PERÚ OTORGA TÍTULOS DE PROPIEDAD A OKUPAS - tyler bridges
Un osado programa otorga títulos de tierra a más de un millón de familias pobres, transformando sus terrenos en capital.
Lima, Perú. César Girón no necesita que lo aguijoneen para sacar su entrañable álbum de fotos de su vecindario tal como se veía en 1990, poco después de que él y otras treinta familias invadieran un terreno de tierras nacionales y establecieran una colonia.
Las fotos en blanco y negro muestran un paisaje tan árido como la luna: una docena de chozas de paja de un cuarto contra un telón de fondo de polvorosa desolación, sin caminos, electricidad o agua potable, sin nada de vegetación.
Girón se excita cuando sale de su casa para mostrar la hoy colonia proletaria de Saúl Cantoral. La mayoría de las casas tiene cocina, dormitorios, cuarto de baño, desagüe y la calle principal pavimentada.
"Es por esto", dice Girón, mostrando orgulloso otro tesoro familiar: su título de propiedad de la tierra, en una escritura oficial, emitido en 1998 por el gobierno peruano.
Con los títulos, Girón y muchos de sus vecinos se han hecho un camino para salir de la miseria mediante un revolucionario pero poco conocido programa que otorgó títulos de propiedad a más de un millón de familias peruanas en los últimos ocho años -transformando el valor de la tierra en capital activo.
Que la falta de títulos de tierra juegue un papel tan importante en desalentar el desarrollo económico puede parecer impensable en Estados Unidos, donde existen registros estables de la propiedad de la tierra desde las invasiones de tierra del siglo 19. Pero existe en toda América Latina la falta de claridad sobre la tierra, y se ha transformado en un importante factor de la miseria en la región.
Sin títulos, las familias pobres no pueden sacar hipotecas para mejorar sus casas, empezar pequeños negocios o pagar la educación de sus hijos -los fundamentales mecanismos mediante los cuales la mayoría de los estadounidenses sube en la escala económica.
Sin títulos claros de propiedad de la tierra, la gente se mata en disputas sobre la propiedad, especialmente en áreas rurales, y los gobiernos no pueden recaudar impuestos a la propiedad para destinarlos a las escuelas o a la salud, donde se necesitan urgentemente.
Sin títulos de tierra, los okupas tienen que quedarse más a menudo en casa para impedir que alguien les quite sus tenencias ilegales, y es menos probable que sus hijos vayan a la escuela.
Y sin títulos legales para habilitar parcelas de tierras agrícolas, millones de campesinos han emigrado a las ciudades latinoamericanas, donde terminan en colonias hacinadas y plagadas por el crimen. Otorgar títulos de propiedad como una medida para combatir la pobreza es el parto del ingenio del economista peruano Hernando de Soto, que dice que al hacer así transforma el "capital muerto" -el valor potencial del predio y la casa- en capital activo. En 2000, calculó que Perú tenía $74.2 billones en capital muerto de la propiedad inmobiliaria -dos veces más que los activos totales de las mil empresas privadas más grandes del país.
Un Problema Común
Perú y en realidad América Latina no son los únicos. Países pobres como Egipto, Haití y Filipinas tienen billones de dólares en capital muerto', debido a la falta de títulos de propiedad, dijo De Soto. Pero los litigios sobre tierras han estado durante largo tiempo en el origen de muchos de los trastornos políticos de América Latina, y decenas de millones de sus residentes viven hoy como okupas en terrenos que no poseen legalmente.
Hay mucho en juego. Si las teorías de De Soto se demuestran eficaces, Perú marcaría pauta en un profundo mejoramiento de las condiciones de vida de millones de pobres y fortalecería la democracia en América Latina. Sin embargo, el fracaso podría generar más desconfianza del gobierno en una región donde mucha gente se siente abandonada por sus representantes elegidos.
La mayor parte de la tierra en América Latina sigue sin empadronar y sin registros desde que la región conquistó su independencia de las coronas española y portuguesa -que poseían toda la tierra- en los siglos 18 y 19, dijo Jonathan Conning, especialista en tierras en América Latina en el Hunter College de la Ciudad de Nueva York. Peticiones del porcentaje de tierra empadronada en Perú y Venezuela, por ejemplo, fueron recibidas con miradas de asombro por los funcionarios del registro de tierras del gobierno.
Un Importante Apoyo
Pero el Banco Mundial ha apoyado la idea de otorgar títulos de propiedad de la tierra como un principal componente de su programa de erradicación de la pobreza en América Latina, ofreciendo programas de financiación en Perú, Bolivia, Panamá, El Salvador y Guatemala. Los gobiernos de Brasil y Costa Rica están impulsando programas similares.
David Varela, un representante del Bando Mundial en Venezuela, dijo que mientras el proceso de otorgamiento de escrituras costaba al estado un promedio de $60 por predio, el valor de ese predio y casa sube hasta $925.
La invasión de okupas que creó la colonia de Saúl Cantoral en las afueras al nordeste de Lima tuvo lugar el 16 de mayo de 1990. Como Girón, los otros okupas llegaron a Lima desde áreas rurales. Llamaron así a la colonia en homenaje a un líder sindical minero de izquierdas asesinado en 1989, y comenzó a crecer.
En 1992, sus tres mil vecinos trazaron las calles. En 1993 construyeron una escuela. Sin embargo, en 1996 todavía vivían, la mayoría de los residentes, en chozas de paja con suelo de tierra.
La suerte comenzó a cambiar después de que trabajadores de una agencia de gobierno, que fue instalada con ayuda de De Soto, la Comisión de Formalización la Propiedad Informal, llegaron a Saúl Cantoral en 1996 y anunciaron que querían entregar escrituras.
"No fue necesario que nos explicaran las ventajas de tener títulos", dijo Girón, 56, rector de una escuela. "Sabíamos que si vas a un banco a pedir un préstamo, te van a pedir una escritura como garantía".
A menos que los vecinos tuvieran familiares o amigos bien forrados, la única alternativa era pedir dinero a los prestamistas a tasas de interés de veinte a treinta por ciento al mes, agregó.
Girón y sus vecinos recibieron sus escrituras personalmente de manos del entonces presidente peruano Alberto Fujimori, que se ganó a cambio el apoyo incondicional de los votantes pobres.
Roxana Verastigui, una madre soltera de 35 años que vive a tiro de piedra de Girón, pidió un préstamo de $1.700 a un banco para agregar un cuarto de cocina y un dormitorio a su casa. Está pagando el préstamo de seis años en mensualidades de $24.
Girón pidió dinero para transformar su casa de paja en una sólida casa de ladrillos de un dormitorio, donde viven seis personas. Él y los otros también han usado sus escrituras para lograr que les instalaran líneas telefónicas y comprar enseres para el hogar a crédito en unos grandes almacenes -en su caso, una nevera y una torre musical.
"La escritura demostraba que yo era un propietario y les hizo sentirse más seguros para hacer negocios conmigo", dijo Girón.
Otro vecino, una alegre enfermera de media jornada llamada Victoria Flores, dijo que la escritura también le permitía trabajar más horas y que su hijo fuera a la escuela más regularmente. Antes se sentía obligada a dejar a alguien en casa para vigilar que otros okupas no le robaran sus cosas.
"Ahora, nadie puede entrar aquí", dijo Flores, mientras los pollos correteaban por el patio. La experiencia de Flores sigue el rastro de las dos mayores propuestas de Erica Field, un egresado de Princeton que ha realizado el más exhaustivo análisis del programa de propiedad de la tierra de Perú.
Después de estudiar el programa en ocho ciudades, Field descubrió que las familias con escrituras trabajaban 16 horas adiciones a la semana, que sus niños en edad escolar tenían un 27% menos de probabilidad de tener que trabajar, y que los padres tenían un 47% menos de probabilidad de limitarse a trabajar en casa.
Al otorgar títulos de propiedad, el presidente Alejandro Toledo dijo en una entrevista que eso "da valor a la propiedad y proporciona seguridad psicológica tanto como financiera".
En total, el gobierno de Perú ha otorgado casi 1.4 millones de escrituras en propiedades urbanas en Lima y otras ciudades desde 1996 hasta febrero de este año -el programa más ambicioso de América Latina, aunque todavía esperan casi un millón de familias.
Debilidad
El programa tiene defectos. La mayoría de los bancos comerciales se muestra reluctante a prestar dinero a residentes de colonias, ya que sacan pocos beneficios de los micro-préstamos, dijo Donald F. Terry, un alto funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo, que también está ayudando a poner en práctica las teorías de De Soto.
Sólo el catorce por ciento de los vecinos de Saúl Cantoral han utilizado el sistema bancario.
Marcelina Punto dijo que había decidido por no pedir un préstamo y en lugar de eso transformar la parte anterior de su casa en el único restaurante de Saúl Cantoral, levantándose a las cinco de la mañana para vender sopa a los trabajadores que se encaminan a sus trabajos y sirviendo luego almuerzos a un dólar de sopa, pollo a la parrilla, arroz y frijoles.
"Es demasiado arriesgado pedir dinero prestado... Si no pagas, puedes perder tu casa", dijo Punto, 47, antes de reconocer el lado positivo de tener un título. "Teníamos miedo de que en cualquier momento nos echaran de nuestras casas... Pero ahora me siento segura de que es mi propiedad".
Hilaria Huallpa, 32, vive en la misma calle que Girón, en una casa de madera contrachapada de un cuarto con suelo de tierra y sus tres hijos duermen en una cama de una plaza metida contra un rincón. Dijo que no puede conseguir ni siquiera una pequeña hipoteca.
"Me gustaría sacar un préstamo para arreglarla", dijo Huallpa, embarazada de su cuarto hijo. "Pero te piden 700 soles [$202] de entrada. Sólo teníamos para 400 o 500 soles". Su marido es barrendero; gana $115 al mes.
Reconociendo que las hipotecas comerciales son difíciles de obtener, la Comisión de Formalización la Propiedad Informal del gobierno inició un nuevo programa que conecta a dueños de escrituras con entidades de crédito que pueden otorgar préstamos de bajo valor a tasas bajas de interés. Alrededor de 296.000 nuevos propietarios recibieron un total de $728 millones en préstamos desde 2000, dijo un portavoz de la agencia.
Pero esas sumas son pequeñas "en comparación con la cantidad de capitales inactivos", dijo De Soto. Sin embargo, antes de la agencia de gobierno se acercara a Saúl Cantoral, el 75 por ciento de sus residentes vivía en casas de cartón o de paja. Hoy, el 80 por ciento de las casas son de ladrillo.
Otra colonia de Lima, Edén de Manantial, está trabajando con la agencia para seguir los pasos de Saúl Cantoral.
Entretanto, da una dura lección en las desgracias que aflijen a los okupas.
Al final de un desigual camino de tierra hacia la cima de una escarpada loma en las afueras al sur de Lima, Edén de Manantial fue fundada hace cuatro años por cincuenta familias y ahora cuenta con 2.500 vecinos, que viven en casas de cartón o de paja con suelo de tierra. No tienen ni agua potable ni teléfono.
El Peligro De Los Okupas
"Cuando sales a buscar trabajo, te preguntan por un documento que indique tu domicilio", dijo María Carrasco, 30, a veces dependienta de una farmacia. "Pero no tenemos esos documentos, porque no tenemos facturas del agua, ni de la electricidad ni del teléfono".
Pero después de enterarse de que la agencia de gobierno estaba en proceso de otorgar escrituras, una compañía de electricidad privada, Luz del Sur, decidió recientemente extender sus líneas a la colonia.
"Han sido reconocidos por las autoridades locales", dijo el portavoz de la empresa Pedro Núñez.
María Huertas, 43, costurera, espera que le otorguen un préstamo con la ayuda de la agencia de gobierno para comprar una nueva máquina de coser.
"Una escritura es indispensable para todo", dijo María.
7 de agosto de 2004
tbridges@herald.com
©traducción mQh
©miamiherald
Las fotos en blanco y negro muestran un paisaje tan árido como la luna: una docena de chozas de paja de un cuarto contra un telón de fondo de polvorosa desolación, sin caminos, electricidad o agua potable, sin nada de vegetación.
Girón se excita cuando sale de su casa para mostrar la hoy colonia proletaria de Saúl Cantoral. La mayoría de las casas tiene cocina, dormitorios, cuarto de baño, desagüe y la calle principal pavimentada.
"Es por esto", dice Girón, mostrando orgulloso otro tesoro familiar: su título de propiedad de la tierra, en una escritura oficial, emitido en 1998 por el gobierno peruano.
Con los títulos, Girón y muchos de sus vecinos se han hecho un camino para salir de la miseria mediante un revolucionario pero poco conocido programa que otorgó títulos de propiedad a más de un millón de familias peruanas en los últimos ocho años -transformando el valor de la tierra en capital activo.
Que la falta de títulos de tierra juegue un papel tan importante en desalentar el desarrollo económico puede parecer impensable en Estados Unidos, donde existen registros estables de la propiedad de la tierra desde las invasiones de tierra del siglo 19. Pero existe en toda América Latina la falta de claridad sobre la tierra, y se ha transformado en un importante factor de la miseria en la región.
Sin títulos, las familias pobres no pueden sacar hipotecas para mejorar sus casas, empezar pequeños negocios o pagar la educación de sus hijos -los fundamentales mecanismos mediante los cuales la mayoría de los estadounidenses sube en la escala económica.
Sin títulos claros de propiedad de la tierra, la gente se mata en disputas sobre la propiedad, especialmente en áreas rurales, y los gobiernos no pueden recaudar impuestos a la propiedad para destinarlos a las escuelas o a la salud, donde se necesitan urgentemente.
Sin títulos de tierra, los okupas tienen que quedarse más a menudo en casa para impedir que alguien les quite sus tenencias ilegales, y es menos probable que sus hijos vayan a la escuela.
Y sin títulos legales para habilitar parcelas de tierras agrícolas, millones de campesinos han emigrado a las ciudades latinoamericanas, donde terminan en colonias hacinadas y plagadas por el crimen. Otorgar títulos de propiedad como una medida para combatir la pobreza es el parto del ingenio del economista peruano Hernando de Soto, que dice que al hacer así transforma el "capital muerto" -el valor potencial del predio y la casa- en capital activo. En 2000, calculó que Perú tenía $74.2 billones en capital muerto de la propiedad inmobiliaria -dos veces más que los activos totales de las mil empresas privadas más grandes del país.
Un Problema Común
Perú y en realidad América Latina no son los únicos. Países pobres como Egipto, Haití y Filipinas tienen billones de dólares en capital muerto', debido a la falta de títulos de propiedad, dijo De Soto. Pero los litigios sobre tierras han estado durante largo tiempo en el origen de muchos de los trastornos políticos de América Latina, y decenas de millones de sus residentes viven hoy como okupas en terrenos que no poseen legalmente.
Hay mucho en juego. Si las teorías de De Soto se demuestran eficaces, Perú marcaría pauta en un profundo mejoramiento de las condiciones de vida de millones de pobres y fortalecería la democracia en América Latina. Sin embargo, el fracaso podría generar más desconfianza del gobierno en una región donde mucha gente se siente abandonada por sus representantes elegidos.
La mayor parte de la tierra en América Latina sigue sin empadronar y sin registros desde que la región conquistó su independencia de las coronas española y portuguesa -que poseían toda la tierra- en los siglos 18 y 19, dijo Jonathan Conning, especialista en tierras en América Latina en el Hunter College de la Ciudad de Nueva York. Peticiones del porcentaje de tierra empadronada en Perú y Venezuela, por ejemplo, fueron recibidas con miradas de asombro por los funcionarios del registro de tierras del gobierno.
Un Importante Apoyo
Pero el Banco Mundial ha apoyado la idea de otorgar títulos de propiedad de la tierra como un principal componente de su programa de erradicación de la pobreza en América Latina, ofreciendo programas de financiación en Perú, Bolivia, Panamá, El Salvador y Guatemala. Los gobiernos de Brasil y Costa Rica están impulsando programas similares.
David Varela, un representante del Bando Mundial en Venezuela, dijo que mientras el proceso de otorgamiento de escrituras costaba al estado un promedio de $60 por predio, el valor de ese predio y casa sube hasta $925.
La invasión de okupas que creó la colonia de Saúl Cantoral en las afueras al nordeste de Lima tuvo lugar el 16 de mayo de 1990. Como Girón, los otros okupas llegaron a Lima desde áreas rurales. Llamaron así a la colonia en homenaje a un líder sindical minero de izquierdas asesinado en 1989, y comenzó a crecer.
En 1992, sus tres mil vecinos trazaron las calles. En 1993 construyeron una escuela. Sin embargo, en 1996 todavía vivían, la mayoría de los residentes, en chozas de paja con suelo de tierra.
La suerte comenzó a cambiar después de que trabajadores de una agencia de gobierno, que fue instalada con ayuda de De Soto, la Comisión de Formalización la Propiedad Informal, llegaron a Saúl Cantoral en 1996 y anunciaron que querían entregar escrituras.
"No fue necesario que nos explicaran las ventajas de tener títulos", dijo Girón, 56, rector de una escuela. "Sabíamos que si vas a un banco a pedir un préstamo, te van a pedir una escritura como garantía".
A menos que los vecinos tuvieran familiares o amigos bien forrados, la única alternativa era pedir dinero a los prestamistas a tasas de interés de veinte a treinta por ciento al mes, agregó.
Girón y sus vecinos recibieron sus escrituras personalmente de manos del entonces presidente peruano Alberto Fujimori, que se ganó a cambio el apoyo incondicional de los votantes pobres.
Roxana Verastigui, una madre soltera de 35 años que vive a tiro de piedra de Girón, pidió un préstamo de $1.700 a un banco para agregar un cuarto de cocina y un dormitorio a su casa. Está pagando el préstamo de seis años en mensualidades de $24.
Girón pidió dinero para transformar su casa de paja en una sólida casa de ladrillos de un dormitorio, donde viven seis personas. Él y los otros también han usado sus escrituras para lograr que les instalaran líneas telefónicas y comprar enseres para el hogar a crédito en unos grandes almacenes -en su caso, una nevera y una torre musical.
"La escritura demostraba que yo era un propietario y les hizo sentirse más seguros para hacer negocios conmigo", dijo Girón.
Otro vecino, una alegre enfermera de media jornada llamada Victoria Flores, dijo que la escritura también le permitía trabajar más horas y que su hijo fuera a la escuela más regularmente. Antes se sentía obligada a dejar a alguien en casa para vigilar que otros okupas no le robaran sus cosas.
"Ahora, nadie puede entrar aquí", dijo Flores, mientras los pollos correteaban por el patio. La experiencia de Flores sigue el rastro de las dos mayores propuestas de Erica Field, un egresado de Princeton que ha realizado el más exhaustivo análisis del programa de propiedad de la tierra de Perú.
Después de estudiar el programa en ocho ciudades, Field descubrió que las familias con escrituras trabajaban 16 horas adiciones a la semana, que sus niños en edad escolar tenían un 27% menos de probabilidad de tener que trabajar, y que los padres tenían un 47% menos de probabilidad de limitarse a trabajar en casa.
Al otorgar títulos de propiedad, el presidente Alejandro Toledo dijo en una entrevista que eso "da valor a la propiedad y proporciona seguridad psicológica tanto como financiera".
En total, el gobierno de Perú ha otorgado casi 1.4 millones de escrituras en propiedades urbanas en Lima y otras ciudades desde 1996 hasta febrero de este año -el programa más ambicioso de América Latina, aunque todavía esperan casi un millón de familias.
Debilidad
El programa tiene defectos. La mayoría de los bancos comerciales se muestra reluctante a prestar dinero a residentes de colonias, ya que sacan pocos beneficios de los micro-préstamos, dijo Donald F. Terry, un alto funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo, que también está ayudando a poner en práctica las teorías de De Soto.
Sólo el catorce por ciento de los vecinos de Saúl Cantoral han utilizado el sistema bancario.
Marcelina Punto dijo que había decidido por no pedir un préstamo y en lugar de eso transformar la parte anterior de su casa en el único restaurante de Saúl Cantoral, levantándose a las cinco de la mañana para vender sopa a los trabajadores que se encaminan a sus trabajos y sirviendo luego almuerzos a un dólar de sopa, pollo a la parrilla, arroz y frijoles.
"Es demasiado arriesgado pedir dinero prestado... Si no pagas, puedes perder tu casa", dijo Punto, 47, antes de reconocer el lado positivo de tener un título. "Teníamos miedo de que en cualquier momento nos echaran de nuestras casas... Pero ahora me siento segura de que es mi propiedad".
Hilaria Huallpa, 32, vive en la misma calle que Girón, en una casa de madera contrachapada de un cuarto con suelo de tierra y sus tres hijos duermen en una cama de una plaza metida contra un rincón. Dijo que no puede conseguir ni siquiera una pequeña hipoteca.
"Me gustaría sacar un préstamo para arreglarla", dijo Huallpa, embarazada de su cuarto hijo. "Pero te piden 700 soles [$202] de entrada. Sólo teníamos para 400 o 500 soles". Su marido es barrendero; gana $115 al mes.
Reconociendo que las hipotecas comerciales son difíciles de obtener, la Comisión de Formalización la Propiedad Informal del gobierno inició un nuevo programa que conecta a dueños de escrituras con entidades de crédito que pueden otorgar préstamos de bajo valor a tasas bajas de interés. Alrededor de 296.000 nuevos propietarios recibieron un total de $728 millones en préstamos desde 2000, dijo un portavoz de la agencia.
Pero esas sumas son pequeñas "en comparación con la cantidad de capitales inactivos", dijo De Soto. Sin embargo, antes de la agencia de gobierno se acercara a Saúl Cantoral, el 75 por ciento de sus residentes vivía en casas de cartón o de paja. Hoy, el 80 por ciento de las casas son de ladrillo.
Otra colonia de Lima, Edén de Manantial, está trabajando con la agencia para seguir los pasos de Saúl Cantoral.
Entretanto, da una dura lección en las desgracias que aflijen a los okupas.
Al final de un desigual camino de tierra hacia la cima de una escarpada loma en las afueras al sur de Lima, Edén de Manantial fue fundada hace cuatro años por cincuenta familias y ahora cuenta con 2.500 vecinos, que viven en casas de cartón o de paja con suelo de tierra. No tienen ni agua potable ni teléfono.
El Peligro De Los Okupas
"Cuando sales a buscar trabajo, te preguntan por un documento que indique tu domicilio", dijo María Carrasco, 30, a veces dependienta de una farmacia. "Pero no tenemos esos documentos, porque no tenemos facturas del agua, ni de la electricidad ni del teléfono".
Pero después de enterarse de que la agencia de gobierno estaba en proceso de otorgar escrituras, una compañía de electricidad privada, Luz del Sur, decidió recientemente extender sus líneas a la colonia.
"Han sido reconocidos por las autoridades locales", dijo el portavoz de la empresa Pedro Núñez.
María Huertas, 43, costurera, espera que le otorguen un préstamo con la ayuda de la agencia de gobierno para comprar una nueva máquina de coser.
"Una escritura es indispensable para todo", dijo María.
7 de agosto de 2004
tbridges@herald.com
©traducción mQh
©miamiherald
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