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CONSTRUYENDO LEALTAD Y UN LEGADO - mary beth sheridan


Aunque muy criticados, los programas de erradicación de la pobreza han logrado ganar para Chávez el voto de los pobres de Venezuela.
Caracas, Venezuela. La revolución llegó a la casa de Luis Ruiz llevando cacerolas y sartenes. Llevó una nevera y una cocinilla y un fregadero, bolsas de pasta y unos gordos pollos congelados -una bonanza para un hombre que vive en una barriada de Caracas.
Las cosas llegaron el mes pasado gracias al programa del presidente Hugo Chávez de crear ‘comedores populares' en los barrios de Venezuela. Para Ruiz, 41, plomero de media jornada que se encarga de cocinar las mercaderías gratuitas para sus vecinos, fue el signo más reciente de la prometida revolución de Chávez. Hasta ahora el gobierno ha levantado para la barriada en las faldas de la colina una clínica sanitaria y un economato de alimentos subsidiados.
"Chávez está al lado del pueblo", declaró Ruiz hace poco, mientras repartía entre sus vecinos un tentempié vespertino -una ensalada de frutas y avena. "Con él, tenemos esperanzas".
Los programas sociales en la barriada de Ruiz ayudan a explicar por qué Chávez lleva la delantera en los sondeos de opinión a medida que se acerca la votación extraordinaria del domingo. Los encuestadores dicen que los resultados pueden ser estrechos. Para ganar, el antiguo y autócrata oficial del ejército necesita el apoyo de millones de personas que él dice que están fervientemente detrás su revolución.
Chávez es claramente menos popular que cuando arrasó en las elecciones de 1998, cuando prometió cambiar el sistema bipartidista, empañado por la corrupción. Los opositores lo han acusado de debilitar las instituciones democráticas, de causar la ruina económica y de tratar de establecer un gobierno autoritario al estilo de la Cuba de Fidel Castro.
Pero gracias al gasto social financiado por los crecientes ingresos por el petróleo, y su llamado a los pobres cada vez más activos, Chávez ha sido capaz de superar una constante turbulencia política.
Visitar hoy el país es vivir de nuevo la experiencia de la Guerra Fría. Carteles del Che Guevara cuelgan en el frontis de la compañía petrolífera nacional, antiguamente un bastión de los profesionales de cuello blanco. Las paredes de Caracas, la capital, están cubiertas de lemas anti-imperialistas ("¡El País No Se Vende!"). La oposición advierte que el comunismo al estilo cubano está a la vuelta de la esquina de Venezuela, un importante suministrador de petróleo de Estados Unidos.
Muchos analistas dicen que los programas de erradicación de la pobreza de Chávez se parecen más al tradicional populismo venezolano que a algo revolucionario. La transformación que llevó a cabo Chávez puede finalmente no ser más que una de expectativas -al dar a millones de pobres algo de poder político y derechos. Gente como Ruiz han adoptado el lenguaje de la guerra de clases. Y no tienen intención de hacerse a un lado.
"El país que tenemos ahora es profundamente diferente", dijo Humberto Calderón, un antiguo ejecutivo de la industria petrolífera ahora activo en la coalición de la oposición. Incluso si la oposición reemplaza a Chávez, dijo, su legado será pesado.
"Si no llegamos a un entendimiento con el chavismo, no podremos gobernar", dijo Calderón.
Los signos más vivos de los cambios introducidos por Chávez se ven en los vecindarios más pobres. Ahora hay cyber-cafés con internet gratuita, clínicas médicas dirigidas por doctores cubanos, programas de alfabetización y nuevas universidades.
La mayoría de estos programas comenzaron apenas el año pasado, cuando repuntaron los precios del petróleo. Analistas independientes dicen que los programas, que son gestionados al margen de los controles normales del parlamento y de los ministerios de gobierno, tienen poca planificación y son una fuente de corrupción. Además, pueden dejar de ser sostenibles si cae el precio del petróleo y están siendo usados claramente para dar publicidad al presidente, dicen los analistas.
"Chávez hizo lo que hacen todos los políticos de América Latina: comprar al pueblo con gasto público", dijo Luis Vicente León, director de Datanálisis, una agencia de sondeos.
Los programas han tenido tanto éxito que la oposición tuvo que retirar sus críticas y ahora promete mejorarlos si Chávez es derrotado. De acuerdo a Datanálisis, casi cuatro de diez personas recientemente encuestadas dijeron que habían comprado en los economatos de abarrotes subsidiados del gobierno.
Bachur hace panecillos, no revoluciones. Pero el panadero, 35, dijo que estaba profundamente impresionado de los economatos del gobierno en su pobre vecindario de Caracas, donde compra bolsas de harina barata decoradas con frases de la nueva constitución que promueve Chávez.
"Es el único presidente que ha hecho algo", dijo, señalando hacia la dilapidada calle comercial del barrio, donde unos abollados autobuses pasan arrastrándose frente a nudos de desempleados. "Los otros presidentes eran corruptos".
Pero para la mayoría de los venezolanos pobres la vida ha empeorado con Chávez. Aserruchada por la recesión, un corto golpe y dos meses de huelga general que casi cesó la producción de petróleo del país, la economía se había contraído, con una disminución del ingreso nacional per cápita de casi un 25 por ciento desde 1998 a 2003, hasta que comenzó remontar este año. Miles de compañías han cerrado sus puertas y el valor de la divisa, el bolívar, ha caído a pique.
El casi colapso de la economía ha costado muchos partidarios a Chávez. Pero el apoyo del presidente descansa menos en su prestación económica que en sus habilidades comunicativas y su profesada identificación con los pobres. Ha convencido a muchos de que los problemas del país son causados por lo que llama la "oligarquía rancia", líderes empresariales que estuvieron estrechamente asociados a los desacreditados gobiernos del pasado.
Los pobres tienen "una conexión emocional con Chávez. Sabe tocar esas fibras que tienen que ver con las divisiones en la sociedad, con el resentimiento social", dijo Elías Santana, un activista de oposición que trabaja con grupos no gubernamentales.
Algunos analistas dicen que Chávez aprovecha un fuerte malcontento que creció a medida que su economía se estancaba repetidas veces en los años ochenta y noventa, debido a la mala gestión, a los fluctuantes precios del petróleo y la naturaleza débil y poco competitiva de las economías no petroleras. Muchos pobres se sentían marginados por el gobierno y comenzaron a organizarse políticamente y a montar manifestaciones regularmente.
"Creen que están gobernando. Creen que es su gobierno", dijo María Sanjuan, psicóloga social de la Universidad Central de Venezuela.
La clase media, entretanto, está preocupada de que la retórica política adoptada por los pobres pueda estallar en violencia.
"El presidente ha inspirado la revolución -pero más que eso, es una guerra civil", dijo Margarita Trujillo, 51, una maestra en el paro, que estaba sorbiendo un café expreso en un barrio de clase media al este de Caracas. Los partidarios del presidente, dijo, "creen que habrá una revolución aquí en el este, donde vive la mejor en mejor situación económica, y que los matarán a todos".
Semejante perspectiva es poco probable, pero ambos lados ven el referéndum como algo más que una simple votación. Los opositores de Chávez dicen que la democracia está en peligro. Sus partidarios dicen que es un momento definitorio para la revolución.
Si Chávez pierde, dijo Ruiz, el cocinero del comedor popular, "habrá violencia".

12 de agosto de 2004
©traducción mQh
©washingtonpost

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