Blogia
mQh

secuelas de violaciones en sudán


[Robyn Dixon] En Darfur las jóvenes víctimas de los milicianos son acusadas de causar la deshonra de sus familias. Tienen pocas esperanzas de casarse o de estudiar.
Campamento de Kalma, Sudán. Nació apenas hace 18 días y su vida ya está manchada. Acurrucada desnuda debajo de una manta junto a su madre, Nashwa es demasiado joven para saber lo que es la vergüenza, el sentimiento que la acompañará toda su vida, como una sombra.
Los hombres de su comunidad en la provincia de Darfur del Sur dicen que habría sido mejor que Fatina Adam, de 15, hubiese muerto antes que tener a Nashwa, concebida después de una violación, la hija de un enemigo.
La vergüenza manchará a Fatima, a su familia y a su hija, arruinando las posibilidades de Fatima de casarse, de ir a la escuela y de llevar una vida decente. Los combatientes de la milicia árabe la atacaron en su aldea, Tulus, hace unos diez meses, cuando mataron a 26 personas y violaron a 10 niñas de edades entre los 14 y 17 años.
Un informe publicado en julio de Amnistía Internacional documentó 500 casos de violaciones en la región de Darfur al oeste de Sudán, y agregó que debido al tabú que pesa sobre la violación el número de casos reportados es probablemente sólo una fracción del total. Un informe de UNICEF reportó que 41 chicas y maestras fueron sometidas, solamente en febrero, a violaciones colectivas en la aldea de Tawila, mientras otras fueron secuestradas para servir como esclavas sexuales. También ha habido informes de que algunas mujeres han sido marcadas como ganado.
El trauma de las violaciones masivas se agrava con la visión tradicional de que las víctimas son de alguna manera culpables de lo que les ha ocurrido y el imperativo cultural de que las novias deben ser vírgenes.
"Una chica que es virgen es considerada nueva. Es como si se tratara de un coche. Una chica violada es como un coche de segunda mano", dice Mohammed Ibrahim Mohammed, el líder de una comunidad de la aldea de Karande. "Sólo se podrá casar con un viejo".
"No podrán encontrar un marido, nunca", dice Abdulkarim Adam Eeka, líder de la aldea de Tabadiya. "Es nuestra tradición".
Cuando Fatima Adam corría aterrorizada por el campo durante el ataque contra Tulus el año pasado, los milicianos árabes la persiguieron a caballo, saltaron a tierra y la violaron. Un tercer atacante la alcanzó a pie.
"Uno de ellos dijo: ‘Esto te pasa por eres tora bora’", contó Fatima. El término es usado por los milicianos árabes para referirse a los rebeldes negros de Darfur, que se levantaron en armas contra el gobierno sudanés a principios del año pasado. "Oí cómo me insultaban. Me deshonraron, pero no sabía lo que significaban esas palabras".
Después de la rebelión las milicias árabes atacaron a cientos de aldeas en todo Darfur, violando, saqueando, matando, quemando casas y obligando a más de 1.2 millones de personas de las tribus fur, massalit y zaghawa a huir de sus tierras -asaltos que fueron descritos como genocidio por el Congreso estadounidense.
Grupos de derechos humanos y diplomáticos occidentales creen que los milicianos han tenido el apoyo del gobierno sudanés, una acusación desmentida por funcionarios de Kartum, la capital. Un informe de Naciones Unidas estima en 30.000 a 50.000 las personas que han muerto [en los ataques].
Y la brutalidad está lejos de haber terminado. El jefe de equipo de la oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, David del Conte, dijo hace poco que en los últimos meses al menos 250 mujeres habían sido violadas en el área al sudoeste de Kass, una ciudad al sur de Darfur.
Una táctica típica de la milicia es levantar campamentos en torno a una aldea en las semanas previas al ataque principal, prohibiendo a los aldeanos que salgan a por agua o leña. Los hombres que se aventuran a salir son asesinados, de modo que los padres deben tomar la terrible decisión de enviar a las chicas y a las mujeres a los pozos fuera de la aldea, sabiendo que pueden ser violadas, sino asesinadas.
Hadiya Abaker Osman, una chica de 20 recién casada, fue violada junto a otras diez niñas y mujeres en un ataque contra su aldea, Donki Deras, en junio.
"Dos hombres abusaron de mí. Me dijeron: ‘Tus padres trataron de derrocar al gobierno, así que por eso te violamos’. Yo les dije: ‘Mi padre es un hombre pobre y débil. ¿Cómo podría derrocar al gobierno?’ Entonces me golpearon en la cara".
Cuando le contó a su padre que había sido violada, él le preguntó por qué no había resistido.
"Mi padre me dijo: ‘Nos quejaremos ante Dios’. Fue todo lo que dijo".
Una semana más tarde el marido de Osman fue asesinado durante el ataque principal contra la aldea.
"Le dispararon cuando iba en su camello", contó Osman. "Vi cómo lo mataban". Estuvo casada apenas tres meses.
Adam Isa, de 35, se cubre los ojos y llora cuando recuerda la violación de su sobrina, Hadiya, de 16, en su aldea de Kailek, en febrero, una de las dos chicas secuestradas a vista de los aldeanos durante un ataque. Había adoptado a la niña tras la muerte de su padre hace siete años.
Cuando volvió a su casa después del ataque y le dijo que había sido violada, no dijo nada; sólo lloró. Su corazón aún se agita de indignación, vergüenza y la dolorosa conciencia de que aunque sabe quiénes son los hombres que la violaron nunca serán procesados.
"Ha traído deshonra a nuestra familia", dice. "Aún siento la vergüenza. No puedo olvidarlo. Estoy indignado con la gente que lo hizo. Pero soy débil. No tengo ya la fuerza como para vengarme. Tendré que dejarlo en manos de Dios".
Las autoridades sudaneses hacen poco por las víctimas de agresiones sexuales. Hussein Ibrahim Karshun, de la Comisión de Asuntos Humanitarios del gobierno en Kartum, dijo que era difícil probar que las mujeres habían sido violadas y que se tomarían medidas para establecer algún tipo de mecanismo para determinar los casos. Dijo que la policía estaba siendo adiestrada para tratar a las víctimas de violación y que se formaría una policía femenina.
El informe de Amnistía Internacional sobre las violaciones en Darfur informa que las comunidades en el área no parecen preparadas para proporcionar apoyo a las víctimas de violaciones y sus hijos.
Algunos refugiados entienden que las mujeres violadas son víctimas sobre las que no recae ninguna culpa, pero sin embargo consideran inevitable una vida dominada por la vergüenza.
"Son valientes, lo sé, pero la sociedad no las comprende -no entiende que es un accidente. Se trata de gente sin educación, y no lo entienden", dice Eeka, jefe de la aldea de Tabadiya.
Algunas niñas escapan de sus familias para evitar la vergüenza, dice Ayun Mohammed Adam, un líder comunitario de la aldea de Dogu.
"Si una niña da a luz después de un incidente de este tipo, no tiene ni futuro ni esperanzas", dijo. "No podrá estudiar y será destruida psicológicamente. En el futuro todos culparán al bebé y llevará siempre la deshonra".
El informe de Amnistía Internacional dice que un niño nacido de una violación deberá vivir en ostracismo y será hasta considerado un enemigo. Algunas mujeres abandonan a esos bebés. En algunas comunidades de Darfur la gente cree que es imposible quedarse en cinta tras una violación, dice el informe.
Dice que muchas mujeres embarazadas tras violaciones se quedan fuera de los campamentos de refugiados donde viven sus familias para evitar la deshonra. Las mujeres que crían solas a sus hijos están entre las más pobres y vulnerables, dice el informe.
Cuando Osman, la recién casada, piensa en su futuro, se queda en silencio y sus ojos se llenan de lágrimas. Su marido ha muerto y tiene pocas posibilidades de volverse a casar.
"Esto está en mi corazón todos los días", dice. "No podré olvidarlo. Siento vergüenza".
Después de la violación Fatima, de 15 años, se sintió como si su vida hubiese sido manchada con dolor. Cuando se dio cuenta de que estaba embarazada sintió terror.
Pero la primera vez que tuvo a su bebé en los brazos, dijo: ‘Sé que es mi bebé. Por supuesto lo quiero. ¿Cómo podría no quererlo?"

15 de septiembre de 2004
18 de septiembre de 2004
©losangelestimes
cc traducción
mQh

2 comentarios

Alejandro García -

osy estudiante y gracias a Dios estoy bien, pero darme cuenta que existen este tipo de cosas me ponen los pelos de punta y darme cuenta que en lugares como estos las violaciones se convierte en una arma de violencia y tortura para mujeres y pueblos inocentes, que no tienen ninguna culpa.. quisiera no escribir tanto, quisiera ayudar como voluntario o como sea, pero no quiero quedarme con los brazos cruzados...
si alguna persona lee esto y sabe como puedo ayuda escribame a correo: garry_alejandro@yahoo.es
Que Dios nos bendiga a todos..

luis gabriel lozano galarza -

es una atrocidad que a estas epoca del siglo xx se siga tratando a las mujeres y a las personas en general como objetos que se puedan utilizar es algo indescriptible que
no tiene palabras para describir