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licencian a desertores en iraq


Fuerzas de seguridad iraquíes licencian a 1.300 desertores. Los oficiales dicen que se negaron a luchar contra las milicias chiíes, cuya influencia es un importante problema para el gobierno.
[Tina Susman] Bagdad, Iraq. Oficiales iraquíes dijeron el domingo que habían licenciado a cerca de 1.300 soldados y agentes de policía que se negaron a luchar contra las milicias de musulmanes chiíes durante la reciente campaña del gobierno, deserciones que plantean interrogantes sobre el probable funcionamiento de las tropas iraquíes cuando desciendan los niveles de tropas norteamericanas.
El anuncio proporcionó el primer informe detallado de la resistencia ofrecida por algunos soldados y policías iraquíes durante la ofensiva que empezó el 25 de marzo en Basra, una ciudad al sur del país, y que provocó enfrentamientos en varios bastiones chiíes en Bagdad.
Un oficial de policía de alto rango en Basra dijo que el sábado empezó una redada de simpatizantes de la milicia y que "un gran número" de agentes de policía fueron detenidos en sus puestos de trabajo y acusados de pertenecer a las milicias. "Eran oficiales de alto rango y en diferentes posiciones", dijo el oficial iraquí, que no estaba autorizado para hablar y se negó a identificarse.
No especificó a qué milicias pertenecían.
Un portavoz del ministerio del Interior, Abdul Kareem Khalaf, dijo que los soldados licenciados serán juzgados por una corte marcial. Los soldados desertaron por razones políticas, religiosas y étnicas.
Khalaf dijo que sus delitos "demostraban su solidaridad con delincuentes", pero no detalló ninguna acusación específica. Khalaf dijo que no sabía cuántos de los licenciados eran policías ni cuántos soldados.
Khalaf dijo que la mayoría de las deserciones ocurrieron en Basra, donde fueron licenciados 921 agentes de policía y soldados. Los otros desertores son de Kut, la capital de la provincia de Wasit y el escenario de intensos combates en los días inmediatamente posteriores al lanzamiento de la campaña en Basra.
Oficiales norteamericanos e iraquíes dijeron que lo más probable era que agentes de policía se convirtieran en desertores debido a las presiones en sus propios vecindarios. Dijeron que esto era especialmente verdad en zonas con fuerte presencia de milicias, como Ciudad Sáder, el bastión bagdadí del clérigo radical Muqtada Sáder y su milicia Ejército Mahdi. A diferencia de los soldados, la policía se presenta al servicio en las comunas donde viven.
Tres días después de que comenzara la ofensiva, Salman Freiji, jefe de la organización de Sáder en Ciudad Sáder, saludó a cuarenta hombres que dijo eran policías y soldados. Los hombres, con gafas oscuras y máscaras, dijeron a los periodistas que los acompañaban que ellos no lucharían contra sus compatriotas chiíes y querían entregar sus armas a Sáder. Videos y fotografías de periodistas muestran a Freiji dando a los hombres ramas de olivo y libros del Corán.
"Probablemente fue más por miedo que por lealtad a Sáder", dijo un oficial norteamericano en Bagdad al describir las probables razones de los policías para entregar sus armas. Dijo que informes previos habían indicado que la mayoría de las fuerzas de seguridad que habían desertado eran jóvenes reclutas que habían terminado hace poco su período de adiestramiento.
Cualquiera sean las razones, las deserciones son un signo de lo que los críticos dicen que son problemas más extendidos con la ofensiva ordenada por el primer ministro Nouri Maliki, incluyendo el despliegue inusualmente rápido de tropas todavía inseguras y sin de adiestramiento. Algunos dicen que esto delata la fragilidad del liderato de Maliki y augura problemas permanentes en momentos en que los niveles de tropas norteamericanas siguen siendo el foco de un debate en Washington.
"Hay una cierta bravuconería en el liderato iraquí actual, que creen que si se encuentran en alguna situación difícil les bastará con una demostración de fuerza para hacer que pasen las cosas que quieren", dijo el oficial norteamericano, que habló anónimamente debido a que critica al presidente iraquí respaldado por Estados Unidos.
"Se necesita mucho para planear una operación militar. Todas esas cosas no se han hecho todavía", dijo el oficial.
El embajador norteamericano Ryan Crocker reconoció haber sido tomado por sorpresa por el tamaño y alcance de la campaña de Maliki en Basra. El comandante de las tropas norteamericanas en Iraq, el general de ejército David H. Petraeus, aunque elogiando a Maliki por su resolución, dijo en un testimonio ante el Congreso la semana pasada que algunos elementos de la ofensiva iraquí eran una decepción, "pese a que todavía no ha terminado".
Ambos oficiales debieren responder a dudas sobre la ofensiva de Basra y sus sangrientas secuelas durante su comparecencia ante los legisladores en Washington. Sus declaraciones coincidieron con un aumento de las bajas civiles en todo Iraq por primera vez en varios meses, debido a los enfrentamientos desencadenados por la ofensiva de Basra.
Muchos legisladores presionaron a Petraeus para que predijera cuándo se podría reducir el nivel de tropas a menos de 140 mil sin poner en riesgo la seguridad. Este es el contingente de fuerzas estadounidenses que habrá en Iraq en julio cuando los 28.500 militares adicionales enviado allá en 2007 vuelvan a casa. Petraeus ha recomendado una pausa en la retirada de al menos 45 días después de eso, y dijo a los legisladores que sólo las condiciones en el terreno podrían determinar cuándo podrían marcharse más soldados.
Más de seiscientas personas, la mayoría de ellas civiles, han perdido la vida desde que Maliki lanzara su campaña. Los peores enfrentamientos han ocurrido en Ciudad Sáder.
Por primera vez en varios días, la extensa comuna de unos tres millones de personas, estuvo tranquila el domingo, pero la tensión era evidente.
En una pequeña casa en un callejón de tierra, cientos de mujeres, muchas de ellas sollozando, quejándose y golpeando sus pechos en una demostración de dolor, se lamentaban por el asesinato el viernes de un importante ayudante de Sáder, Riyadh Noori, que fue asesinado a balazos en la ciudad santa de Nayaf por atacantes no identificados.
Ahmad Chalabi, el representante del gobierno para la restauración de servicios básicos en Bagdad, se unió al padre y dos hermanos de Noori y cientos de asistentes en una tienda reservada para los hombres.
"Están furiosos por su pérdida, furiosos por la situación, y están furiosos porque cinco años después del derrocamiento de Saddam Hussein, todavía se sigue matando gente", dijo Chalabi más tarde.
Después de separarse de los deudos, Chalabi visitó una bodega en Ciudad Sáder que se supone almacena las raciones alimenticias que se distribuyen mensualmente a los vecinos. Allá, tuvo que hacer frente a un hombre enfurecido que a apenas centímetros de la cara de Chalabi acusó al gobierno de abandonar a su gente.
"¡Votamos por Maliki! ¿Y es así como nos protege?", gritó Hayoun Hamid Amir.
"Es uno de ustedes", replicó Chalabi, conservando la calma.
"¡No, no es uno de nosotros", gritó Amir.
Más tarde acusó a las tropas norteamericanas e iraquíes de disparar indiscriminadamente en zonas residenciales de Ciudad Sáder.
Es probable que las tensiones sigan altas en los bastiones del Ejército Mahdi mientras los parlamentarios iraquíes deliberan sobre un proyecto de ley que prohibiría que los partidos políticos con lazos con milicias participen en las próximas elecciones provinciales. El gabinete iraquí, que aprobó esa ley el domingo, debe presentarla la semana entrante al parlamento.
La reacción inicial subrayó las dificultades que tendrán que superar los legisladores a la hora de definir ‘milicia’ en un país donde prácticamente todas las organizaciones políticas dependen en algún grado de grupos armados para su protección y poder.
Los grupos mejor conocidos son el Ejército Mahdi y su rival, la Organización Báder del Consejo Supremo Islámico de Iraq. El consejo es el grupo político chií más grande del país y está aliado al Partido Islámico Dawa, de Maliki.
Los seguidores de Sáder dicen que el Ejército Mahdi no es una milicia. Miembros del Consejo Supremo Islámico de Iraq dice lo mismo sobre la Organización Báder.
"Una milicia es una fuerza militar con algún tipo de uniforme y salario", dice Falah Shanshai, un legislador del bloque sunní.
Dijo que el Ejército Mahdi es un "ejército religioso", dedicado a luchar a nombre del credo islámico y la libertad de los iraquíes para practicarlo.
Shanshai dijo que el asesinato de Noori era una prueba de que el Ejército Mahdi no existe como milicia armada. Si el Ejército Mahdi fuera una milicia, Noori habría estado rodeado de guardias armados y todavía estaría vivo, dijo Shanshai.
"Fue a las oraciones, y fue asesinado por una milicia armada cuando volvía a casa", dijo Shanshai.
No quiso explicitar a qué milicia responsabilizaba, pero el Ejército Mahdi y la Organización Báder están luchando por el control del sur de Iraq.
Un legislador del Consejo Supremo Islámico de Iraq negó que la Organización Báder fuera una milicia. La legisladora Layla Khafaji, dijo que sí había existido en el pasado, pero que ese aspecto había sido disuelto en 2004 en conformidad con un decreto emitido por la administración norteamericana de entonces. Los miembros retirados se han incorporado a las fuerzas armadas o a la policía o han encontrado otros trabajos, dijo.
"Nosotros no aceptamos a hombres con armas", dijo. "Todo partido que se incorpore al proceso político debería rechazarlos. Sus milicias no son necesarias".

Caesar Ahmed y Saif Hameed contribuyeron a este reportaje.

tina.susman@latimes.com

21 de abril de 2008
14 de abril de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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