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jóvenes búlgaros de hoy


[Nicholas Wood] Las nuevas generaciones lo ignoran casi todo sobre el pasado comunista del país.
Sofía, Bulgaria. En el corazón de Sofía, las calles que hace una década estaban vacía, están ahora llenas de coches: elegantes Mercedes-Benzes y BMW, y Opels, Volkswagens y Fords familiares. La gente joven se reúne en modernos cafés y bares. Los restaurante viven momentos de auge. Los adolescentes se han criado con MTV, y se visten a la usanza occidental.
Bulgara es miembro de la OTAN y espera unirse a la Unión Europea en algo más de un año. Con eso en mente, la atención está firmemente concentrada en reformas económicas al estilo occidental y en el progreso hacia la prosperidad que ha vivido el país en los últimos años.
Los jóvenes búlgaros que gozan del progreso material parecen cada vez más no saber nada del período precedente, de los años de comunismo y de sus lados más oscuros.
"No puedo decir mucho sobre" la era comunista, dice Vessela Peneva, 20, estudiante de periodismo y estudios de la comunicación en la Universidad de Sofía. "No sé si era bueno o malo".
Yana Lazarova, 17, miró hacia arriba el enorme monumento en el centro del Parque de la Libertad que representa a tres figuras musculares, una empuñando un arma, todas esculpidas en roca negra. Pero ¿a quiénes rinde tributo? Yana confesó que no lo sabía. Después de un rato, intentó atinar: "Es un monumento al Ejército soviético por la liberación de Bulgaria de los turcos en 1878", dijo, cometiendo un delirante error.
No hace mucho tiempo, su respuesta habría provocado una reprimenda. Las estatuas son en realidad parte del monumento de Sofía al Ejército soviético, lo que no tiene nada que ver con los turcos. En realidad, el monumento conmemora la liberación soviética de Bulgaria de la ocupación nazi en 1944, un acontecimiento que allanó el camino de 45 años de gobierno comunista.
Es un acontecimiento histórico que todo niño en edad escolar conocía cuando este país pertenecía al antiguo bloque de Europa del Este. Pero 15 años después del derrumbe del comunismo, muchos estudiantes de la generación de Lazarova han crecido sin tener la más mínima noción del pasado reciente del país.
No andaban todavía cuando el autoritario líder búlgaro, Todor Zhivkov, fue derrocado el 10 de noviembre de 1989, al día siguiente de la caída del Muro de Berlín. Desde entonces la historia de posguerra de Bulgaria ha sido pasada por alto, dicen los adolescentes, ya que el país se concentra en el futuro.
Uno de los profesores de Peneva, Matthew Brunwasser, 33, un profesor visitante de periodismo de San Francisco, dijo que sus opiniones eran típicas.
Cuando él mencionó recientemente el infame servicio de seguridad búlgaro, el Durzhavna Sigurnost, que fue responsable de numerosos asesinatos en el extranjero y manejaba una extensa red de informantes en el país, dijo que sus estudiantes habían tenido que volver a casa y buscar la palabra en internet.
Un problema, de acuerdo a funcionarios de la enseñanza y otros, es que mientras la mayoría de los chicos de 16 años o más deberían estudiar ese período, los libros de historia todavía no han sido actualizados y las escuelas ya no usan oficialmente los textos marxistas de la era comunista. Eso quiere decir que las lecciones son a menudo dejadas a discreción de los profesores, que se dejan guiar por una rudimentaria visión que empieza con los nazis, cuando Bulgaria fue gobernada por un régimen totalitario, y enseñan que este fue gradualmente remplazado por uno todavía más autoritario hasta que colapsó tras la caída del Muro de Berlín.
Funcionarios de la enseñanza dicen que algunas escuelas ofrecen una buena educación sobre ese período, pero otras son deficientes.
"Se puede decir que el período socialista es desdeñado en los libros de historia", dijo Vesselin Metodiyev, que fue ministro de educación en el primer gabinete post-comunista del país. "La historiografía búlgara era una asignatura ideológica. Los historiadores no-marxistas han empezado recién ahora a estudiar los documentos históricos".
Brunwasser cree que también en casa muchas familias prefieren no hablar del lado oscuro del comunismo.
"Los padres no quieren apesadumbrar a sus hijos", dijo Brunwasser, que ha vivido en Bulgaria intermitentemente desde 1995. "Algunas familias, especialmente aquellas que han sufrido más, pero en general todas no quieren tratar el asunto".
En la región Bulgaria toma una posición diferente sobre el respecto, dijo Brunwasser, que está escribiendo un libro sobre la generación post-comunista. "No había una oposición organizada al comunismo en Bulgaria", dijo, haciendo una distinción con Hungría, Checoslovaquia y Polonia, donde la lucha contra el comunismo hacía parte de sus identidades nacionales.
De hecho, mientras sí hubo una reacción contra el comunismo en los años noventa, un período en que los antiguos comunistas siguieron en el poder bajo otro nombre, muchos búlgaros más viejos se mostraban nostálgicos sobre un período que consideraban que les había proporcionado empleo y seguridad.
Un estudio publicado en enero que fue realizado por académicos y agencias de investigación social aquí concluyó: "Debe observarse que ahora vivimos en una sociedad en la que la gran mayoría de la gente no sabe qué es bueno de la democracia y que han olvidado lo malo que era el socialismo".
Zhelyu Zhelev, el primer presidente búlgaro después del colapso del comunismo y un antiguo disidente, dijo que le preocupaba ver a la nueva generación crecer en la ignorancia sobre el pasado reciente del país.
"Es bueno hasta cierto punto, pero sin conocimiento del pasado no serán capaces de reconocer los regímenes represivos ni predecir el futuro", dijo en una entrevista telefónica desde Skopje, Macedonia.
Sin embargo, alguna gente está tratando poco a poco de iniciar un debate más amplio. Spomeniteni.org (la palabra significa ‘recuerdos' en búlgaro) es una página en la red que invita a gente de todas las edades a enviar sus recuerdos del período comunista, buenos o malos.
Su fundadora, Diana Ivanova, dijo que había iniciado el sitio como reacción a la visión cada vez más rosada del pasado que fomentan algunos antiguos políticos y los medios de comunicación. Quizás debido a que está en internet, gran parte de sus contenidos son de gente joven.
En un mensaje por e-mail una mujer describe cómo en 1986, cuando ella tenía siete años, su madre la llevó a toda prisa a casa. Había explotado el reactor nuclear de Chernobil y se estaba incendiando en Ucrania, un desastre sobre el que los medios de prensa no habían informado pero cuyo conocimiento se había extendido rápidamente en el país por medio de rumores. La familia se había enterado de boca de un extranjero.
En otro mensaje, una niña describe a una mujer turca que estalló en lágrimas cuando fue llamada por su nombre. El incidente ocurrió en el verano de 1989, en los últimos días de la era comunista, cuando Bulgaria estaba expulsando a la minoría turca y obligando a los que se quedaban a adoptar nombres búlgaros.
"Si podemos fomentar el interés en las experiencias personales de la gente", dijo Ivanova, "entonces quizás podamos despertar un interés en la historia más grande".

15 de noviembre de 2004
1 de diciembre de 2004

©new york times
©traducción mQh

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