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cruenta guerra por territorio


Guerra de carteles en México causa carnicería.
[James C. McKinley Jr.] Ciudad Juárez, México. Un signo de la desesperación por terminar con el crimen organizado en esta ciudad fronteriza es que el tipo bueno en los carteles de reclutamiento de la policía no es un joven bien afeitado con una bonita gorra de policía, sino un amenazador soldado con máscara negra y casco y sosteniendo una ametralladora pesada.
El cartel es la respuesta del gobierno a un tipo diferente de letrero dejado a fines de enero a los pies de un monumento en honor de agentes de policía caídos: una lista garabateada a mano de veintidós agentes, cinco de los cuales ya han sido acribillados en la calle. El letrero advertía que los otros también serían asesinados, "a menos que aprendan". En total, este año han muerto asesinados aquí ocho policías; tres se encuentran desaparecidos.
Incluso según las normas de esta polvorienta ciudad del desierto, donde los narcotraficantes han transportado su carga al otro lado del Río Grande durante largo tiempo y los crímenes de mujeres todavía no resueltos han llamado la atención internacional, los últimos tres meses han sido un baño de sangre, dicen funcionarios.
En los primeros tres meses de este año, la guerra por territorios de los carteles de narcotraficantes se ha cobrado la vida de más de 210 personas. El número de homicidios este año es más que el doble del total de homicidios durante el mismo período del año pasado. En fosas comunes en los patios traseros de dos casas de propiedad de narcotraficantes se hallaron dos fosas comunes con 36 cuerpos.
En los momentos más álgidos de la violencia, para Semana Santa, se encontraron cuerpos de víctimas todos los días, con un promedio de doce por semana. Desesperados, el alcalde y el gobernador del estado de Chihuahua pidieron la intervención del gobierno federal.
"Ni el gobierno municipal ni el gobierno del estado son capaces de hacer frente al crimen organizado", dijo en una entrevista el alcalde José Reyes Ferriz.
Así que a fines de marzo, el presidente Felipe Calderón envió 2.026 soldados y 425 agentes federales. Continúan patrullando en caravanas de todoterrenos y camionetas. Pero incluso ellos se sienten intimidados. Ninguno de ellos se atreve a mostrar la cara, y se cubren con pasamontañas.
La morgue está llena de más de cincuenta cuerpos no identificados ni reclamados, prueba de que los soldados de la guerra de las mafias provienen de otros estados, dijo el alcalde.
Pero es difícil obtener información sobre quién está peleando con quién.
El jefe de la policía local, Guillermo Prieto Quintana, dijo ignorar todo sobre el conflicto, pese a que ha sido un agente de policía en la ciudad durante más de treinta años. Reconoció que el cuerpo de policía de 1.600 miembros estaba inundado de agentes corruptos, como consecuencia, dijo, de que los bajos salarios y de la falta de oportunidades para avanzar los empujaba a buscar otras fuentes de dinero. "Mientras exista la posibilidad de ganar dinero fuera, existirá corrupción", dijo.
Desde fines de los años ochenta, el tráfico de drogas en Ciudad Juárez ha estado controlado por un grupo conocido como el Cartel de Juárez, dirigido por Vicente Carrillo Fuentes desde la muerte de su hermano Amado en 1997.
La reciente violencia que está desgarrando Ciudad Juárez se deriva de una guerra de pandillas entre antiguos aliados. Según un fiscal federal, por un lado está la familia Carrillo Fuentes y su representante aquí, José Luis Ledesma, conocido como J.L. Por el otro, varios traficantes del estado de Sinaloa, el principal entre ellos Joaquín Guzmán, conocido como El Chapo, e Ismael Zambada, conocido como El Mayo. El fiscal, así como otros de los entrevistados, habló a condición de conservar el anonimato. Su incómoda alianza ha sido puesta a prueba desde que uno de los hermanos Carrillo Fuentes, Rodolfo, fuera asesinado en septiembre de 2004, dicen funcionarios. Se cree que Guzmán ordenó su asesinato.
Una teoría dice que la tensión alcanzó un punto de ruptura en diciembre cuando Zambada se negó a pagar al Cartel de Juárez un impuesto por transportar drogas por su territorio.
Desde entonces, Zambada y Guzmán empezaron una ofensiva contra el cartel de Juárez, y Ledesma, el jefe de la mafia local, ha respondido ferozmente, dijeron fiscales y funcionarios del ayuntamiento. "La gente de Mayo y Chapo querían invadir, y J.L. no estada dispuesto a permitirlo, y así empezó la guerra", dijo el fiscal.
Pero un agente de la inteligencia mexicana, también hablando a condición de preservar el anonimato, dijo que desde el asesinato de Rodolfo Carrillo Fuentes, el cartel de Juárez ha forjado una alianza con el cartel del Golfo, dirigido por el barón de la droga encarcelado Osiel Cárdenas Guillén y sus lugartenientes en el estado de Tamaulipas, al otro lado de la frontera de Tejas del Sur.
Desde el año pasado las detenciones y presiones de las tropas federales han debilitado al cartel del Golfo. Presintiendo una oportunidad, Zambada, Guzmán y otros traficantes de Sinaloa que habían caído en desgracia con el clan de Carrillo Fuentes han tratado de ocupar la ciudad, dijo el agente.
"Lo que pasa es que un cartel dejó un espacio abierto, y otro cartel está tratando de ocuparlo", dijo el agente de inteligencia, hablando a condición de guardar su identidad.
John Riley, el agente especial a cargo de la oficina de la Drug Enforcement Administration en El Paso, dijo que la guerra en Ciudad Juárez es la misma guerra por territorio librada entre varios traficantes de Sinaloa, la vieja familia Carrillo Fuentes y el cartel del Golfo que ha sacudido al país en los últimos dos años y que se ha cobrado miles de víctimas.
Agregó que las alianzas entre los diferentes grupos varían constantemente, lo que crea una caótica situación para la policía. "Un montón de esas fronteras se han borrado desde el primer año", dijo. "Es extremadamente confuso".
Funcionarios del ayuntamiento dijeron que ante la reciente guerra de la mafia, Ledesma ha tratado de hacerse un lugar como gángster en el sentido americano, controlando las organizaciones dedicadas a la extorsión, la prostitución y las apuestas, así como el tráfico de cocaína.
Los funcionarios dicen que también ha reclutado a pandillas callejeras locales como los Aztecas, como pistoleros y distribuidores de droga. El cartel del Golfo ha introducido un cuerpo de asesinos a sueldo conocidos como los Zetas.
Fiscales federales y funcionarios del ayuntamiento dicen que Ledesma también ha infiltrado el departamento de policía local en grados alarmantes. La mayoría de los agentes asesinados en los recientes incidentes violentos tenían vínculos con narcotraficantes, dijeron los fiscales.
Para los vecinos las patrullas de la policía federal y militares han traído un breve respiro al estado de terror en el que han estado viviendo. Pero varios vecinos dijeron en entrevistas que siguen teniendo miedo de salir de sus casas en la noche o dejar que sus hijos jueguen fuera como hicieron ellos de niños. Las balaceras son un sonido habitual después de la puesta de sol, dijeron.
"Antes, no se ejercía demasiada presión sobre los vendedores de drogas, pero con el ejército las cosas están cambiando", dijo Janeth Ponce, 21, ama de casa, que el sábado pasado se encontraba en la plaza mayor. "Ahora uno no siente tanto miedo, porque hay más policías".
Pero otros vecinos dijeron que la intervención federal era sólo una solución temporal. La policía local está superada, mal pagada, inclinada a la corrupción y carece de autoridad para investigar a los narcotraficantes, observaron.
No ha escapado a la atención de nadie que a fines de marzo las autoridades federales arrestaron a nueve agentes de policía de la ciudad por cargos de tráfico de drogas, y el ex comisionado de la policía, Saulo Reyes, fue detenido en El Paso en enero, por cargos de tráfico de marihuana.
"La policía no hacía nada", dijo Janet Morales Castellanos, que el sábado pasado estaba atendiendo el puesto de hierbas de su padre en el mercado. "Aquí no se puede salir por la noche. No puedo sacarla al parque por la noche, y ni siquiera al cine" dijo Morales, refiriéndose a su hija pequeña. "Te tienes que quedar en casa".
El alcalde y el comisionado de policía, que asumió el cargo en octubre pasado, dijeron que la única solución a largo plazo es purgar el departamento de policía y entregar autoridad a los agentes de policía para investigar el tráfico de drogas, que ahora es fuero único de los agentes federales.
Con ese fin han endurecido las normas de reclutamiento y están empezando a usar toda una serie de pruebas para descartar a los drogadictos y otros inclinados a la corrupción. Han comprado cien coches patrulleros y han autorizado que los agentes porten armas semiautomáticas y ametralladoras, en lugar de las pistolas de servicio.
Sin embargo, el departamento de policía ha cambiado poco. Sólo treinta agentes han renunciado o se han retirado tras la ola de detenciones federales y las nuevas pruebas. La primera tanda de 150 reclutas salieron de la academia en enero, pero entraron a un departamento donde la mayoría de los agentes tienen demasiado miedo de los narcotraficantes como para iniciar algo contra ellos o están en su planilla de pago.
"Un policía municipal sabe todo, pero no puede hacer nada", dijo Jaime Torres, el portavoz del departamento.

21 de abril de 2008
16 de abril de 2008
©new york times
cc traducción mQh
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