ocaso de matones
[Stephen Braun y Michael J. Goodman] Asesinatos que se remontan a 1970 figuran entre las acusaciones. Dos de los gángsteres han desaparecido. Informe del juicio de abril.
Siempre se trataba de asesinatos.
Detrás de las payasadas y gigantescas gafas de Joey el Payaso' Lombardo en el tribunal, detrás de las supuestas extorsiones de librerías para adultos de Frankie el Alemán' Schweihs durante sus años dorados, detrás del codicioso grupo de Chicago tras los beneficios de los clubes de striptease de Las Vegas y las guerras suicidas de la mafia de Filadelfia y la destrucción de las familias de Nueva York en tribunales federales, la obsesión americana con el crimen organizado se ha volcado siempre hacia el asesinato y sus consecuencias.
La acusación federal de conspiración presentada en Chicago esta semana [fines de abril de 2005] contra Lombardo, Schweihs y una lista de matones de apodos raros hicieron recordar a una opinión pública adormecida por los efectos teatrales de la telenovela Los Sopranos' que la mafia de hoy puede estar dividida, envejecida y eternamente al borde de su extinción -pero aparentemente todavía sabe cómo matar.
"Estos tipos no son personajes de cómics", dijo James W. Wagner, ex supervisor de la unidad contra crimen organizado del FBI de Chicago. "Son personas de tres dimensiones a las que les falta algo en su carácter que les permite terminar con la vida de otros".
Las acusaciones de Chicago hablan portentos del futuro de la mafia en el país: capos cansados y torpes soldados ansiosos de acusarse unos a otros, y autoridades estimuladas con las leyes federales contra el chantaje y la medicina forense del ADN, que les permite hurgar en crímenes no resueltos mientras desbaratan tramas actuales.
"La mafia del pasado es irreconocible", dijo Ronald Goldstock, ex director de la Brigada contra el Crimen Organizado del estado de Nueva York. "Lo que vemos ahora en Chicago y otras partes son operaciones por encargo".
Las acusaciones de esta semana tienen también mucho que ver con el pasado, la excavación de 18 asesinatos ocurridos en lugares como un salón de bingo de Chicago, una fábrica de plásticos en Bensenville y un maizal de Indiana. Allá es donde Anthony la Hormiga' Spilotro, el encargado de la organización de Chicago en Las Vegas en los años setenta, fue enterrado junto con su hermano, Michael, después de que fueran golpeados hasta la muerte. El legendario asesinato de 1986 fue recontado en la película Casino'.
En Chicago, agentes federales se esforzaban el miércoles para encontrar a Lombardo y Schweihs, ambos de 75, que no se presentaron después de las citaciones. Se presume que los dos están fugitivos -o quizás han sido asesinados.
"Podrían estar en algún hospital en algún lugar", dijo Wagner, investigador jefe de la Comisión de Juegos de Illinois. "Estoy seguro de que el FBI está golpeando todas las puertas adecuadas".
En Las Vegas las acusaciones fueron recibidas como buenas noticias por funcionarios policiales que han pasado años llevando las fichas de los negocios de los gángsteres.
La organización de Chicago tenía en el pasado intereses en varios casinos, dijeron las autoridades, pero su influencia ha decaído, y ahora se aferra a una insignificante participación en clubes y bares topless. Donald J. Campbell, abogado de Las Vegas y ex fiscal general, dijo que la mafia de Chicago ha retrocedido "de vuelta a sus negocios callejeros tradicionales: préstamos usureros, robos y cosas parecidas".
La policía ha tenido durante largo tiempo la convicción de que la organización de Chicago está implicada en el caso de Spilotro, convencida de que los hermanos, notoriamente vengativos, fueron asesinados por su inflado perfil público.
"Lo último que quería Chicago", dice Kent Clifford, un ex inspector del Departamento de Policía de Las Vegas, "era apagar la luz de donde se hace el dinero".
En Chicago el crimen organizado ha tenido en los últimos años sus propios problemas con la conocida adicción de sus miembros a ocupar el centro del escenario. Aunque Lombardo ha sido calificado por observadores de la mafia sea como el jefe titular de la organización o como su asesor veterano, también ha sido el sabelotodo de los sabelotodos.
Bromeando, ocultó su cara detrás de un periódico con hoyos a la altura de los ojos para evitar a los fotógrafos que lo esperaban frente al tribunal donde se realiza el juicio. Pasó 10 años en una prisión federal de Pensilvania por tratar de sobornar a un senador estadounidense y por ocultar ganancias de los casinos de Las Vegas. Poco después de salir en libertad en 1992, Lombardo colocó un anuncio en el Chicago Tribune pidiendo a cualquiera que oyera su nombre "en conexión con alguna actividad criminal", lo reportara a su agente de la [libertad] condicional.
"Fue su manera de hacer un corte de manga a la gente", dijo Thomas B. Kirkpatrick, presidente de la Comisión del Crimen de Chicago.
También Schweihs era bien conocido, un reputado matón cuyo origen alemán era un
retroceso a los días multi-étnicos de Al Capone. Schweihs era propietario de un restaurante en el barrio bohemio del casco histórico y frecuentaba los atiborrados bares de piano y cabarets de la Calle de Rush. Daba generosas propinas, dijo Kirkpatrick, y "hacía callar a los comensales como si fuera un bibliotecario, para oír mejor la música".
Los dos forman parte de un grupo que se dice que está implicado en una serie de asesinatos que se remontan a 1970. Los crímenes fueron ejecutados con despiadada eficiencia. El dueño de una fábrica de plásticos fue agujereado a balazos en 1974 frente a su esposa e hijo de 4 años. Un hombre del que sospechaban que estaba espumando' las ganancias de la mafia, fue asesinado a balazos en un camino rural.
La mayoría de los asesinatos parecen haber sido arreglos de cuentas. Algunos fueron salvajemente personales. Pero todos los asesinatos, dicen los expertos en la familia, enviaron un mensaje a otros criminales y al mundo exterior.
"Es el temor de lo que te puede pasar lo que mantiene a todo el mundo marcando el paso", dijo Kirkpatrick. "No es solamente a quién machacan, sino el hecho de que pueden hacerlo y no pagar por ello durante tanto tiempo lo que les permite cosechar los resultados que quieren".
Lombardo, reputado jefe del feudo del Lado Sur conocido como la tripulación de Gran Avenida, era uno de los tres jefes de la organización acusados en el juicio. Los otros son James Marcello, 63, que gestionaba a la tripulación del Parque Melrose y que ahora está en una prisión federal en Michigan cumpliendo una sentencia por chantaje y extorsión, y Frank Calabrese Sr., 68, del equipo del Lado Sur/Calle 26, que supuestamente fue delatado en los asesinatos por su sobrino.
Como muchos exitosos juicios federales contra la mafia en los últimos años, los juicios de Chicago se basan en la Ley de Organizaciones Chantajistas y Corruptas, que ha permitido a los fiscales perseguir los intereses del crimen organizado como cargo de conspiración.
El caso también supuestamente reforzó la colaboración de Nicholas Calabrese, el sobrino, y de otro tránsfuga. Una avalancha de importantes informantes ha supuesto en los últimos años el fin de los juramentos de la omerta que en el pasado el silencio sobre la mafia.
En julio, Joseph Massino, jefe de la vieja familia mafiosa Bonanno en Nueva York, fue declarado culpable de chantaje y extorsión después de ser traicionado por su mejor amigo y otros siete informantes. Y John Gotti, el Don Elegante', murió en una prisión federal en 2002 después de ser señalado por el sicario Sammy el Toro' Gravano. El Toro fue condenado ese mismo año de controlar una banda de distribución de éxtasis en Arizona y hace frente ahora a cargos de asesinato.
"Estos tipos nuevos en la familia no han pasado mucho tiempo en la cárcel como los viejos capos; son chicos mimados y no quieren pasar ocultándose el resto de sus vidas", dice Frank Wallace, que dirigió la Brigada contra el Crimen Organizado del Departamento de Policía de Filadelfia.
Wallace observó cómo la mafia de la ciudad se volcó en una guerra de desgaste de dos décadas que canibalizó a sus jefes, dejando a cargo a jóvenes gángsteres sin experiencia que se mataban con gusto -cuando podían apuntar derecho.
El último de la vieja generación de la mafia de Filadelfia, fue Harry el Jorobado' Riccobene, un padrino usurero y jugador del tamaño de una pinta, que recibía de buen humor cada sentencia. Cuando Wallace visitó a Riccobene en la cárcel y le instó a hablar "antes de que otros muchachos lo traicionaran", Riccobene objetó.
"Míster Wallace, tengo que decirte que hay cosas peores en la vida que pasarla en prisión", le dijo Riccobene.
Incluso cuando el envejecido gángster escapó de un chapucero intento de asesinato en una cabina telefónica, nunca habló. Pero en 2001, el lugarteniente de la mafia, el Flaco Joey' Merlino y otros jefes de la desalentada mafia de Filadelfia fueron condenados por chantaje y otros cargos después de que el capo de la organización, Ralph Natale, declarara para el gobierno.
"Ahora estamos agarrando a la escoria de la mafia", dijo Wallace. "Son los que se sientan en las filas de atrás".
Veteranos observadores de la mafia de Chicago dicen que la organización delictiva de la ciudad todavía no ha caído de la misma manera que la organización de Filadelfia.
Pero las condenas de Lombardo, Schweihs y Marcello -y un reparto de personajes menos conocidos, como Gumba', el Indio' y Twan'- dejaron amplios huecos en las filas. Las vacantes, sin embargo, siempre pueden llenarse. Y capos veteranos como Lombardo y Marcello son expertos, según se dice, en manejar asuntos desde la cárcel.
"No me gusta decirlo, pero la muerte de la mafia ha sido exagerada", dijo Wagner. "Hemos tenido un montón de éxitos en los últimos años, pero la mafia no ha sido eliminada".
Braun reportó desde Washington y Goodman desde Las Vegas.
9 de julio de 2005
28 de abril de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
Detrás de las payasadas y gigantescas gafas de Joey el Payaso' Lombardo en el tribunal, detrás de las supuestas extorsiones de librerías para adultos de Frankie el Alemán' Schweihs durante sus años dorados, detrás del codicioso grupo de Chicago tras los beneficios de los clubes de striptease de Las Vegas y las guerras suicidas de la mafia de Filadelfia y la destrucción de las familias de Nueva York en tribunales federales, la obsesión americana con el crimen organizado se ha volcado siempre hacia el asesinato y sus consecuencias.
La acusación federal de conspiración presentada en Chicago esta semana [fines de abril de 2005] contra Lombardo, Schweihs y una lista de matones de apodos raros hicieron recordar a una opinión pública adormecida por los efectos teatrales de la telenovela Los Sopranos' que la mafia de hoy puede estar dividida, envejecida y eternamente al borde de su extinción -pero aparentemente todavía sabe cómo matar.
"Estos tipos no son personajes de cómics", dijo James W. Wagner, ex supervisor de la unidad contra crimen organizado del FBI de Chicago. "Son personas de tres dimensiones a las que les falta algo en su carácter que les permite terminar con la vida de otros".
Las acusaciones de Chicago hablan portentos del futuro de la mafia en el país: capos cansados y torpes soldados ansiosos de acusarse unos a otros, y autoridades estimuladas con las leyes federales contra el chantaje y la medicina forense del ADN, que les permite hurgar en crímenes no resueltos mientras desbaratan tramas actuales.
"La mafia del pasado es irreconocible", dijo Ronald Goldstock, ex director de la Brigada contra el Crimen Organizado del estado de Nueva York. "Lo que vemos ahora en Chicago y otras partes son operaciones por encargo".
Las acusaciones de esta semana tienen también mucho que ver con el pasado, la excavación de 18 asesinatos ocurridos en lugares como un salón de bingo de Chicago, una fábrica de plásticos en Bensenville y un maizal de Indiana. Allá es donde Anthony la Hormiga' Spilotro, el encargado de la organización de Chicago en Las Vegas en los años setenta, fue enterrado junto con su hermano, Michael, después de que fueran golpeados hasta la muerte. El legendario asesinato de 1986 fue recontado en la película Casino'.
En Chicago, agentes federales se esforzaban el miércoles para encontrar a Lombardo y Schweihs, ambos de 75, que no se presentaron después de las citaciones. Se presume que los dos están fugitivos -o quizás han sido asesinados.
"Podrían estar en algún hospital en algún lugar", dijo Wagner, investigador jefe de la Comisión de Juegos de Illinois. "Estoy seguro de que el FBI está golpeando todas las puertas adecuadas".
En Las Vegas las acusaciones fueron recibidas como buenas noticias por funcionarios policiales que han pasado años llevando las fichas de los negocios de los gángsteres.
La organización de Chicago tenía en el pasado intereses en varios casinos, dijeron las autoridades, pero su influencia ha decaído, y ahora se aferra a una insignificante participación en clubes y bares topless. Donald J. Campbell, abogado de Las Vegas y ex fiscal general, dijo que la mafia de Chicago ha retrocedido "de vuelta a sus negocios callejeros tradicionales: préstamos usureros, robos y cosas parecidas".
La policía ha tenido durante largo tiempo la convicción de que la organización de Chicago está implicada en el caso de Spilotro, convencida de que los hermanos, notoriamente vengativos, fueron asesinados por su inflado perfil público.
"Lo último que quería Chicago", dice Kent Clifford, un ex inspector del Departamento de Policía de Las Vegas, "era apagar la luz de donde se hace el dinero".
En Chicago el crimen organizado ha tenido en los últimos años sus propios problemas con la conocida adicción de sus miembros a ocupar el centro del escenario. Aunque Lombardo ha sido calificado por observadores de la mafia sea como el jefe titular de la organización o como su asesor veterano, también ha sido el sabelotodo de los sabelotodos.
Bromeando, ocultó su cara detrás de un periódico con hoyos a la altura de los ojos para evitar a los fotógrafos que lo esperaban frente al tribunal donde se realiza el juicio. Pasó 10 años en una prisión federal de Pensilvania por tratar de sobornar a un senador estadounidense y por ocultar ganancias de los casinos de Las Vegas. Poco después de salir en libertad en 1992, Lombardo colocó un anuncio en el Chicago Tribune pidiendo a cualquiera que oyera su nombre "en conexión con alguna actividad criminal", lo reportara a su agente de la [libertad] condicional.
"Fue su manera de hacer un corte de manga a la gente", dijo Thomas B. Kirkpatrick, presidente de la Comisión del Crimen de Chicago.
También Schweihs era bien conocido, un reputado matón cuyo origen alemán era un
retroceso a los días multi-étnicos de Al Capone. Schweihs era propietario de un restaurante en el barrio bohemio del casco histórico y frecuentaba los atiborrados bares de piano y cabarets de la Calle de Rush. Daba generosas propinas, dijo Kirkpatrick, y "hacía callar a los comensales como si fuera un bibliotecario, para oír mejor la música".
Los dos forman parte de un grupo que se dice que está implicado en una serie de asesinatos que se remontan a 1970. Los crímenes fueron ejecutados con despiadada eficiencia. El dueño de una fábrica de plásticos fue agujereado a balazos en 1974 frente a su esposa e hijo de 4 años. Un hombre del que sospechaban que estaba espumando' las ganancias de la mafia, fue asesinado a balazos en un camino rural.
La mayoría de los asesinatos parecen haber sido arreglos de cuentas. Algunos fueron salvajemente personales. Pero todos los asesinatos, dicen los expertos en la familia, enviaron un mensaje a otros criminales y al mundo exterior.
"Es el temor de lo que te puede pasar lo que mantiene a todo el mundo marcando el paso", dijo Kirkpatrick. "No es solamente a quién machacan, sino el hecho de que pueden hacerlo y no pagar por ello durante tanto tiempo lo que les permite cosechar los resultados que quieren".
Lombardo, reputado jefe del feudo del Lado Sur conocido como la tripulación de Gran Avenida, era uno de los tres jefes de la organización acusados en el juicio. Los otros son James Marcello, 63, que gestionaba a la tripulación del Parque Melrose y que ahora está en una prisión federal en Michigan cumpliendo una sentencia por chantaje y extorsión, y Frank Calabrese Sr., 68, del equipo del Lado Sur/Calle 26, que supuestamente fue delatado en los asesinatos por su sobrino.
Como muchos exitosos juicios federales contra la mafia en los últimos años, los juicios de Chicago se basan en la Ley de Organizaciones Chantajistas y Corruptas, que ha permitido a los fiscales perseguir los intereses del crimen organizado como cargo de conspiración.
El caso también supuestamente reforzó la colaboración de Nicholas Calabrese, el sobrino, y de otro tránsfuga. Una avalancha de importantes informantes ha supuesto en los últimos años el fin de los juramentos de la omerta que en el pasado el silencio sobre la mafia.
En julio, Joseph Massino, jefe de la vieja familia mafiosa Bonanno en Nueva York, fue declarado culpable de chantaje y extorsión después de ser traicionado por su mejor amigo y otros siete informantes. Y John Gotti, el Don Elegante', murió en una prisión federal en 2002 después de ser señalado por el sicario Sammy el Toro' Gravano. El Toro fue condenado ese mismo año de controlar una banda de distribución de éxtasis en Arizona y hace frente ahora a cargos de asesinato.
"Estos tipos nuevos en la familia no han pasado mucho tiempo en la cárcel como los viejos capos; son chicos mimados y no quieren pasar ocultándose el resto de sus vidas", dice Frank Wallace, que dirigió la Brigada contra el Crimen Organizado del Departamento de Policía de Filadelfia.
Wallace observó cómo la mafia de la ciudad se volcó en una guerra de desgaste de dos décadas que canibalizó a sus jefes, dejando a cargo a jóvenes gángsteres sin experiencia que se mataban con gusto -cuando podían apuntar derecho.
El último de la vieja generación de la mafia de Filadelfia, fue Harry el Jorobado' Riccobene, un padrino usurero y jugador del tamaño de una pinta, que recibía de buen humor cada sentencia. Cuando Wallace visitó a Riccobene en la cárcel y le instó a hablar "antes de que otros muchachos lo traicionaran", Riccobene objetó.
"Míster Wallace, tengo que decirte que hay cosas peores en la vida que pasarla en prisión", le dijo Riccobene.
Incluso cuando el envejecido gángster escapó de un chapucero intento de asesinato en una cabina telefónica, nunca habló. Pero en 2001, el lugarteniente de la mafia, el Flaco Joey' Merlino y otros jefes de la desalentada mafia de Filadelfia fueron condenados por chantaje y otros cargos después de que el capo de la organización, Ralph Natale, declarara para el gobierno.
"Ahora estamos agarrando a la escoria de la mafia", dijo Wallace. "Son los que se sientan en las filas de atrás".
Veteranos observadores de la mafia de Chicago dicen que la organización delictiva de la ciudad todavía no ha caído de la misma manera que la organización de Filadelfia.
Pero las condenas de Lombardo, Schweihs y Marcello -y un reparto de personajes menos conocidos, como Gumba', el Indio' y Twan'- dejaron amplios huecos en las filas. Las vacantes, sin embargo, siempre pueden llenarse. Y capos veteranos como Lombardo y Marcello son expertos, según se dice, en manejar asuntos desde la cárcel.
"No me gusta decirlo, pero la muerte de la mafia ha sido exagerada", dijo Wagner. "Hemos tenido un montón de éxitos en los últimos años, pero la mafia no ha sido eliminada".
Braun reportó desde Washington y Goodman desde Las Vegas.
9 de julio de 2005
28 de abril de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
0 comentarios