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darfur no puede esperar


A pesar de las conferencias, la situación en Darfur sigue siendo desesperada.
Durante más de una docena de años antes de que el gobierno sudanés empezara a matar a sus ciudadanos en la región occidental de Darfur -una carnicería que continúa-, combatía a rebeldes en el sur. El jueves, una veintena de países prometió 4.5 billones de dólares en los próximos dos años para tratar de impedir la muerte por hambre de los que ya se encuentran devastados por la violenta guerra civil anterior, en parte construyendo carreteras y otras obras de infraestructura. Eso representa un alentador inicio de las reparaciones de una inmensa área del país, pero no mejora la suerte de la gente de Darfur.
La guerra norte-sur duró 21 años y terminó con la vida de 2 millones de personas antes de que se firmara un tratado de paz en enero.
Los sureños, la mayoría de los cuales son cristianos o animistas, y el norte fundamentalmente árabe musulmán acordaron compartir los beneficios del petróleo y accedieron a que el sur resuelva en una votación de aquí a seis años si continuará siendo parte del país.
En Darfur, el número de bajas es mucho más bajo -decenas de miles de muertos debido a la violencia, a las enfermedades y al hambre-, pero la rebelión contra el gobierno empezó allí hace sólo dos años. Las capitales del mundo están haciendo lo correcto para terminar con lo que el antiguo ministro de Relaciones Exteriores calificó de genocidio, pero se necesita una respuesta más robusta para impedir otro Ruanda.
El mes pasado Estados Unidos tardíamente se apartó del camino y accedió a que el Tribunal Penal Internacional de Naciones Unidas juzgue a los sudaneses acusados de asesinar a residentes de Darfur, la mayoría de los cuales son africanos negros, no árabes. El gobierno ha apoyado a las milicias árabes en las campañas de asesinatos que han desplazado a decenas de miles de personas hacia campamentos de refugiados.
Estados Unidos había propuesto instalar un tribunal separado en África para juzgar a los acusados. Washington se ha negado a unirse a casi 100 otros países que ratificaron el tratado que establece el Tribunal Penal Internacional, preocupado de que soldados y civiles estadounidenses puedan ser objeto de persecuciones políticas. Otros países dicen que el tratado tiene salvaguardas que lo impiden, pero ofrecieron garantías de que ciudadanos estadounidenses en Sudán serán excluidos de acusaciones del tribunal.
Pero más importante que los juicios, es terminar con las matanzas. Naciones Unidas y la Unión Africana, cuyos países tienen 2.000 soldados en misión de paz en Darfur, informaron que 350 milicianos habían arrasado con una aldea la semana pasada, "matando, quemando y destruyendo todo lo que encontraron a su paso".
Naciones Unidas ha autorizado 10.700 soldados en misión de paz para el sur de Sudán; al menos la mitad deberían ser enviados a Darfur, donde la urgencia es más grande.
No se puede permitir que Darfur espere otra década o más a que terminen las limpiezas étnicas. Más que otra conferencia en la que algunos países prometan billones de dólares más en ayuda para reconstruir aldeas, plantar nuevas cosechas y llevar de vuelta a los refugiados, es conveniente aumentar ahora las fuerzas de la Unión Africana y asegurarse de que cuenten con los equipos y medios de transporte necesarios para terminar con el último baño de sangre.

16 de abril de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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