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saudíes experimentan con democracia


[Megan K. Stack] Las elecciones nacionales, en las que sólo participan los hombres, elegirán a la mitad de los escaños de los consejos locales. Pero es un comienzo.
Riyad, Arabia Saudí. Cuando las últimas melodías de la última llamada a la oración del día resonó sobre la arena, los votantes emergieron de la oscuridad y se dirigieron hacia costroso terreno vacío. Un candidato había montado una tienda aquí, colocado higueras en macetas e instalado focos portátiles que giraban en el cielo del desierto.
En este salón político improvisado aquí en la capital, dos profesores de economía dictan una seria charla sobre la privatización. Atraídos por la novedad de las elecciones en una monarquía absoluta, 100 hombres beben a sorbos pequeñas tazas de café y mueven la cabeza leyendo los panfletos de las campañas. Los niños se aferran a las manos de sus padres. No se ve ni una mujer.
Esta es el parque de la campaña, al estilo saudí. En las primeras elecciones nacionales en la historia del reino, saudíes elegibles elegirán a los miembros de los consejos municipales en las votaciones que comienzan hoy.
Con las papeletas que todavía se cuentan en las elecciones de Iraq el mes pasado, estas elecciones han sido anunciadas por funcionarios saudíes, norteamericanos y británicos como un importante avance de las reformas en Oriente Medio. Sin embargo, las elecciones en Arabia Saudí son al mismo progresistas y retrógradas. Son una evidencia de una pequeña apertura política, pero también un recordatorio de lo profundamente poco democrática que sigue siendo la región.
Sólo la mitad de los escaños de los consejos serán decididos en elecciones; la otra mitad será escogida por la casa real saudí. Las mujeres no pueden votar ni presentarse como candidatos. Algunas mujeres esperan que la familia real nombre al menos a algunas mujeres como miembros de los consejos, pero no se ha dicho una palabra sobre si esto ocurrirá o no.
"No las tomamos en serio. Son un chiste", dijo Hatoon Ajwad Fassi, una mujer que enseña historia en la Universidad del Rey Saud, en Riyad. "Es terrible que no se den cuenta de la pérdida que sufre el país por no dejar que participen las mujeres".
En esta específica tienda de campaña, los partidarios del candidato Abdulaziz Alomary se alarmaban de que se hubiera hecho un grave daño político a sí mismo por permitir la visita de una mujer periodista.
Otros excluidos de las elecciones incluyen a miembros de las fuerzas armadas y emigrados; la edad legal para votar es 21 años. La inscripción de los votantes ha sido floja, con muchos votantes escépticos y otros abiertamente desdeñosos. Los consejos son algo nuevo en Arabia Saudí, y es un misterio si tendrán verdadera autoridad o si serán efectivos o no.
Sin embargo, si los saudíes se muestran poco entusiasmados ante la perspectiva de depositar sus papeletas en las urnas, se dan de tropezones para presentarse como candidatos. Solamente en Riyad hay casi 1.800 candidatos compitiendo por 127 posiciones.
"Este es el primer cuerpo elegido por el pueblo y esperamos que gobierno ceda algo de su poder", dijo Alomary, urbanista y profesor de historia musulmana. "Lo pueden controlar de todos modos, porque la mitad de ellos serán nombrados".
Los saudíes no saben si las elecciones son el comienzo de reformas o gestos sin significación destinados a aliviar la presión de gobiernos occidentales y de partidarios domésticos de la democracia. El asombro hace parte de una confusión mayor sobre los cambios políticos -y del papel de los norteamericanos en estos- en la secuela de la invasión estadounidense de Iraq.
Funcionarios norteamericanos han saludado las elecciones en Iraq y llamado a más democracia en otras partes del mundo árabe. El presidente Bush, en su discurso sobre el Estado de la Unión de la semana pasada, empujó gentilmente a la familia real saudí a "demostrar su liderazgo... aumentando la participación de su pueblo a la hora de decidir su futuro". Egipto, dijo, debería "mostrar ahora el camino hacia la democracia en Oriente Medio".
Pero muchos árabes se muestran cínicos sobre las intenciones de Estados Unidos. Están agudamente conscientes de que Estados Unidos es un estrecho aliado de la casa real saudí y del presidente egipcio Hosni Mubarak, que es espera que gane un quinto mandato este año como candidato único en el referéndum en el que la opción es ‘sí' o ‘no'.
Abdulkhaleq Abdulla, politólogo y anfitrión de un programa de televisión de los Emiratos Árabes Unidos, saludó alegremente lo que llamó "la primavera de las elecciones" -una ola de elecciones en Iraq, los territorios palestinos, Arabia Saudí, el Líbano y Egipto.
""Incluso si se permite que un solo árabe decida por su propia conciencia ejercer su derecho a voto, es una victoria para la democracia", dijo en una entrevista, hace poco. Pero como muchos otros árabes, no cree que Estados Unidos tenga ninguna intención de fomentar una verdadera revolución democrática en la región.
"Estados Unidos habla de reformas políticas en Egipto, pero quiere que Hosni Mubarak sigue en el poder para continuar las conversaciones de paz en Oriente Medio. Habla de reformas en Arabia Saudí, y sin embargo quiere que la familia real se quede para conservar sus intereses en el petróleo", dijo Abdulla. "Hay una contradicción inherente cuando este gobierno habla de democracia y libertad en esta región. La gente no es boba, y la contradicción es demasiado visible".
En Egipto, Mubarak ha tomado medidas para silenciar a la oposición. Un parlamentario que llamó a poner límites al mandato presidencial, lo que terminaría con el gobierno de 23 años, ha sido encarcelado. También lo fueron activistas de izquierdas que estaban distribuyendo panfletos en la Feria Internacional del Libro del Cairo que terminó el martes. Los folletos fueron impresos en forma de naipes -pero las caras de Mubarak y su hijo Gamal, del que se rumorea ampliamente que será su sucesor, han sido colocadas sobre la cara del rey.
"Mubarak ha cerrado todas las puertas a una transición pacífica y democrática", escribió el analista egipcio Mohamma Abdelhakim Diab en el diario pan-árabe Al Quds al Arabi. "El presidente ha sofocado toda libertad de expresión y la capacidad de cambio que nuestro país necesita tan desesperadamente".
Entretanto, saudíes escépticos desechan las elecciones como un ejercicio tramado para quitar presión a la familia real.
"El gobierno quiere mostrar a otros, en parte a la prensa norteamericana, que tenemos elecciones, no importando los detalles", dijo Mohsen Awajy, un abogado que ha criticado al gobierno. "¿Por qué participar en algo que inútil? Esto lo hacen para matar el tiempo, para perder el tiempo, para hacer retroceder el movimiento por la reforma".
A pesar de todas sus deficiencias, las elecciones saudíes provocado un nivel sin precedentes de debate público en el reino. Incluso Awajy reconoció que esto era "un muy pequeño paso en un largo y arduo camino. Pero tenemos que echarnos a andar. No tenemos alternativa".
La excitación fue palpable durante la última semana cuando un festivo caos de reuniones en tiendas, charlas y sondeos ocupó Riyad.
En un país donde la exhibición pública de fotografías de caras de personas es un tabú religioso, las fotografías de los candidatos han sido impresas en camisetas y estampadas en grandes vallas publicitarias en las carreteras.
En un país donde los mítines políticos han estado prohibidos durante un largo tiempo, los candidatos han realizado manifestaciones nocturnas, debates y charlas en sus tiendas de estilo beduino, que salpican los terrenos vacíos en toda la capital. Las discusiones van desde los servicios de la ciudad hasta la corrupción y la poesía -cualquier cosa que estimule el debate y atraiga a los votantes.
Los ciudadanos han estado siguiendo ansiosamente las candidaturas, entrando a internet para elogiar o denigrar a los candidatos y escribir rumores sobre el dinero que han gastado. Muchos presupuestos se han estirado hasta los miles de dólares; no hay reglas para el financiamiento de las campañas.
"Ha habido algo de tensión en internet, con gente atacándose unos a otros", dijo Tariq al Kasabi, un empresario con gafas que está haciendo campaña contra más de 100 otros candidatos en su barrio de Riyad. "Dijeron que yo proponía medidas que fomentan la segregación por género".
Los rumores eran falsos, explicó apresuradamente. Aunque Kasabi dijo que las mujeres deberían votar "una próxima vez", pensó que era mejor seguir adelante con las elecciones antes que gastar tiempo en preparar los colegios electorales separados para las mujeres. "Tenemos que abrir las puertas poco a poco", dijo. Funcionarios electorales dijeron que las mujeres podrán votar en 2009.
"La mayoría de la gente no cree que estas elecciones resolverán todo el problema", dijo Othman al Kasabi, que dirige la campaña de su padre. "Pero es un paso en la dirección correcta".

11 de febrero de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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