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los espías como héroes


[Peter Finn] En Rusia, KGB conquista a la cultura pop.
Moscú, Rusia. El intrépido espía ruso ha surgido del frío, diciendo que viene a salvar a la patria, si no al mundo.
Desde sus días de gloria en los años sesenta y setenta, cuando las novelas y películas de espionaje capturaron la imaginación del adolescente Vladimir Putin, que un agente secreto ruso no gozaba de un lugar de tanto prestigio en la cultura popular. Películas taquilleras, series de televisión, novelas de mejores ventas e incluso restaurantes temáticos están restaurando el lustre de la FSB, el servicio de inteligencia ruso, y de su predecesora KGB, a medida que el país excava en la actual lucha contra el terrorismo y en el pasado soviético a la búsqueda de héroes incorruptibles.
Para los críticos aquí, la re-emergencia del agente heroico es un reflejo del anhelo del Kremlin de cultivar un mayor patriotismo, uno leal al fuerte, centralizado y secreto estado que está en el centro de las ambiciones del presidente Putin para Rusia.
"La ideología corriente para muchos escritores y cineastas hoy es que las únicas instituciones limpias que heredamos de la Unión Soviética eran los servicios especiales, y que sin ellos la vida en este país se habría degradado completamente", dice Natalia Ivanova, subdirectora de ‘Znamya', una revista literaria. "Hay una correlación entre quién llega al poder y el tipo de héroe preferido por la cultura de masas". Putin escaló hasta los rangos superiores de la KGB antes de meterse en política.
Durante gran parte de los años noventa, las películas de Hollywood y las series de televisión y los culebrones latinoamericanos dominaron aquí el mundo de las películas y de la televisión estatal. La gran mayoría de las producciones nacionales fueron sagas criminales.
"Pero el último año apareció una nueva tendencia", dice Daniil Dondurei, editor jefe de la revista ‘Cinema Art', y "está claramente conectada con un intento de parte de las autoridades de formar conciencia patriótica en el país, especialmente con respecto al 60 aniversario de la victoria en la Segunda Guerra Mundial".
El domingo el ministro ruso de Defensa programa lanzar lo que llama un canal de "televisión patriótico". Pasará documentales de guerra y largometrajes para crear "influencias informativas e ideológicas efectivas para asegurarnos de las actividades sociales de los ciudadanos rusos", escribió el ministro de Defensa, Sergei Ivanov, en una carta citada por el diario financiero Kommersant. El mes pasado, Ivanov, quejándose de los medios de comunicación, dijo que "la imbecibilidad de la gente debe terminar".
"Cuando Putin llegó al poder, con él llegó la idea de que la KGB es el verdadero poder en la sociedad y la que garantiza la estabilidad y la seguridad", dice Victor Shenderovich, un escritor político satírico y creador de un irónico programa de títeres que dejó la NTV después de que el canal pasara a control de Gazprom Media, un brazo de la compañía estatal de gas. "Es realmente asombroso cómo todo el mundo está tratando ahora de crear leyendas y cuentos de hadas sobre los servicios de seguridad".

Series dramáticas como ‘La capilla roja', ‘Saboteador' y ‘La KGB en smoking' celebran las hazañas de los servicios de inteligencia en la lucha contra la Alemania nazi y luego en la Guerra Fría. Al mismo tiempo, héroes populares ficticios de la era soviética, como el mayor Pronin, una imitación de James Bond y agente del contraespionaje, han sido resucitados. El año pasado se re-editaron cinco novelas de Pronin y se han vendido extremadamente bien, de acuerdo a Mikhail Kotomin, editor literario de Ad Marginem Press, una editorial moscovita.
"La KGB representa el mito de un pasado poderoso, y hay una tendencia a volverse hacia la historia a la búsqueda de héroes", dice Kotomin, que ha publicado recientemente una serie de novelas de espionaje de los días soviéticos que dice que se están vendiendo muy bien.
Dondurei, el editor de ‘Cinema Art', observa que la industria filmográfica rusa continúa produciendo películas que muestran una mala imagen de los servicios de seguridad. "Esto no Corea del Norte; aquí hay pluralismo", dice, señalando películas o series como ‘Un chofer para Vera' y ‘Niños de Arbat'. "Todavía tenemos películas sobre monstruos de la KGB. No podemos decir que haya censura".
Son materiales de la era soviética los que ahora están nuevamente de moda, especialmente un libro, y más tarde una película, titulado ‘El escudo y la espada", el que primero atrajo la atención de Putin hacia la KGB. Se presentó a sí mismo como un recluta potencial cuando estaba en noveno de la secundaria en Leningrado, ahora San Petersburgo, de acuerdo a ‘Primera persona', una larga serie de conversaciones con el presidente que fue publicado en 2000.
"Mi imagen de la KGB proviene de historias románticas de espías", dijo Putin, refiriéndose en particular a ‘El escudo y la espada' en el que un agente soviético infiltra la Alemania nazi. "Libros y películas sobre espías... dominaron mi imaginación. Lo que más me sorprendió fue cómo el esfuerzo de un solo hombre podía lograr lo que no podría un ejército".
‘El escudo y la espada' es también el nombre de un restaurante temático de Moscú, una especie de Planet KGB, donde los recuerdos incluyen una carta firmada por el dictador José Stalin y retratos de sus matones, incluyendo a Lavrenti Beria, un asesino, torturador y violador en serie que fue ejecutado después de la muerte de Stalin en 1953.
Las camareras llevan faldas verdes y blusas blancas con hombreras de funcionarios soviéticos, y el chef trabajaba en el Kremlin cuando estaba en el poder Leonid Brezhnev.
El comedor está dominado por una copia de la famosa estatua de Félix Dzerzhinsky, fundador de otra agencia de seguridad de la era soviética, la NKVD.
El nieto de Beria cena aquí de vez en vez, y la familia del antiguo jefe de la KGB y secretario general del Partido Comunista, Yuri Andropov, cuyo busto está en el vestíbulo, celebró el 90 aniversario de su nacimiento en el restaurante, de acuerdo al dueño, Konstantin Piskaryov, cuyo abuelo fue un coronel de la NKVD. La mayoría de los clientes, dice, trabajan actualmente en los servicios de seguridad y "disfrutan viniendo aquí".
Interrogado sobre la exhibición de retratos de personajes tan manchados de sangre como Beria, Piskaryov replica: "Mi opinión es que no importa qué tipo de gente fueran, ellos forman parte de nuestra historia. El tiempo y la historia demostrarán que hicieron lo mejor por nuestro país".
También reciben un tratamiento glorioso los actuales servicios de seguridad del país, en series de televisión como ‘Agente de seguridad nacional'‘, ‘Liquidator' y ‘La patria espera'.
Incluso una popular canción de principios de los años noventa, ‘Contable', sobre una mujer que suspira por un marido así, ha cambiado su letras para reflejar la nueva moda. El título de la nueva versión es ‘Agente operativo'.
Las opiniones sobre el viejo enemigo, Estados Unidos, son ambivalentes en los programas y novelas. Rusia y Estados Unidos son aliados en algunas, pero en otras un infame Estados Unidos quiere sitiar y debilitar a Rusia. En ‘Legión blanca', de Ilya Ryasnoi, una novela de éxito de ventas con un escenario contemporáneo, las reformas de Mikhail Gorbachev son mostradas como una conspiración de la CIA y la caótica sociedad post-soviética es salvada de la ruina total gracias a una red secreta de antiguos agentes de la KGB.
"Gran parte de esta literatura es anti-liberal", dice la editora Ivanova. "No creo que estos escritores reciban algún tipo de órdenes del Kremlin. Pero sí están captando sus deseos, están sintiendo el cambio de actitud. La tendencia nos pone en guardia. Yo quiero vivir en un país libre, sin la idea de que el control de los servicios especiales es esencial para la estabilidad o de que necesitamos revivir el imperio".
‘Número personal', una nueva película con un presupuesto de 7 millones de dólares, lo que es alto para Rusia, dramatiza muchas de las preocupaciones domésticas y de relaciones exteriores del Kremlin, basándose en incidentes recientes, como la toma del teatro de Moscú por rebeldes chechenos en 2002.
En su historia, un magnate exiliado trabaja con terroristas chechenos y árabes, incluyendo a personajes como Osama bin Laden, para ocupar un circo en Moscú. La película se posa sobre los rostros de los niños rehenes, provocando olas de miedo en la audiencia.
Al final, los árabes traicionan a los chechenos; el magnate que había esperado derrocar al gobierno vuelve a Londres, donde se han reunido varios enemigos de Putin. La figura de Bin Laden encuentra refugio en Pankisi Gorge, en Georgia, que según Rusia ha sido largo tiempo un santuario de terroristas.
Un agente del FSB, moldeado de Bruce Willis en ‘Duro de matar', salva el día, desbaratando una conspiración para usar un avión para detonar una bomba radioactiva sobre Roma.
"La película le da a la gente la certidumbre de que están siendo protegidos", dice Sergei Gribkov, el productor de la película. "Le da al país la oportunidad de mostrar su poder de resistencia. Y ayuda con motivación a los servicios de seguridad". El FSB y el gobierno proporcionaron los aviones de guerra, los helicópteros de combate y los transportadores blindados para contribuir a la verosimilitud de la película.
"No sólo queríamos crear una imagen positiva del FSB, queríamos que la gente entendiera que el tema más serio de nuestra época, uno que fue discutido por el presidente de Estados Unidos, es el tema de las armas de destrucción masiva en manos de terroristas", dice Gribkov. "Es un deber de todo estado ayudar a este tipo de películas".

26 de febrero de 2005
©washington post
©traducción mQh
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