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tirano anti-terrorista


Tirano de Uzbekistán se excusa en la lucha contra el terrorismo islámico.
El presidente Islam A. Karimov, de Uzbekistán, se ha envuelto a sí mismo en la bandera del anti-terrorismo y lo ha hecho bien: cientos de millones de dólares en ayuda norteamericana, una base militar estadounidense que demuestra los estrechos vínculos entre Tashkent y Washington, y blandas declaraciones de Estados Unidos sobre los espantosos antecedentes del régimen en derechos humanos.
Pero el asesinato de manifestantes civiles por fuerzas de gobierno en una ciudad al este de Uzbekistán la semana pasada exige el repudio público de Estados Unidos. Puede no estar entre los intereses de Karimov, ¿pero qué importaría? Una dictadura que no permite una oposición política significativa no sirve a los intereses más amplios del país o de sus amigos. Canaliza apoyo hacia los únicos grupos capaces de organizarse contra el gobierno: los fundamentalistas islámicos.
Uzbekistán es el país más grande de Asia Central, con sus 26 millones de habitantes. Es desesperadamente pobre, que fue un factor de las manifestaciones. Los manifestantes dijeron que querían más libertades y mejores condiciones de vida. Cuando asaltantes armados montaron un ataque contra una cárcel y liberaron a los reclusos, incluyendo a los 23 empresarios que supuestamente se aliaron a un grupo islámico prohibido, los manifestantes sacaron ventaja de la confusión para protestar en las calles.
Los testigos dijeron que las tropas abrieron el fuego contra los manifestantes, matando a varios cientos de personas e hiriendo a muchas otras. El jueves el gobierno negó haber disparado contra civiles, diciendo que los asesinados eran ‘terroristas' armados que murieron por fuego ‘rebelde'. Karimov también acusó a la prensa extranjera de calificar su régimen como una tiranía. Y eso es precisamente lo que es. Hay miles de presos políticos en la cárcel. La tortura es común. El gobierno controla la práctica del islam. Los raros estallidos de protesta terminan siempre con represiones de Karimov, que dice que lucha contra los terroristas.
Estados Unidos debería poner al menos algunas condiciones para su ayuda, exigiendo mayores libertades políticas y religiosas en Uzbekistán; de otro modo, las advertencias de Karimov sobre el terrorismo y la creciente violencia se pueden transformar en profecías que se cumplen.

20 de mayo de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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