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prisioneros fantasmas


Documentos del Ejército arrojan luz sobre sobre ‘fantasmas de la CIA'. Sistemático ocultamiento de detenidos.
Importantes funcionarios del ministerio de Defensa describieron la práctica de la CIA de ocultar a detenidos no inscritos en la cárcel de Abu Ghraib como ad hoc y no autorizada, pero una revisión de documentos del Ejército muestra que el programa de ‘prisioneros fantasmas' de la agencia era sistemático y era conocido por tres altos funcionarios de la inteligencia en Iraq.
Investigaciones del Ejército y del Pentágono han reconocido un número limitado de prisioneros fantasmas, pero más de una docena de documentos y declaraciones en la investigación obtenidas por el Washington Post muestran que detenidos no inscritos de la CIA fueron llevados varias veces a la semana a Abu Ghraib a fines de 2003 y que eran ocultados en un pabellón especial de celdas. Soldados de la policía militar idearon un rudimentario sistema para trazar a esos detenidos con un solo dígito de identificación, mientras otros eran apartados sin nombre, sin registrarlos y sin que nadie se hiciera responsable.
Los documentos muestran que el general de más alto rango en Iraq en la época reconoció que su más importante agente de inteligencia estaba al tanto de que la CIA estaba usando las celdas de Abu Ghraib, una política que el general paró abruptamente cuando surgieron preguntas.
Operativos de la CIA empezaron a buscar un lugar central donde colocar a los detenidos capturados durante las misiones secretas en Iraq a mediados de 2003, y una temprana opción fue el Campo Cropper, de máxima seguridad, cerca del Aeropuerto Internacional de Bagdad, donde los agentes de la CIA esperaban depositar a algunos de sus prisioneros sin registrar sus nombres. El teniente coronel Ronald G. Chew, el comandante de la policía militar aquí, dijo más tarde a investigadores que él "se opuso a la práctica" y despidió a los operativos.
En lugar de eso, según los documentos, la CIA optó rápidamente por Abu Ghraib, entonces un recinto polvoriento y destartalado en las afueras de Bagdad, que estaba programado para transformarse en el centro central de detención de Estados Unidos durante la guerra.
De acuerdos a testimonios recogidos por los investigadores de soldados y agentes que trabajaron en la cárcel, una corriente de prisioneros fantasmas empezó a llegar en septiembre de 2003, después de que agentes de la inteligencia militar y la CIA llegaran a un acuerdo que impediría que el Comité Internacional de la Cruz Roja y otras organizaciones humanitarias se enteraran de que existían esos detenidos. Los documentos de la pesquisa muestran que el coronel Thomas M. Pappas y el teniente coronel Steven L. Jordan, los dos más importantes agentes de la inteligencia militar en la cárcel, participaron en reuniones con la CIA sobre cómo manejar a los detenidos de la agencia.
Pappas y Jordan están todavía siendo investigados, y oficiales del Ejército dijeron que creen que una decisión sobre cómo castigarlos se tomará a fines de mes.
La mantención de prisioneros fantasmas fue severamente criticada por investigadores del Ejército que examinaron los abusos en la cárcel, y grupos de derechos humanos condenaron la práctica. La Cruz Roja inspecciona regularmente las cárceles y se supone que tiene acceso a todos los reclusos para cerciorarse de que se protegen sus derechos.
La más reciente revisión del Pentágono sobre los abusos a los detenidos fue dada a conocer este mes por el vice-almirante Albert T. Church, que dijo a los reporteros que su pesquisa encontró 30 casos en que los detenidos fueran mantenidos fuera de los libros, incluyendo a uno que fue detenido en secreto durante 45 días.
De acuerdo a declaraciones de la investigación de algunos soldados, esos detenidos eran dejados en celdas de aislamiento durante semanas sin ser interrogados, eran a veces inscritos bajo nombres falsos y esencialmente hechos desaparecer, y las reglas que se aplicaban a miles de otros detenidos, no se aplicaban a ellos.
El teniente general Ricardo S. Sánchez, el oficial del Ejército de mayor rango en Iraq en esa época, dijo al Comité de las Fuerzas Armadas del Senado en la primavera pasada que no existía un sistema para mantener a esos detenidos en Abu Ghraib, pero más tarde reconoció dos casos en que eso había ocurrido, incluyendo uno en el que un detenido murió durante su detención y otro que fue mantenido sin ser inscrito a petición del ministro de Defensa Donald H. Rumsfeld.
En una declaración del 1 de septiembre de 2004, sin embargo, Sánchez dijo que se había enterado después del juicio de que había un "acuerdo entre oficiales del mando" que permitía a los prisioneros fantasmas de "otra agencia del gobierno" OGA, un código para la CIA. Dijo en la declaración que el general de brigada Barbara Fast, su más importante oficial de inteligencia en Iraq, "había sido informada de las celdas asignadas para uso de la "otra agencia del gobierno". "Fast ha sido exculpada de mala conducta en las investigaciones de Abu Ghraib y la última semana asumió el mando del Centro de Inteligencia del Ejército de Estados Unidos en Fort Huachuca, Arizona".
"Ahora sé que no había ningún procedimiento para tratar propiamente y asignar a esos individuos un ISN [número serial de detenidos]", dijo Sánchez, de acuerdo a una transcripción de la declaración obtenida por el Post. "Y cuando nos dimos cuenta, lo solucionamos".
Uno de los incidentes más altamente publicitados en Abu Ghraib fue la muerte de un detenido no registrado de la CIA en una ducha, en noviembre de 2003. Otro caso que, se dice, también llamó la atención de Sánchez, es el de tres saudíes que la CIA introdujo en Abu Ghraib bajo nombres falsos.
En uno de las varias pesquisas del Pentágono sobre los maltratos a prisioneros, el general de división del Ejército, George Fay, informó en agosto pasado que tres empleados de un hospital habían sido detenidos por la CIA. El gobierno saudí pidió a Estados Unidos si tenía a esos empleados en la cárcel, pero le dijeron que no debido a que no habían sido registrados con sus nombres verdaderos.
Una declaración de los investigadores proporcionó más detalles. Darius Khaghani, jefe de las operaciones de interrogatorio bajo el mando de Sánchez, dijo que se había transformado en una "situación muy política". Semanas después, dijo, las peticiones para ubicar a ciudadanos saudíes provinieron de L. Paul Bremer, el embajador de Estados Unidos en Riyad y luego del despacho del ministro de Asuntos Exteriores, Colin L. Powell.
Finalmente, los soldados "sugirieron interrogar a los tres detenidos" que habían sido llevados a la prisión por la CIA, "incluso aunque habían sido ingresados bajo otros nombres", dijo Khaghani. "En poco tiempo, los tres fueron liberados y trasladados a Arabia Saudí en un avión de la CIA y más tarde oí que el jefe de estación fue relevado por este asunto y llamado de vuelta a Washington".
La semana pasada un funcionario de inteligencia rechazó la acusación de que el jefe de estación hubiera sido relevado por esa razón, y dijo que el cambio fue hecho para incorporar a una persona con más experiencia.
Nail Jubeir, portavoz de la embajada saudí en Washington, dijo que cuando los funcionarios saudíes hacían infructuosas peticiones para localizar a los tres hombres, enfatizaron que se trataba de trabajadores humanitarios que estaban ayudando a la coalición. "Es siempre preocupante que se detenga a ciudadanos bajo nombres falsos", dijo Jubeir. "Tomó tiempo obtener su liberación".
Los documentos de la investigación mostraron que varios soldados y contratistas civiles informaron haber visto a prisioneros fantasmas y que estaban confundidos acerca de su condición y las reglas que debían aplicárseles.
Luke Olander, un analista civil de la inteligencia, dijo: "Teníamos informes de inteligencia sobre un detenido en particular y el informe mostraba que no lo teníamos en nuestra instalación, pero estaba ahí". El especialista John Harold Ketzer, un interrogador, dijo que los fantasmas eran "prohibidos a los interrogadores del Ejército", y que "algunos detenidos OGA han esperado meses antes de que los interrogadores del OGA los interrogaran, violando el límite de aislamiento de 30 días".
El capitán Carolyn Wood, agente militar de inteligencia a cargo de los interrogatorios en Abu Ghraub, dijo a los investigadores que ella fue uno de los pocos que objetó que la CIA usara su instalación para "hacer pasar la noche" a prisioneros no ingresados y que había mostrado su "desaprobación" a Pappas y Jordan. "Pero no se me tomó en cuenta", dijo, y los prisioneros fantasmas continuaron llegando hasta su partida el 4 de diciembre de 2003.
El jefe oficial técnico John D. Graham, miembro del 519 Batallón de Inteligencia Militar, dijo a los investigadores que "la OGA [CIA] tenía lo que llamamos detenidos fantasmas que estaban ‘escondidos' u ocultos en nuestra instalación", y agregó que él también se opuso a la práctica.
Jordan, en su declaración ante los investigadores, dijo que había un memorándum de entendimiento entre su unidad y la ‘OGA' para organizar la retención de detenidos llevados por la CIA y el Destacamento Especial 1-21, una unidad secreta de Operaciones Especiales. Dijo que ellos "dejaban encargado a un detenido dos o tres veces a la semana".
Pappas dijo a los investigadores que él inicialmente "tenía preocupaciones sobre el acuerdo" y preguntó al coronel Steven Boltz, entonces el segundo oficial de inteligencia militar en rango en Iraq, si continuarían recibiendo a prisioneros fantasmas. "Nos traían prisioneros sin notificarnos".

24 de marzo de 2005
29 de marzo de 2005
©washington post
©traducción mQh
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