bush sobre iraq
El discurso de Bush causa más dudas sobre la guerra. Editorial de Washington Post.
La noche pasada, el presidente Bush trató de animar el decreciente apoyo público de la guerra en Iraq relacionándola, una vez más, a los atentados del 11 de septiembre de 2001, y a la guerra contra el terrorismo. Esa relación no es espúrea, incluso si Saddam Hussein no era un colaborador de al Qaeda: Está claro que ahora Iraq es un importante campo de batalla de los extremistas islámicos, y el éxito o fracaso allá influirá mucho en el resultado de la guerra más amplia contra ellos. Pero Bush no explicó cómo una guerra que tenía por fin derrocar a un tirano del que se creía que poseía armas de destrucción masiva, se transformó en una lucha contra los militantes musulmanes -una transformación causada en parte por los numerosos errores del gobierno desde la derrota de Saddam Hussein hace más de dos años. El presidente tampoco habló con suficiente franqueza sobre la misión más importante que tiene Estados Unidos en Iraq, que no es "cazar terroristas", sino construir un gobierno estable, a pesar de las divisiones confesionales en Iraq y la violenta resistencia de la antigua elite gobernante. Es más difícil explicar por qué deberían morir estadounidenses en esa compleja y ambiciosa empresa, más que en la guerra contra el terrorismo internacional, pero eso es lo que tiene que hacer Bush.
Cuando tocó el tema de la reconstrucción de Iraq, Bush se limitó en general a describir el lado brillante de una imagen muy mezclada. Aunque reconoció que "nuestros progresos han sido desiguales", su tema dominante fue el éxito: en el adiestramiento de las fuerzas de seguridad iraquíes, la convocatoria de elecciones y el fomento de la concordia política. El progreso que describió es genuino, como lo es la realidad de que Estados Unidos no tiene otra alternativa razonable que continuar apoyando la construcción de un gobierno iraquí representativo. Bush sostuvo correctamente que fijar una fecha de retirada sería un "serio error".
Una vez más, sin embargo, el presidente dejó escapar la oportunidad de ser completamente honesto con los estadounidenses, incluso aunque algunas de las duras verdades que olvidó hayan sido reconocidas por sus consejeros y comandantes militares. La resistencia, han dicho, no se está debilitando; más probablemente, dijo el ministro de Defensa Donald H. Rumsfeld, no será nunca derrotada por las tropas americanas, y continuará por muchos años más. Las tropas iraquíes probablemente no serán capaces de ocupar la posición de las unidades norteamericanas durante varios años, a lo menos. De momento, las fuerzas combinadas de Estados Unidos e Iraq, no son de ninguna manera suficientes como para controlar los territorios conquistados a los rebeldes o proteger las fronteras del país. Con todo, unidades del Ejército y la Marina están siendo apuradas a su tercer período de servicio, y el reclutamiento de nuevos soldados en casa sufre serios retrasos.
La exposición de Bush de su estrategia para Iraq, que ha permanecido prácticamente igual el año pasado, no responde a las inquietantes preguntas planteadas por esos hechos. ¿Cómo será contenida la resistencia durante el considerable período de tiempo que tomará preparar a las tropas iraquíes?¿Cómo harán el Ejército y la Marina para continuar con años más de pesados despliegues, al mismo tiempo que solucionan sus problemas de reclutamiento? ¿Y cómo afectarán los continuos gastos de la guerra el presupuesto federal y las prioridades nacionales? La evasión del presidente sobre las realidades más difíciles de Iraq la acompaña con la reticencia a decir con franqueza cuál es el precio probable del éxito -aunque Bush hizo un llamado anoche al servicio militar.
Afortunadamente, la mayoría de los estadounidenses parecen tener una apreciación práctica de los problemas y riesgos en Iraq. Un nuevo sondeo de Washington Post-ABC News muestra que la mayoría no cree en los alegatos del gobierno de que hay progresos, aunque una mayoría todavía está dispuesta a apoyar un período más largo de permanencia de las tropas americanas. Para que esas tropas tengan éxito en los difíciles meses y años por delante, Bush tendrá que conservar y nutrir ese frágil mandato -que significará hablar más honestamente que anoche con los americanos.
29 de junio de 2005
©washington post
©traducción mQh
Cuando tocó el tema de la reconstrucción de Iraq, Bush se limitó en general a describir el lado brillante de una imagen muy mezclada. Aunque reconoció que "nuestros progresos han sido desiguales", su tema dominante fue el éxito: en el adiestramiento de las fuerzas de seguridad iraquíes, la convocatoria de elecciones y el fomento de la concordia política. El progreso que describió es genuino, como lo es la realidad de que Estados Unidos no tiene otra alternativa razonable que continuar apoyando la construcción de un gobierno iraquí representativo. Bush sostuvo correctamente que fijar una fecha de retirada sería un "serio error".
Una vez más, sin embargo, el presidente dejó escapar la oportunidad de ser completamente honesto con los estadounidenses, incluso aunque algunas de las duras verdades que olvidó hayan sido reconocidas por sus consejeros y comandantes militares. La resistencia, han dicho, no se está debilitando; más probablemente, dijo el ministro de Defensa Donald H. Rumsfeld, no será nunca derrotada por las tropas americanas, y continuará por muchos años más. Las tropas iraquíes probablemente no serán capaces de ocupar la posición de las unidades norteamericanas durante varios años, a lo menos. De momento, las fuerzas combinadas de Estados Unidos e Iraq, no son de ninguna manera suficientes como para controlar los territorios conquistados a los rebeldes o proteger las fronteras del país. Con todo, unidades del Ejército y la Marina están siendo apuradas a su tercer período de servicio, y el reclutamiento de nuevos soldados en casa sufre serios retrasos.
La exposición de Bush de su estrategia para Iraq, que ha permanecido prácticamente igual el año pasado, no responde a las inquietantes preguntas planteadas por esos hechos. ¿Cómo será contenida la resistencia durante el considerable período de tiempo que tomará preparar a las tropas iraquíes?¿Cómo harán el Ejército y la Marina para continuar con años más de pesados despliegues, al mismo tiempo que solucionan sus problemas de reclutamiento? ¿Y cómo afectarán los continuos gastos de la guerra el presupuesto federal y las prioridades nacionales? La evasión del presidente sobre las realidades más difíciles de Iraq la acompaña con la reticencia a decir con franqueza cuál es el precio probable del éxito -aunque Bush hizo un llamado anoche al servicio militar.
Afortunadamente, la mayoría de los estadounidenses parecen tener una apreciación práctica de los problemas y riesgos en Iraq. Un nuevo sondeo de Washington Post-ABC News muestra que la mayoría no cree en los alegatos del gobierno de que hay progresos, aunque una mayoría todavía está dispuesta a apoyar un período más largo de permanencia de las tropas americanas. Para que esas tropas tengan éxito en los difíciles meses y años por delante, Bush tendrá que conservar y nutrir ese frágil mandato -que significará hablar más honestamente que anoche con los americanos.
29 de junio de 2005
©washington post
©traducción mQh
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