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seguridad interior contra inmigrantes


El proyecto de ley sobre seguridad interior, que debe ser aún aprobado, identifica a inmigrantes con terroristas. Prensa liberal alerta sobre sus consecuencias negativas, entre ellas más poderes de la policía y la posibilidad de detener sin cargos y sin recurso a tribunales a sospechosos de terrorismo, sin la obligación de que el gobierno explicite la amenaza ni justifique sus motivos.
El Congreso se ha apresurado a volver a casa a practicar politiquería, pero los electores no deben dejarse engañar por las afirmaciones de los parlamentarios de que han reparado con éxito el estropeado sistema de inteligencia de la nación. Aún queda mucho por hacer para llegar a un compromiso final, y se necesita el liderazgo del presidente Bush, un recién llegado a la reforma integral de los servicios de inteligencia, para hacer que la reforma sea una realidad.
Se aprobaron medidas alternativas a última hora en el Senado y en la Cámara, dejando a negociadores del Congreso y de la Casa Blanca la tarea de ponerse de acuerdo sobre cuestiones cruciales, como por ejemplo cuánto poder tendrá efectivamente el nuevo director de inteligencia. El proyecto de la Cámara, aprobada a toda prisa en una descarada demostración de control republicano, socava las atribuciones del director de la agencia, y agrega medidas irrelevantes y retrógradas para aumentar innecesariamente las atribuciones de la policía y transformar en blanco a inmigrantes inocentes, antes que a terroristas.
La ley bipartita del Senado llega mucho más allá en su cumplimiento del mandato de la comisión del 11 de septiembre para reparar a las agencias de inteligencia que han fallado tan gravemente en proteger al país antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la desastrosa decisión de invadir Iraq. La Casa Blanca espera proclamar la reforma y presentar espectacularmente una ley que firmará el presidente el día mismo de las elecciones, o quizás en la víspera de las elecciones. Será difícil negarle esa publicidad si hace lo que hay que hacer y expurga el proyecto de ley de la Cámara de sus efectos negativos y de sus agregados irrelevantes.
Uno de los peores de estos últimos es una propuesta original de la Cámara para permitir la deportación acelerada de extranjeros sobre la base de sospechas sin base, incluso a países notorios por la aplicación de torturas. La Casa Blanca observó que esto viola el tratado mundial contra la tortura. Los presidentes [de la Cámara y del Senado] del Partido Republicano se replegaron, pero al aprobar la atribución al ministro de seguridad interior el poder de detener indefinidamente a sospechosos sin otorgarles la posibilidad de acudir a tribunales, no han aliviado las preocupaciones sobre el respeto de los derechos humanos. El presidente Bush debería exigir que la medida sea eliminada del proyecto de ley; el gobierno ya tiene un ojo morado en este terreno.
El país necesita servicios de inteligencia que procuren una defensa mucho más fuerte, pero el proyecto de la Cámara otorga al nuevo director [de inteligencia] mucho menos presupuesto y personal que el proyecto del Senado. Esto es clave para determinar si el director será capaz de ejercer un control independiente sobre agencias contradictorias y re-asignar rápidamente nuevas prioridades a medida que surjan nuevas amenazas. La ley final debería también garantizar que una nueva central anti-terrorista tenga poder efectivo para concentrarse en amenazas en ciernes.
Al considerar este tema, los electores deben juzgar a las dos Cámaras por no cumplir con el llamado de la comisión del 11 de septiembre a poner fin a la imperfecta supervisión de los servicios de inteligencia haciendo más eficiente a su plétora de confusos comités. La Cámara debe todavía hacer los cambios, aunque el presidente del Senado ya tiene preparado un paquete cosmético con un nuevo nombre, a fin de proteger el status quo del comité.

11 de octubre de 2004
©new york times
©traducción mQh

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