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no todos se hicieron ricos


[Shaila Dewan] En condado que se enriqueció gracias al golf, hay condados que se quedaron atrás.
Pinewhurst, Carolina del Norte, Estados Unidos. El golf ha hecho de Moore un condado rico. Hay gimnasios, clubes de campo y casas nuevas de 2 millones de dólares. Se espera que el United States Open, que se celebrará más adelante este mes en una de las canchas de golf más famosas del país, recaude 124 millones de dólares para el estado.
Pero mientras los urbanistas se apresuran a proporcionar comodidades de ‘calidad de balneario', algunos barrios han sido dejados atrás -sin alcantarillado, policía, servicio de recogida de basura y, en algunos casos, sin agua potable.

Esos enclaves, Jackson Hamlet, Midway y Waynor Road, son prácticamente todos negros. Están empalmados contra, o a veces incluso completamente rodeados, por pueblos ricos cuyos habitantes son en su mayoría blancos: Pinehurts, Aberdenn y Southern Pine.
Los 500 habitantes de estos enclaves no incorporados están bastante cerca para indicar los tubos del desagüe que pasan a lo largo de sus propiedades en ruta hacia nuevas urbanizaciones, o mirar pasar a los camiones de la basura, que no paran.
Aunque los pueblos no han anexado a estos villorrios a unos 96 kilómetros al sudoeste de Raleigh, y sus residente no pueden votar en las elecciones municipales, están sujetos a las leyes de uso y zonificación de los pueblos en lo que se llama ‘jurisdicción extraterritorial'.
Interrogados sobre la extensión de servicios básicos, los funcionarios del ayuntamiento dicen que deben preocuparse de los que viven dentro de los confines existentes antes de incorporar nuevos barrios. El condado, por otro lado, dice que muchos de sus constituyentes rurales no tienen los servicios que piden los enclaves y que los problemas de estas áreas más densamente pobladas pueden ser mejor servidos por ciudades.
Excluir las áreas fuertemente minoritarias en los límites de las ciudades es una práctica común, pero poco conocida, especialmente en pequeños pueblos en el sur, dicen activistas de derechos civiles y geógrafos. Con el U.S. Open que empieza el 16 de junio en la cancha de golf Pinehurst Nº2, los residentes de los tres barrios negros y sus defensores se están preparando concertadamente por primera vez para obtener más servicios, organizando ruedas de presa y excursiones.
Históricamente, son la misma gente que ha proporcionado gran parte del trabajo para construir los hoteles en Sandhills, como se conoce el área, cuidaron el césped de las canchas de golf o trabajaron en los equipos de caddies sólo negros, hace tiempo remplazados por carros eléctricos.

Ida Mae Murchison vive en Jackson Hamlet, un sombreado vecindario de caminos de tierra encerrado entre Aberdeen y Pinehurst, pero no reclamado por nadie. En una esquina sobresale un nuevo complejo de apartamentos; fue anexado por Pinehurst, que se expande a menudo para incluir áreas donde un urbanista ya ha pagado la infraestructura. En la parte de atrás, un lugar conocido como Buckety Ford, donde los niños de Jackson Hamlet recogen agua, ha sido condenado para crear un lago de 80 hectáreas rodeado de casas, también parte de Pinehurst.
"Tengo la sensación de que simplemente nos olvidaron, nos pusieron en la estantería o nos dejaron para más tarde o algo parecido", dijo Murchison. "Pero yo digo, no quiero molestar a nadie. No quiero causar problemas".
Murchison fue la primera camarera del Carolina Inn, el lujoso centro del balneario de 110 años de historia de Pinehurst, donde trabajó durante casi 50 años. Ahora de 84 y jubilada, vive sola, preocupada porque no hay agentes de policía a los que llamar en caso de problemas. A pesar de dos fuerzas policiales municipales en las cercanía, su vecindario es responsabilidad del sheriff del condado -cuyos alguaciles, dice, tardan al menos 10 minutos en aparecer.
En Midway, una comunidad negra casi completamente rodeada por Aberdeen, los patios están rebosantes de flores, vides, estatuas y pilas para pájaros. Pero el lánguido perfume de la madreselva es puntuado por el igualmente pesado hedor de las aguas residuales no tratadas.
Randy Thomas, encargado de alimentación del Departamento Correccional, que acaba de adoptar a cuatro niños, dijo que tenía que acarrear arena cada dos meses para cubrir las filtraciones del sistema séptico que se escurre en su entrada.
El vecino de Thomas, James McDougal, dijo que su madre se tuvo que marchar de su casa más abajo en la calle cuando la vejez le impidió usar el excusado fuera. El condado no permite un tanque séptico porque el terreno es demasiado pequeño, dijo McDougal.
Michael Holden, comisario del condado, dice que la petición de servicios de los residentes coloca al condado en una "situación delicada", en parte porque hay demandas concurrentes sobre los recursos.
"Reconozco que el condado de Moore esperó demasiado tiempo y debería haber hecho esto hace 20, 25 años atrás", dijo Holden, señalando que en los últimos 10 años el condado ha usado subvenciones para extender los servicios de alcantarillado o agua potable a algunas comunidades de minorías. Pero, agregó: "Se trata de morderlas poco a poco, tragar los cachos y seguir avanzando".
En 2000, el estado asignó una subvención federal de desarrollo para financiar líneas de agua y alcantarillado hacia el enclave negro llamado Monroe Town. Allí todos los pozos eran deficientes; funcionarios del condado encontraron una vez una zarigüeya muerta. Pero Monroe Town, que está dentro de la subdivisión que rodea la cancha de Pinehurst Nº6, sigue estando no incorporado y carece de otros servicios, como la recogida de basura.
Sin una subvención, el condado no se siente inclinado a pagar la infraestructura que necesitan los enclaves. Los que buscan esos servicios se apresuran a señalar que el condado ocupa la posición 18 del listado de 100 en el estado con ingresos medios, incluso sin tener un centro urbano importante, y que su carga fiscal es baja, con una tasa en el 10 por ciento más abajo. En los últimos 10 años, los impuestos a la propiedad del condado se han duplicado, y terminó el año fiscal de 2004 con un excedente de 9.3 millones de dólares.
Interrogado sobre si el condado podría pagar los tubos y otros elementos (un cálculo es que instalar servicios de alcantarillado en Jackson Hamlet costaría entre 1.5 y 1.75 millones de dólares), Holden dijo: "¿Dónde paras?"
Funcionarios también dicen que estos enclaves se han mostrado desconfiados de la anexión en el pasado, por miedo a los impuestos más altos que tendrían que pagar por ser parte de la municipalidad o a la potencial destrucción de sus comunidades por los urbanistas.
"Algunos de los que están pidiendo todo esto, no tienen a todo el mundo detrás, como les gustaría", dijo Bill Zell, administrador municipal de Aberdeen.
Una vez instalados, los costes parecen modestos. Una familia en Jackson Hamlet que paga ahora 270.96 dólares en impuestos a la propiedad, por una casa de 50.000 dólares, pagaría 382.56 si fuera anexada por Pinehurst, y 452.64 dólares si fuera anexada por Aberdeen. De acuerdo a cifras proporcionadas por el Centro de Derechos Civiles de la Universidad de Carolina del Norte, que está ayudando a las comunidades negras, el coste real de esas familias disminuiría porque ya no tendrían que pagar por la mantención del tanque séptico, la recolección de basura y otros gastos que son cubiertos por sus impuestos municipales.
Andy Wilkison, administradora municipal de Pinehurst, dijo que Jackson Hamlet y Monroe Town rechazaron la anexión en 1990 y 1991, respectivamente, en parte para evitar los impuestos más altos. "Sé cómo se ven los mapas", dijo Wilkison, "pero las anexiones han sido en gran parte lugares donde la gente ha venido a nosotros a pedir que los anexemos".
Waynor Road, que no tiene ni alcantarillado ni agua, está pidiendo ser anexado por Southern Pines, y el pueblo está estudiando los costes de la iniciativa. Para los funcionarios, los límites del pueblo no son un asunto de raza, sino de dinero. Las parcelas son anexadas después de que un urbanista paga por el alcantarillado y las conexiones del agua o si la base fiscal del área puede generar previsiblemente suficientes ingresos para pagarlos ella misma.
Cuando Frank Quis, el alcalde de Southern Pines, fue interrogado sobre la exclusión racial, dijo: "¿Me esta diciendo que todos en Waynor Road son de una raza? Quiero decir, eso sería raro".
Pero Anita S. Earls, abogado del Centro de Derechos Civiles de la Universidad de Carolina del Norte, dijo que aunque los funcionarios no estén motivados por el racismo, las desigualdades raciales históricas eran parte del axioma. "No hemos encontrado un terreno pequeño, densamente poblado, de una comunidad de blancos pobres en las lindes del pueblo", dijo Earls.
La exclusión de los vecindarios minoritarios, a veces llamada segregación, es algo que ocurre en todo el condado. En Modesto, California, los hispanos han intercambiado visitas con los vecinos del condado de Moore y están exigiendo servicios. En 2003, una comunidad negra en las afueras de Zanesville, Ohio, obtuvo agua potable después de presentar una demanda por derechos civiles. Pero activistas de derechos civiles dicen que está más extendido en pequeños pueblos en el Sur.
"No creo que ocurra en las ciudades más grandes de Carolina del Norte porque la dinámica política es muy diferente", dijo Allan Parnell, vice-presidente del Instituto de Comunidades Sostenibles Cedar Grove, en Mebane, Carolina del Norte, que hizo un estudio sobre la exclusión racial en pueblos de Carolina del Norte. "En los pueblos más grandes hay una población negra más abundante que tiene algo que decir en la gestión de la comunidad".
La segregación niega poder político a los negros mientras los deja a merced de políticos que no quieren representarlos, dijo Earls. Todos los comisarios del condado de Moore, en general elegidos, son blancos, y los funcionarios negros, elegidos o nombrados, son escasos en los tres condados.
Varios funcionarios elegidos dijeron que la falta de diversidad en el gobierno no era un problema porque ellos tratan igual a sus constituyentes.
"Cariño, yo trabajo con negros y me gusta trabajar con negros", dijo Virginia Saunders, que lleva 10 años como comisaria del condado. "Me gustaría que hablara con alguna gente negra a la que he ayudado".
Pero Maurice B. Holland Sr., que vive en Midway y es el único miembro negro de la comisión de planificación de Aberdeen, tenía una opinión diferente.
"No hay nadie en el poder que se aboque a los problemas de la comunidad negra", dijo Holland. "La actitud parece ser: ‘Nosotros sabemos lo que es bueno para ti'".

8 de junio de 2005
2 de junio de 2005
©http://www.nytimes.com/2005/06/07/national/07pinehurst.html?hp
©traducción mQh

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