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PINOCHET EN TRIBUNALES


El antiguo dictador Pinochet será finalmente procesado por un tribunal chileno por el asesinato de algunos de sus más prominentes opositores políticos -no por los 3.000 líderes sindicales, de organizaciones sociales y estudiantiles asesinados por sus tropas en connivencia con la clase patronal. Estos criminales escaparán a la justicia.
Finalmente la ley consiguió atrapar al general Augusto Pinochet, cuyo régimen militar en Chile supervisó el asesinato de miles de opositores políticos durante los años setenta y ochenta. El último mes la Corte Suprema chilena retiró la inmunidad que ha impedido durante tanto tiempo que general Pinochet rinda cuentas de sus acciones en esos trágicos años. Como resultado, los fiscales podrán ahora acusar formalmente al antiguo e impenitente dictador militar, ahora de 88 años, por algunos de los más conocidos crímenes realizados en su nombre y, según las acusaciones, bajo sus órdenes directas.
La resolución de la Corte se produce en el marco de la Operación Cóndor, en la que es acusado de conspirar con otros dictadores sudamericanos para asesinar a importantes opositores políticos. En un caso relacionado, oficiales de los servicios secretos chilenos fueron condenados hace años del atentado con bomba en Washington que costó la vida al antiguo ministro de Asuntos Exteriores chileno y a una colega estadounidense. Al menos 3.000 chilenos de a pie fueron asesinados por la dictadura de Pinochet por sus convicciones políticas.
La Corte Suprema había previamente impedido el enjuiciamiento del general debido a que sus abogados insistieron en que no tenía ya capacidades mentales para soportar un juicio. El general ayudó a socavar ese alegato en noviembre último cuando concedió una inteligente entrevista a una televisión de Miami. A comienzos del verano el Congreso de los Estados Unidos informó que durante los mismos años en que los tribunales chilenos lo declararon incompetente, el general Pinochet estuvo manejando activamente varios millones de dólares en fondos secretos en el Banco Riggs de Washington.
Eso no sólo demostró su agudeza mental, sino también causó conmoción entre muchos conservadores chilenos que habían previamente creído en la reputación cuidadosamente cultivada del general como un líder austero que no toleraba la corrupción.
Chile era un país terriblemente dividido en septiembre de 1973, cuando el general Pinochet y otros oficiales militares se rebelaron y acabaron con una de las democracias más antiguas y fuertes de América Latina. Hoy, esas divisiones han sido en gran parte cicatrizadas, y la democracia ha sido laboriosamente reconstruida. El procesamiento del general Pinochet en una corte chilena ayudaría a coronar esa recuperación.
8 de septiembre de 2004
©newyorktimes
©traducción mQh

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