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¿es libia un país terrorista?


[Thomas Oliphant] Libia ya no es un país que apoya al terrorismo, pero sigue en la lista.
Tarde o temprano, las políticas de Bush tienen el feo hábito de infectar todas las demás, incluyendo políticas serias de Bush que no deberían tener nada que ver con la política.
Es el caso de Libia.

Han pasado casi dos años, pero el gran logro de Estados Unidos -el abandono de Libia de toda actividad relacionada con armas de destrucción masiva después de años de conversaciones secretas en las que participaron los dos gobiernos de Clinton y Bush- ha sido obstaculizado por un muro cuyos principales componentes con puramente políticos.
Y uno de los obstáculos más importantes para fomentar el progreso -la clasificación oficial de Libia como país que apoya al terrorismo- sigue en pie por razones que no tienen nada que ver con el terrorismo.
Todo bien considerado, el caso de Libia representa una apremiante cuestión para los partidarios de Bush: ¿Ustedes aceptan un Sí como respuesta? Es una pregunta importante, no sólo en términos de Libia, sino también para los casos más difíciles de Irán y Corea del Norte.
Han pasado dos años desde que el espantoso caso de la participación de Libia en el atentado contra el vuelo 103 de Pan American sobre Escocia en 1988 fuera resuelto con reparaciones monetarias y el reconocimiento de responsabilidad.
Han pasado 18 meses desde que Libia y Estados Unidos revelaran sus conversaciones secretas y Muamar Kadafi abandonara formalmente el largo coqueteo del país con los programas de armas no convencionales -un abandono que, desde entonces, ha sido verificado por Estados Unidos.
Sin embargo Libia continúa siendo oficialmente un aliado del terrorismo en opinión del gobierno norteamericano, una designación que acarrea consecuencias económicas que constituyen serios obstáculos para una mayor apertura de la sociedad libia que Estados Unidos supuestamente quiere que ocurra.
Sería diferente si la designación de terrorismo siguiera en su lugar porque Libia continuara apoyando al terrorismo en todo el mundo. Pero la verdad es que los funcionarios norteamericanos dicen que no hay pruebas de ello. En realidad, Libia sigue en la lista de terroristas por razones que no tienen nada que ver con la política.
La política exterior puede ser un juego complicado. La mera idea de aceptar un acuerdo con un gobierno que estuvo implicado en algo tan horrible como el atentado contra el Pan Am 103 es desagradable. También lo es la idea de cultivar relaciones con un gobierno dado el historial de Libia en derechos humanos y política exterior de los últimos 30 años. Pero Estados Unidos tiene intereses de seguridad y de política exterior, y en medio de la guerra contra el terrorismo, hacer tratos con países que están dispuestos a hacer tratos con Estados Unidos y a abandonar sus pasados, es uno de esos intereses.
Hoy diplomáticos norteamericanos trabajan en un hotel de Trípoli mientras sus contrapartes trabajan en un hotel en Washington. En privado, algunos funcionarios norteamericanos insinúan que a fines de año se eliminarán los obstáculos para una relación relativamente normal.
Entretanto, sin embargo, mantener a Libia en la misma categoría que países como Irán, Sudán y Corea del Norte sólo complica el asunto. Debido a la ley norteamericana, la designación de terrorismo tiene importantes consecuencias económicas. Incluyen la prohibición de las exportaciones norteamericanas que puedan tener una aplicación militar o "dual", incluyendo ordenadores, equipos de oficina, telecomunicaciones e incluso taladros para la industria del petróleo de Libia.
También incluyen acuerdos de crédito que facilitan el comercio, incluyendo préstamos del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional, el Banco de Exportaciones e Importaciones norteamericano y la ayuda agrícola.
Por lo que puedo determinar, las razones por las que Libia sigue en la lista de países que apoyan al terrorismo no tienen nada que ver con el terrorismo. Por ejemplo, los funcionarios mencionan la prolongada disputa entre Libia y Arabia Saudí, que acusa de Kadafi de participar en una conspiración para asesinar a su príncipe heredero. La evidencia es discutible, al borde de lo espúreo. Una cosa es vigilar estrechamente lo que hace Libia, y otra muy diferente dejar que Arabia Saudí marque el paso de la normalización.
Más infame es la presencia entre bastidores del lobby cubano. Sacar a Libia de la lista, se ‘razona', llamaría la atención sobre Cuba como otro país con la designación oficial de terrorista mientras que en realidad no hay evidencias de ello. Decir que Cuba apoya el terrorismo por cobijar a unos envejecidos secuestradores de aviones de hace 30 años lo haría incluso más fácil para Libia.
Las relaciones con Libia se han complicado con las políticas de John Bolton como embajador ante Naciones Unidas. Hace casi dos semanas, la ministro de Relaciones Exteriores, Condoleezza Rice, celebró el segundo aniversario de la Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación -un bebé de Bolton del primer término de Bush. Reivindicó varias interceptaciones exitosas de exportaciones de equipos nucleares, incluyendo los componentes para una centrífuga con destino a Libia hace dos años.
Sin embargo, no se proporcionaron más detalles, y un portavoz admitió más tarde que otros programas norteamericanos estaban implicados en la interceptación. Ese es un enorme subentendido.
El hecho es que los siguientes pasos para ayudar a llevar a Libia hacia una conducta responsable están enormemente retrasados. Las relaciones con Arabia Saudí, la política cubana y las de John Bolton no deberían tener nada que ver con el asunto. Los que se preocupan de que el gobierno puede no estar maduro para tratar con Irán y Corea del Norte están observando.

Al autor se le puede escribir a: oliphant@globe.com.

7 de junio de 2005
©boston globe
©traducción mQh

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