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rebeldes africanos de sudán


[Emily Wax] Se sabe poco de las guerrillas africanas en Sudán, pero sus ambiciones exceden sus medios. En un reportaje de la primera semana de septiembre, el Washington Post ofrecía una mirada en el mundo de la harapienta guerrilla.
Furawiya, Sudán. El grasiento y fétido Land Cruiser, con su chirriante correa del ventilador y botijo de cabra balanceándose en la parte de atrás, se sacude a toda velocidad a través del desierto en la zona controlada por los rebeldes de Darfur hasta que se detiene con un brusco frenazo.
En su capó viajaba Isaac, un enérgico tirador de élite del Ejército Sudanés de Liberación ESL. Había divisado su objetivo. El Land Cruiser, camuflado improvisadamente con aerosol negro, reposó por un momento. Isaac miró por la mira de su rifle AK-47. Disparó, y el crepitar de los disparos hizo eco en el silencioso desierto.
En la distancia, un tierno antílope se echó a correr hacia los arbustos. Las hambrientas fuerzas rebeldes pasaron los siguientes 45 minutos -y nueve disparos- persiguiendo a la veloz criatura a través de los espinosos arbustos y espesa arena antes de lograr capturarla.
Encontrar alimento es una asunto de vida o muerte para las miles de personas que viven en esta vasta área de Sudán, incluyendo a las tropas en conflicto que están creando una aguda crisis humanitaria. El conflicto armado en Darfur ha dejado sin casa a 1.2 millones de personas y ha costado la vida a 50.000, con cientos de miles expuestos a enfermedades que ponen en peligro sus vidas.
La condena internacional se ha concentrado en la milicia apoyada por el gobierno conocida como janjaweed, que ha aterrorizado a los civiles en áreas donde la resistencia armada al gobierno ha sido más fuerte. Se ha dedicado menos atención a los rebeldes del ESL, que dicen que iniciaron el conflicto para defender los derechos de las tribus africanas de Darfur y que ahora dominan territorios de agudo sufrimiento y desesperación en las fronteras del país más grande de África.
Una semana de viaje por áreas controladas por los rebeldes muestra que el ESL está mal equipado, mal adiestrado y que carece de organización, con niños soldados niños entre sus harapientas filas. Sus grandiosas ambiciones no están a la altura de sus recursos. Lo único de lo que los rebeldes no carecen es de motivación.
"Danos 500 coches con ametralladoras y tomaremos Kartum en un mes", proclamó Bahar Ibrahim, un importante asesor del brazo político del ESL, refiriéndose a la capital de Sudán. Canoso y diminuto, Ibrahim dice, bebiendo un azucarado té en su campamento en la ciudad de Bahai, que admira la ferocidad de las películas de acción y de vaqueros norteamericanas. "Podemos hacer lo mismo", dice.
Sin embargo, esa agobiante tarde, los rebeldes en el SUV no fueron ni siquiera capaces de cruzar el lecho de un río que había crecido con las lentas aguas de las lluvias de la temporada. En el campamento tenían cinco coches, todos ellos capturados en combate a las tropas del gobierno. Ninguno de ellos funcionaba.
Mientras la milicia janjaweed se encuentra unida por el odio étnico hacia las tribus africanas, los líderes del ESL hablan con igual ferocidad sobre el gobierno árabe de Kartum, del que dicen que ha discriminado a los africanos negros durante generaciones. Se ven a sí mismos como héroes que defienden las vidas de los miembros de las tribus que todavía no han escapado hacia los infectados campamentos del gobierno.
Como resultado, los líderes del ESL, como los cabecillas de la milicia janjaweed, rehúsan silenciar sus armas. Las conversaciones de paz en Nigeria entre los rebeldes del ESL y el gobierno se paralizaron la semana pasada, cuando los dos lados reñían sobre quién había estropeado los intentos de declarar una tregua.
La semana pasada unas 3.000 personas huyeron de los enfrentamientos hacia la ciudad de Zam Zam en Darfur del Norte, según un informe de Naciones Unidas. No está claro si los enfrentamientos fueron iniciados por los rebeldes o por la milicia. Naciones Unidas ha fijado el 30 de agosto como fecha límite para que el gobierno mejore las condiciones de seguridad y pongan freno a la milicia o hagan frente a sanciones no especificadas.
El gobierno de Estados Unidos exige sanciones a menos que las milicias sean controladas, mientras algunos miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas dicen que Sudán debería tener más tiempo. El jueves el secretario de Estado Colin L. Powell deberá declarar ante el Comité de Asuntos Exteriores del Senado sobre los descubrimientos de una investigación de Estados Unidos sobre si se ha cometido genocidio en Darfur. [Ha declarado en esa ocasión que las milicias eran culpables de genocidio].
Entretanto los civiles continúan sufriendo. Los rebeldes han sido acusados de cometer atrocidades, aunque en una escala mucho menor que la milicia janjaweed y sus auspiciadores del gobierno. Los rebeldes controlan un extenso campo donde viven unos 130.000 civiles más allá del alcance de la ayuda alimentaria y médica que comienzan a recibir lentamente los que están en zonas controladas por el gobierno.
El ESL no ha había esperado ganar tanto terreno tan rápidamente. El grupo obtuvo su primera victoria el año pasado con la asombrosa toma de la ciudad de El Fasher. Los rebeldes mataron a 75 soldados del gobierno, robaron armas y destruyeron cuatro helicópteros de combate y dos aviones Antonov, según informaron funcionarios de gobierno. Un segundo grupo de rebeldes, más pequeño, callado Movimiento por la Justicia y la Igualdad (MJI) se unió a la lucha contra el gobierno.
El gobierno en Kartum reaccionó ante la derrota armando a la milicia janjaweed para que asistiera al ejército. Los militares sudaneses lanzaron una campaña de bombarderos contra cientos de aldeas en gran parte africanas, obligando a huir a más de un millón de refugiados.
El conflicto de Darfur surgió justo cuando un acuerdo de paz entre el gobierno y varios grupos de rebeldes en el sur de Sudán, auspiciado por Estados Unidos, prometía poner fin a casi medio siglo de guerra intermitente. El ESL pidió ser parte de esas conversaciones de paz, pero el gobierno se negó. Ahora el gobierno se enfrenta a otra rebelión de la tribu beja del este de Sudán.
Los líderes del ESL provienen de la elite de las tribus africanas, algunos de los cuales dicen que están luchando contra un legado de décadas de discriminación para obtener más poder político y una participación en los beneficios que obtiene Sudán por su petróleo - un millón de dólares al día. Algunos líderes dicen que lo que realmente quieren es unirse a otras rebeliones en torno a Sudán y obligar a un cambio en el gobierno de Kartum. Sin embargo, los grupos tienen poca experiencia política y permanecen fragmentados.
En la ciudad de Faraywaiah, los rebeldes del ESL justificaron su lucha mostrando un barranco donde había doce cadáveres de hombres en proceso de descomposición. Uno de los cuerpos estaba acurrucado en posición fetal. El cuero cabelludo de otro se pudría bajo el ardiente sol. Otros dejaban ver sus cráneos a través del cabello chamuscado. El ácido olor de los muertos colgaba en el aire caliente.
Los rebeldes y algunos residentes dijeron que eran hombres de la región. Algunos habían sido capturados sorpresivamente en el pozo de la aldea y asesinados por las tropas del gobierno que arremetieron contra el pueblo en marzo. La ciudad, salpicada de los cráteres causados por las bombas, estaba vacía.

Una Estrella Entre Los Guerreros
El más famoso guerrero de los rebeldes es conocido como Kongo. Llegó una tarde y se instaló a la sombra de un árbol donde sus tropas habían extendido unas moquetas a echarse una siesta entre rifles de asalto belgas y cinturones de municiones. Kongo camina con un pesada arrogancia. Su nombre de guerra significa ‘el hombre que no se agacha’.
Sus hombres le pusieron ese nombre porque, dicen, no huye de los disparos. Eso puede explicar por qué se quedó sin su ojo izquierdo, por qué tiene una bala alojada en su mandíbula y por qué una de sus piernas tiene más puntos que un alfiletero.
Kongo tenía un punzante dolor de cabeza y pidió a un periodista una aspirina y una botella de pastis, un licor francés anisado, para aliviar su dolor. El guerrero estrella del ESL personifica la disparidad entre la determinación del grupo y sus recursos.
En julio pasado Kongo peleó en Gourbu Jong, una batalla que el ESL llama su mini Stalingrado, cuando los soviéticos derrotaron al ejército de Adolf Hitler. Gourbu Jong demostró que a pesar de un adiestramiento pobre y armas defectuosas, los rebeldes podían derrotar a uno de los ejércitos más poderosos de África. Un general del ejército sudanés murió en la batalla.
Kongo, que fue bautizado como Kitir Zakariya, es nominalmente uno de los comandantes del ESL. Pero para sus tropas es un dios. Se sacó las gafas de sol y mostró la piel que colgaba de donde había estado uno de sus ojos. Dijo que su misión era pelear contra los árabes en Darfur.
"La única lengua que entienden es la de las armas", dijo Kongo, jugueteando con su collar amuleto -conformado por docenas de bolsitas cuadradas de cuero raído rellenas de versos del Corán que lo protegen de las balas. Luego sacó un cigarrillo de uno de sus bolsillos.
"Nosotros, los jóvenes de las tribus africanas de Darfur, creemos que esto ha durado demasiado. Tenemos que hacer algo", dijo. "Podemos derrotarlos con unos pocos coches".
Escuchando cada palabra que dice se encuentra Harry Fadhul, con cara de bebé y pelo rizo, que posee un enorme arma y el ceño fruncido. Es uno de los muchos jóvenes guerrilleros que han preferido luchar antes que continuar viviendo en los miserables y humillantes campos de refugiados. Sorbiendo leche en polvo cargada de azúcar, contó cómo se unió a la fuerza hace un mes después de que su aldea fuera reducida a cenizas. Había cadáveres por todas partes. Su madre huyó hacia un campamento de refugiados, dijo.
"No tengo dónde ir", dijo Fadhul, que dijo que tenía 18 años pero se ve más joven. "Ahora el ESL es mi familia".
Kongo justificó la guerra diciendo que gobiernos sucesivos en Kartum habían discriminado a las tribus africanas, castigando a los estudiantes en las escuelas por hablar su lengua tribal, el zaghawa. El ESL está ahora rebautizando las aldeas del árabe a la lengua local zaghawan.
"Cuando un árabe se dirigía hacia ti, era como si se sintiera mejor que tú", dijo, con una mano sobre la pistola de la pistolera de su cinturón. "Nadie piensa que podamos vivir alguna vez en paz con nuestros vecinos árabes. Yo no tengo amigos árabes. Nunca me casaría con una mujer árabe, aunque fuera guapa. No es para mí".
Las tribus africanas de Darfur tienen amargas quejas que datan de la formación de un movimiento conocido como la Asamblea Árabe en los años ochenta. Reuniendo a las varias tribus árabes, proclamaba la supremacía de la ‘raza árabe’ y adelantó planes para ayudar a las tribus árabes a desplazar a las tribus africanas a las que se les había otorgado tierras durante el dominio británico. En 1997 se produjeron fuertes choques.
A comienzos de los años noventa, el movimiento rebelde en el sur del país, el Ejército Sudanés de Liberación, adiestró a rebeldes de Darfur y desplegó tropas en la región para combatir al gobierno. Pero la rebelión de Darfur fue aplastada rápidamente.
En respuesta a la Asamblea Árabe, un grupo de intelectuales africanos compiló el Libro Negro, un incendiario catálogo de hechos y cifras obtenidas clandestinamente de documentos gubernamentales que buscaban probar que tres tribus árabes ocupaban posiciones de poder en casi todas las esferas de la sociedad sudanesa, incluyendo hospitales, escuelas y fuerzas policiales. Se entregaron copias a todos los personeros de gobierno, incluyendo al presidente. El documento causó conmoción en Kartum.
Era un signo de lo que vendría. Hoy varios de los autores del Libro Negro, que se llaman a sí mismos Los Buscadores de la Verdad y la Justicia, son líderes del ESL y del MJI.
"Sabemos que tienen un plan bien organizado para deshacerse de nosotros", dice Abrahim, que asesoró a los que escribieron el Libro Negro. "Pero somos guerreros; es nuestra cultura. Los árabes de aquí no saben lo mucho que queremos pelear por nuestra tierra".
El reto del ESL no es solamente enfrentarse al poderoso régimen de Kartum, sino administrar de alguna manera un territorio donde se desarrolla ocultamente una crisis humanitaria. Parte del apoyo popular a los rebeldes dependerá en cómo alimentan y protegen a su propio pueblo, dicen analistas.

Sin Tener Adónde Ir
En un terreno abierto rodeado de montañas rojas, Hawi Bas y otros tres niños se ocultaban hace unos días debajo de un achaparrado árbol en Shiga Karo, una aldea controlada por los rebeldes a unos 112 kilómetros al este de la frontera de Sudán con el Chad.
Su hijo más joven, Hari, de dos años, tenía el pelo marchito y largas piernas. Estaba tan flaco que no podía caminar. Su nombre significa ‘fuerte’ en zaghawa. Su familia sobrevive hirviendo un guisante venenoso conocido como mukheit, que debe estar en remojo al menos durante tres días. Pero el guisante sólo llena el estómago; no tiene ningún valor alimenticio para los niños.
Hawi Bas dijo que ella no podía acercarse a la seguridad de los campos de refugiados en Chad. "¿Cómo llegar allí? Siempre tengo dolor de estómago. ¿Te das cuenta de cómo estamos?"
Grupos de ayuda humanitaria creen que hay decenas de miles de personas tratando de sobrevivir en zonas rebeldes, excluidos de la ayuda. El gobierno no permite que las agencias de ayuda penetren en zonas rebeldes, afirmando que el ESL se apropia de los alimentos.
La agencia alimentaria de Naciones Unidas recibió recientemente permiso para entrar a zonas controladas por grupos rebeldes para estudiar las necesidades en la región, a través de Chad o evitando a las tropas del gobierno.
Los refugiados dicen que los rebeldes no les han molestado. El mes pasado soldados rebeldes distribuyeron sacos de harina de maíz a algunos de los desplazados, pero no fue suficiente. Hari parecía estar cada vez más cerca de la muerte.
Ibrahi, el líder del ESL, miró al niño, lo tomó en sus brazos y prometió llamar a las agencias humanitarias para que entren a la zona y ayuden a los refugiados.
El grupo rebelde está sufriendo ahora divisiones entre sus jefes, y la gente percibe una falta de orientación. "Tienen tan poco como nosotros", dice Ismael Hagar, 25, un maestro que ha llevado bizcochos a los refugiados.
En una tarde reciente los lechos de los ríos se inundaron y el único modo de cruzarlos hacia Chad desde Sudán era nadando a través de sus sucias aguas y vadeando el lodo.
Caminando en la dirección opuesta se encontraba Kongo. Llevaba un saco de arpillera y tenía los pantalones enrollados encima de sus rodillas. Dijo que tenía hambre y que iba a Chad a por carne.
Ahora, después de comer, volvía a cruzar la frontera.
"A pelear", dijo. "Como siempre".

7 de septiembre de 2004
13 de septiembre de 2004
©washingtonpost
cc traducción
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