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ECOS DE UNA CRUEL GUERRA EN SIERRA LEONA - clarence roy-macaulay


Testigo TF-1196 cuenta su historia: Los rebeldes usaron machetes para acabar con todo movimiento y vida de su marido. Luego la violó un rebelde que podría haber sido su hijo.
Freetown, Sierra Leona. La mujer de edad mediana levantó los extremos redondeados de sus brazos para mostrar por qué no había firmado su declaración, entregada antes a un tribunal de crímenes de guerra auspiciado por Naciones Unidas en Sierra Leona, un país africano rico en diamantes.
"Después de matar a mi marido, un rebelde me cortó las manos con un machete, en cuatro pedazos", contó TF-1196 al tribunal.
En las últimas dos semanas los sobrevivientes han comenzado a contar sus experiencias en una de las guerras más despiadadas de África: la campaña iniciada por los rebeldes en 1991-1992, en la que mataron, violaron, secuestraron y cortaron en pedazos a cientos de miles de civiles con la esperanza de aterrorizar a Sierra Leona para que el gobierno les cediera el control de su gobierno y minas de diamantes.
Los rebeldes, muchos de ellos niños de hasta cinco años, seguían a Foday Sankoh, al que llamaban Pappy. Sankoh daba a sus milicianos AK-47, marihuana, cocaína y anfetaminas, y los animaba a matar de la manera más brutal que podían imaginar sus mentes inmaduras.
La campaña de los rebeldes se desarrolló en el campo de Sierra Leona, dejando un número de víctimas difícil de calcular. Los relatos de sus víctimas han gozado de poco interés mundial, en contraste con los juicios por crímenes de guerra de Yugoslavia y Ruanda.
Pero las historias -contadas en una sala del tribunal esterilizada construida especialmente en el país que es oficialmente el menos desarrollado del mundo- refleja el alcance de la crueldad humana.
Otra mujer, Testigo TF-064, declaró esta semana sobre el día que los rebeldes llegaron a su aldea.
El tribunal le asignó un número para proteger su identidad.
TF-064, el quinto testigo de la acusación, contó al tribunal cómo la violaron los rebeldes, aunque estaba embarazada.
Describió como los milicianos que quitaron los bragas a su hermana y le introdujeron un cuchillo. No pudo contener las lágrimas cuando contó cómo los pistoleros separaron a los adultos de los niños de la aldea en dos grupos: los adultos dentro de una casa; ocho niños, incluyendo a sus hijos de uno y tres años, debajo de un naranjo.
"Oímos gritar a los niños", dijo. "Luego, dejaron de gritar... Cuando salimos los cuerpos de los niños estaban dispersos por el suelo".
La testigo TF-064 entonces se puso a llorar ininterrumpidamente durante diez minutos.
"Por favor, contrólese y cuéntenos", le dijo finalmente el juez Benjamin Itoe a la mujer, y ella continuó.
Los rebeldes mataron a la mayoría de los vecinos y luego obligaron a los sobrevivientes a seguirlos, dijo. Dejaron a uno de sus hijos con vida para cargar un saco que chorreaba sangre.
Los rebeldes finalmente la llamaron para mostrarle que había en la bolsa: las cabezas de los niños de la aldea, incluyendo las de sus hijos.
"Antes de partir, me volví para mirar los cuerpos que había en el suelo. Los rebeldes me obligaron a reír mientras apuntaban un arma a mi cabeza", dijo. "Yo simulé reír".
La gente de Sierra Leona sigue los testimonios a través de sumarios radiales nocturnos. La mayor parte de la prensa extranjera abandonó el país después de los primeros días del juicio, en junio.
Algunos testigos que declaran ahora dijeron que eran los únicos que quedaron vivos para contar el ataque.
"Llegaron directamente a mí y me preguntaron si era yo el que llevaba las oraciones. Les dije que sí, y me dijeron: ‘Tu vida terminó'", dijo un hombre musulmán, 67, que en su testimonio sobre ese día de enero de 1999, cuando los rebeldes ocuparon la capital, Freetown.
Sobrevivió -de los 71 muertos en la mezquita, dijo.
Los horrores cometidos por los rebeldes en sus repetidos ataques a Freetown finalmente provocaron la intervención militar de la potencia colonial británica, la vecina Guinea, Naciones Unidas y fuerzas de África occidental, que terminaron con los rebeldes en 2002.
Sankoh murió, de causas naturales, bajo custodia de Naciones Unidas el año pasado.
Los fiscales acusan a líderes extranjeros de proporcionar a Sankoh armas, adiestramiento y dinero para ayudar con la insurrección. Charles Taylor, el derrocado presidente liberiano, está un fugitivo de una acusación en su contra.
Trece personas han sido acusadas, nueve de las cuales bajo custodia. Tres antiguos comandantes rebeldes se encuentran en juicio.

23 de julio de 2004
31 de julio de 2004
©traducción mQh
©bostonnews

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