BOMBA DE TIEMPO DEMOGRÁFICA PONE EN PELIGRO LAS PENSIONES EN EUROPA - alan cowell
Hay cada vez más jubilados y menos jóvenes que trabajen. El sistema de pensiones corre peligro. Sólo algunos estados ven la inmigración como una solución. Algunos preferirán que los viejos trabajen hasta reventar.
Brighton, Reino Unido. Con su traje gris planchado, camisa blanca y una insignia en la solapa conmemorando el fin de la Primera Guerra Mundial, Chris Shergold no se ve exactamente como la imagen del futuro. Pero, para muchos en Europa, su historia se hace poco a poco la de ellos, revirtiendo los presupuestos de que este viejo continente ha refinado las fatigas de la vida tan bien que su gente puede mirar hacia un futuro de vidas laborales más cortas con una comodidad siempre creciente.
En 1997, Shergold, ahora un antiguo banquero de 61 años, fue obligado a jubilarse prematuramente tras la fusión de su empleador con otro banco. En esa época, le pareció bien: tenía una pensión de la compañía, la posibilidad de un trabajo de oficina de media jornada y unos ahorros por sus de inversiones. Parecía como si esa combinación le proporcionaría una jubilación generosa, con vacaciones en el sol y una buena vida en casa.
Entonces, en 2000, la bolsa se hundió. Ahora ha vuelto a trabajar a tiempo completo como gerente financiero de una organización sin fines de lucro, donde tendrá que trabajar hasta que cumpla sus 67 años para volver a los niveles de prosperidad de que disfrutaba hace siete años. En otras palabras, dijo, descubrió que "no hay una especie de nube dorada y brillante al final del día".
La historia de Shergold va mucho más allá de las pedregosas playas y embarcaderos de este sureño balneario inglés que ha sido su casa desde 1976. Representa una historia aleccionadora para la generación del boom en muchas partes de Europa a medida que las envejecidas sociedades de Suecia hasta España -y también las de Europa del Este- se enfrentan a una bomba de tiempo demográfica. Hay cada vez menos gente joven para trabajar y pagar impuestos, y los costes de cuidar de cantidades cada vez más crecientes de viejos con pensiones del estado son cada vez más prohibitivos.
El sueño de una jubilación temprana con una pensión generosa está perdiendo terreno, junto a otras visiones cómodas del futuro, como la semana laboral más breve y la ampliación del tiempo de ocio que preocuparon a muchos, especialmente en la Europa continental, en los años noventa.
"Se acostumbraron a tener a ese sistema social cómodo, y ahora están descubriendo que ese sistema ya no es posible", dijo Katinka Barysch, una economista en el Centro para la Reforma Europea, una organización privada de investigación en Londres. O, como lo dijo Shergold: "La mayoría de la gente tendrá que trabajar muchos más años".
Las alternativas se ven funestas.
En Gran Bretaña, que tiene las pensiones de vejez menos generosas de Europa, Adair Turner, presidente de la Comisión de Pensiones del gobierno en Londres, dijo: "Nuestro problema es que vamos a tener pensionistas muy pobres en los próximos 30 años". Y en la mayor parte de Europa, donde años de legislación social han garantizado pensiones de casi un 70 por ciento en promedio de las pagas de jubilación, dijo Turner, el continente "tendrá pensionistas razonablemente bien pagados durante un número de años que la sociedad no puede financiar".
Como resultado, las generaciones europeas posteriores a la del baby boom tendrán que ahorrar más, pagar impuestos más altos y trabajar más tiempo para mantener el tipo de jubilación que antes se consideraba normal.
Para la mayoría de los europeos esto no es un drama de privaciones dickensianas. Por ejemplo, consideremos el caso de Marie Claude Hourcade, 55, que vive en París y se jubiló en febrero pasado de su trabajo como inspectora en la aduana francesa.
Como madre de tres hijos -para criterios europeos una familia grande- y funcionaria de gobierno, entraba en una pequeña categoría de personas cuyos beneficios con la jubilación la dejaban impresionada.
Su jubilación dijo, le pagaba el equivalente de unos 3.000 dólares al mes, que, con el salario de su bien pagado marido, le permitía llevar una vida afluente.
"El dinero me permite algunas cosas extras", dijo. "Voy mucho al teatro, a exposiciones de pintura, tenemos una casa en el campo donde pasamos los veranos".
Junto a países como Holanda, Suecia, Alemania, Italia y España, Francia se encuentra entre los más generosos de los estados proveedores, con jubilados que esperan que sus pensiones sean de un 70 por ciento de los beneficios promedios del país. (El menos generoso es Gran Bretaña, con justo menos del 37 por ciento, comparado con el 45 por ciento de Estados Unidos, según muestran cifras de la Comisión de Pensiones inglesa).
Pero es precisamente ese nivel de generosidad el que corre peligro si la población europea envejece y hay cada vez menos gente trabajando que pague los impuestos necesarios para financiar los crecientes números de jubilados de la generación del baby boom.
Hoy, de acuerdo a cifras europeas y de Naciones Unidas, la gente en edad laboral en Europa supera el número de gente jubilada en tres a uno, comparado con la tasa de cinco a uno en Estados Unidos. Para 2050, según esos cálculos, en Europa la cifra será de dos a uno.
Esto representa enormes problemas. Los 18 millones de pensionistas de Italia se han acostumbrado a generosas pensiones después de 35 años de trabajo. Pero frente a una de las tasas de fertilidad más bajas de Europa y a las cuentas más altas de pensión, el gobierno del primer ministro Silvio Berlusconi se propone elevar la edad para jubilar en cinco años a partir de 2007. Alemania, con casi 20 millones de jubilados, se propone reducir las pensiones del estado en comparación con el salario promedio de los trabajadores.
Con una población de 12 millones de jubilados en 2000, Francia también se propone subir la cantidad de años que debe trabajar la población para tener derecho a pensiones. Incluso en la llamada nueva Europa de los antiguos países comunistas que se unieron a la Unión Europea este año, se cierne en el horizonte la amenaza de una crisis de las pensiones debido a las bajas tasas de natalidad. "Cualquiera que hable acerca de la vieja' y de la nueva' Europa sobre este tema no podrá reconocer que este es un problema global", dijo Turner.
Por supuesto existen los matices. A diferencia de la mayoría de los países de Europa continental, Gran Bretaña tradicionalmente ha dependido de su gente para aumentar las modestas pensiones del estado ahorrando para su vejez a través de fondos privados y de compañías de pensiones. Pero en los últimos años los fondos de pensiones han perdido beneficios fiscales de casi 9.5 billones de dólares al año, los descensos en la bolsa han erosionado las carpetas de inversiones y los ahorros han sido remplazados por un enorme incremento de la deuda privada, en parte debido al auge del mercado de la vivienda.
Como las compañías privadas tienen acceso limitado a planes de pensión generosos, más de 12 millones de personas en Gran Bretaña -un quinto de la población- "no están ahorrando lo suficiente para jubilarse", concluye la Comisión de Pensiones.
La idea de que la gente trabaje más tiempo parece una panacea simple. Después de todo, la gente generalmente es más sana y puede seguir trabajando hasta, digamos, los 67 años en lugar de 63 o 65. Pero eso parte del presupuesto de que hay trabajo para gente más vieja.
En Berlín, Brigitte Beyerdörfer, como muchos otros alemanes mayores de 50, especialmente en la antigua Alemania del Este, ha descubierto que las economías no son tan complacientes.
Su marido, Klaus, es un antiguo chofer de camiones de 62 años que ha estado cotizando en los planes de pensión del estado de Alemania Occidental y del Este durante 46 años. Pero recibió un seguro de desempleo por el máximo estipulado de tres años cuando fue obligado a retirarse prematuramente el pasado 1 de septiembre. Su jubilación mensual es de unos 1.000 dólares.
La señora Beyerdörfer dijo que ella ganaba unos 1.800 dólares en su trabajo en una agencia de empleo en Berlín. Y así, después de pagar las cuentas, como el alquiler de 520 dólares de sus apartamento de 55 metros cuadrados cuadrados en el antiguo Berlín Oriental, los Beyerdörfer sobreviven bastante bien. El problema, sin embargo, es que el mercado laboral, como en otras partes de Europa continental, el crecimiento económico es lento.
Con una tasa de desempleo en la antigua Alemania del Este de cerca de un 18 por ciento, "si pierdo mi trabajo, no encontraré otro", dijo la señora Beyerdörfer. "Todas mis amigas están en casa. Nunca pensamos que sería tan difícil encontrar un trabajo".
Además, para recibir un pensión estatal completa de 1.650 dólares, dijo, tendría que trabajar diez años más, hasta los 65. "Mientras trabaje, no será un problema", dijo. "Pero si no puedo, va a ser muy difícil".
29 de noviembre de 2004
©new york times
©traducción mQh
En 1997, Shergold, ahora un antiguo banquero de 61 años, fue obligado a jubilarse prematuramente tras la fusión de su empleador con otro banco. En esa época, le pareció bien: tenía una pensión de la compañía, la posibilidad de un trabajo de oficina de media jornada y unos ahorros por sus de inversiones. Parecía como si esa combinación le proporcionaría una jubilación generosa, con vacaciones en el sol y una buena vida en casa.
Entonces, en 2000, la bolsa se hundió. Ahora ha vuelto a trabajar a tiempo completo como gerente financiero de una organización sin fines de lucro, donde tendrá que trabajar hasta que cumpla sus 67 años para volver a los niveles de prosperidad de que disfrutaba hace siete años. En otras palabras, dijo, descubrió que "no hay una especie de nube dorada y brillante al final del día".
La historia de Shergold va mucho más allá de las pedregosas playas y embarcaderos de este sureño balneario inglés que ha sido su casa desde 1976. Representa una historia aleccionadora para la generación del boom en muchas partes de Europa a medida que las envejecidas sociedades de Suecia hasta España -y también las de Europa del Este- se enfrentan a una bomba de tiempo demográfica. Hay cada vez menos gente joven para trabajar y pagar impuestos, y los costes de cuidar de cantidades cada vez más crecientes de viejos con pensiones del estado son cada vez más prohibitivos.
El sueño de una jubilación temprana con una pensión generosa está perdiendo terreno, junto a otras visiones cómodas del futuro, como la semana laboral más breve y la ampliación del tiempo de ocio que preocuparon a muchos, especialmente en la Europa continental, en los años noventa.
"Se acostumbraron a tener a ese sistema social cómodo, y ahora están descubriendo que ese sistema ya no es posible", dijo Katinka Barysch, una economista en el Centro para la Reforma Europea, una organización privada de investigación en Londres. O, como lo dijo Shergold: "La mayoría de la gente tendrá que trabajar muchos más años".
Las alternativas se ven funestas.
En Gran Bretaña, que tiene las pensiones de vejez menos generosas de Europa, Adair Turner, presidente de la Comisión de Pensiones del gobierno en Londres, dijo: "Nuestro problema es que vamos a tener pensionistas muy pobres en los próximos 30 años". Y en la mayor parte de Europa, donde años de legislación social han garantizado pensiones de casi un 70 por ciento en promedio de las pagas de jubilación, dijo Turner, el continente "tendrá pensionistas razonablemente bien pagados durante un número de años que la sociedad no puede financiar".
Como resultado, las generaciones europeas posteriores a la del baby boom tendrán que ahorrar más, pagar impuestos más altos y trabajar más tiempo para mantener el tipo de jubilación que antes se consideraba normal.
Para la mayoría de los europeos esto no es un drama de privaciones dickensianas. Por ejemplo, consideremos el caso de Marie Claude Hourcade, 55, que vive en París y se jubiló en febrero pasado de su trabajo como inspectora en la aduana francesa.
Como madre de tres hijos -para criterios europeos una familia grande- y funcionaria de gobierno, entraba en una pequeña categoría de personas cuyos beneficios con la jubilación la dejaban impresionada.
Su jubilación dijo, le pagaba el equivalente de unos 3.000 dólares al mes, que, con el salario de su bien pagado marido, le permitía llevar una vida afluente.
"El dinero me permite algunas cosas extras", dijo. "Voy mucho al teatro, a exposiciones de pintura, tenemos una casa en el campo donde pasamos los veranos".
Junto a países como Holanda, Suecia, Alemania, Italia y España, Francia se encuentra entre los más generosos de los estados proveedores, con jubilados que esperan que sus pensiones sean de un 70 por ciento de los beneficios promedios del país. (El menos generoso es Gran Bretaña, con justo menos del 37 por ciento, comparado con el 45 por ciento de Estados Unidos, según muestran cifras de la Comisión de Pensiones inglesa).
Pero es precisamente ese nivel de generosidad el que corre peligro si la población europea envejece y hay cada vez menos gente trabajando que pague los impuestos necesarios para financiar los crecientes números de jubilados de la generación del baby boom.
Hoy, de acuerdo a cifras europeas y de Naciones Unidas, la gente en edad laboral en Europa supera el número de gente jubilada en tres a uno, comparado con la tasa de cinco a uno en Estados Unidos. Para 2050, según esos cálculos, en Europa la cifra será de dos a uno.
Esto representa enormes problemas. Los 18 millones de pensionistas de Italia se han acostumbrado a generosas pensiones después de 35 años de trabajo. Pero frente a una de las tasas de fertilidad más bajas de Europa y a las cuentas más altas de pensión, el gobierno del primer ministro Silvio Berlusconi se propone elevar la edad para jubilar en cinco años a partir de 2007. Alemania, con casi 20 millones de jubilados, se propone reducir las pensiones del estado en comparación con el salario promedio de los trabajadores.
Con una población de 12 millones de jubilados en 2000, Francia también se propone subir la cantidad de años que debe trabajar la población para tener derecho a pensiones. Incluso en la llamada nueva Europa de los antiguos países comunistas que se unieron a la Unión Europea este año, se cierne en el horizonte la amenaza de una crisis de las pensiones debido a las bajas tasas de natalidad. "Cualquiera que hable acerca de la vieja' y de la nueva' Europa sobre este tema no podrá reconocer que este es un problema global", dijo Turner.
Por supuesto existen los matices. A diferencia de la mayoría de los países de Europa continental, Gran Bretaña tradicionalmente ha dependido de su gente para aumentar las modestas pensiones del estado ahorrando para su vejez a través de fondos privados y de compañías de pensiones. Pero en los últimos años los fondos de pensiones han perdido beneficios fiscales de casi 9.5 billones de dólares al año, los descensos en la bolsa han erosionado las carpetas de inversiones y los ahorros han sido remplazados por un enorme incremento de la deuda privada, en parte debido al auge del mercado de la vivienda.
Como las compañías privadas tienen acceso limitado a planes de pensión generosos, más de 12 millones de personas en Gran Bretaña -un quinto de la población- "no están ahorrando lo suficiente para jubilarse", concluye la Comisión de Pensiones.
La idea de que la gente trabaje más tiempo parece una panacea simple. Después de todo, la gente generalmente es más sana y puede seguir trabajando hasta, digamos, los 67 años en lugar de 63 o 65. Pero eso parte del presupuesto de que hay trabajo para gente más vieja.
En Berlín, Brigitte Beyerdörfer, como muchos otros alemanes mayores de 50, especialmente en la antigua Alemania del Este, ha descubierto que las economías no son tan complacientes.
Su marido, Klaus, es un antiguo chofer de camiones de 62 años que ha estado cotizando en los planes de pensión del estado de Alemania Occidental y del Este durante 46 años. Pero recibió un seguro de desempleo por el máximo estipulado de tres años cuando fue obligado a retirarse prematuramente el pasado 1 de septiembre. Su jubilación mensual es de unos 1.000 dólares.
La señora Beyerdörfer dijo que ella ganaba unos 1.800 dólares en su trabajo en una agencia de empleo en Berlín. Y así, después de pagar las cuentas, como el alquiler de 520 dólares de sus apartamento de 55 metros cuadrados cuadrados en el antiguo Berlín Oriental, los Beyerdörfer sobreviven bastante bien. El problema, sin embargo, es que el mercado laboral, como en otras partes de Europa continental, el crecimiento económico es lento.
Con una tasa de desempleo en la antigua Alemania del Este de cerca de un 18 por ciento, "si pierdo mi trabajo, no encontraré otro", dijo la señora Beyerdörfer. "Todas mis amigas están en casa. Nunca pensamos que sería tan difícil encontrar un trabajo".
Además, para recibir un pensión estatal completa de 1.650 dólares, dijo, tendría que trabajar diez años más, hasta los 65. "Mientras trabaje, no será un problema", dijo. "Pero si no puedo, va a ser muy difícil".
29 de noviembre de 2004
©new york times
©traducción mQh
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