el show del domingo
[Indira A. R. Lakshmanan] Venezolanos cautivados por programa de televisión del presidente.
Maturín, Venezuela. Queriéndolo u odiándolo, los venezolanos están obsesionados con su presidente. Y nunca tanto como los domingos, cuando el locuaz populista de izquierda habla en una maratón de televisión en vivo y sin guión, que es parte sermón popular, parte diatriba revolucionaria y parte sencilla entretención -y completamente Hugo Chávez. Uno de los programas de televisión del domingo de más alta sintonía en Venezuela, ¡Hola, Presidente!' -un monólogo con recepción de llamadas imprevisible y caótico- es mirado tan intensamente por algunos de los frustrados opositores de Chávez como por sus dedicados partidarios.
"Millones están mirando ahora para seguirlo, y millones lo miran para tratar de destruirlo", dijo Zenndy Berríos, la productora ejecutiva del programa.
Una telenovela para el mercado de masas con las políticas y meditaciones del terriblemente popular, controvertido y potencialmente el líder latinoamericano más influyente hoy en América Latina, ¡Hola, Presidente! -como Chávez mismo- todavía cautiva, place y causa la ira de una audiencia polarizada después de más de seis años en el aire. De muchos modos, el programa refleja el estilo de mando de Chávez: caprichoso, polémico, y altamente personalizado. Y su mensaje es una profunda amenaza para la visión política del gobierno de Bush con respecto a su patio trasero.
Chávez rara vez pierde una oportunidad para salir al aire llamando a los venezolanos a deshacerse de los grilletes de la influencia capitalista del Tío Sam, al que acusa de la persistente pobreza de la región, y a seguir el modelo de su admirado amigo el presidente cubano Fidel Castro. "El socialismo es amor. El capitalismo es odio y egoísmo", declaró en un programa reciente.
Aunque es fácilmente el personaje más popular del país con más de 70 por ciento de aprobación, de acuerdo a las encuestas, sólo un tercio del país comparte su visión de una Venezuela socializada. Quizás no sorprende, por eso, que Chávez dedique sus domingos a predicar su mensaje con el fervor de un tele-evangelista.
Un propagandista inteligente y progresista, Chávez, que mañana cumple 51, tiene la riqueza del petróleo para influir en la opinión pública más allá de las fronteras del país. Su gobierno ha otorgado el uso de una red de plantas de transmisión y el financiamiento hasta un 70 por ciento a un canal de noticias por satélite de 24 horas, Telesur, que empezara a emitir el domingo. Apoyado por los gobiernos izquierdistas de Argentina, Uruguay y Brasil, Telesur está siendo publicitada como la respuesta socialista latina a la CNN. Críticos de Telesur la han bautizado "TeleChávez", pronosticando que será un micrófono para las ideas del presidente sobre la revolución regional, todavía más inquietante para algunos en momentos en que Chávez es acusado de limitar la libertad de los medios de comunicación en casa con una ley que impone multas o penas de prisión por difundir información "contraria a la seguridad nacional".
Los ejecutivos de Telesur insisten en que la red será independiente e internacional, un contrapeso al predominio norteamericano de los medios de comunicación. Como quiera que sea, hasta que empiece a emitir, ¡Hola, Presidente!', ofrece una ventana para el efectivo uso que hace Chávez las ondas radiales para fomentar sus ideas.
Casi todas las ideas y medidas de Chávez son cubiertas en su programa semanal, con importantes ministros enterándose de nuevas iniciativas presidenciales y de reorganizaciones de gabinete al mismo tiempo que el público. Lo que empezó como una programa de radio con recepción de llamadas después de que Chávez asumiera en 1999 se mudó pronto a la televisión. Este año, un nuevo y joven equipo de producción que animó el programa con un logo, videos y música, y sacó a Chávez del palacio presidencial para llevarlo a la calle.
El programa empieza el domingo a las 11 de la mañana, pero nadie -incluyendo la red de televisión que lo emite- sabe cuándo dejará de hablar el presidente. Un programa reciente sobre el seguro médico gratuito en el estado de Monagas al nordeste canalizó tanto el entusiasmo de Chávez que continuó sin parar durante ocho horas, rompiendo récords previos.
"Me hace recordar al Conejo Hiperactivo... Más que un buen presidente, lo que tenemos es un buen presentador de televisión: canta, recita poemas, mantiene a la gente al corriente de la gorra de tortuga de su hija, acusa a la CIA de todo. Tienes que reír", dijo uno de sus críticos más declarados, Alberto Ravell, propietario del canal de televisión de noticias privado venezolano, Globovisión.
Pero incluso Ravell reconoce que Chávez "hace contacto con la gente". Al reconocer la profunda influencia del programa en la opinión pública, la red de Ravell creó un programa rival llamado ¡Hola, Ciudadanos!', en el que los críticos desmenuzan las declaraciones de Chávez a medidas que las hace.
Chávez es un orador extemporáneo y verboso, pero carismático. Tras ocho horas un domingo hace poco, el infatigable presidente se veía como si pudiera seguir. Había unos 40 funcionarios de gobierno e invitados, que aplaudían y respondían preguntas oportunamente y almorzaban furtivamente de contenedores de espuma a las cuatro de la tarde, parecían a medianoche necesitar un descanso.
El épico programa empezó con una entusiasta muchedumbre apiñándose contra las vallas para poder ver a Chávez frente a la recién abierta "centro de salud de diagnóstico integrado", una de las 30 clínicas sanitarias gratuitas con modernos equipos con médicos cubanos que se inauguraba ese día. Chávez condujo a los camarógrafos durante un tour en directo de varias horas, preguntando a los médicos sobre procedimientos y equipos, y traduciendo sus respuestas en comentarios fáciles de seguir por los legos. Si no fuera por la energía de Chávez, el programa sería un aburrido canal por cable de acceso público.
Enganchado a un monitor cardiovascular, felicitó a una guapa doctora cubana por su pelo, diciendo que la máquina era tan sofisticada que podía diagnosticar los corazones rotos. Paró en la clínica dental y habló ominosamente de una terapia del conducto radicular que sufrió después de ignorar una carie, instando a los espectadores a cuidar sus dientes. Visitó el centro de rehabilitación física del centro, jugando con un silbato y juguetes de rehabilitación, y luego poniéndose serio para hablar con una adolescente incapacitada. Al examinar un endoscopio y una máquina de glaucoma, Chávez trató de explicar los equipos de alta tecnología a espectadores que pueden no haber visto nunca máquinas semejantes.
"En el pasado, los pobres no tenían nada: sólo agua azucarada o aspirina o un brujo que echaba humo", dijo Chávez, elogiando las clínicas que dijo que eventualmente se construirán en todo el país.
La actitud paternalista de Chávez se deja ver en el programa, pero también su disposición a emitir llamadas y mensajes por correo electrónico críticos, junto con mensajes elogiosos.
El secreto de su éxito parece ser su personalidad campechana y la amplia percepción de que se preocupa de los hombres de la gente de a pie. "En el pasado, cuando hablaba un presidente, yo apagaba la tele. Ahora cuando habla Chávez, se me pone la piel de gallina", dijo Petra Cedeño, 40, coordinadora de un comité sanitario de barrio que fue invitada al estudio para un programa reciente.
"Este es el primer programa de televisión que es participativo, en el que la gente dice lo que tiene que decir y se le pregunta qué opina", dijo Iván Rivas, 52, otro voluntario de un comité sanitario. "Miramos todos los domingos este programa y creo que debería ser más largo, porque tiene que ver con la gente que tiene la posibilidad de contar sus problemas".
Como una indicación de la popularidad del programa, el ministerio de Información recibió antes este año cartas de quejas cuando el programa fue temporalmente sacado del aire para ser remodelado. Más recientemente, Chávez se saltó sin explicación un programa, provocando que sus partidarios más fanáticos se reunieran frente al palacio, preocupados de que pudiera pasarle algo.
"He visto gente desmayándose cuando lo ven o tocan, es como una estrella de rock", dijo Berríos. "No conozco ningún país en el mundo donde el presidente pase al menos cinco horas todos los domingos escuchando a su gente... Para el pueblo, es una oreja gigante".
Los críticos dicen que el programa -y las frecuentes apariciones públicas de Chávez durante la semana- es más boca que oído. "Cualquier presidente que pueda hablar por televisión durante ocho horas los domingos y una hora los otros días, es una persona que no trabaja. No es normal", insistió el doctor Franzel Delgado, un prominente psiquiatra venezolano que ha escrito y dictado conferencias sobre lo que dice es un desorden de personalidad narcisista del presidente.
Delgado se queja de que Chávez usa su encanto en el aire para "manipular a los susceptibles", a la parte menos educada de la población.
Maruja Torre, profesora de ciencias políticas y ex activista de la oposición, dice que se pega a la televisión todos los domingos, paralizada como un testigo de un accidente de carretera. "Empieza tranquilo... y hacia el final, está furioso... Es un gran mentiroso, pero creo que cree sinceramente lo que dice".
Al final, lo que importa es si la mayoría de los venezolanos están convencidos.
De acuerdo a una firma de sondeos independiente Datanálisis, cuando en noviembre de 2002 se preguntó qué pensaban sobre usar el modelo cubano de Castro para su propio país, sólo un 3 por ciento de los venezolanos dijo estar a favor. Ante la misma pregunta en mayo de este año, un 12 por ciento pensaba que sería una buena idea. Otro 33 por ciento de los encuestados dicen ahora que son partidarios del socialismo -un 1 por ciento más que los que apoyan al capitalismo.
28 de julio de 2005
©boston globe
©traducción mQh
"Millones están mirando ahora para seguirlo, y millones lo miran para tratar de destruirlo", dijo Zenndy Berríos, la productora ejecutiva del programa.
Una telenovela para el mercado de masas con las políticas y meditaciones del terriblemente popular, controvertido y potencialmente el líder latinoamericano más influyente hoy en América Latina, ¡Hola, Presidente! -como Chávez mismo- todavía cautiva, place y causa la ira de una audiencia polarizada después de más de seis años en el aire. De muchos modos, el programa refleja el estilo de mando de Chávez: caprichoso, polémico, y altamente personalizado. Y su mensaje es una profunda amenaza para la visión política del gobierno de Bush con respecto a su patio trasero.
Chávez rara vez pierde una oportunidad para salir al aire llamando a los venezolanos a deshacerse de los grilletes de la influencia capitalista del Tío Sam, al que acusa de la persistente pobreza de la región, y a seguir el modelo de su admirado amigo el presidente cubano Fidel Castro. "El socialismo es amor. El capitalismo es odio y egoísmo", declaró en un programa reciente.
Aunque es fácilmente el personaje más popular del país con más de 70 por ciento de aprobación, de acuerdo a las encuestas, sólo un tercio del país comparte su visión de una Venezuela socializada. Quizás no sorprende, por eso, que Chávez dedique sus domingos a predicar su mensaje con el fervor de un tele-evangelista.
Un propagandista inteligente y progresista, Chávez, que mañana cumple 51, tiene la riqueza del petróleo para influir en la opinión pública más allá de las fronteras del país. Su gobierno ha otorgado el uso de una red de plantas de transmisión y el financiamiento hasta un 70 por ciento a un canal de noticias por satélite de 24 horas, Telesur, que empezara a emitir el domingo. Apoyado por los gobiernos izquierdistas de Argentina, Uruguay y Brasil, Telesur está siendo publicitada como la respuesta socialista latina a la CNN. Críticos de Telesur la han bautizado "TeleChávez", pronosticando que será un micrófono para las ideas del presidente sobre la revolución regional, todavía más inquietante para algunos en momentos en que Chávez es acusado de limitar la libertad de los medios de comunicación en casa con una ley que impone multas o penas de prisión por difundir información "contraria a la seguridad nacional".
Los ejecutivos de Telesur insisten en que la red será independiente e internacional, un contrapeso al predominio norteamericano de los medios de comunicación. Como quiera que sea, hasta que empiece a emitir, ¡Hola, Presidente!', ofrece una ventana para el efectivo uso que hace Chávez las ondas radiales para fomentar sus ideas.
Casi todas las ideas y medidas de Chávez son cubiertas en su programa semanal, con importantes ministros enterándose de nuevas iniciativas presidenciales y de reorganizaciones de gabinete al mismo tiempo que el público. Lo que empezó como una programa de radio con recepción de llamadas después de que Chávez asumiera en 1999 se mudó pronto a la televisión. Este año, un nuevo y joven equipo de producción que animó el programa con un logo, videos y música, y sacó a Chávez del palacio presidencial para llevarlo a la calle.
El programa empieza el domingo a las 11 de la mañana, pero nadie -incluyendo la red de televisión que lo emite- sabe cuándo dejará de hablar el presidente. Un programa reciente sobre el seguro médico gratuito en el estado de Monagas al nordeste canalizó tanto el entusiasmo de Chávez que continuó sin parar durante ocho horas, rompiendo récords previos.
"Me hace recordar al Conejo Hiperactivo... Más que un buen presidente, lo que tenemos es un buen presentador de televisión: canta, recita poemas, mantiene a la gente al corriente de la gorra de tortuga de su hija, acusa a la CIA de todo. Tienes que reír", dijo uno de sus críticos más declarados, Alberto Ravell, propietario del canal de televisión de noticias privado venezolano, Globovisión.
Pero incluso Ravell reconoce que Chávez "hace contacto con la gente". Al reconocer la profunda influencia del programa en la opinión pública, la red de Ravell creó un programa rival llamado ¡Hola, Ciudadanos!', en el que los críticos desmenuzan las declaraciones de Chávez a medidas que las hace.
Chávez es un orador extemporáneo y verboso, pero carismático. Tras ocho horas un domingo hace poco, el infatigable presidente se veía como si pudiera seguir. Había unos 40 funcionarios de gobierno e invitados, que aplaudían y respondían preguntas oportunamente y almorzaban furtivamente de contenedores de espuma a las cuatro de la tarde, parecían a medianoche necesitar un descanso.
El épico programa empezó con una entusiasta muchedumbre apiñándose contra las vallas para poder ver a Chávez frente a la recién abierta "centro de salud de diagnóstico integrado", una de las 30 clínicas sanitarias gratuitas con modernos equipos con médicos cubanos que se inauguraba ese día. Chávez condujo a los camarógrafos durante un tour en directo de varias horas, preguntando a los médicos sobre procedimientos y equipos, y traduciendo sus respuestas en comentarios fáciles de seguir por los legos. Si no fuera por la energía de Chávez, el programa sería un aburrido canal por cable de acceso público.
Enganchado a un monitor cardiovascular, felicitó a una guapa doctora cubana por su pelo, diciendo que la máquina era tan sofisticada que podía diagnosticar los corazones rotos. Paró en la clínica dental y habló ominosamente de una terapia del conducto radicular que sufrió después de ignorar una carie, instando a los espectadores a cuidar sus dientes. Visitó el centro de rehabilitación física del centro, jugando con un silbato y juguetes de rehabilitación, y luego poniéndose serio para hablar con una adolescente incapacitada. Al examinar un endoscopio y una máquina de glaucoma, Chávez trató de explicar los equipos de alta tecnología a espectadores que pueden no haber visto nunca máquinas semejantes.
"En el pasado, los pobres no tenían nada: sólo agua azucarada o aspirina o un brujo que echaba humo", dijo Chávez, elogiando las clínicas que dijo que eventualmente se construirán en todo el país.
La actitud paternalista de Chávez se deja ver en el programa, pero también su disposición a emitir llamadas y mensajes por correo electrónico críticos, junto con mensajes elogiosos.
El secreto de su éxito parece ser su personalidad campechana y la amplia percepción de que se preocupa de los hombres de la gente de a pie. "En el pasado, cuando hablaba un presidente, yo apagaba la tele. Ahora cuando habla Chávez, se me pone la piel de gallina", dijo Petra Cedeño, 40, coordinadora de un comité sanitario de barrio que fue invitada al estudio para un programa reciente.
"Este es el primer programa de televisión que es participativo, en el que la gente dice lo que tiene que decir y se le pregunta qué opina", dijo Iván Rivas, 52, otro voluntario de un comité sanitario. "Miramos todos los domingos este programa y creo que debería ser más largo, porque tiene que ver con la gente que tiene la posibilidad de contar sus problemas".
Como una indicación de la popularidad del programa, el ministerio de Información recibió antes este año cartas de quejas cuando el programa fue temporalmente sacado del aire para ser remodelado. Más recientemente, Chávez se saltó sin explicación un programa, provocando que sus partidarios más fanáticos se reunieran frente al palacio, preocupados de que pudiera pasarle algo.
"He visto gente desmayándose cuando lo ven o tocan, es como una estrella de rock", dijo Berríos. "No conozco ningún país en el mundo donde el presidente pase al menos cinco horas todos los domingos escuchando a su gente... Para el pueblo, es una oreja gigante".
Los críticos dicen que el programa -y las frecuentes apariciones públicas de Chávez durante la semana- es más boca que oído. "Cualquier presidente que pueda hablar por televisión durante ocho horas los domingos y una hora los otros días, es una persona que no trabaja. No es normal", insistió el doctor Franzel Delgado, un prominente psiquiatra venezolano que ha escrito y dictado conferencias sobre lo que dice es un desorden de personalidad narcisista del presidente.
Delgado se queja de que Chávez usa su encanto en el aire para "manipular a los susceptibles", a la parte menos educada de la población.
Maruja Torre, profesora de ciencias políticas y ex activista de la oposición, dice que se pega a la televisión todos los domingos, paralizada como un testigo de un accidente de carretera. "Empieza tranquilo... y hacia el final, está furioso... Es un gran mentiroso, pero creo que cree sinceramente lo que dice".
Al final, lo que importa es si la mayoría de los venezolanos están convencidos.
De acuerdo a una firma de sondeos independiente Datanálisis, cuando en noviembre de 2002 se preguntó qué pensaban sobre usar el modelo cubano de Castro para su propio país, sólo un 3 por ciento de los venezolanos dijo estar a favor. Ante la misma pregunta en mayo de este año, un 12 por ciento pensaba que sería una buena idea. Otro 33 por ciento de los encuestados dicen ahora que son partidarios del socialismo -un 1 por ciento más que los que apoyan al capitalismo.
28 de julio de 2005
©boston globe
©traducción mQh
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