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RACISMO EN UN PUEBLO DE NOORD-TILBURG - jutta chorus y ahmet olgun


En pueblos de Noord-Tilburg la marca Lonsdale es popular entre los jóvenes. Es símbolo de odio hacia los extranjeros. El racismo y las agresiones contra extranjeros son características de los grupos de extrema derecha. La ciudadanía pide cada vez más que se les aplique mano dura.
Helden, Holanda. Las puertas de los grandes almacenes Hema se cierran y los últimos clientes salen del centro comercial del centro de Helden, Noord-Limburg. Ya se ha puesto el sol. Poco después del cierre un grupos de 14 jóvenes, hombres y mujeres, ocupan el banco de metal frente a los almacenes, y bajan sus cremalleras para mostrar quiénes son. En sus jerseyes se ve el logo de la flauta de pan y la marca Lonsdale. A sus ojos, la marca es símbolo de una ideología de extrema derecha.
"Estamos a favor de la raza blanca", dice Chiel. De su cuello cuelga una cruz celta. Tienen quince y dieciséis años y son osados, aunque prefieren no aparecer con sus nombres en el diario. La mayoría de ellos cursan la tercera y cuarta clase de la escuela secundaria en el Colegio Bouwens van der Boije, en Panningen, un pueblo vecino.
Escuchan música gabber en un radiocasete gigante, lían torpemente un porro en el sillín de una motocicleta y hablan sobre los ‘boetenlanders' [juego de palabras entre ‘boeten' = expiar, pagar por un crimen, y ‘buitenlanders' = extranjeros]. Hace más de una semana que no hablan de otra cosa, desde el 13 de noviembre cuando se prendió fuego a la mezquita local de musulmanes turcos y marroquíes. "Sé quién lo hizo", dice Remco, 15, y mira como si fuera a contar un chiste. "Fue San Nicolás: había un montón de zapatos fuera". Nadie ríe, porque ya se lo saben de memoria.
Los jóvenes del Hema han pensado sobre el asunto. Tienen argumentos. "No tengo nada contra los extranjeros", dice Bram. "Pero si trabajan, se comportan como todo el mundo, aprenden holandés y no cobran subsidio. De otro modo, que se marchen". Su novieta Nicole: "No son ellos los discriminados, sino nosotros, porque llevamos Lonsdale". Remco: "No tengo nada contra los extranjeros de Helden, pero no me gustan los de Blerick". Esos son peores. "Llegaron aquí porque no vivían seguros en su país", dice un chico alto con un corrector dental. "Ahora que no corren peligro, pueden volver".
En enero de este año alguien rompió una ventana de la mezquita en la calle de Ruijs. En abril, unos jóvenes que llevaban ropa de Lonsdale arrojaron una bomba incendiaria hecha de una pelota de tenis de plástico por la ventana del templo. El atentado fracasó, y la policía detuvo a jóvenes Lonsdale de Helden y Panningen.
Durante la kermes de agosto, en Reuver, se produjo una pelea entre jóvenes de Helden y jóvenes marroquíes. A principios de octubre tres jóvenes de Maasbree y Helden cubrieron unos 60 edificios y estatuas de Helden con pintadas de la swástica, símbolos del Poder Blanco y lemas de Sieg Heil. "Afortunadamente hay una empresa que retira los graffiti dentro de dos minutos", dice el alcalde Nol Kleijngeld.
Los jóvenes fueron arrestados, dos de ellos llevaban jerseyes Lonsdale. El 7 de octubre, John van de Bongard, coordinador del bachillerato del Colegio Bouwens van der Boije, durante una reunión con padres y apoderados se refirió al racismo en el pueblo como un "virus contagioso".
El 11 de noviembre la policía impidió un intento de incendio de una mezquita de Venray. Dos días después incendiaron la mezquita de Helden.
"El asesinato de van Gogh", explica el alcalde. Los autores aún no han sido detenidos.
Tres días tras el incendio de la mezquita estalló en el vecino pueblo de Venray una pelea entre jóvenes marroquíes y lonsdalers después de que uno de estos últimos hubiese apedreado a una mujer marroquí.
Según una investigación que presentó la policía de Vento este verano, hay un núcleo formado por 120 jóvenes, principalmente hombres, de 13 a 23 años, que es responsable de los destrozos y violencia. De estos, 39 son de Venlo y 38 de Helden y Panningen, que con 20.000 habitantes es cinco veces más chico de que Venlo. "Los jóvenes lonsdale son pueblerinos", dice el jefe de distrito Wim van Amerongen. Los jóvenes provienen de grupos sociales débiles, pero también de la clase media.
Según la investigación los miembros del núcleo no tienen una ideología definida ni una organización de grupo. Sus conductas criminales se derivarían del tedio. "Su capacidad de reflexionar no está muy desarrollada", dice van Amerongen. "Para ellos se trata del prestigio y del dinero".
Los jóvenes del núcleo de Noord-Limburg han desarrollado un idioma propio que incorpora cada vez más signos y símbolos. Traducen la marca comercial norteamericana Lonsdale -que se transformó en el símbolo de los neo-nazis alemanes a fines de los años ochenta- como "Los holandeses juntos eliminaremos poco a poco a los extranjeros" [Lonsdale: Laat Ons Nederlanders Samen De Allochtonen Langzaam Elimineren]. Cuando abren un poco sus chaquetas, se alcanza a leer en sus jerseyes las letras NSDA, que interpretan como una referencia al partido nacional-socialista de Adolfo Hitler. Unos cordones blancos en cajitas negras significa: la raza blanca es superior a la negra. Unos cordones rojos significan: he golpeado alguna vez a un extranjero.
En la casa del ayuntamiento de Helden se respira un ambiente de crisis. Un equipo de la televisión Al Yazira recorre el pueblo. El alcalde Kleijngeld no quiere estigmatizar a los lonsdalers, "pero cuando se trata de incendios provocados debemos investigar a este grupo". En el despacho del concejal Arno Timmermans (VVD, bienestar) se han cerrado las cortinas. Bajo su ventana hay un grupo de lonsdalers. Cuando descorre un poco la cortina, uno de los jóvenes le muestra el dedo del corazón. "¿Ayudar a esos jóvenes? Vamos, ¿hasta dónde puede llegar la tolerancia? ¡Hay que darles con el látigo!"
Junto a los jóvenes del Hema en el centro comercial hay dos jóvenes turcos con sus amigas holandesas. Erhan Sahin, 18, desprecia a los "racistas lonsdalers". Cuenta de innumerables peleas en las que ha estado metido -ayudando a sus amigos turcos que se sentían discriminados.
Poco antes del incendio de la mezquita, a Sahin lo persiguieron en bicicleta un "grupito de lonsdalers". Ya en casa llamó a su hermano que, con sus amigos en dos coches, llegó a ayudarle. "Le dimos una paliza a los niños", dice Sahin.
Según el jefe de policía de Venlo, van Amerongen, un grupo de jóvenes marroquíes y turcos de Helden "resisten". "También buscan prestigio. Dicen: ‘quiero respeto y prestigio, no tengo ganas de pasarme toda la vida con mi fiambrera en la bici camino a la fábrica'".
Según el director de estudios Harry Jacobs del Colegio Bouwens van der Boije, los marroquíes y turcos reaccionan furiosamente ante los insultos de los lonsdalers. "Si pasa un lonsdaler por la esquina de los extranjeros, se monta un cuchicheo".
"Nosotros combatimos los síntomas", reconoce Jacobs. "Tratamos de que la conducta de los 20 a 30 lonsdalers sea tolerable". Se aconseja a los alumnos que llevan ropa Lonsdale que no lo hagan. Jacobs no piensa en prohibir la marca. "Si prohibimos hoy la ropa Lonsdale, mañana tendremos que prohibir el pañuelo de cabeza. Así prohibiríamos el legado cultural".
La impotencia de los docentes es, según Jacobs, un gran problema. "Se preguntan a sí mismos: ‘¿dónde está la frontera y soy capaz de establecerla?'" Desde el inicio del año escolar reciben los docentes lecciones de vigilancia. "Aprenden a no hacer la vista gorda si observan algo que no les gustaría ver. Aprenden a preguntar: ‘¿por qué lo insultas?' y ‘por qué llevas ropa Lonsdale?'"
Un joven lonsdaler de cuarto año amenazó a un grupo de extranjeros. Primero verbalmente, después lo empujó. El joven fue suspendido por un día; si reincide será expulsado del colegio.
Sus padres se acercaron al colegio. "Felizmente era gente respetuosa de la autoridad", dice Jacobs. "Eso ayudó". A menudo pasa que los padres protegen a sus hijos. "Se trata de jóvenes que han tenido problemas con la policía debido a sus ideas racistas y agresiones. Pero descubrimos que sus padres piensan como ellos".
El orientador John van den Bongard organiza semanalmente conversaciones con lonsdalers y, a veces, con sus padres. "Los padre dicen: ya nos aburrimos de los extranjeros. No miran más allá de su nariz. Esto no es un problema escolar, sino un problema social".

24 de noviembre de 2004
©nrc-handelsblad
©traducción mQh

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