autobús sólo para mujeres
[Ken Ellingwood] Los vehículos de la locomoción colectiva exclusivos son una agradecida opción para las mujeres hastiadas de la atención indeseada de los hombres.
Ciudad de México. María del Carmen Hernández tiene que aguantarse el trayecto en bus de casi dos horas hacia su trabajo como aseadora de un bufete de abogados al otro lado de la ciudad. Cuando termina, tiene que volver a casa por la misma ruta. Es un debilitante ejercicio, a través del smog y el tráfico y la soporífera repetición de las incontables paradas. Pero hoy Hernández puede al menos viajar segura de que los rigores del viaje no incluirán ser toqueteada.
La trabajadora de 48 años de Ciudad de México es una de las miles de mujeres que han empezado a atravesar la capital en autobuses públicos a los que no pueden subir hombres.
El servicio de buses sólo para mujeres, inaugurado en enero, es la respuesta del ayuntamiento a la antigua queja de las mujeres mexicanas de que en los buses y vagones del metro con los pasajeros apretujados como sardinas algunos hombres simplemente no se pueden controlar a sí mismos.
"No es normal, pero es frecuente", y ha sido objeto de toqueteos indeseados en numerosas ocasiones en el transporte público, dijo Hernández. La mejor protección, dijo, es tratar de hacerse con un asiento junto a la ventanilla para evitar el contacto con los hombres que se apretujan en el pasillo.
"Ellos saben que es una ofensa", dijo. "Pero hacen que lo quieren".
No en este bus.
Hernández se sienta atrás relajada, junto a la ventana (los hábitos son duros de matar), mientras el bus del ayuntamiento, que se distingue por su letrero rosado ‘Sólo Mujeres' en el parabrisas, pasa retumbando entre los frondosos árboles del majestuoso Paseo de la Reforma y a lo largo de arenosos tramos, acercándose hacia su terminal en un barrio de clase media baja llamado La Villa.
En varias paradas los hombres se encaramaron arriba, aparentemente sin haber visto el letrero. Pero se retiraron después de que el chofer les dijera que este bus era sólo para mujeres.
Entre las pasajeras no hubo expresiones de júbilo ni risitas ahogadas de ver rechazados a los hombres, sino la simple satisfacción de que este bus es sólo para ellas.
"Al final nos hicieron justicia", dijo Sara Plata, 54, que iba para su casa desde su trabajo en una guardería infantil.
Plata dijo que el comportamiento grosero de algunos hombres en el transporte público de Ciudad de México, que incluye un extenso metro, autobuses y una red de más de veinte mil camionetas privadas conocidas como micros, no se limitaba a los toqueteos.
"Te dicen cosas feas, o no ceden el asiento a la tercera edad", dijo.
Los autobuses para mujeres tienden a ir menos apretados, dicen las pasajeras, y las mujeres son más amables. Durante el viaje, una mujer de edad mediana se levantó para ofrecer su asiento a una anciana.
"Podemos viajar sentadas. En el otro no", observó Hernández.
Esa tranquilidad es justamente lo que los funcionarios tenían en mente cuando decidieron que Ciudad de México se uniría a Tokio, Río de Janeiro y El Cairo e instalarían espacios separados para mujeres en el transporte público.
El servicio se ha expandido desde su inauguración aquí y ahora incluye 55 de los 1.300 buses de la ciudad, con dos docenas más en camino. A fin de mes, los autobuses restringidos correrán en un cuarto de las 88 rutas. De momento, los buses han tenido cuatrocientas mil pasajeras, dijo Ariadna Montiel, directora del servicio de autobuses. El precio del billete, unos veinte centavos, es el mismo que en los buses normales.
Montiel dijo que la idea surgió después de que estudios entre los pasajeros confirmaran la desesperación de las mujeres con el toqueteo -un fenómeno con el que estaba familiarizada personalmente. Recordó que cuando era estudiante de arquitectura en los años noventa, decidía qué ponerse dependiendo de si debía o no subirse a un transporte público. Las faldas eran una mala opción para los buses apretujados o el metro, donde los hombres podían mirarla o tocarla, dijo.
"Creo que todas las mujeres han tenido experiencias como estas en el transporte público", dijo.
El metro de Ciudad de México destina ciertos carros para mujeres, niños y ancianos que suben a los vagones en ciertas secciones restringidas de los andenes durante las horas pique. Los funcionarios dicen que el sistema ha funcionado bien. Pero apartar asientos en los buses no era práctico, dijo Montiel, así que los funcionarios decidieron apartar buses enteros para el uso exclusivo de mujeres. Hacen las mismas rutas que los otros buses, pero menos frecuentemente.
El arreglo ha provocado quejas de algunos hombres de entre los 850 mil pasajeros de buses al día que tiene la ciudad que dicen que el servicio exclusivo para mujeres es injusto.
"Algunos dicen que es discriminación", dijo Víctor Luna, 36, que conducía un bus de mujeres el otro día. "Dicen: ‘¿En qué artículo de la Constitución aparece?'"
Pero muchos hombres en la machista sociedad mexicana simpatizan con las mujeres, que constituyen un quinto del total de pasajeros.
"Es necesario, porque en esto la cultura mexicana peca", dijo Andrés Meza, 30, sobre los buses, justo después de ser rechazado en uno de ellos. "Desafortunadamente, hay montones de hombres que se comportan de esa manera".
Pero incluso algunos de sus partidarios conceden que el servicio elude los problemas más profundos que aquejan las relaciones entre los sexos en México.
"Pueden ayudarnos proporcionándonos servicios como estos", dijo Mitzi Hernández, 27, representante de la sección servicio al cliente, que hacía el trayecto en el bus por segunda vez. "¿Pero cambiar la mentalidad de una persona? No creo".
La trabajadora de 48 años de Ciudad de México es una de las miles de mujeres que han empezado a atravesar la capital en autobuses públicos a los que no pueden subir hombres.
El servicio de buses sólo para mujeres, inaugurado en enero, es la respuesta del ayuntamiento a la antigua queja de las mujeres mexicanas de que en los buses y vagones del metro con los pasajeros apretujados como sardinas algunos hombres simplemente no se pueden controlar a sí mismos.
"No es normal, pero es frecuente", y ha sido objeto de toqueteos indeseados en numerosas ocasiones en el transporte público, dijo Hernández. La mejor protección, dijo, es tratar de hacerse con un asiento junto a la ventanilla para evitar el contacto con los hombres que se apretujan en el pasillo.
"Ellos saben que es una ofensa", dijo. "Pero hacen que lo quieren".
No en este bus.
Hernández se sienta atrás relajada, junto a la ventana (los hábitos son duros de matar), mientras el bus del ayuntamiento, que se distingue por su letrero rosado ‘Sólo Mujeres' en el parabrisas, pasa retumbando entre los frondosos árboles del majestuoso Paseo de la Reforma y a lo largo de arenosos tramos, acercándose hacia su terminal en un barrio de clase media baja llamado La Villa.
En varias paradas los hombres se encaramaron arriba, aparentemente sin haber visto el letrero. Pero se retiraron después de que el chofer les dijera que este bus era sólo para mujeres.
Entre las pasajeras no hubo expresiones de júbilo ni risitas ahogadas de ver rechazados a los hombres, sino la simple satisfacción de que este bus es sólo para ellas.
"Al final nos hicieron justicia", dijo Sara Plata, 54, que iba para su casa desde su trabajo en una guardería infantil.
Plata dijo que el comportamiento grosero de algunos hombres en el transporte público de Ciudad de México, que incluye un extenso metro, autobuses y una red de más de veinte mil camionetas privadas conocidas como micros, no se limitaba a los toqueteos.
"Te dicen cosas feas, o no ceden el asiento a la tercera edad", dijo.
Los autobuses para mujeres tienden a ir menos apretados, dicen las pasajeras, y las mujeres son más amables. Durante el viaje, una mujer de edad mediana se levantó para ofrecer su asiento a una anciana.
"Podemos viajar sentadas. En el otro no", observó Hernández.
Esa tranquilidad es justamente lo que los funcionarios tenían en mente cuando decidieron que Ciudad de México se uniría a Tokio, Río de Janeiro y El Cairo e instalarían espacios separados para mujeres en el transporte público.
El servicio se ha expandido desde su inauguración aquí y ahora incluye 55 de los 1.300 buses de la ciudad, con dos docenas más en camino. A fin de mes, los autobuses restringidos correrán en un cuarto de las 88 rutas. De momento, los buses han tenido cuatrocientas mil pasajeras, dijo Ariadna Montiel, directora del servicio de autobuses. El precio del billete, unos veinte centavos, es el mismo que en los buses normales.
Montiel dijo que la idea surgió después de que estudios entre los pasajeros confirmaran la desesperación de las mujeres con el toqueteo -un fenómeno con el que estaba familiarizada personalmente. Recordó que cuando era estudiante de arquitectura en los años noventa, decidía qué ponerse dependiendo de si debía o no subirse a un transporte público. Las faldas eran una mala opción para los buses apretujados o el metro, donde los hombres podían mirarla o tocarla, dijo.
"Creo que todas las mujeres han tenido experiencias como estas en el transporte público", dijo.
El metro de Ciudad de México destina ciertos carros para mujeres, niños y ancianos que suben a los vagones en ciertas secciones restringidas de los andenes durante las horas pique. Los funcionarios dicen que el sistema ha funcionado bien. Pero apartar asientos en los buses no era práctico, dijo Montiel, así que los funcionarios decidieron apartar buses enteros para el uso exclusivo de mujeres. Hacen las mismas rutas que los otros buses, pero menos frecuentemente.
El arreglo ha provocado quejas de algunos hombres de entre los 850 mil pasajeros de buses al día que tiene la ciudad que dicen que el servicio exclusivo para mujeres es injusto.
"Algunos dicen que es discriminación", dijo Víctor Luna, 36, que conducía un bus de mujeres el otro día. "Dicen: ‘¿En qué artículo de la Constitución aparece?'"
Pero muchos hombres en la machista sociedad mexicana simpatizan con las mujeres, que constituyen un quinto del total de pasajeros.
"Es necesario, porque en esto la cultura mexicana peca", dijo Andrés Meza, 30, sobre los buses, justo después de ser rechazado en uno de ellos. "Desafortunadamente, hay montones de hombres que se comportan de esa manera".
Pero incluso algunos de sus partidarios conceden que el servicio elude los problemas más profundos que aquejan las relaciones entre los sexos en México.
"Pueden ayudarnos proporcionándonos servicios como estos", dijo Mitzi Hernández, 27, representante de la sección servicio al cliente, que hacía el trayecto en el bus por segunda vez. "¿Pero cambiar la mentalidad de una persona? No creo".
ken.ellingwood@latimes.com
17 de marzo de 2008
12 de marzo de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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