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¿QUÉ NOS ESTÁ PASANDO? - loes de fauwe


El rabí Awraham Soetendorp llama a líderes religiosos a preservar la decencia en Holanda.
Ámsterdam, Holanda. El rabí Awraham Soetendorp, 61, está terriblemente preocupado de las consecuencias que puede tener el asesinato de Theo van Gogh para la sociedad holandesa. Inquietud es la palabra que usa.
Hay, dice, una necesidad de liderazgo espiritual y piensa que los líderes religiosos tienen una gran tarea ante sí. Deben orientar el proceso que permita que la sociedad holandesa, a pesar de lo ocurrido, conserve la "decencia". Habla de un llamado, un toque de clarín, un grito del corazón a las "personas que quieran aceptar esa responsabilidad".
En sus años mozos, como cuenta él mismo, Soetendorp recorrió con miles de otros las calles de Ámsterdam, protestando contra injusticias en el mundo. Eso lo hizo conocido. En los últimos diez años, el publicista liberal judío desapareció de la publicidad, porque se pasó a una escena más internacional para seguir luchando por un mundo mejor. Ahora ha vuelto al ‘frente' holandés.
Lo que más le preocupa es el inquietante discordia, la amenaza de que dominen los sentimientos viscerales. "Tenemos que apoyarnos unos a otros, apoyar a los políticos, tenemos que hacernos responsables unos de otros, y sí, siento la necesidad de participar, de volver a tomar iniciativas. Son otros tiempos, hay otro ánimo, es nuevamente necesario, todos debemos participar y yo quiero aportar mi grano de arena. Tenemos que protegernos unos a otros y luchar por el derecho a discutir y a vivir en un mundo sin intimidaciones".
Hace 66 años esta noche en Alemania se inició lo que pasó a la historia bajo el nombre de ‘la noche de los cristales rotos' (1938), con agresiones contra judíos y el saqueo de propiedades judías. Esa noche se conmemora todos los años en el Amstel, en Zwanenburgwal, pero ayer no había nadie junto al monumento a la resistencia judía durante la Segunda Guerra Mundial. La causa son problemas de organización de Holanda Toma Partido [Nederland Bekent Kleur].
La decisión de no conmemorar la fecha se había tomado antes de que Mohammed B. silenciara con un cuchillo y una pistola literalmente a Theo van Gogh. Que anoche reinara el silencio en el Amstel es algo que no debió haber ocurrido. Soetendorp se dio cuenta recién el lunes noche. "¡Recién el lunes por la noche!" Quizás debió, dice ahora, haber cogido el teléfono para improvisar una reunión.
"Teníamos que haber hecho algo. En el pasado he organizado cientos de manifestaciones, y pensé qué hacer, ¿volver a coger el teléfono?" A última hora decidió sacar una declaración a nombre de la comunidad judío-liberal de Holanda. Con un llamado: "Hoy, el día que Theo van Gogh es incinerado, estamos más conscientes aun de la necesidad de luchar como una sociedad comunidad holandesa por una sociedad decente, donde los todos los ciudadanos se sientan seguros, donde cada uno viva en libertad, donde nadie sea humillado".
Siente la necesidad nuevamente de dar orientación. "Hay preocupación, temor, ansiedad. La necesidad de aumentar la cohesión social es enorme. En contraste con el resto del mundo, Holanda fue siempre una isla de decencia, de riqueza, de posibilidades, pero ahora nos enfrentamos a elementos que amenazan esa libertad. En realidad, no se puede creer. En el pasado hemos lucha contra injusticias en Europa del Este, la Guerra Fría terminó, tenemos una Europa unida, y ¿qué se ha introducido entre nosotros?"
Soetendorp rechaza la generalización que dice que el islam es la gran amenaza. "Si fuera así, no tendríamos ninguna posibilidad. Estamos hablando de mil millones y medio de personas. Creo que se trata de un grupo muy pequeño, que mete mucho ruido y hace cosas terribles. Pero cuando veo las puertas calcinadas de las mezquitas y las ventanas rotas de las iglesias, me pregunto qué está pasando con nosotros".
"Yo vivo con la conciencia histórica de las leyes que se adoptaron en los años 30 para impedir la inmigración de los refugiados que venían de Alemania. No quiero comparar, no quiero evocar fantasmas, pero tenemos que luchar para fortalecer la cohesión de este país, para tener discusiones sanas y eso hay que hacerlo de manera más visible que hasta ahora".
"Por eso fue un error que en el Amstel no hubiera nadie. Ayer pasé por Linnaeusstraat, miré y vi el respeto con que se hacía todo, y pensé: ‘tenemos que organizar más reuniones, tenemos que hablar más sobre nuestra sociedad multi-étnica, y tenemos que expresar nuestra inquietud. Está claro que todas las religiones deben hacer algo más".
Soetendorp habla del surgimiento de una "cierto relajamiento"; echa de menos la pasión de décadas anteriores. "Lo que ha ocurrido ahora es un atentado contra nuestra seguridad, contra la flexibilidad de la capacidad humana de reaccionar ante lo incomprensible, lo despreciable, lo inaceptable".
Soetendorp es un hijo clandestino. "Llegué a abuelo gracias a unas personas desconocidas que, a pesar del terror de los ocupantes alemanes durante la Segunda Guerra, tuvieron compasión y me llevaron, de bebé, a su casa. Por eso haré todo lo que pueda para seguir plantando árboles frutales, para que puedan dar sus frutos para las generaciones futuras".

10 de noviembre de 2004
12 de noviembre de 2004
©Het Parool
©traducción mQh

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