traficante ilusionista
[Richard Boudreaux] Desde su fuga de la cárcel, el jefe del cartel de narcotraficantes Joaquín Guzmán ha extendido su imperio, declarado la guerra a sus rivales y convertido en una leyenda.
Badiraguato, México. Su voz era inconfundiblemente la suya. El delincuente más buscado de México estaba de vuelta en su bastión rural en el occidente de la Sierra Madre.
Pero cuando 200 paracaidistas del ejército se lanzaron desde sus helicópteros minutos después de haber oído su voz en un teléfono pinchado, había desaparecido. Los soldados sólo encontraron a unos vaqueros y la camioneta Hummer and Dodge del barón de la droga, que los policías, frustrados, hicieron volar antes de retirarse.
El allanamiento de noviembre fue lo más cerca que ha estado una patrulla de búsqueda del gobierno, de Joaquín El Chapo Guzmán, desde que se escapara de la cárcel de alta seguridad en un carro de la lavandería hace cuatro años y medio.
Fugitivo con un móvil, un ordenador portátil y un rifle AK-47, el delincuente de 50 años ha reconstruido su imperio y empezado una guerra contra contrabandistas rivales que se ha reclamado más de 600 vidas este año. Aunque funcionarios mexicanos lo tienen clasificado como uno de los contrabandistas más prolíficos, innovadores y despiadados a los que han hecho frente en su historia, sus actos de desaparición lo han convertido en un héroe popular.
El apodo del jefe de 1 metro 70 significa Chico', pero no hay nada de chico en la sombra que arroja sobre México y Estados Unidos. La historia de su volátil carrera e intento de ocupar la supremacía de los bajos fondos ofrece una mirada en el violento negocio que estorba a ambos países.
Aunque funcionarios norteamericanos han elogiado repetidas veces los esfuerzos mexicanos contra el tráfico de drogas durante el gobierno del presidente Vicente Fox, incluyendo la detención de 18 cabecillas de carteles en los últimos cuatro años, las evasiones de Guzmán son un embarazoso símbolo del fracaso del país para detener el baño de sangre o reducir el flujo de cocaína, heroína, marihuana y anfetaminas hacia Estados Unidos.
"Es el último de los mohicanos", dijo Jorge Chabat, un experto de Ciudad de México en temas policiales. "Todos los otros grandes carteles han sido decapitados. Es por eso que lo quieren detener tan desesperadamente".
Las autoridades norteamericanas también quieren capturar al Chapo, que fue acusado en San Diego en 1995 de blanqueo de dinero y conspiración para importar toneladas de cocaína. En diciembre, las autoridades federales ofrecieron una recompensa de 5 millones de dólares por la pista que conduzca a su captura y están intercambiando información con las autoridades mexicanas.
Desde entonces, la red barredera se ha apretado con las detenciones en México del hijo de 21 años de Guzmán (llamado El Chapo Chico'), un hermano, dos sobrinos y una sobrina, todos acusados de ayudarlo en sus negocios de drogas. En junio se requisaron nueve casas y seis vehículos de su propiedad y socios.
Los traficantes de drogas de bandas rivales también lo quieren capturar. El año pasado mataron a otro de sus hermanos y a dos de sus colegas en una cárcel mexicana.
Pero de momento la cacería de Guzmán sólo ha aumentado su mística como un fugitivo fuera-de-la-ley que está siempre rodeado por 10 guardaespaldas armados y aparentemente protegido en todo México por una red de funcionarios corruptos sobre los que se fanfarroneó una vez de que les pagaba 5 millones de dólares al mes.
Con un coche deportivo y un avión privado, se traslada de una casa de seguridad a otra en 16 de los 31 estados de México, de acuerdo a un informe de la inteligencia del ejército. "Es prácticamente una guerrilla de las drogas", dijo José Luis Santiago Vasconcelos, fiscal general de México para el crimen organizado.
Una balada compuesta por Los Buitres y vendida en cedés en todo el país forma parte de una popular cultura narco que glorifica la vida de Guzmán como fugitivo y las hazañas de otros barones.
Guzmán parece estar en todas partes.
"Un día, en un solo día, recibí datos de avistamiento en Nuevo Laredo, Mochicahui, Badiraguato, Mexicali, Carnoca y Agua Prieta", dijo J. Jesús Blancornelas, un editor de un diario de Tijuana familiarizado con el tema de los carteles de drogas. "Todo el mundo cree verlo".
Las dificultades para detener a Guzmán se hacen patentemente evidentes en la aislada y montañosa región de Badiragiato, la municipalidad de 186 metros cuadrados de Sinaloa, el estado donde nació.Su rancho en La Tuna está a cinco horas de malos caminos desde el bien mantenido centro urbano de Badiraguato. Entre el rancho y el mundo exterior hay varios miles de familias que han vivido durante generaciones de las ganancias del cultivo de marihuana y amapola. Se quejan de que el gobierno les abandona y vuelven a plantar desafiantemente los cultivos ilegales tan pronto como los destruye el ejército.
"Algunas de ellas se han beneficiado de su generosidad", dice Santiago Vasconcelos, el fiscal federal. "Lo ven como a un héroe. Lo protegen y avisan toda vez que un desconocido se acerca a las comunidades".
"Es lo mismo que tratar de encontrar a Osama bin Laden", dijo un agente policial de Estados Unidos.
La fuerza policial de 29 hombres de Badiraguato no hace nada para impedir que su séquito de seguridad levante puestos de control, dice la gente de la región: "Cuando los polis se cruzan con El Chapo en el camino, lo llaman Jefe", dijo un vecino.
Pero la mayoría de la gente se muestra reluctante a pronunciar el nombre de Guzmán, mucho menos a hablar sobre sus idas y venidas. "Ni siquiera sabemos si el famoso Chapo existe", dijo José Luis Morales, el segundo funcionario de la municipalidad.
Los vecinos dispuestos a hablar sobre él no quieren dar a conocer sus nombres. Dicen que el barón de la droga reparte dinero como un buen padre, paga las obras públicas y el cuidado medico de los pobres. Dicen que rechaza las joyas elegantes, tiene una esposa y varias amantes, vuelve a casa frecuentemente y organiza fiestas en el rancho -aunque nunca se queda ahí demasiado tiempo.
Cuando la policía federal allanó una de sus fiestas en noviembre de 2003, Guzmán y sus invitados habían sido avisados de antemano y dejaron atrás a los cuatro desventurados músicos de La Sombra Norteña, que habían recibido 4.000 dólares por actuar. Ellos y su sonidista fueron detenidos y acusados de posesión de marihuana y un arma de fuego.
El ilícito imperio de Guzmán es una prueba de que alguien con tres años de educación puede elevarse a la cima en México, provisto que su familia tenga conexiones.
Una ex amante, Zulema Hernández, dijo al autor Julio Sherer, que escribe un libro sobre las cárceles de México, que Guzmán pasó penurias durante su infancia y en su adultez lo agobiaba "el terror de volver a la pobreza". De niño, dijo, trabajó en la granja de su abuelo después de que su violento padre lo expulsara del hogar.
Pobre o no, Guzmán era sobrino del difunto Pedro Avilés Pérez, el padre fundador del cartel de drogas de Sinaloa. Finalmente entró a su planilla de pago como supervisor de las cosechas ilegales.
El auge del cartel en los años ochenta marcó el nacimiento del tráfico de drogas a gran escala en México. Producía y exportaba marihuana y heroína, y se encargó del transporte de la cocaína sudamericana a través de México hacia el sudoeste de Estados Unidos después de que las autoridades estadounidenses interrumpieran las rutas de contrabando aéreas y marítima hacia Florida.
Guzmán se transformó rápidamente en el encargado de importaciones del cartel. Su trabajo era introducir aviones, barcos y camiones llenos de cocaína en México, mientras su primo Héctor Palma se encargaba de trasladar las drogas por tierra hacia clientes en Estados Unidos.
Para 1989 Avilés estaba muerto y el co-fundador del cartel, Miguel Ángel Félix Gallardo estaba en la cárcel. El cartel se dividió, y Guzmán y Palma se hicieron con un gran pedazo de las operaciones que trasladaban hasta 24 toneladas de cocaína al mes, dicen funcionarios policiales norteamericanos.
Guzmán, el más dominante de los dos primos, se hizo famoso con dos de sus cualidades: la brutalidad y la creatividad.
Retado por la familia de Arellano Félix por el control del cartel, Guzmán le hizo la guerra. Los Arellano, que están relacionados con el encarcelado Félix Gallardo, montaron una base en Tijuana. En 1992, Guzmán envió 40 pistoleros a una discoteca de Puerto Vallarta donde los Arellano celebraban una fiesta. En el ataque al estilo de un comando militar murieron nueve personas.
Entretanto Guzmán ideaba nuevas maneras de transportar cantidades cada vez más grandes de cocaína. Introducía el polvo en el interior de extintores de incendios y montó una compañía de distribución de alimentos falsa para poder trasladar la droga en camiones cargados con latas cuyas etiquetas decían que eran guindillas.
"Piensa en grande", dijo Misha Pilastro, portavoz de la DEA. "Cuando Chapo se mete en un negocio de drogas, estamos hablando de cantidades inmensas de droga. Toneladas".
Detenido por primera vez en 1991, Guzmán sobornó al jefe de policía de Ciudad de México con 50.000 dólares para que lo dejara marcharse. Testimonios posteriores en México dijeron que en esa época gozaba de la protección de los más importantes funcionarios policiales del país.
Su encarcelamiento en 1993 fue resultado de su riña con los Arellano, que habían enviado a pistoleros a emboscarlo en el aeropuerto de Guadalajara. En lugar de eso, mataron al cardenal católico, Juan Jesús Posadas Ocampo, cuya muerte aumentó la presión de la opinión pública sobre el gobierno para que hiciera algo contra los barones de la droga. Guzmán fue detenido 16 días después, en Guatemala.
Viviendo a todo lujo en El Puente Grande, la cárcel de máxima seguridad cerca de Guadalajara, se dice que siguió dirigiendo sus negocios con mensajes transmitidos a través de sus abogados. Escapó poco después de que la Corte Suprema de México resolviera que podía ser extraditado a Estados Unidos.
El alcaide de la prisión y más de 30 gendarmes estuvieron implicados en lo que una balada narco inmortalizó como "la fuga del milenio". Funcionarios mexicanos han estado tratando de capturarlo desde entonces.
Un paso más adelante que ellos, Guzmán se adaptó a los cambios en el negocio de las drogas durante su encarcelamiento de 7 años y medio. Enfrentándose a un gobierno federal menos vulnerable al soborno que sus predecesores, hizo más móviles sus operaciones y contó con la protección de funcionarios locales corruptos.
A pesar de ser casi analfabeto (llegó a usar a un escribidor para escribir cartas de amor a su amante), ha dominado internet como una herramienta para tratos multimillonarios sin arriesgar encuentros cara a cara, dicen funcionarios norteamericanos.
Igualmente importante, dicen las autoridades mexicanas, se ha ganado el apoyo financiero y armado de traficantes colombianos clave que perdieron la fe en los carteles mexicanos cuando el gobierno de Fox infiltró sus filas y capturó a sus cabecillas.
"Estaba en la cima del negocio antes de entrar en prisión, y era sólo una cuestión de tiempo, si salía vivo, que volvería a esa posición", dijo un funcionario policial norteamericano. "Está definitivamente de vuelta. Es fuerte. Es violento, y se muestra cada vez más descarado".
Desde 2002, sus rivales han caído uno por uno. Ramón Arellano Félix está muerto, y su hermano Benjamín está en la cárcel, junto con el jefe del cartel del Golfo, Osiel Cárdenas, dejando expuestos sus territorios en Baja California y Río Grande a las incursiones de Guzmán.
Un funcionario norteamericano dice que las bandas dirigidas por Guzmán y dos aliados controlan ahora todo el tráfico de drogas a lo largo de las fronteras de Arizona y Nuevo México y que están peleando por rutas hacia Texas y California en una guerra en la que participan cientos de pistoleros.
Funcionarios estadounidenses dicen que no hay evidencias de que la violencia haya reducido las operaciones de Guzmán o el flujo general de drogas desde México. Pero la cacería mexicana se ha concentrado lo suficiente, creen, como para que a largo plazo caiga El Chapo. "Es un blanco muy evidente, y alguna vez cometerá un error y será capturado", dijo un funcionario norteamericano.
Para los vecinos de Guzmán en la Sierra Madre, la búsqueda es un ejercicio en futilidad.
Aunque él desaparezca, dicen, nada cambiará mientras los norteamericanos demanden drogas ilegales y México siga siendo un país pobre con un aparato policial débil. Y en las tierras altas de Sinaloa ellos han estado produciendo durante generaciones drogas y "otros Chapos Guzmán", dijo José A. Ríos, que en el pasado representó al estado en el Congreso mexicano.
De momento El Chapo sigue siendo un fugitivo y sigue apareciéndose en los lugares más improbables. Un sábado noche en mayo entró osadamente en un elegante restaurante de Nuevo Laredo, una violenta ciudad fronteriza por cuyo comercio de drogas los pistoleros siguen peleando. El general había llegado a inspeccionar sus tropas en el campo de batalla.
Mientras sus guardaespaldas bloqueaban las puertas, Guzmán instruyó a los 40 asombrados comensales que permanecieran sentados y no usaran sus móviles. "No teman", dijo, de acuerdo a testigos cuyas declaraciones fueron confirmadas por el FBI. "Pidan lo que quieran; yo pagaré".
Cuando terminó de cenar, colocó sobre la mesa varios miles de dólares, se levantó calmamente y desapareció en la noche.
5 de julio de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
Pero cuando 200 paracaidistas del ejército se lanzaron desde sus helicópteros minutos después de haber oído su voz en un teléfono pinchado, había desaparecido. Los soldados sólo encontraron a unos vaqueros y la camioneta Hummer and Dodge del barón de la droga, que los policías, frustrados, hicieron volar antes de retirarse.
El allanamiento de noviembre fue lo más cerca que ha estado una patrulla de búsqueda del gobierno, de Joaquín El Chapo Guzmán, desde que se escapara de la cárcel de alta seguridad en un carro de la lavandería hace cuatro años y medio.
Fugitivo con un móvil, un ordenador portátil y un rifle AK-47, el delincuente de 50 años ha reconstruido su imperio y empezado una guerra contra contrabandistas rivales que se ha reclamado más de 600 vidas este año. Aunque funcionarios mexicanos lo tienen clasificado como uno de los contrabandistas más prolíficos, innovadores y despiadados a los que han hecho frente en su historia, sus actos de desaparición lo han convertido en un héroe popular.
El apodo del jefe de 1 metro 70 significa Chico', pero no hay nada de chico en la sombra que arroja sobre México y Estados Unidos. La historia de su volátil carrera e intento de ocupar la supremacía de los bajos fondos ofrece una mirada en el violento negocio que estorba a ambos países.
Aunque funcionarios norteamericanos han elogiado repetidas veces los esfuerzos mexicanos contra el tráfico de drogas durante el gobierno del presidente Vicente Fox, incluyendo la detención de 18 cabecillas de carteles en los últimos cuatro años, las evasiones de Guzmán son un embarazoso símbolo del fracaso del país para detener el baño de sangre o reducir el flujo de cocaína, heroína, marihuana y anfetaminas hacia Estados Unidos.
"Es el último de los mohicanos", dijo Jorge Chabat, un experto de Ciudad de México en temas policiales. "Todos los otros grandes carteles han sido decapitados. Es por eso que lo quieren detener tan desesperadamente".
Las autoridades norteamericanas también quieren capturar al Chapo, que fue acusado en San Diego en 1995 de blanqueo de dinero y conspiración para importar toneladas de cocaína. En diciembre, las autoridades federales ofrecieron una recompensa de 5 millones de dólares por la pista que conduzca a su captura y están intercambiando información con las autoridades mexicanas.
Desde entonces, la red barredera se ha apretado con las detenciones en México del hijo de 21 años de Guzmán (llamado El Chapo Chico'), un hermano, dos sobrinos y una sobrina, todos acusados de ayudarlo en sus negocios de drogas. En junio se requisaron nueve casas y seis vehículos de su propiedad y socios.
Los traficantes de drogas de bandas rivales también lo quieren capturar. El año pasado mataron a otro de sus hermanos y a dos de sus colegas en una cárcel mexicana.
Pero de momento la cacería de Guzmán sólo ha aumentado su mística como un fugitivo fuera-de-la-ley que está siempre rodeado por 10 guardaespaldas armados y aparentemente protegido en todo México por una red de funcionarios corruptos sobre los que se fanfarroneó una vez de que les pagaba 5 millones de dólares al mes.
Con un coche deportivo y un avión privado, se traslada de una casa de seguridad a otra en 16 de los 31 estados de México, de acuerdo a un informe de la inteligencia del ejército. "Es prácticamente una guerrilla de las drogas", dijo José Luis Santiago Vasconcelos, fiscal general de México para el crimen organizado.
Una balada compuesta por Los Buitres y vendida en cedés en todo el país forma parte de una popular cultura narco que glorifica la vida de Guzmán como fugitivo y las hazañas de otros barones.
Guzmán parece estar en todas partes.
"Un día, en un solo día, recibí datos de avistamiento en Nuevo Laredo, Mochicahui, Badiraguato, Mexicali, Carnoca y Agua Prieta", dijo J. Jesús Blancornelas, un editor de un diario de Tijuana familiarizado con el tema de los carteles de drogas. "Todo el mundo cree verlo".
Las dificultades para detener a Guzmán se hacen patentemente evidentes en la aislada y montañosa región de Badiragiato, la municipalidad de 186 metros cuadrados de Sinaloa, el estado donde nació.Su rancho en La Tuna está a cinco horas de malos caminos desde el bien mantenido centro urbano de Badiraguato. Entre el rancho y el mundo exterior hay varios miles de familias que han vivido durante generaciones de las ganancias del cultivo de marihuana y amapola. Se quejan de que el gobierno les abandona y vuelven a plantar desafiantemente los cultivos ilegales tan pronto como los destruye el ejército.
"Algunas de ellas se han beneficiado de su generosidad", dice Santiago Vasconcelos, el fiscal federal. "Lo ven como a un héroe. Lo protegen y avisan toda vez que un desconocido se acerca a las comunidades".
"Es lo mismo que tratar de encontrar a Osama bin Laden", dijo un agente policial de Estados Unidos.
La fuerza policial de 29 hombres de Badiraguato no hace nada para impedir que su séquito de seguridad levante puestos de control, dice la gente de la región: "Cuando los polis se cruzan con El Chapo en el camino, lo llaman Jefe", dijo un vecino.
Pero la mayoría de la gente se muestra reluctante a pronunciar el nombre de Guzmán, mucho menos a hablar sobre sus idas y venidas. "Ni siquiera sabemos si el famoso Chapo existe", dijo José Luis Morales, el segundo funcionario de la municipalidad.
Los vecinos dispuestos a hablar sobre él no quieren dar a conocer sus nombres. Dicen que el barón de la droga reparte dinero como un buen padre, paga las obras públicas y el cuidado medico de los pobres. Dicen que rechaza las joyas elegantes, tiene una esposa y varias amantes, vuelve a casa frecuentemente y organiza fiestas en el rancho -aunque nunca se queda ahí demasiado tiempo.
Cuando la policía federal allanó una de sus fiestas en noviembre de 2003, Guzmán y sus invitados habían sido avisados de antemano y dejaron atrás a los cuatro desventurados músicos de La Sombra Norteña, que habían recibido 4.000 dólares por actuar. Ellos y su sonidista fueron detenidos y acusados de posesión de marihuana y un arma de fuego.
El ilícito imperio de Guzmán es una prueba de que alguien con tres años de educación puede elevarse a la cima en México, provisto que su familia tenga conexiones.
Una ex amante, Zulema Hernández, dijo al autor Julio Sherer, que escribe un libro sobre las cárceles de México, que Guzmán pasó penurias durante su infancia y en su adultez lo agobiaba "el terror de volver a la pobreza". De niño, dijo, trabajó en la granja de su abuelo después de que su violento padre lo expulsara del hogar.
Pobre o no, Guzmán era sobrino del difunto Pedro Avilés Pérez, el padre fundador del cartel de drogas de Sinaloa. Finalmente entró a su planilla de pago como supervisor de las cosechas ilegales.
El auge del cartel en los años ochenta marcó el nacimiento del tráfico de drogas a gran escala en México. Producía y exportaba marihuana y heroína, y se encargó del transporte de la cocaína sudamericana a través de México hacia el sudoeste de Estados Unidos después de que las autoridades estadounidenses interrumpieran las rutas de contrabando aéreas y marítima hacia Florida.
Guzmán se transformó rápidamente en el encargado de importaciones del cartel. Su trabajo era introducir aviones, barcos y camiones llenos de cocaína en México, mientras su primo Héctor Palma se encargaba de trasladar las drogas por tierra hacia clientes en Estados Unidos.
Para 1989 Avilés estaba muerto y el co-fundador del cartel, Miguel Ángel Félix Gallardo estaba en la cárcel. El cartel se dividió, y Guzmán y Palma se hicieron con un gran pedazo de las operaciones que trasladaban hasta 24 toneladas de cocaína al mes, dicen funcionarios policiales norteamericanos.
Guzmán, el más dominante de los dos primos, se hizo famoso con dos de sus cualidades: la brutalidad y la creatividad.
Retado por la familia de Arellano Félix por el control del cartel, Guzmán le hizo la guerra. Los Arellano, que están relacionados con el encarcelado Félix Gallardo, montaron una base en Tijuana. En 1992, Guzmán envió 40 pistoleros a una discoteca de Puerto Vallarta donde los Arellano celebraban una fiesta. En el ataque al estilo de un comando militar murieron nueve personas.
Entretanto Guzmán ideaba nuevas maneras de transportar cantidades cada vez más grandes de cocaína. Introducía el polvo en el interior de extintores de incendios y montó una compañía de distribución de alimentos falsa para poder trasladar la droga en camiones cargados con latas cuyas etiquetas decían que eran guindillas.
"Piensa en grande", dijo Misha Pilastro, portavoz de la DEA. "Cuando Chapo se mete en un negocio de drogas, estamos hablando de cantidades inmensas de droga. Toneladas".
Detenido por primera vez en 1991, Guzmán sobornó al jefe de policía de Ciudad de México con 50.000 dólares para que lo dejara marcharse. Testimonios posteriores en México dijeron que en esa época gozaba de la protección de los más importantes funcionarios policiales del país.
Su encarcelamiento en 1993 fue resultado de su riña con los Arellano, que habían enviado a pistoleros a emboscarlo en el aeropuerto de Guadalajara. En lugar de eso, mataron al cardenal católico, Juan Jesús Posadas Ocampo, cuya muerte aumentó la presión de la opinión pública sobre el gobierno para que hiciera algo contra los barones de la droga. Guzmán fue detenido 16 días después, en Guatemala.
Viviendo a todo lujo en El Puente Grande, la cárcel de máxima seguridad cerca de Guadalajara, se dice que siguió dirigiendo sus negocios con mensajes transmitidos a través de sus abogados. Escapó poco después de que la Corte Suprema de México resolviera que podía ser extraditado a Estados Unidos.
El alcaide de la prisión y más de 30 gendarmes estuvieron implicados en lo que una balada narco inmortalizó como "la fuga del milenio". Funcionarios mexicanos han estado tratando de capturarlo desde entonces.
Un paso más adelante que ellos, Guzmán se adaptó a los cambios en el negocio de las drogas durante su encarcelamiento de 7 años y medio. Enfrentándose a un gobierno federal menos vulnerable al soborno que sus predecesores, hizo más móviles sus operaciones y contó con la protección de funcionarios locales corruptos.
A pesar de ser casi analfabeto (llegó a usar a un escribidor para escribir cartas de amor a su amante), ha dominado internet como una herramienta para tratos multimillonarios sin arriesgar encuentros cara a cara, dicen funcionarios norteamericanos.
Igualmente importante, dicen las autoridades mexicanas, se ha ganado el apoyo financiero y armado de traficantes colombianos clave que perdieron la fe en los carteles mexicanos cuando el gobierno de Fox infiltró sus filas y capturó a sus cabecillas.
"Estaba en la cima del negocio antes de entrar en prisión, y era sólo una cuestión de tiempo, si salía vivo, que volvería a esa posición", dijo un funcionario policial norteamericano. "Está definitivamente de vuelta. Es fuerte. Es violento, y se muestra cada vez más descarado".
Desde 2002, sus rivales han caído uno por uno. Ramón Arellano Félix está muerto, y su hermano Benjamín está en la cárcel, junto con el jefe del cartel del Golfo, Osiel Cárdenas, dejando expuestos sus territorios en Baja California y Río Grande a las incursiones de Guzmán.
Un funcionario norteamericano dice que las bandas dirigidas por Guzmán y dos aliados controlan ahora todo el tráfico de drogas a lo largo de las fronteras de Arizona y Nuevo México y que están peleando por rutas hacia Texas y California en una guerra en la que participan cientos de pistoleros.
Funcionarios estadounidenses dicen que no hay evidencias de que la violencia haya reducido las operaciones de Guzmán o el flujo general de drogas desde México. Pero la cacería mexicana se ha concentrado lo suficiente, creen, como para que a largo plazo caiga El Chapo. "Es un blanco muy evidente, y alguna vez cometerá un error y será capturado", dijo un funcionario norteamericano.
Para los vecinos de Guzmán en la Sierra Madre, la búsqueda es un ejercicio en futilidad.
Aunque él desaparezca, dicen, nada cambiará mientras los norteamericanos demanden drogas ilegales y México siga siendo un país pobre con un aparato policial débil. Y en las tierras altas de Sinaloa ellos han estado produciendo durante generaciones drogas y "otros Chapos Guzmán", dijo José A. Ríos, que en el pasado representó al estado en el Congreso mexicano.
De momento El Chapo sigue siendo un fugitivo y sigue apareciéndose en los lugares más improbables. Un sábado noche en mayo entró osadamente en un elegante restaurante de Nuevo Laredo, una violenta ciudad fronteriza por cuyo comercio de drogas los pistoleros siguen peleando. El general había llegado a inspeccionar sus tropas en el campo de batalla.
Mientras sus guardaespaldas bloqueaban las puertas, Guzmán instruyó a los 40 asombrados comensales que permanecieran sentados y no usaran sus móviles. "No teman", dijo, de acuerdo a testigos cuyas declaraciones fueron confirmadas por el FBI. "Pidan lo que quieran; yo pagaré".
Cuando terminó de cenar, colocó sobre la mesa varios miles de dólares, se levantó calmamente y desapareció en la noche.
5 de julio de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
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