iraq visto por iraquíes
[Jeff Jacoby] ¿Cómo marcha la liberación de Iraq un año después de la captura de Saddam Hussein?
Si una frase como "la liberación de Iraq" le suena irónica, lo que usted probablemente sabe sobre la situación allá proviene de la prensa establecida. Después de todo, toda una marejada de periodistas retrata a Iraq como un caos más o menos desde el momento en que las tropas estadounidenses entraron al país. El toque de tambor con malas noticias es inescapable: saqueos, resistencia, terroristas, secuestros. Y, siempre, las macabras y crecientes bajas iraquíes y norteamericanas. ¿Es esto liberación?
Pero ¿cómo se vería Iraq si lo viéramos, no a través de los reporteros occidentales, sino a través del testimonio espontáneo de los iraquíes mismos? Los periodistas norteamericanos acostumbrados a la libertad y al imperio de la ley viven Iraq hoy como un lugar de peligros y violencia. Los iraquíes que vivieron bajo Saddam estaban acostumbrados a la tiranía, a la crueldad y a la policía secreta. ¿Qué piensan ellos de su país hoy?
La primavera pasada, tres emprendedores estadounidenses -los cineastas Eric Manes y Martin Kunert, ambos antiguos productores de MTV, y el veterano de la Guerra del Golfo, Archie Drury, un ex marine- decidieron descubrirlo. Repartieron 150 cámaras de video a iraquíes de a pie y les pidieron filmar todo lo que pensaran que valía la pena, y luego pasar la cámara a otra persona.
Desde abril a septiembre, las cámaras pasaron de mano de mano en todas las regiones del país. Lo que finalmente volvió a los tres norteamericanos fueron 450 horas de filmación no editada grabadas por más de 2.000 iraquíes de todos los sectores de la sociedad, y sin ninguna toma dictada por un director o un equipo de filmación. Editado y reducido a unos tensos 80 minutos, el resultado -Voces de Iraq'- es un absorbente documental que muestra por primera vez un Iraq que incluso el más experimentado periodista estadounidense no habría sido nunca capaz de mostrar: a través de los ojos y oídos del pueblo iraquí.
Voces de Iraq' es alternativamente conmovedor, excitante e inspirador. La guerra y la destrucción no está nunca lejos de la superficie. Una de las escenas iniciales es la de la explosión de un coche-bomba en Ciudad Sáder, y cuando se le pregunta a una niña: "¿Qué le quieres decir al mundo sobre Iraq?", su respuesta es conmovedora: "Estas explosiones nos causan dolor a todos". Se ve a una madre llorando por su hijo, que murió en un fuego cruzado durante un enfrentamiento entre soldados norteamericanos y saqueadores. Incluso hay metraje -entregado, según dijo Drury, por un jeque de Faluya- de unos insurgentes haciendo una bomba.
Pero mala como la guerra es, el horror ha terminado: los 24 años de reinado de Saddam fueron peores.
En la película un joven madre kurda le dice a su hija, que maneja la cámara, cómo elle se quemaba a sí misma con cigarrillos para prepararse para las torturas a las que sabía que sería sometida. Un agente de policía recuerda lo que era arrestar a un miembro del Partido Baaz. "Estarías con miedo", dice. "Estarías temblando de miedo". Un hombre cuenta que el hijo de Saddam, Uday, "acostumbraba venir a menudo a la calle de Ravad: venía todos los jueves al mercado a elegir una chica a la que violar".
Se muestran unos breves clips de un video requisado a un fedayín de Saddam: Una víctima con los ojos vendados es arrojada a su muerte desde un tejado, un hombre al que le cortan las manos, otro al que le cercenan la lengua.
No es difícil entender las emociones del hombre que responde, cuando se le pregunta cómo reaccionó ante la noticia sobre la captura de Saddam: "¡Bailé! Y bailé un buen rato. Luego me puse a llorar".
Sin embargo, a pesar de todo lo que han sufrido, los iraquíes parecen increíblemente optimistas, esperanzados y entusiastas. Y, sobre todo, normales. En Voces de Iraq' se filmaron a sí mismos volando en parques de diversiones, pasando la noche bailando en una fiesta de graduación, llevando a los hijos a un jardín de juegos, comprando celulares. Un agente de policía hace morisquetas ante la cámara. El gentío de compradores en las calles de Suleimaniyah. Un niño flacucho hace ejercicios con unas pesas improvisadas -y le pide ayuda a Arnold Schwarzenegger. ("Me gustan sus películas. ¿Me puede enviar pesas de verdad?")
Los iraquíes no han tenido mucha experiencia con la democracia, pero vemos la alegría con que reciben las nuevas oportunidades que ha hecho posible la derrota de Saddam. Dos mujeres celebran la libertad de obtener un pasaporte. Un artista habla orgullosamente sobre las obras por las que fue encarcelado. Una joven dice que su sueño es llegar a ser abogado. Un tipo de aspecto rudo dice simplemente: "Quiero un gobierno elegido por el pueblo iraquí".
Sí, es una liberación. Y los hombres y mujeres que hemos liberado, son gente como nosotros. Los titulares de los diarios se detienen en las malas noticias, y las malas noticias son ciertamente reales. Pero las cosas están mejorando en Iraq, y los iraquíes mismos se ponen más que contentos de contártelo. Todo lo que había que hacer era preguntarles.
Al autor se le puede escribir a jacoby@globe.com.
17 de diciembre de 2004
©boston globe
©traducción mQh
Pero ¿cómo se vería Iraq si lo viéramos, no a través de los reporteros occidentales, sino a través del testimonio espontáneo de los iraquíes mismos? Los periodistas norteamericanos acostumbrados a la libertad y al imperio de la ley viven Iraq hoy como un lugar de peligros y violencia. Los iraquíes que vivieron bajo Saddam estaban acostumbrados a la tiranía, a la crueldad y a la policía secreta. ¿Qué piensan ellos de su país hoy?
La primavera pasada, tres emprendedores estadounidenses -los cineastas Eric Manes y Martin Kunert, ambos antiguos productores de MTV, y el veterano de la Guerra del Golfo, Archie Drury, un ex marine- decidieron descubrirlo. Repartieron 150 cámaras de video a iraquíes de a pie y les pidieron filmar todo lo que pensaran que valía la pena, y luego pasar la cámara a otra persona.
Desde abril a septiembre, las cámaras pasaron de mano de mano en todas las regiones del país. Lo que finalmente volvió a los tres norteamericanos fueron 450 horas de filmación no editada grabadas por más de 2.000 iraquíes de todos los sectores de la sociedad, y sin ninguna toma dictada por un director o un equipo de filmación. Editado y reducido a unos tensos 80 minutos, el resultado -Voces de Iraq'- es un absorbente documental que muestra por primera vez un Iraq que incluso el más experimentado periodista estadounidense no habría sido nunca capaz de mostrar: a través de los ojos y oídos del pueblo iraquí.
Voces de Iraq' es alternativamente conmovedor, excitante e inspirador. La guerra y la destrucción no está nunca lejos de la superficie. Una de las escenas iniciales es la de la explosión de un coche-bomba en Ciudad Sáder, y cuando se le pregunta a una niña: "¿Qué le quieres decir al mundo sobre Iraq?", su respuesta es conmovedora: "Estas explosiones nos causan dolor a todos". Se ve a una madre llorando por su hijo, que murió en un fuego cruzado durante un enfrentamiento entre soldados norteamericanos y saqueadores. Incluso hay metraje -entregado, según dijo Drury, por un jeque de Faluya- de unos insurgentes haciendo una bomba.
Pero mala como la guerra es, el horror ha terminado: los 24 años de reinado de Saddam fueron peores.
En la película un joven madre kurda le dice a su hija, que maneja la cámara, cómo elle se quemaba a sí misma con cigarrillos para prepararse para las torturas a las que sabía que sería sometida. Un agente de policía recuerda lo que era arrestar a un miembro del Partido Baaz. "Estarías con miedo", dice. "Estarías temblando de miedo". Un hombre cuenta que el hijo de Saddam, Uday, "acostumbraba venir a menudo a la calle de Ravad: venía todos los jueves al mercado a elegir una chica a la que violar".
Se muestran unos breves clips de un video requisado a un fedayín de Saddam: Una víctima con los ojos vendados es arrojada a su muerte desde un tejado, un hombre al que le cortan las manos, otro al que le cercenan la lengua.
No es difícil entender las emociones del hombre que responde, cuando se le pregunta cómo reaccionó ante la noticia sobre la captura de Saddam: "¡Bailé! Y bailé un buen rato. Luego me puse a llorar".
Sin embargo, a pesar de todo lo que han sufrido, los iraquíes parecen increíblemente optimistas, esperanzados y entusiastas. Y, sobre todo, normales. En Voces de Iraq' se filmaron a sí mismos volando en parques de diversiones, pasando la noche bailando en una fiesta de graduación, llevando a los hijos a un jardín de juegos, comprando celulares. Un agente de policía hace morisquetas ante la cámara. El gentío de compradores en las calles de Suleimaniyah. Un niño flacucho hace ejercicios con unas pesas improvisadas -y le pide ayuda a Arnold Schwarzenegger. ("Me gustan sus películas. ¿Me puede enviar pesas de verdad?")
Los iraquíes no han tenido mucha experiencia con la democracia, pero vemos la alegría con que reciben las nuevas oportunidades que ha hecho posible la derrota de Saddam. Dos mujeres celebran la libertad de obtener un pasaporte. Un artista habla orgullosamente sobre las obras por las que fue encarcelado. Una joven dice que su sueño es llegar a ser abogado. Un tipo de aspecto rudo dice simplemente: "Quiero un gobierno elegido por el pueblo iraquí".
Sí, es una liberación. Y los hombres y mujeres que hemos liberado, son gente como nosotros. Los titulares de los diarios se detienen en las malas noticias, y las malas noticias son ciertamente reales. Pero las cosas están mejorando en Iraq, y los iraquíes mismos se ponen más que contentos de contártelo. Todo lo que había que hacer era preguntarles.
Al autor se le puede escribir a jacoby@globe.com.
17 de diciembre de 2004
©boston globe
©traducción mQh
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