Blogia
mQh

una prisión sin esperanzas es peligrosa


[David Feige] Una resolución de la Corte Suprema deja sin esperanzas de libertad condicional a reclusos que cumplen penas indefinidad.
Miles de reclusos de California tienen menos por lo que vivir esta semana gracias a una resolución de la Corte Suprema de California que ayuda a consolidar el cambio de la filosofía penal del estado de la rehabilitación al castigo puro.
La decisión de la Corte en el caso de John Dannenberg, tomada la semana pasada, permite al tribunal examinador del estado negar la libertad condicional a los reclusos sólo sobre la base de la naturaleza del delito original. Incluso si el recluso tiene un historial en prisión impecable, e incluso si los funcionarios de salud mental y de la prisión no lo consideran peligroso, la Corte determinó que el tribunal puede decidir que el delito original es tan atroz que al recluso se le debe negar la libertad condicional.
Obviamente, es algo desmoralizador para los reclusos. Pero también refleja una deprimente y poco sana tendencia de la filosofía penal, una que rechaza la idea de que los delincuentes pueden rehabilitarse y endorsa la visión de que un solo acto malo puede transformar a la persona en completamente irredimible.
Tradicionalmente, las sentencias criminales se han elaborado conforme a la gravedad del delito. (Y en algunos casos, los delitos son tan graves que el delincuente es considerado excluido para la libertad condicional). Por otro lado, otros mecanismos tratan de medir el éxito de la sentencia o castigo. Considerar solamente la gravedad del delito a la hora de decidir sobre la libertad condicional, pone esta idea de cabeza.
Al permitir que las autoridades penitenciarias ignoren la conducta del delincuente después del delito, la Corte ha apoyado un enfoque en el que un solo momento inalterable pueda invalidar toda conducta subsecuente. Y aunque ese inflexible sistema retributivo para atraer a algunos, permitir la encarcelación permanente sin considerar una posible rehabilitación es una mala política social.
Ya es terriblemente difícil salir de la prisión. A pesar de un historial penitenciario sin mancha, o de una década o más de contundentes pruebas de rehabilitación, la libertad condicional es elusiva para miles de reclusos que cumplen cadena perpetua con posibilidad de libertad condicional.
Más del 95 por ciento de los que aplican, son rechazados por el tribunal examinador, y de los pocos que finalmente obtienen una buena recomendación, poco más de un tercio son efectivamente liberados por el gobernador.
Sin embargo, incluso esta vaga esperanza de libertad y redención es suficiente para alentar a muchos reclusos a pasar años o décadas tratando de transformarse en reclusos ejemplares, lo que indudablemente bueno para la opinión pública, bueno para el sistema de prisiones y bueno para el recluso. Ese parece ser el caso de John Dannenberg, 64, que mató a su esposa en 1985 y ha pasado desde entonces 18 años en San Quentin. Dannerberg tiene un historial penitenciario impecable y cuenta con evaluaciones psicológicas favorables. Sus dos hijos, ambos adultos, apoyan su libertad. Pero ¿con qué motivo pasar una década o dos construyendo un historial penitenciario perfecto si ni siquiera va a ser tomado en cuenta?
Incluso aquellos que son partidarios de un sistema penal retributivo deberían oponerse a esa decisión. Crear incentivos razonables es coherente con los ideales estadounidenses. En casi todas las áreas de la sociedad, nosotros celebramos los sistemas basados en la recompensa como parte integral de la cultura "trabaja duro y tendrás tu recompensa".
La decisión en el caso Dannenberg se opone diametralmente a esa filosofía, y al hacer así ataca las ideas fundamentales de nuestra sociedad sobre la redención.
Imaginen la protesta pública del mundo de los negocios si el raciocinio del caso de Dannenberg se aplicara a las compensaciones de las empresas: No importa lo mucho que creciera y prosperara la compañía bajo su gestión, un gerente ejecutivo no tendría derecho a primas porque no aprobó la asignatura de Finanzas en la escuela.
Los reclusos son un blanco fácil, y reducir la libertad condicional, especialmente de los que cumplen condenas de prisión indefinida, es políticamente fácil. Sin embargo, los costes para la estabilidad de las prisiones y de los contribuyentes no son insignificantes.
Este año California gastará más de 5 billones de dólares para mantener su sistema de prisiones, con muchos de los 31.000 guardias de prisiones del estado ganando más que los maestros de las escuelas públicas. La decisión Dannenberg relega a toda una categoría de reclusos a los caprichos del reino político, donde sus fortunas son dictadas por las actitudes hacia el delito más que sobre la rehabilitación, proporcionalidad, justicia o sentido común.
La decisión es una tragedia para los contribuyentes, que están pagando la cuenta de la continuada encarcelación de gente que hace mucho que está rehabilitada, de los guardias encargados de vigilar a los que ahora pueden no tener ninguna esperanza de libertad y de los reclusos mismos, a los que el estado ha dicho, esencialmente: "Después de lo que habéis hecho, ni intentéis siquiera comportaros bien".
Satisfactorio como puede ser en la creación de un sistema de prisiones extraordinariamente punitivo, dejar a miles de reclusos sin ninguna esperanza no es sólo una brutalidad, sino además tenebroso, porque como te dirá cualquier guardia, una prisión sin esperanzas es un lugar peligroso.

David Feige es defensor público. Su libro ‘Indefensible', sobre el sistema de justicia penal, será publicado este año por la editorial Little, Brown.

1 de febrero de 2005
7 de febrero de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

1 comentario

David -

Gracias.