MERCENARIOS EN AFGANISTÁN CONDENADOS A 8, 10 AÑOS - carlotta gall
Tres estadounidenses fueron sentenciados hoy miércoles a ocho y diez años de prisión por administrar una cárcel privada y torturar a los prisioneros después de que un jurado de tres jueces afganos rechazara su alegato de que trabajaban para un grupo anti-terrorista del Pentágono dirigido por el teniente general William G. Boykin, el subsecretario de Defensa para la inteligencia.
Kabul, Afganistán. Jonathan K. Idema, de 48 años, antiguo miembro de las Fuerzas Especiales, y Brent Bennett, 28, anteriormente controlador aéreo con adiestramiento militar, fueron sentenciados a diez años, y Edward Cabarallo, 42, un periodista que filmaba un documental sobre ellos, a ocho.
Cuatro afganos que trabajaban para los acusados recibieron condenas de uno a cinco años. Los norteamericanos permanecieron en silencio al oír las sentencias, que traducidas por un intérprete. Detrás de ellos, el más joven de los acusados, un traductor afgano de 15 años, comenzó a llorar.
Los norteamericanos dijeron inmediatamente que habían sido abandonados por sus jefes porque se habían transformado en un problema político. "Esto sólo lo puede haber montado el gobierno norteamericano: éramos algo embarazoso", dijo Caraballo, un camarógrafo galardonado que dice que estaba filmando las operaciones anti-terroristas de Idema.
El general Boykin fue objeto de una investigación del Pentágono que concluyó en agosto que había violado regulaciones militares por hacer discursos mientras llevaba su uniforme. En los discursos definió la guerra de Bush contra el terrorismo como un combate entre el cristianismo y el islam y afirmaba que los musulmanes adoran a un ídolo y no a "un dios verdadero". Los discursos fueron conocidos en octubre pasado.
Los abogados de los acusados trataron de presentar un video como prueba de que Idema estaba relacionado con funcionarios de la contra-insurgencia del ejército y en particular con la oficina del general Boykin. Pero el juez instructor, Abdul Baset Bakhtiari, aparentemente en un intento de concluir el juicio antes de que terminara el día, interrumpió su defensa y apenas si miró el video.
Las conversaciones filmadas, entregadas después del juicio a los periodistas por los abogados de la defensa podrían haber proporcionado evidencias de que los acusados trabajaban para alguna unidad especial con el conocimiento y la colaboración de gente en el Pentágono. Pero no era posible verificar inmediatamente la autenticidad de los videos.
Funcionarios de la embajada estadounidense han afirmado que desde que fueran detenidos el 5 de julio, por lo que ellos saben, ni Idema ni nadie de su grupo trabajaba para alguna agencia gubernamental. Los militares emitieron una declaración diciendo que Idema se hacía pasar por un funcionario de gobierno o por un oficial militar y que no representaba tampoco a ninguno de las dos instituciones.
Sin embargo, los videos, filmados por Caraballo en Kabul en los meses posteriores a su llegada en abril de este año, parecen mostrar a Idema hablando en dos ocasiones con personas en la oficina del general Boykin. En una conversación se oye cómo Idema le cuenta a Jorge Shim, un ayudante del general Boykin, que está a punto a detener a una célula de terroristas.
El ayudante responde: "Le dije al general Boykin que había llamado. Le di la información, a él y a la AID", refiriéndose aparentemente a la Agencia de Inteligencia de Defensa AID.
Idema dice: "Hay más bombas y más terroristas, y les vamos a caer encima en cinco horas".
El ayudante responde: "¿Cinco horas? Jack, haré que alguien de la AID te llame a tu celular. Dame unos minutos".
En otra conversación, que la defensa dijo que había ocurrido días antes de que los acusados fueran detenidos por las autoridades afganas, Idema pide claramente ayuda. Los ayudantes del general Boykin explican que han estado tratando de apartar al general de las actividades de Idema para evitar llamar la atención de los medios de comunicación.
Idema dice: "Alguien tiene que hacer algo dentro de 12 horas o tendré que mandar un e-mail [obscenidad] a Dan Rather. ¿Crees que me voy a pudrir en una cárcel si hubiera problemas?"
Entonces un hombre que dice que es el "supervisor de George" se introduce en la conversación y dice: "No sé que ha pasado. No sé cómo llegó a pasar esto". El interlocutor se refiere a "J2", que Idema dijo en la corte que era un grupo paraguas de oficiales de la inteligencia militar a medida que explica que hay gente tratando de poner a Idema en contacto con oficiales de inteligencia de J2 de modo que pueda trabajar con ellos.
El interlocutor dice: "Hemos entregado toda su información al J2 y a la AID, y estábamos tratando de proteger al jefe de que fuera relacionado con este asunto porque ahora no quiere llamar la atención de la prensa. Así que estamos tratando de
poner un cortafuegos entre sus actividades y él porque no queremos estar relacionados con ellas; no hay necesidad de hacerlo".
En Washington, un funcionario del departamento de Defensa reconoció que Idema había llamado a varios funcionarios del Pentágono, incluyendo al ayudante del general Boykin, Shim, tratando de entregar información secreta. Esa información debería haber sido entregada para su revisión través de los canales de inteligencia apropiados, como cualquier otro dato no solicitado.
El funcionario dijo sin embargo que Idema no estaba empleado por el Pentágono y que sus actividades no habían sido dirigidas ni estimuladas por el general Boykin ni ningún otro funcionario de Defensa.
El funcionario del Pentágono no puso en duda la veracidad de las conversaciones filmadas que había proporcionado Idema, pero dijo que él y otros funcionarios de Defensa no podían confirmar inmediatamente que las conversaciones hubieran tenido lugar o que la afirmación en una de las filmaciones de que los ayudantes del general Boykin estuvieran tratando de apartar a su jefe de Idema.
Otras evidencias presentadas por la defensa, pero no mostrada en la corte, incluye unas setenta páginas de documentos, la mayoría de ellos faxes y correspondencia entre Idema y funcionarios del Pentágono, la CIA y el FBI, proporcionando informes sobre grupos sospechosos de actividades terroristas.
Dos documentos muestran que se respondió a esas comunicaciones, pero nada que los asocie directamente al Pentágono durante el tiempo que estuvieron los acusados en Afganistán.
El juez Bakhtiari resolvió que los acusados no proporcionaron evidencia documental de que contaban con la autorización de Washington o del gobierno afgano para sus actividades.
Parecía tener problemas con entender las conversaciones telefónicas filmadas, que eran en realidad difíciles de seguir y no fueran traducidas completamente. Finalmente, interrumpió la defensa diciendo que los videos no eran conclusivos y que necesitaba pruebas documentales más concretas.
El abogado de Idema, John Edwards Tiffany, y Robert Fogelnest, que representa a Caraballo, dijo que los tres acusados habían abandonado Estados Unidos y dejado sus destinos en mano de un tribunal afgano para evitar la publicidad mucho mayor de los juicios estadounidenses.
Fogelnest preguntó: "¿Es acaso un secreto que los norteamericanos llevan a cabo operaciones secretas?" Utilizó el nombre de pila preferido de Idema.
El juez Bakhtiari dijo que el caso irá automáticamente dentro de dos semanas a un corte de apelaciones, y que los acusados serán llamados a la corte si así lo determinan los jueces. Después de eso, los acusados pueden recurrir las sentencias ante la corte suprema afgana. Fogelnest dijo que recurrirán.
16 de septiembre de 2004
©newyorktimes
©traducción mQh
Cuatro afganos que trabajaban para los acusados recibieron condenas de uno a cinco años. Los norteamericanos permanecieron en silencio al oír las sentencias, que traducidas por un intérprete. Detrás de ellos, el más joven de los acusados, un traductor afgano de 15 años, comenzó a llorar.
Los norteamericanos dijeron inmediatamente que habían sido abandonados por sus jefes porque se habían transformado en un problema político. "Esto sólo lo puede haber montado el gobierno norteamericano: éramos algo embarazoso", dijo Caraballo, un camarógrafo galardonado que dice que estaba filmando las operaciones anti-terroristas de Idema.
El general Boykin fue objeto de una investigación del Pentágono que concluyó en agosto que había violado regulaciones militares por hacer discursos mientras llevaba su uniforme. En los discursos definió la guerra de Bush contra el terrorismo como un combate entre el cristianismo y el islam y afirmaba que los musulmanes adoran a un ídolo y no a "un dios verdadero". Los discursos fueron conocidos en octubre pasado.
Los abogados de los acusados trataron de presentar un video como prueba de que Idema estaba relacionado con funcionarios de la contra-insurgencia del ejército y en particular con la oficina del general Boykin. Pero el juez instructor, Abdul Baset Bakhtiari, aparentemente en un intento de concluir el juicio antes de que terminara el día, interrumpió su defensa y apenas si miró el video.
Las conversaciones filmadas, entregadas después del juicio a los periodistas por los abogados de la defensa podrían haber proporcionado evidencias de que los acusados trabajaban para alguna unidad especial con el conocimiento y la colaboración de gente en el Pentágono. Pero no era posible verificar inmediatamente la autenticidad de los videos.
Funcionarios de la embajada estadounidense han afirmado que desde que fueran detenidos el 5 de julio, por lo que ellos saben, ni Idema ni nadie de su grupo trabajaba para alguna agencia gubernamental. Los militares emitieron una declaración diciendo que Idema se hacía pasar por un funcionario de gobierno o por un oficial militar y que no representaba tampoco a ninguno de las dos instituciones.
Sin embargo, los videos, filmados por Caraballo en Kabul en los meses posteriores a su llegada en abril de este año, parecen mostrar a Idema hablando en dos ocasiones con personas en la oficina del general Boykin. En una conversación se oye cómo Idema le cuenta a Jorge Shim, un ayudante del general Boykin, que está a punto a detener a una célula de terroristas.
El ayudante responde: "Le dije al general Boykin que había llamado. Le di la información, a él y a la AID", refiriéndose aparentemente a la Agencia de Inteligencia de Defensa AID.
Idema dice: "Hay más bombas y más terroristas, y les vamos a caer encima en cinco horas".
El ayudante responde: "¿Cinco horas? Jack, haré que alguien de la AID te llame a tu celular. Dame unos minutos".
En otra conversación, que la defensa dijo que había ocurrido días antes de que los acusados fueran detenidos por las autoridades afganas, Idema pide claramente ayuda. Los ayudantes del general Boykin explican que han estado tratando de apartar al general de las actividades de Idema para evitar llamar la atención de los medios de comunicación.
Idema dice: "Alguien tiene que hacer algo dentro de 12 horas o tendré que mandar un e-mail [obscenidad] a Dan Rather. ¿Crees que me voy a pudrir en una cárcel si hubiera problemas?"
Entonces un hombre que dice que es el "supervisor de George" se introduce en la conversación y dice: "No sé que ha pasado. No sé cómo llegó a pasar esto". El interlocutor se refiere a "J2", que Idema dijo en la corte que era un grupo paraguas de oficiales de la inteligencia militar a medida que explica que hay gente tratando de poner a Idema en contacto con oficiales de inteligencia de J2 de modo que pueda trabajar con ellos.
El interlocutor dice: "Hemos entregado toda su información al J2 y a la AID, y estábamos tratando de proteger al jefe de que fuera relacionado con este asunto porque ahora no quiere llamar la atención de la prensa. Así que estamos tratando de
poner un cortafuegos entre sus actividades y él porque no queremos estar relacionados con ellas; no hay necesidad de hacerlo".
En Washington, un funcionario del departamento de Defensa reconoció que Idema había llamado a varios funcionarios del Pentágono, incluyendo al ayudante del general Boykin, Shim, tratando de entregar información secreta. Esa información debería haber sido entregada para su revisión través de los canales de inteligencia apropiados, como cualquier otro dato no solicitado.
El funcionario dijo sin embargo que Idema no estaba empleado por el Pentágono y que sus actividades no habían sido dirigidas ni estimuladas por el general Boykin ni ningún otro funcionario de Defensa.
El funcionario del Pentágono no puso en duda la veracidad de las conversaciones filmadas que había proporcionado Idema, pero dijo que él y otros funcionarios de Defensa no podían confirmar inmediatamente que las conversaciones hubieran tenido lugar o que la afirmación en una de las filmaciones de que los ayudantes del general Boykin estuvieran tratando de apartar a su jefe de Idema.
Otras evidencias presentadas por la defensa, pero no mostrada en la corte, incluye unas setenta páginas de documentos, la mayoría de ellos faxes y correspondencia entre Idema y funcionarios del Pentágono, la CIA y el FBI, proporcionando informes sobre grupos sospechosos de actividades terroristas.
Dos documentos muestran que se respondió a esas comunicaciones, pero nada que los asocie directamente al Pentágono durante el tiempo que estuvieron los acusados en Afganistán.
El juez Bakhtiari resolvió que los acusados no proporcionaron evidencia documental de que contaban con la autorización de Washington o del gobierno afgano para sus actividades.
Parecía tener problemas con entender las conversaciones telefónicas filmadas, que eran en realidad difíciles de seguir y no fueran traducidas completamente. Finalmente, interrumpió la defensa diciendo que los videos no eran conclusivos y que necesitaba pruebas documentales más concretas.
El abogado de Idema, John Edwards Tiffany, y Robert Fogelnest, que representa a Caraballo, dijo que los tres acusados habían abandonado Estados Unidos y dejado sus destinos en mano de un tribunal afgano para evitar la publicidad mucho mayor de los juicios estadounidenses.
Fogelnest preguntó: "¿Es acaso un secreto que los norteamericanos llevan a cabo operaciones secretas?" Utilizó el nombre de pila preferido de Idema.
El juez Bakhtiari dijo que el caso irá automáticamente dentro de dos semanas a un corte de apelaciones, y que los acusados serán llamados a la corte si así lo determinan los jueces. Después de eso, los acusados pueden recurrir las sentencias ante la corte suprema afgana. Fogelnest dijo que recurrirán.
16 de septiembre de 2004
©newyorktimes
©traducción mQh
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