atrocidades en darfur
[Robert Dixon] Refugiados sudaneses reportan ataques de milicia árabe contra aldeas. Milicia árabe incendia mezquita, quema archivos de víctimas y mata a decena de civiles. A pesar de la situación países como China y Rusia bloquean la aplicación de sanciones contra los asesinos.
Campamento de Kalma, Sudán. Cuando la mezquita de la aldea de Yassin fue quemada por milicias árabes hace más de una semana, no hubo modo de salvar a los cuatro frágiles ancianos que murieron entre las llamas.
Una lista de 485 muertos de las áreas vecinas, recopilada con mucho esfuerzo por residentes de la localidad durante un período de dos meses, también ardieron en la mezquita, dijeron los aldeanos.
Algunos sobrevivientes de las últimas atrocidades cometidas en el sur de la región de Darfur han huido hacia el campamento de Kalma para personas desplazadas en las afueras de Nyala en los últimos días. Funcionarios de organizaciones de ayuda humanitaria informaron que alrededor de mil familias -más de 5.000 personas- se dirigen todavía hacia el campamento.
Los ataques reflejan la violencia de las milicias árabes en toda la región de Darfur, que ha provocado la huida de 1.2 millones de personas, que han abandonado sus aldeas desde el año pasado. Naciones Unidas la ha descrito como la peor crisis humanitaria del mundo, calculando que han muerto entre 30.000 y 50.000 personas.
Las milicias árabes han atacado Yassin, a unos 48 kilómetros al este de Nyala, cuatro veces desde comienzos de julio. Decenas de personas se refugiaron en la mezquita a fines de agosto, pero en el último ataque las milicias la incendiaron, junto con la aldea. Los ataques continuaron durante tres días, y 60 personas murieron en ellos, dijo uno de los líderes de la aldea, Mahmoud Adam Isak.
Isak, de 38 años, tuvo que sepultar a su bebé el viernes cuando llegó a Kalma.
Huyó de Yassin con su esposa y 13 hijos a comienzos de julio, y se ocultaron en el bosque en las afueras de la aldea con otras 70 familias.
Pero entonces las milicias volvieron a atacar. Huyeron esta vez a otra aldea cercana, y luego a otra, pero semana tras semana las milicias árabes continuaron la persecución, arrasando los asentamientos uno por uno, asesinando a los hombres y secuestrando a las niñas, dijo.
La familia de Isak encontró refugio en la aldea de Ladok, cerca de Yassin, durante ocho días, hasta que volvieron a ser atacados.
La familia huyó en la oscuridad de la noche y estuvo viajando durante cinco días. Su hijita de nueves meses, debilitada por la falta de alimentos, murió el día en que la familia llegó al campamento.
Isak dijo que los atacantes eran milicias tribales árabes, conocidas como janjaweed. Dijo que había una enorme base con unos 2.000 milicianos árabes en Assalaya, al este de Nyala.
"Tienen caballos y armas, y algunos de ellos se desplazan en coches", dijo.
Otro vecino de Yassin, Mikail Abdullag Hamad, de 52 años, dijo: "Pensábamos que estaríamos seguros en la mezquita".
Pero describió el caos cuando el edificio fue incendiado. Nadie puedo rescatar a los cuatro ancianos en su interior, que no podían caminar.
"En mi familia somos 21 personas. Mi única preocupación era salvarlos a ellos", dijo Hamad.
Él y otros trabajaron en apuntar los nombres de las personas asesinadas en las aldeas en los alrededores de Yassin, enviando mensajes por burro o carro pidiendo información después de los ataques. El número de muertos no pudo ser confirmado independientemente.
"No hubo modo de rescatar la lista cuando la mezquita fue envuelta por las llamas", dijo.
Hamad apuntó otras aldeas que fueron atacadas, incluyendo Hijalij, Um Hashim, Abu Albishari y Ladok.
Los siete mil habitantes de Yassin se dispersaron, huyendo muchos de ellos hacia la ciudad de Muhajariya, al este de Nyala. La organización humanitaria francesa Solidarités informó la semana pasada que había unas 29.000 personas desplazadas en Muhajariya y describió la situación sanitaria y la disponibilidad de agua como extremadamente grave.
Después del segundo ataque contra Yassin en julio, Adam Ismail, de 35 años, empaquetó los artículos de su pequeño tenderete callejero, los cargó en un carro, tomó a sus dos esposas y siete hijos y huyó. No llegó demasiado lejos.
Su esposa Mohassin Mohammed, de 20, observó cómo los milicianos les persiguieron, matándolo a él y su hijo de cuatro años.
Rauda Abdullah, de 25, su otra esposa, vio a los atacantes agarrar a Nasrine, su hijita de tres años. Observó en angustioso silencio como se llevaban a la niña, que gritaba y lloraba. No la han vuelto a ver.
"No hice ningún ruido. No podía hacer nada. Ella lloraba y gritaba. Me sentí morir", dijo. "Vieron su color pálido y pensaron que era árabe. Por eso se la llevaron".
El conflicto en Darfur ha enfrentado a las milicias árabes -a menudo de un tinte de piel más claro- contra las tribus negras, incluyendo a las etnias fur, massalit y zaghawa.
En el sur de Darfur, la seguridad en los caminos se ha deteriorado agudamente en la última semana, con cuatro incidentes con vehículos de cooperantes y periodistas que han sido atacados con armas de fuego y robados. Naciones Unidas suspendió los viajes al sur de Darfur durante un día.
Un informe de Naciones Unidas del domingo reportó que los ataques en la parte norte de Darfur han aumentado fuertemente. Alrededor de 4.000 personas han huido de sus hogares en los últimos días después de los ataques contra la aldea de Zam Zam, a uno 160 kilómetros al norte de aquí, dice el informe.
Hubo ataques más pequeños contra las aldeas de Thur y Golol en el sur de Darfur, que resultaron en tiendas saqueadas y la muerte de tres personas en los últimos días. Otro ataque contra Ishma, cerca de Kalma, ocurrió hace dos días, pero no se informó de bajas mortales.
Un informe presentado al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la semana pasada reportó que el gobierno sudanés no ha logrado detener los ataques ni desarmar a las milicias y pide que se otorgue a los monitores de la Unión Africana un mandato más amplio para investigar las violaciones de derechos humanos. Funcionarios estadounidenses han criticado severamente las revelaciones del informe, argumentando que no hay pruebas de que el gobierno sudanés esté involucrado en los ataques recientes.
Grupos de derechos humanos han pedido que Naciones Unidas aplique sanciones contra Sudán, pero algunos miembros del Consejo de Seguridad, incluyendo a Rusia y China, se oponen.
Sin embargo, en una maniobra destinada a mantener la presión sobre Sudán, la Unión Europea está diseñando un plan de sanciones, incluyendo la prohibición de comercializar petróleo con ese país, que puede ser usado en el futuro. Estados Unidos ha aplicado sanciones contra Sudán desde 1997.
6 de septiembre de 2004
9 de septiembre de 2004
©losangelestimes
©mQh
Una lista de 485 muertos de las áreas vecinas, recopilada con mucho esfuerzo por residentes de la localidad durante un período de dos meses, también ardieron en la mezquita, dijeron los aldeanos.
Algunos sobrevivientes de las últimas atrocidades cometidas en el sur de la región de Darfur han huido hacia el campamento de Kalma para personas desplazadas en las afueras de Nyala en los últimos días. Funcionarios de organizaciones de ayuda humanitaria informaron que alrededor de mil familias -más de 5.000 personas- se dirigen todavía hacia el campamento.
Los ataques reflejan la violencia de las milicias árabes en toda la región de Darfur, que ha provocado la huida de 1.2 millones de personas, que han abandonado sus aldeas desde el año pasado. Naciones Unidas la ha descrito como la peor crisis humanitaria del mundo, calculando que han muerto entre 30.000 y 50.000 personas.
Las milicias árabes han atacado Yassin, a unos 48 kilómetros al este de Nyala, cuatro veces desde comienzos de julio. Decenas de personas se refugiaron en la mezquita a fines de agosto, pero en el último ataque las milicias la incendiaron, junto con la aldea. Los ataques continuaron durante tres días, y 60 personas murieron en ellos, dijo uno de los líderes de la aldea, Mahmoud Adam Isak.
Isak, de 38 años, tuvo que sepultar a su bebé el viernes cuando llegó a Kalma.
Huyó de Yassin con su esposa y 13 hijos a comienzos de julio, y se ocultaron en el bosque en las afueras de la aldea con otras 70 familias.
Pero entonces las milicias volvieron a atacar. Huyeron esta vez a otra aldea cercana, y luego a otra, pero semana tras semana las milicias árabes continuaron la persecución, arrasando los asentamientos uno por uno, asesinando a los hombres y secuestrando a las niñas, dijo.
La familia de Isak encontró refugio en la aldea de Ladok, cerca de Yassin, durante ocho días, hasta que volvieron a ser atacados.
La familia huyó en la oscuridad de la noche y estuvo viajando durante cinco días. Su hijita de nueves meses, debilitada por la falta de alimentos, murió el día en que la familia llegó al campamento.
Isak dijo que los atacantes eran milicias tribales árabes, conocidas como janjaweed. Dijo que había una enorme base con unos 2.000 milicianos árabes en Assalaya, al este de Nyala.
"Tienen caballos y armas, y algunos de ellos se desplazan en coches", dijo.
Otro vecino de Yassin, Mikail Abdullag Hamad, de 52 años, dijo: "Pensábamos que estaríamos seguros en la mezquita".
Pero describió el caos cuando el edificio fue incendiado. Nadie puedo rescatar a los cuatro ancianos en su interior, que no podían caminar.
"En mi familia somos 21 personas. Mi única preocupación era salvarlos a ellos", dijo Hamad.
Él y otros trabajaron en apuntar los nombres de las personas asesinadas en las aldeas en los alrededores de Yassin, enviando mensajes por burro o carro pidiendo información después de los ataques. El número de muertos no pudo ser confirmado independientemente.
"No hubo modo de rescatar la lista cuando la mezquita fue envuelta por las llamas", dijo.
Hamad apuntó otras aldeas que fueron atacadas, incluyendo Hijalij, Um Hashim, Abu Albishari y Ladok.
Los siete mil habitantes de Yassin se dispersaron, huyendo muchos de ellos hacia la ciudad de Muhajariya, al este de Nyala. La organización humanitaria francesa Solidarités informó la semana pasada que había unas 29.000 personas desplazadas en Muhajariya y describió la situación sanitaria y la disponibilidad de agua como extremadamente grave.
Después del segundo ataque contra Yassin en julio, Adam Ismail, de 35 años, empaquetó los artículos de su pequeño tenderete callejero, los cargó en un carro, tomó a sus dos esposas y siete hijos y huyó. No llegó demasiado lejos.
Su esposa Mohassin Mohammed, de 20, observó cómo los milicianos les persiguieron, matándolo a él y su hijo de cuatro años.
Rauda Abdullah, de 25, su otra esposa, vio a los atacantes agarrar a Nasrine, su hijita de tres años. Observó en angustioso silencio como se llevaban a la niña, que gritaba y lloraba. No la han vuelto a ver.
"No hice ningún ruido. No podía hacer nada. Ella lloraba y gritaba. Me sentí morir", dijo. "Vieron su color pálido y pensaron que era árabe. Por eso se la llevaron".
El conflicto en Darfur ha enfrentado a las milicias árabes -a menudo de un tinte de piel más claro- contra las tribus negras, incluyendo a las etnias fur, massalit y zaghawa.
En el sur de Darfur, la seguridad en los caminos se ha deteriorado agudamente en la última semana, con cuatro incidentes con vehículos de cooperantes y periodistas que han sido atacados con armas de fuego y robados. Naciones Unidas suspendió los viajes al sur de Darfur durante un día.
Un informe de Naciones Unidas del domingo reportó que los ataques en la parte norte de Darfur han aumentado fuertemente. Alrededor de 4.000 personas han huido de sus hogares en los últimos días después de los ataques contra la aldea de Zam Zam, a uno 160 kilómetros al norte de aquí, dice el informe.
Hubo ataques más pequeños contra las aldeas de Thur y Golol en el sur de Darfur, que resultaron en tiendas saqueadas y la muerte de tres personas en los últimos días. Otro ataque contra Ishma, cerca de Kalma, ocurrió hace dos días, pero no se informó de bajas mortales.
Un informe presentado al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la semana pasada reportó que el gobierno sudanés no ha logrado detener los ataques ni desarmar a las milicias y pide que se otorgue a los monitores de la Unión Africana un mandato más amplio para investigar las violaciones de derechos humanos. Funcionarios estadounidenses han criticado severamente las revelaciones del informe, argumentando que no hay pruebas de que el gobierno sudanés esté involucrado en los ataques recientes.
Grupos de derechos humanos han pedido que Naciones Unidas aplique sanciones contra Sudán, pero algunos miembros del Consejo de Seguridad, incluyendo a Rusia y China, se oponen.
Sin embargo, en una maniobra destinada a mantener la presión sobre Sudán, la Unión Europea está diseñando un plan de sanciones, incluyendo la prohibición de comercializar petróleo con ese país, que puede ser usado en el futuro. Estados Unidos ha aplicado sanciones contra Sudán desde 1997.
6 de septiembre de 2004
9 de septiembre de 2004
©losangelestimes
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