñamos con un gran Israel".
El asentamiento judío de Tekoa, al borde del desierto de Judea, al nordeste de Hebrón, fue construido cerca de un antiguo pueblo judío del mismo nombre. La antigua Tekoa es mejor conocida por ser el lugar de nacimiento de un pastor y recolector de higos llamado Amos, el profeta judío. Tekoa era parte entonces del sureño reino de Judea, el rival del norteño reino de Israel. Amos oyó la voz de Dios por primera vez en Tekoa. El profeta dejó su sicomoro y sus corderos y llevó el mensaje de Dios al reino del norte -un lugar, dice la Biblia, de avaricia y decadencia y rituales vacíos.
Cuando Amos llegó, condenó los pecados de los extranjeros y dijo a los israelitas que Dios reservaba para ellos, su propio pueblo, la venganza más grande. Dijo que habían "vendido al justo por plata y al pobre por un par de zapatos". Amos no creía que los judíos fueran peores que sus vecinos, pero ser los elegidos de Dios traía consigo una responsabilidad: el del rigor moral. La devoción ritual no agradaría a Dios, dijo Amos, si los pobres pasaban hambre. "Yo odio y desprecio vuestros días festivos, y no me calmaré con vuestras asambleas solemnes", dijo a los israelitas. Amos escribió, enfurecido: "Dejemos que la razón corra como agua, y la justicia como un río poderoso".
Hoy, doscientas cincuenta familias judías, la mitad de ellas ortodoxas, la mayoría de medios modestos, viven en Tekoa. En términos de tamaño y apariencia es un asentamiento común en la Franja de Gaza. Entre sus residentes hay un amigo mío que se llama Seth Mandell, un rabí ortodoxo, y su esposa Sherri, que trajo a vivir a sus hijos a Israel desde Maryland. Una mañana temprano de este año encontré a Seth en su casa, en un jardín cruzado de senderos. Era un día claro, frío, y salimos a pasear por un escarpado barranco fuera de los portales del asentamiento. Seguimos un estrecho sendero hacia una caverna. Hace tres años, el hijo de Seth, Koby, y un amigo se piraron de la escuela por el día y vinieron a la caverna wadi. Tenían catorce años. Sus cuerpos fueron encontrados al día siguiente en la caverna; los habían golpeado con rocas hasta matarlos. No se había detenido a ningún sospechoso en relación con los asesinatos. Yo había visitado la caverna antes con Seth, de modo que no hablamos mucho. La caverna es hedionda y oscura y baja. Los restos de cirios conmemorativos, cientos de ellos, cubrían la húmeda piedra.
En el camino de regreso a la casa de Seth hablamos sobre Amos, que me pareció personificar un mensaje diferente del de los hombres que concibieron el proyecto del asentamiento. Amos era un universalista, dije. Sus preocupaciones no tenían que ver con conquistar territorios, sino con difundir la justicia.
Seth me corrigió. Reconoció la universalidad del mensaje de Amos, pero también recordó su audiencia. "Podemos re-interpretar a Amos desde un punto de vista universal, pero Amos, como Jesús, se estaba dirigiendo a los judíos", dijo. Pero ¿no exigía Amos una conducta moral universal?
"Por supuesto", dijo Seth, "pero él también dijo a los judíos que la recompensa por la honradez era la tierra en la que estábamos. Los universalistas no ven el sionismo en Amos, y los sionistas más duros no ven el universalismo".
Le pregunté cómo había mantenido su fe. Dijo: "El mundo está lleno de dolor. Pero sin Dios es solo dolor. Yo no puedo imaginar un mundo sin Dios".
El rabí de Tekoea se llama Menachem Froman. Fue paracaidista; ahora es maestro de la cábala. Froman ha fundado su propio campamento por la paz, por decirlo así. Cree que la Franja de Gaza debería ser palestina, y no tiene intenciones de irse cuando lo sea. Se quedará en Tekoa, dijo, y se hará ciudadano de Palestina bajo la presidencia de Yasir Arafat. Froman se ha reunido con Arafat, y se refiere a él como a un amigo. Sus encuentros con Arafat han hecho que muchos residentes de Tekoa le llamen loco. Seth Mandell, que es un moderado, no tiene a Froman como su rabí.
"Yo soy el loco del pueblo", dijo Froman, alegre. "Soy el rabí primitivo, el judío primitivo. Pero soy realista. Acepto la realidad. No estoy hablando de utopías. Acepto lo que veo. Ahí está Tekoa, y ahí Tuqua" -la aldea árabe al lado. "No quiero cambiar la realidad, quiero trabajar con la realidad. Aquí tienes gente que quiere su tierra, y allá tienes gente que quiere la suya".
Siguió: "Si uno de mis hijos me dijera: Este es mi padre', ¿significaría que sólo tengo un hijo? No necesariamente. Soy padre de más de un hijo". También Dios tiene más de un hijo, como lo hace la tierra entre el río y el mar, dijo. "Los israelíes tienen el derecho a vivir en libertad, los árabes tienen derecho a vivir en libertad. Yo tengo mi orgullo, ellos tienen su orgullo. Yo tengo independencia, ellos deberían tenerla también. Yo no quiero sufrir y ellos no quieren sufrir".
Froman estudió en Mercaz HaRav, la yeshiva kookista de Jerusalén, de modo que fue todo un choque para él oír hablar de la solución de los dos estados.
"Recuerdo a mi padre -que era de Polonia- cuando salíamos en la ciudad, en Haifa, y decía: Mira, Menachem, hay judíos en la calle, en los autobuses, en todas partes. ¡No lo lograron!'" Con "ellos" se refería a los alemanes. "Recuerdo la primera vez que Chaim Weizmann" -el primer presidente de Israel- "vino a Haifa, y mi padre gritó: ¡Larga vida al presidente de Israel!'"
"Sabes", continuó, "los palestinos también necesitan esto".
Le pregunté cómo podía quedarse en Tekoa si formaba parte de Palestina.
"Tendremos un shtetl en el desierto", dijo.
Froman pone demasiada fe en Yasir Arafat, y es muy probable que se equivoque en creer que los judíos israelíes vivirán en masa en un estado palestino. Y Froman es lo suficientemente ingenuo como para creer que los palestinos lo aceptarían. Sin embargo, su idealismo es fortificante. Otros graduados de la yeshiva de Mercaz HaRav, los rabíes que hacen de teólogos del movimiento de colonos, se han cegado ante la presencia de árabes en la tierra. Froman les recuerda que el judaísmo ortodoxo no es solamente de rocas y piedras, y que la tierra no es tan sagrada como la vida.
Hace sesenta años para muchos judíos vivir en Palestina era la salvación. El líder sionista revisionista Vladimir Jabotinsky, el padre espiritual del Likud, era franco sobre la necesidad de los judíos de retomar su antigua patria. En 1937, dirigiéndose al parlamento británico, dijo, refiriéndose a los árabes de Palestina: "Estoy perfectamente que toda minoría preferiría ser una mayoría. Es comprensible que los árabes de Palestina también prefieran que Palestina sea el estado árabe número cuatro, o cinco, o seis -lo entiendo muy bien. Pero cuando las demandas árabes chocan con las nuestras, judías, de ser salvados, es como si se enfrentaran las ganas de comer con el morirse de hambre".
Hoy, los judíos tienen una patria, una poderosa fuerza aérea para protegerla, y el apadrinamiento del país más poderoso de la Tierra. Hoy el reclamo judío de la Franja de Gaza lo inspira la gula, no el hambre.
31 mayo 2004
©new yorker ©traducción mQh
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