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VARSOVIA REMEMORA INSURRECCIÓN DE 1944 - ela kasprzycka


La fracasada rebelión de Varsovia de 1944 contra la ocupación nazi fue rememorada este fin de semana en Polonia, señalando la necesidad de no olvidar los crímenes de los nazis y sus aliados.
Varsovia, Polonia. Este día hace sesenta años estalló la rebelión de Varsovia, una malhadada rebelión de 63 días para liberar a la capital polaca de la ocupación nazi.
Halina Szwykowska, 82, que dejó a su pequeño hijo con sus familiares para pelear contra los alemanes, recuerda el estado de ánimo: "Fue un momento inolvidable de alegría y entusiasmo. Izamos una bandera polaca rojiblanca agujereada de balas... Por los altavoces se tocaba el himno nacional y la gente abría las ventanas y se sumaba al canto. Por un momento, Varsovia fue una ciudad libre".
La rebelión fracasó, así como la insurrección de los últimos sesenta mil judíos del gueto de Varsovia un año antes.
Este fin de semana, la rebelión de 1944, en la que se calcula que murieron 200 mil civiles y combatientes se rememora con una serie de eventos.
Además de conmemorar la masacre, el fin de semana marcha un hito histórico en el camino polaco-alemán hacia la reconciliación.
"Estoy contento de que venga Schroeder", dijo Szwykowska. "No es su generación la responsable, pero está bien que se entere de lo que nos hicieron sus compatriotas".
En 1944 después de cinco años de ocupación nazi y mientras avanzaba el ejército soviético, los comandantes del clandestino Ejército Nacional polaco organizaron una rebelión.
Por medio de transmisiones radiales desde Moscú se llamó a los polacos a las armas. Mal equipados, los comandantes polacos esperaban resistir al menos una semana antes de que los soviéticos llegaran en su ayuda y los norteamericanos y británicos ayudaran con suministros de alimentos y municiones por paracaídas.
"La gente joven quería luchar, para vengarse liberar Varsovia", recuerda Henryk Gaska, 80, que era un joven cabo en la época de la rebelión.
Pero las cosas marcharon mal. Después de los días iniciales de alegría y entusiasmo en que el ejército de unos 40 mil hombres logró liberar a grandes secciones de la ciudad, quedó claro que no llegaría ayuda. Entretanto, los alemanes se reagruparon, enviaron tropas de elite de refuerzo y pelearon edificio por edificio.

El jefe de las SS alemanas, Heinrich Himmler emitió una orden infame: "Mátenlos a todos, no tomaremos prisioneros". La ciudad debía ser "arrasada para sentar un espantoso ejemplo para toda Europa".
El líder soviético Josef Stalin, que consideraba al Ejército Nacional polaco como anti-soviético y planeaba instalar un gobierno comunista en Polonia, llamó a la rebelión una "camorra sin sentido montada por aventureros". Los soviéticos observaron sin hacer nada, desde el lado este del río Vístula, la destrucción de la ciudad.
Los hambrientos y exhaustos combatientes polacos capitularon después de dos meses. Los sobrevivientes fueron deportados a campos de concentración. Los alemanes procedieron a la destrucción sistemática de la ciudad. Más de un ochenta por ciento de Varsovia fue transformada en escombros.
Después del fin de la guerra y Polonia cayera bajo dominio comunista, la rebelión fue condenada y muchos de sus héroes perseguidos. Para las potencias occidentales la rebelión fue un incómodo recordatorio de su falta de acción.
Norman Davies, un historiador y escritor en la Universidad de Oxford, duda que Occidente pudiera haber presionado a Stalin para salvar a Varsovia. Pero ni siquiera lo intentó, dijo Davies en una entrevista a un diario polaco.
El "Occidente no movió ni un dedo", dijo. "Ni siquiera obligó al Kremlin a aceptar el aterrizaje de aviones con suministros de ayuda".
El año pasado, con ocasión del 60 aniversario de la rebelión del gueto judío, el presidente polaco Aleksander Kwasniewski y funcionarios israelíes colocaron coronas en un gran monumento de granito negro en Varsovia. Este fin de semana los eventos destacaron la rebelión de 1944.
"Hay conciencia en el mundo de lo que los nazis hicieron a los judíos y a los gitanos, pero no de lo que le hicieron a los polacos", dijo Szwykowska, el veterano de la insurrección.
Durante más de cincuenta años, Gaska ha hecho el viaje en tren de 320 kilómetros desde el poniente de la ciudad de Wroclaw a Varsovia cada agosto para recordar a los amigos que pelearon con él y encender cirios en el cementerio militar de Powazki, donde están enterrados la mayoría de los insurgentes.
"Los alemanes mataron a tanta de nuestra gente, fue una matanza. La gente era ejecutada en las calles de Varsovia y teníamos que guardar silencio", dice Gaska. "Ahora creemos que nos toca hablar a nosotros".
[En la conmemoración participaron varias figuras de estado, entre ellas el secretario de estado Colin L. Powell.]

2 de agosto de 2004
©traducción mQh
©losangelestimes

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