cristo entre sartenes y botellas
"En esta exposición hay obras que pueden herir la sensibilidad religiosa o moral del visitante", advierte un cartel en el centro cultural porteño donde el artista plástico León Ferrari mezcla imágenes religiosas con objetos de uso diario, en una muestra considerada "blasfema" por la iglesia Católica pero defendida por autoridades.
Buenos Aires, Argentina. En la retrospectiva que se exhibe en el Centro Cultural Recoleta, las obras mezclan estatuillas religiosas con sartenes de cocina, cafeteras y tableros de ajedrez, mientras un Cristo crucificado sobre una réplica de un bombardero estadounidense pende desde el techo simulando una caída en picada sobre los visitantes.
La respuesta de la iglesia Católica no se hizo esperar y vino de parte del arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergolgio, quien divulgó una carta dirigida a los fieles católicos para advertirlos sobre las "expresiones públicas de burla y ofensa a los valores religiosos y morales".
Pero el artista, de 84 años y considerado como máximo referente vivo del arte político argentino, defendió sus obras y sostuvo que "la iglesia es parte" de la violencia del poder que intenta reflejar en su trabajo.
"Yo tuve una educación religiosa y pasé un tiempo desterrado en el infierno. De allí mis obras", dice el artista, hijo de Augusto Ferrari, un arquitecto y pintor italiano que dedicó su vida a la construcción y decoración de iglesias.
La retrospectiva incluye unas 400 obras, en un recinto de exposiciones que recibe la visita a diario de miles de personas de todas las edades.
En la controversia medió hasta el canciller argentino, Rafael Bielsa, quien remarcó este jueves que "no es una obligación" ir a ver la muestra, en una defensa de la exhibición de las obras.
"No es una obligación ir a ver la exposición de Ferrari. Se puede pasar por la vereda de enfrente", ironizó en declaraciones a Radio Mitre.
Al aclarar que su opinión era ya no como ministro "sino como ciudadano", Bielsa consideró que "en definitiva, es como la vieja discusión sobre la censura: cuando hay censura, el que quiere ver no puede ver, pero el que no quiere ver, puede dejar de ver".
"En lo personal, siempre he tenido una inclinación porque las manifestaciones artísticas y los puntos de vista se hagan públicos", sostuvo.
Por primera vez el centro cultural colocó un vallado en el ingreso ante el temor de que irrumpieran enfervorizados católicos y dañaran las obras. Además, guardias de seguridad se pasean inquietos por las salas.
Pese a las precauciones, en la tarde del miércoles un visitante indignado tomó una de las botellas de vidrio de una instalación y la estrelló contra el piso en medio del salón en señal de protesta, mientras otros lo apoyaban con insultos e improperios contra el artista.
Desde la alcaldía afirmaron que la muestra seguirá abierta.
"El arte siempre ha generado controversias y como tal debe ayudar a la reflexión y la tolerancia. Lamento que esto no haya sido comprendido por la iglesia", expresó el secretario de Cultura de la Ciudad, Gustavo López.
En tanto, la organización SOS Discriminación Internacional solicitó al alcalde de Buenos Aires, Anibal Ibarra, la "clausura" de la muestra por considerar que es "absolutamente discriminatoria y racista y que se burla de las creencias religiosas de la comunidad católica", según afirmó su presidente, Víctor Ramos.
La iglesia Católica llamó a sus fieles a una jornada de "reparación y petición de perdón" con ayunos y oraciones como forma de remediar lo que considera es "una blasfemia que avergüenza a la ciudad".
4 de diciembre de 2004
©mipunto
La respuesta de la iglesia Católica no se hizo esperar y vino de parte del arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergolgio, quien divulgó una carta dirigida a los fieles católicos para advertirlos sobre las "expresiones públicas de burla y ofensa a los valores religiosos y morales".
Pero el artista, de 84 años y considerado como máximo referente vivo del arte político argentino, defendió sus obras y sostuvo que "la iglesia es parte" de la violencia del poder que intenta reflejar en su trabajo.
"Yo tuve una educación religiosa y pasé un tiempo desterrado en el infierno. De allí mis obras", dice el artista, hijo de Augusto Ferrari, un arquitecto y pintor italiano que dedicó su vida a la construcción y decoración de iglesias.
La retrospectiva incluye unas 400 obras, en un recinto de exposiciones que recibe la visita a diario de miles de personas de todas las edades.
En la controversia medió hasta el canciller argentino, Rafael Bielsa, quien remarcó este jueves que "no es una obligación" ir a ver la muestra, en una defensa de la exhibición de las obras.
"No es una obligación ir a ver la exposición de Ferrari. Se puede pasar por la vereda de enfrente", ironizó en declaraciones a Radio Mitre.
Al aclarar que su opinión era ya no como ministro "sino como ciudadano", Bielsa consideró que "en definitiva, es como la vieja discusión sobre la censura: cuando hay censura, el que quiere ver no puede ver, pero el que no quiere ver, puede dejar de ver".
"En lo personal, siempre he tenido una inclinación porque las manifestaciones artísticas y los puntos de vista se hagan públicos", sostuvo.
Por primera vez el centro cultural colocó un vallado en el ingreso ante el temor de que irrumpieran enfervorizados católicos y dañaran las obras. Además, guardias de seguridad se pasean inquietos por las salas.
Pese a las precauciones, en la tarde del miércoles un visitante indignado tomó una de las botellas de vidrio de una instalación y la estrelló contra el piso en medio del salón en señal de protesta, mientras otros lo apoyaban con insultos e improperios contra el artista.
Desde la alcaldía afirmaron que la muestra seguirá abierta.
"El arte siempre ha generado controversias y como tal debe ayudar a la reflexión y la tolerancia. Lamento que esto no haya sido comprendido por la iglesia", expresó el secretario de Cultura de la Ciudad, Gustavo López.
En tanto, la organización SOS Discriminación Internacional solicitó al alcalde de Buenos Aires, Anibal Ibarra, la "clausura" de la muestra por considerar que es "absolutamente discriminatoria y racista y que se burla de las creencias religiosas de la comunidad católica", según afirmó su presidente, Víctor Ramos.
La iglesia Católica llamó a sus fieles a una jornada de "reparación y petición de perdón" con ayunos y oraciones como forma de remediar lo que considera es "una blasfemia que avergüenza a la ciudad".
4 de diciembre de 2004
©mipunto
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