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el lado perverso de zappa


[Cristóbal Peña] Biografía publicada en EE.UU. entrega luces sobre la intimidad del ecléctico compositor y guitarrista rock que coqueteó con la música selecta. El biógrafo Barry Miles devela el carácter obsesivo y egoísta de Frank Zappa: un niño problema que ni entonces ni después tuvo amigos o se interesó demasiado por su familia. En el mundo de este ídolo de John Lennon no existía nada más que la música.
En mayo de 1971, recién instalado en Nueva York, John Lennon caminaba con ansiedad -junto a Howard Smith, locutor y columnista de The Village Voice- hacia el hotel donde se alojaba Frank Zappa, uno de sus ídolos. Al abrir la puerta de su habitación, Zappa apenas se mostró sorprendido cuando el locutor le advirtió que había traído a alguien especial consigo. Dio una mirada rápida a ese alguien especial, y como si viera por primera vez a un vecino, comentó: "Ah, hola, gusto de conocerte".
El desaliñado encuentro está narrado en el primer capítulo de Zappa, la más reciente biografía de uno de los mayores genios de la música estadounidense (1940-1993), escrita por Barry Miles. Las reseñas han motejado el libro con el sugerente adjetivo de "polémico", atendiendo a un cúmulo de anécdotas y datos que van configurando un personaje extravagante, perverso y egoísta. Esto para resumir. El lado más amable tiene que ver con su música, inclasificable en los estándares tradicionales, mezcla de rock, blues y música atonal.
Para iniciados, la música de Zappa puede parecer una tomadura de pelo, tanto por canciones con títulos del tipo ‘El regreso del hijo del imán gigantesco' o ‘El megáfono cromado del destino', como por estructuras y estilos ilimitados. Zappa es un género musical en sí mismo.

Niño Problema
Desde pequeño, Frank Zappa fue raro. Obsesionado con la música de Edgard Varése, a los 15 años pidió para su cumpleaños hacer un llamado telefónico de larga distancia, esperanzado en poder comunicarse con el compositor de vanguardia. El colegio no le interesaba en absoluto: pasó por seis distintos y en todos ellos tuvo dificultades. No tenía amigos (de hecho, dice Miles, nunca los tuvo) y destacaba por ser "el payaso de la clase" y por su tendencia a hacer mezclas de sustancias químicas. Mucho después, famoso y casado en segundas nupcias, sacó a sus hijos del colegio y se negó a pagarles la universidad.
Frank Zappa, cree Barry Miles, "quedó atascado en la mentalidad de los 50" y era incapaz de comprometerse afectivamente con algo distinto a su música. Era un "nihilista frío", describe el biógrafo. A sus músicos los atormentaba y a su familia la trataba como si fuesen sus músicos. O peor. "Frank no hacía el amor", testifica en el libro su segunda esposa. La mayor parte del tiempo estaba de gira (una obsesión plasmada en su disco ‘200 Motels', de 1972), y cuando no, pasaba de 10 a 18 horas diarias en el sótano de su casa de Los Angeles, donde había construido un estudio de sonido. Un día, su hija de 13 años le lanzó por debajo de la puerta del estudio una nota donde se presentaba ante su padre.
Pero su gran tormento fue no ser tomado en serio como músico docto. Miles cree que lo traicionaron su personalidad extravagante y sus títulos escatológicos y sexuales. Pese a ello, o por ello, el biógrafo no tiene dudas: Frank Zappa, sentencia, es un artista mayor de la cultura estadounidense.

25 de diciembre de 2004
©la tercera

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