Blogia
mQh

cazadores en desiertos mexicanos


[Kevin Sullivan] Cazadores estadounidenses llegan en tropel a desiertos mexicanos a cazar trofeos. El auge ofrece ingresos a áreas aisladas.
Hermosillo, México. Había en todas partes hombres cargando astas.
Decenas de ellos, todos cazadores de Estados Unidos, avanzaban en las colas del diminuto aeropuerto de aquí, embarcando en vuelos hacia Arizona y California. Todos ellos llevaban uniformes de camuflaje y rifles en estuches cerrados, y casi todos cargaban grandes astas de ciervo, con sus afiladas puntas envueltas en pedazos de manguera de jardín y cinta adhesiva para protegerlos en el compartimento de equipaje.
"Es así todos los días en esta época del año", dijo Les Ezell, un outfitter de Colorado que ha estado guiando expediciones de caza en los vastos ranchos del desierto del estado de Sonora durante más de una década. "En el aeropuerto veo caras nuevas todo el tiempo. Cazar en México finalmente se está dando a conocer".
Atraídos por una abundante fauna, un invierno cálido y un gobierno anfitrión ansioso, un número de rápido crecimiento de cazadores norteamericanos llegan a México a cazar ciervos, palomas y carneros del desierto en lo que funcionarios mexicanos dicen que se ha transformado en una industria de 300 millones de dólares al año.
Unos 20.000 cazadores extranjeros, casi todos ellos ciudadanos norteamericanos, visitaron México el año pasado, cuatro veces más que hace cinco años. Casi 23 millones de hectáreas de haciendas privadas en los estados del norte de México están abiertos para la caza, 100 veces más tierras que hace 10 años.
De noviembre a febrero, enormes extensiones abiertas de cactus y matorrales son recorridas por cazadores norteamericanos, que pagan 10.000 dólares a la semana, y a veces mucho más, en expediciones privadas y guiadas. Alojan en ranchos o en cabinas de cazadores, y se levantan antes del alba para salir a cazar, a veces desde una plataforma de caza hecha a medida atornillada al camión.
Hace unos diez años, el gobierno se dio cuenta de que podría llevar ingresos al remoto y pobre campo y se puso en marcha agresivamente para fomentar la caza en el extranjero. El ministerio del Medio Ambiente federal inició un proyecto para ayudar a los rancheros a alquilar tierra a outfitters y emitió permisos de caza, y asignó agentes policiales para controlar a los cazadores.
El gobierno federal también creó nuevos permisos para portar armas de fuego que hizo fácil para los cazadores extranjeros introducir al país sus propios potentes rifles de caza.
El gobierno ha seducido a los cazadores norteamericanos con restricciones de caza que son generalmente más liberales que en Estados Unidos. A un cazador que está limitado a cazar cinco patos al día en Virginia, en México se le permite cazar 50 o 100.
Los cazadores norteamericanos han respondido como niños ante un puesto de helados, atraídos por los majestuosos cotos de caza del desierto que están cerca de casa, donde los animales de trofeo son grandes y abundantes y el tiempo es cálido, cuando muchas de las regiones de caza mayor en Estados Unidos están enterradas en la nieve.
"Todo el mundo está contento; es una situación de beneficio absoluto para la gente de aquí", dijo Jorge Luis Molina, un funcionario que supervisa la cacería en el estado de Sonora, donde los funcionarios están luchando por abrir millones de hectáreas más para satisfacer la creciente demanda.
México en lo esencial considera a los cazadores como turistas con armas -y montones de pasta para gastar. El turismo es una industria de 10 billones de dólares al año, pero tiende a concentrarse en los urbanizados balnearios costeros. Los funcionarios federales han luchando para llevar una cuota de esa riqueza del turismo a las partes más pobres del país, y dijeron que la caza hace justamente eso.
"La caza es una alternativa real para el desarrollo rural de México, y el potencial de crecimiento es alto", dijo Felipe Ramírez Ruiz, un funcionario del ministerio del Medio Ambiente federal y el principal regulador de la caza en México.
Ramírez dijo que millones de hectáreas de cactus y matorrales que se persiguen pertenecen a propietarios privados de ranchos, que los usan generalmente para que paste el ganado o caballos. Gran parte de la tierra es seca y árida, inadecuada para la agricultura y proporciona pocos ingresos a sus propietarios.
Ahora, dijo, esos rancheros están firmando lucrativos contratos de alquiler con outfitter mexicanos y norteamericanos, que pagan permisos para traer cazadores al país y por cada animal cazado. Para muchos rancheros, esos ingresos duplican sus ingresos anuales -o es quizás el único dinero que obtienen de sus tierras.
"Este dinero llega a lugares donde la gente no tiene prácticamente nada", dijo Molina, el funcionario del estado de Sonora, que observó que hoteles, restaurantes, tiendas de alimentación, aerolíneas y muchos otros negocios en los alrededores de esta ciudad de 1.5 millones han sacado beneficios de la visita de cazadores norteamericanos.
Ezell's Sierra Grande Adventures es una de las casi 160 firmas privadas -de unas 100 hace dos años- que lleva a cazadores norteamericanos a México, principalmente a Sonora y otros cinco estados en la frontera. Ezell se especializa en cacerías de ciervo mula del desierto, el más pequeño ciervo de Coues y del borrego cimarrón. Otros outfitters se concentran en pavo, paloma, codornices y patos, que se encuentran en grandes cantidades y puede ser cazados básicamente sin restricciones.
Ramírez dijo que estudios del gobierno han mostrado que las poblaciones de ciervos, carneros y pájaros migratorios están en realidad aumentando, ya que nacen muchos más al año de los que matan los cazadores. Dijo que los funcionarios creen que hay bastante fauna como para apoyar una continuada expansión de la caza.
Varios ambientalistas observaron que la mayoría de los mexicanos que viven fuera de las escasamente pobladas áreas de caza no saben nada de la práctica. Juan Bezaury, director de políticas de medio ambiente de la Conservación de la Naturaleza en México, dijo que su grupo no se oponía a la caza, agregando que esperaba que el gobierno aumentara el número de inspectores a medida que crezca la industria.
Cuando Ezell empezó hace 12 años, era uno de los pocos outfitters del área, y alquilaba los derechos de caza de cuatro ranchos con un total de 40.000 hectáreas. Hoy, su empresa controla 13 ranchos con más de 100.00 hectáreas.
Cazar no es barato, y Ezell dijo que los cazadores estadounidenses tienden a ser hombres de negocios adinerados. Los cazadores de ciervos gastan un promedio de 10.000 dólares cada uno por una excursión de una semana con la empresa de Ezell, que incluye 2.500 dólares de derechos por el primer ciervo que maten -y 4.500 dólares más por los siguientes.
La caza del carnero es incluso más cara. En Estados Unidos, los permisos de caza de esos solicitados animales -con sus característicos gruesos cuernos curvos- son generalmente emitidos por loterías estatales, y Ezell dijo que muchos cazadores no tienen nunca la posibilidad de cazar a uno. Las autoridades mexicanas son estrictas sobre cuántos carneros se pueden cazar; Ezell tenía permisos para cazar en esta temporada sólo nueve. Esos límites empujan los precios hacia arriba -unos 30.000 dólares a la semana para cazar carneros, más 30.000 dólares más si el cazador captura una presa.
Ezell dijo que tuvo un cliente en enero, un hombre de negocios de Fairfax, que pasó tres semanas cazando en Sonora y cazó un borrego y seis ciervos, pagó una cuenta de casi 75.000 dólares. El mes pasado, el propietario, presidente y dos empleados de una importante compañía de cerveza y vino al por mayor en Columbus, Ohio, llegaron en un avión privado para cazar.
Mike Belcher, gerente de cuentas de la destilería, hacía su segunda expedición a México. Hace dos años cazó a un ciervo antes de las nueve de la mañana del primer día; las astas están en la pared de su oficina en Columbus. La semana pasada cazó a otro, temprano en la mañana.
"Todavía no salía el sol -teníamos que esperar a que saliera el sol para tomar fotos", dijo Belcher, 43, que dijo que había cazado búfalos en Zimbabue y ciervo de cola blanca en el Midwest de Estados Unidos, donde pueden pasar horas antes de ver y cazar alguna presa.
Belcher y sus compinches comenzaron su semana en México con una cacería matutina de palomas, en las que cada uno puede cazar unos 50 pájaros. Las presas son regaladas a residentes del área, como hicieron con la carne de los ciervos cazados. Es ilegal llevar carne fresca a Estados Unidos, y lo que buscan principalmente es el trofeo de las astas. Belcher dijo su último trofeo, una pesada asta de 8 puntas, estaría pronto en la pared de su oficina.
Descansando en un rancho de cazadores de dos dormitorios, entre decenas de miles de hectáreas de altos cactus e irregulares montañas elevándose del lecho de los valles, John Fleming, otro cazador de Ohio, dijo que unos días de cacería a través de un paisaje tan hermoso valían la pena el alto precio.
"Ya no hacen lugares como este en el mundo", dijo.

13 de febrero de 2005
©washington post
©traducción mQh

0 comentarios