tiros al corazón en iraq
[Richard C. Paddock] Civiles inocentes, incluyendo a gente que es considerada crucial para la construcción de la democracia, son cada vez más víctimas de las tropas estadounidenses.
Bagdad, Iraq. Tres hombres en un sedán sin matrícula paró cerca del cuartel general de la unidad de delitos graves de la policía nacional. Los dos pasajeros, con los tradicionales camisones árabes dishdasha, bajaron del coche.
Al mismo tiempo apareció, saliendo de un pase subterráneo, un convoy militar norteamericano. Aparentemente, creyendo que los hombres estaban montando una emboscada, los americanos dispararon, matando a un pasajero e hiriendo al otro. El chofer del sedán fue impactado en la cabeza por dos fragmentos de bala.
Los soldados no se detuvieron.
Este tipo de tiroteo está lejos de ser raro en Bagdad, pero el chofer del coche no era una baja corriente. Era el general de brigada de la policía iraquí, Majeed Farraji, jefe de la unidad de delitos graves. Sus pasajeros eran autoestopistas desarmados a los que había acercado a su trabajo.
"Nos dispararon porque los americanos son despiadados", dijo el general desde su lecho en el hospital horas después del tiroteo del 6 de julio, con su cabeza envuelta en una venda blanca. "Nadie los castiga ni acusa".
Indignado por el creciente número de civiles desarmados matados por tropas americanas en las últimas semanas, el gobierno iraquí ha criticado los tiroteos y llamado a las tropas norteamericanas a mostrar mayor cuidado.
Funcionarios norteamericanos se han negado repetidas veces a revelar el número de civiles matados en incidentes de este tipo. La policía en Bagdad dice que han recibido informes de que soldados norteamericanos han matado a 33 civiles desarmados y 45 heridos entre el 1 de mayo y el 12 de julio -un promedio de casi un muerto cada dos días. Eso no incluye los incidentes que han ocurrido en otros lugares del país o que no han sido reportados a la policía.
El persistente tiroteo de civiles está nutriendo una creciente aversión a Estados Unidos y socava los esfuerzos de convencer al público de que los soldados americanos están aquí para ayudar. Las víctimas incluyen a médicos, periodistas, un profesor -el tipo de gente con la que Estados Unidos cuenta para construir una sociedad abierta y democrática.
"Por supuesto, los tiroteos aumentarán el apoyo de la población a la oposición", dijo Farraji, 49, que fue nombrado general de policía con la aprobación de Estados Unidos. "El odio hacia los americanos ha aumentado. Yo mismo los odio".
Entre los grandes retos a los que se enfrentan las fuerzas norteamericanas están los ataques suicidas. Los soldados están expuestos cuando custodian en los puestos de control o cuando patrullan en las torrecillas de sus Humvees. La disposición a morir de los atacantes dificulta la protección. Por su naturaleza, los atentados erosionan la confianza de las tropas en la gente; cada civil se transforma en un sospechoso.
Funcionarios militares norteamericanos dicen que las tropas deben protegerse a sí mismas, disparando a los choferes de cualquier vehículo sospechoso que se acerque a ellos.
Guardias privados de seguridad fuertemente armados, que se cuentan en decenas de miles, también ha sido autorizados por el gobierno norteamericano para usar fuerza letal para protegerse a sí mismos.
Un guardia privado que trabaja para el gobierno estadounidense y presenció la muerte de un colega en un atentado suicida, dijo que era mejor matar a un inocente que correr el riesgo de ser matado uno mismo.
"Prefiero que me juzguen 12 a que me acarreen seis", dijo un guardia, que insistió en no ser identificado por su nombre debido a que no está autorizado para hablar con la prensa.
Los militares norteamericanos dicen que investigan todos los tiroteos en los que participan militares americanos que resultan en muertes. Pero el general de brigada Don Alston, portavoz de la fuerza multinacional en Iraq, dijo que no sabía de ningún soldado que hubiese sido castigado por disparar contra un civil en un puesto de control o en la calle. Los resultados son rara vez hechos públicos.
Un oficial militar norteamericano en Bagdad, que habló a condición de conservar el anonimato, dijo que una de las prioridades militares es "no hacer nuevos enemigos". Al mismo tiempo, dijo, "es todavía una zona de combate. Habrá momentos en los que entre en conflicto lo que un soldado necesita hacer y lo que un civil cree que podría hacer".
El 27 de junio, el día que cumplió 49 años, Salah Jmor llegó a Bagdad a visitar a su familia.
Su padre, Abdul-Rihman Jmor, es el jefe de un clan kurdistano con más de 20.000 miembros. Salah se había marchado a Suiza hace 25 años, donde obtuvo un doctorado en relaciones internacionales y finalmente adquirió la nacionalidad suiza.
Durante una década representó a los kurdos iraquíes en las Naciones Unidas en Ginebra. En 1988 ayudó a llamar la atención del mundo sobre el uso por Saddam Hussein de armas químicas contra los kurdos en el norteño pueblo iraquí de Halabja y la masacre de al menos 100.000 kurdos en lo que se conoce ahora como la campaña de Anfal.
Después de la invasión norteamericana de Iraq, a Salah Jmor le ofrecieron una posición en el nuevo gobierno iraquí. Pero la rechazó, prefiriendo seguir en Ginebra, donde era profesor en el Centro de Programas Internacionales y Comparativos de la Universidad del Estado de Ohio en Kent.
La mañana después de su llegada a Bagdad decidió acompañar a su oficina a su hermano menor, Abdul-Jabbar Jmor. Abdul-Jabbar, 38, condujo su Opel de cinco puertas a través de la autopista de ocho vías Mohammed Qasim por Bagdad. Eran las 9:30 de la mañana y había muchos vehículos en la carretera.
El Opel decinco puertas es el modelo que prefieren los insurgentes.
Los hermanos estaban en la vía rápida cuando un convoy militar americano de tres Humvees entró a la autopista desde la entrada de Gailani. Ninguno de los dos vio a los soldados, dijo Abdul-Jabbar.
Abruptamente, Salah se desplomó sobre el regazo de su hermano. Abdul-Jabbar preguntó qué pasaba y entonces vio brotar sangre de la cabeza de Salah. Había un agujero de bala en el parabrisas.
Vio pasar al convoy mientras él paraba al lado de la carretera. Dijo que no vio ninguna señal de que disminuyera la velocidad ni oyó ningún disparo de advertencia.
Los soldados se devolvieron a los pocos minutos. Uno de ellos dijo que lo lamentaba, dijo Abdul-Jabbar. Juntos esperaron durante más de una hora antes de que llegara una ambulancia.
"Les pregunté: ¿Por qué me dispararon? Yo soy el chofer'", preguntó Abdul-Jabbar. "Pero no respondieron".
Abdul-Jabbar dijo que él y su familia habían apoyado a las tropas americanas cuando llegaron a Iraq, pero ya no más.
"Este tipo de incidentes hace que la gente odie a los norteamericanos", dijo. "No les interesa la vida de la gente. Cada día se hacen de nuevos enemigos".
Suiza ha pedido una explicación por el asesinato de Jmor. En Washington, el ministerio de Asuntos Exteriores declaró que Estados Unidos había enviado sus condolencias al gobierno suizo y a la familia de Jmor y que el Pentágono había empezado una investigación. En Bagdad, Abdul-Jabbar dijo que la familia se había reunido con el embajador suizo pero no recibieron expresiones de pésame del gobierno de Estados Unidos. Ningún investigador norteamericano ha contactado a la familia, agregó.
Hay una fuerte tradición de venganza en la cultura tribal iraquí. El asesinato de un miembro tan prominente del clan podría haber desencadenado un baño de sangre que pudo costar la vida a unas 200 personas, dijo el patriarca, Abdul-Rihman. Pero los Jmor, una culta familia de médicos e ingenieros, dicen que esperan que el proceso judicial impute al asesino de Salah.
"La gente dice que como ellos mataron a mi hermano, tengo que matar a uno de ellos", dijo Abdul-Jabbar. "Pero creo en la justicia. No puedo simplemente salir a matar. Estados Unidos dice que es el líder de la justicia en el mundo. Veamos si es verdad".
En Iraq, los militares norteamericanos han redefinido las reglas en el camino.
Se han instalado puestos militares -elaboradas construcciones con laberintos de vallas de cemento, alambres de púa y madrigueras de francotiradores- en cruces en todo Bagdad. Hay letreros en inglés y árabe que dicen: "Uso Autorizado de Fuerza Letal". Los coches que se aproximan demasiado rápido corren el riesgo de ser atacados por las tropas, que disparan a matar.
A veces, los soldados levantan puestos de control temporales durante allanamientos y otras operaciones militares. Estos pueden incluso ser peligrosos para los civiles, porque pueden aparecen sin aviso en las calles de la ciudad.
Los convoyes militares, normalmente compuestos por tres Humvees, patrullan las calles. En cada vehículo, un artillero se asoma con la parte superior de su cuerpo parcialmente expuesta y listo para operar una ametralladora montada en el capó. Para las tropas, es uno de los lugares más peligrosos de Iraq.
Los militares esperan que los vehículos guarden una distancia de al menos 100 metros respecto a un convoy. Cuando los coches se acercan demasiado, las tropas les indican que retrocedan, a veces moviendo un pequeño letrero, a veces levantando un puño.
Algunos iraquíes dicen que el puño es fácil de ser mal interpretado. Puede confundir a los automovilistas en Iraq, donde el signo normal de alto es una mano alzada abierta, como en Estados Unidos.
En la calle, el tráfico normalmente se apiña bastante lejos detrás de los Hummers americanos. Pero mantener la distancia exigida de un convoy puede ser difícil cuando los vehículos militares cambian inesperadamente de ruta o entran a una autopista.
Las reglas de intervención norteamericanas hablan de una "escalada de fuerza" cuando un vehículo se acerca demasiado. Los soldados son instruidos de utilizar primero señales con la mano y brazos, y luego lanzar disparos de advertencia, y finalmente disparar a matar, dijo un funcionario norteamericano.
"Nada en las reglas de combate elimina al derecho a la defensa propia de él y sus compañeros si el soldado se siente amenazado", dijo. Más de 1.770 tropas estadounidenses han dejado la vida en la guerra de Iraq desde la invasión de marzo de 2003.
A pesar del creciente número de muertes civiles, el funcionario dijo que los incidentes con escalada de fuerza se han reducido a la mitad en los últimos cuatro meses. Se negó a proporcionar cifras específicas.
De acuerdo a un diplomático europeo, el énfasis norteamericano en proteger a sus propias tropas ha hecho más probable que los soldados norteamericanos maten y hieran a civiles, más que otros miembros de la coalición, como los británicos, que están estacionados en el sur de Iraq.
"Estados Unidos ha convertido la protección de sus soldados en la prioridad número uno", dijo el diplomático, que pidió no ser identificado debido a que sus comentarios no contaban con la aprobación previa de su gobierno.
"Para los británicos también es una prioridad, pero de ninguna manera es una prioridad absoluta. Creo que eso hace más impulsivos a los soldados norteamericanos".
Mahmoud Othman, miembro kurdo de la Asamblea Nacional, dijo que él conocía personalmente a tres personas, incluyendo a Salah Jmor, que han sido matadas por tropas norteamericanas en incidentes de tráfico. De las otras dos, una era un atleta, la otra un médico que había sido llamada a su hospital para atender una emergencia.
"Creo que los soldados norteamericanos están nerviosos. Es muy peligroso", dijo Othman, que fue miembro del Consejo de Gobierno nombrado por Estados Unidos, que contribuyó a gobernar Iraq después de la invasión. "Pero los asesinatos están socavando el apoyo al gobierno norteamericano. Ha ayudado a los que se llaman a sí mismos la oposición. Ha ayudado al terrorismo".
Un caso reciente destacado por el gobierno iraquí en su crítica de Estados Unidos fue el asesinato el 24 de junio de Jasser Salihee, 30, un corresponsal especial iraquí de los diarios de Knight-Ridders. Salihee, un médico, había tomado un raro día libre y planeaba llevar a su esposa e hija a nadar. Se marchó a por gasolina y volvía a casa a mitad de la mañana. Pero entonces había tropas estadounidenses realizando una operación militar en su barrio. Parece que él no los vio sino hasta que fue demasiado tarde.
La ruta que había elegido no estaba bloqueada y no había ningún letrero advirtiendo a los automovilistas que pararan, dijeron testigos. Cuando se aproximaba al lugar de la operación militar, un artillero del ejército norteamericano disparó contra su coche. Una bala impactó en una llanta. La otra, en la frente de Salihee. Esa bala también le cercenó varios dedos de su mano derecha, indicando que había levantado una de sus manos cuando fue asesinado. Funcionarios norteamericanos están investigando el incidente.
La viuda de Salihee, Raghad al Wazzan, dijo que aceptó la presencia americana en Iraq cuando llegaron por primera vez a Iraq porque "llegaron a liberarnos". A veces los ayudaba en el hospital, donde trabaja como médico. Pero ya no más.
"Ahora, después de que mataran a mi marido, los odio", dijo. "Me gustaría hacerlos volar a todos".
Borzou Daragahi y Raheem Salman en Baghdad y Paul Richter en Washington y Asmaa Waguih en Baghdad contribuyeron a este reportaje.
30 de julio de 2005
25 de julio de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
Al mismo tiempo apareció, saliendo de un pase subterráneo, un convoy militar norteamericano. Aparentemente, creyendo que los hombres estaban montando una emboscada, los americanos dispararon, matando a un pasajero e hiriendo al otro. El chofer del sedán fue impactado en la cabeza por dos fragmentos de bala.
Los soldados no se detuvieron.
Este tipo de tiroteo está lejos de ser raro en Bagdad, pero el chofer del coche no era una baja corriente. Era el general de brigada de la policía iraquí, Majeed Farraji, jefe de la unidad de delitos graves. Sus pasajeros eran autoestopistas desarmados a los que había acercado a su trabajo.
"Nos dispararon porque los americanos son despiadados", dijo el general desde su lecho en el hospital horas después del tiroteo del 6 de julio, con su cabeza envuelta en una venda blanca. "Nadie los castiga ni acusa".
Indignado por el creciente número de civiles desarmados matados por tropas americanas en las últimas semanas, el gobierno iraquí ha criticado los tiroteos y llamado a las tropas norteamericanas a mostrar mayor cuidado.
Funcionarios norteamericanos se han negado repetidas veces a revelar el número de civiles matados en incidentes de este tipo. La policía en Bagdad dice que han recibido informes de que soldados norteamericanos han matado a 33 civiles desarmados y 45 heridos entre el 1 de mayo y el 12 de julio -un promedio de casi un muerto cada dos días. Eso no incluye los incidentes que han ocurrido en otros lugares del país o que no han sido reportados a la policía.
El persistente tiroteo de civiles está nutriendo una creciente aversión a Estados Unidos y socava los esfuerzos de convencer al público de que los soldados americanos están aquí para ayudar. Las víctimas incluyen a médicos, periodistas, un profesor -el tipo de gente con la que Estados Unidos cuenta para construir una sociedad abierta y democrática.
"Por supuesto, los tiroteos aumentarán el apoyo de la población a la oposición", dijo Farraji, 49, que fue nombrado general de policía con la aprobación de Estados Unidos. "El odio hacia los americanos ha aumentado. Yo mismo los odio".
Entre los grandes retos a los que se enfrentan las fuerzas norteamericanas están los ataques suicidas. Los soldados están expuestos cuando custodian en los puestos de control o cuando patrullan en las torrecillas de sus Humvees. La disposición a morir de los atacantes dificulta la protección. Por su naturaleza, los atentados erosionan la confianza de las tropas en la gente; cada civil se transforma en un sospechoso.
Funcionarios militares norteamericanos dicen que las tropas deben protegerse a sí mismas, disparando a los choferes de cualquier vehículo sospechoso que se acerque a ellos.
Guardias privados de seguridad fuertemente armados, que se cuentan en decenas de miles, también ha sido autorizados por el gobierno norteamericano para usar fuerza letal para protegerse a sí mismos.
Un guardia privado que trabaja para el gobierno estadounidense y presenció la muerte de un colega en un atentado suicida, dijo que era mejor matar a un inocente que correr el riesgo de ser matado uno mismo.
"Prefiero que me juzguen 12 a que me acarreen seis", dijo un guardia, que insistió en no ser identificado por su nombre debido a que no está autorizado para hablar con la prensa.
Los militares norteamericanos dicen que investigan todos los tiroteos en los que participan militares americanos que resultan en muertes. Pero el general de brigada Don Alston, portavoz de la fuerza multinacional en Iraq, dijo que no sabía de ningún soldado que hubiese sido castigado por disparar contra un civil en un puesto de control o en la calle. Los resultados son rara vez hechos públicos.
Un oficial militar norteamericano en Bagdad, que habló a condición de conservar el anonimato, dijo que una de las prioridades militares es "no hacer nuevos enemigos". Al mismo tiempo, dijo, "es todavía una zona de combate. Habrá momentos en los que entre en conflicto lo que un soldado necesita hacer y lo que un civil cree que podría hacer".
El 27 de junio, el día que cumplió 49 años, Salah Jmor llegó a Bagdad a visitar a su familia.
Su padre, Abdul-Rihman Jmor, es el jefe de un clan kurdistano con más de 20.000 miembros. Salah se había marchado a Suiza hace 25 años, donde obtuvo un doctorado en relaciones internacionales y finalmente adquirió la nacionalidad suiza.
Durante una década representó a los kurdos iraquíes en las Naciones Unidas en Ginebra. En 1988 ayudó a llamar la atención del mundo sobre el uso por Saddam Hussein de armas químicas contra los kurdos en el norteño pueblo iraquí de Halabja y la masacre de al menos 100.000 kurdos en lo que se conoce ahora como la campaña de Anfal.
Después de la invasión norteamericana de Iraq, a Salah Jmor le ofrecieron una posición en el nuevo gobierno iraquí. Pero la rechazó, prefiriendo seguir en Ginebra, donde era profesor en el Centro de Programas Internacionales y Comparativos de la Universidad del Estado de Ohio en Kent.
La mañana después de su llegada a Bagdad decidió acompañar a su oficina a su hermano menor, Abdul-Jabbar Jmor. Abdul-Jabbar, 38, condujo su Opel de cinco puertas a través de la autopista de ocho vías Mohammed Qasim por Bagdad. Eran las 9:30 de la mañana y había muchos vehículos en la carretera.
El Opel decinco puertas es el modelo que prefieren los insurgentes.
Los hermanos estaban en la vía rápida cuando un convoy militar americano de tres Humvees entró a la autopista desde la entrada de Gailani. Ninguno de los dos vio a los soldados, dijo Abdul-Jabbar.
Abruptamente, Salah se desplomó sobre el regazo de su hermano. Abdul-Jabbar preguntó qué pasaba y entonces vio brotar sangre de la cabeza de Salah. Había un agujero de bala en el parabrisas.
Vio pasar al convoy mientras él paraba al lado de la carretera. Dijo que no vio ninguna señal de que disminuyera la velocidad ni oyó ningún disparo de advertencia.
Los soldados se devolvieron a los pocos minutos. Uno de ellos dijo que lo lamentaba, dijo Abdul-Jabbar. Juntos esperaron durante más de una hora antes de que llegara una ambulancia.
"Les pregunté: ¿Por qué me dispararon? Yo soy el chofer'", preguntó Abdul-Jabbar. "Pero no respondieron".
Abdul-Jabbar dijo que él y su familia habían apoyado a las tropas americanas cuando llegaron a Iraq, pero ya no más.
"Este tipo de incidentes hace que la gente odie a los norteamericanos", dijo. "No les interesa la vida de la gente. Cada día se hacen de nuevos enemigos".
Suiza ha pedido una explicación por el asesinato de Jmor. En Washington, el ministerio de Asuntos Exteriores declaró que Estados Unidos había enviado sus condolencias al gobierno suizo y a la familia de Jmor y que el Pentágono había empezado una investigación. En Bagdad, Abdul-Jabbar dijo que la familia se había reunido con el embajador suizo pero no recibieron expresiones de pésame del gobierno de Estados Unidos. Ningún investigador norteamericano ha contactado a la familia, agregó.
Hay una fuerte tradición de venganza en la cultura tribal iraquí. El asesinato de un miembro tan prominente del clan podría haber desencadenado un baño de sangre que pudo costar la vida a unas 200 personas, dijo el patriarca, Abdul-Rihman. Pero los Jmor, una culta familia de médicos e ingenieros, dicen que esperan que el proceso judicial impute al asesino de Salah.
"La gente dice que como ellos mataron a mi hermano, tengo que matar a uno de ellos", dijo Abdul-Jabbar. "Pero creo en la justicia. No puedo simplemente salir a matar. Estados Unidos dice que es el líder de la justicia en el mundo. Veamos si es verdad".
En Iraq, los militares norteamericanos han redefinido las reglas en el camino.
Se han instalado puestos militares -elaboradas construcciones con laberintos de vallas de cemento, alambres de púa y madrigueras de francotiradores- en cruces en todo Bagdad. Hay letreros en inglés y árabe que dicen: "Uso Autorizado de Fuerza Letal". Los coches que se aproximan demasiado rápido corren el riesgo de ser atacados por las tropas, que disparan a matar.
A veces, los soldados levantan puestos de control temporales durante allanamientos y otras operaciones militares. Estos pueden incluso ser peligrosos para los civiles, porque pueden aparecen sin aviso en las calles de la ciudad.
Los convoyes militares, normalmente compuestos por tres Humvees, patrullan las calles. En cada vehículo, un artillero se asoma con la parte superior de su cuerpo parcialmente expuesta y listo para operar una ametralladora montada en el capó. Para las tropas, es uno de los lugares más peligrosos de Iraq.
Los militares esperan que los vehículos guarden una distancia de al menos 100 metros respecto a un convoy. Cuando los coches se acercan demasiado, las tropas les indican que retrocedan, a veces moviendo un pequeño letrero, a veces levantando un puño.
Algunos iraquíes dicen que el puño es fácil de ser mal interpretado. Puede confundir a los automovilistas en Iraq, donde el signo normal de alto es una mano alzada abierta, como en Estados Unidos.
En la calle, el tráfico normalmente se apiña bastante lejos detrás de los Hummers americanos. Pero mantener la distancia exigida de un convoy puede ser difícil cuando los vehículos militares cambian inesperadamente de ruta o entran a una autopista.
Las reglas de intervención norteamericanas hablan de una "escalada de fuerza" cuando un vehículo se acerca demasiado. Los soldados son instruidos de utilizar primero señales con la mano y brazos, y luego lanzar disparos de advertencia, y finalmente disparar a matar, dijo un funcionario norteamericano.
"Nada en las reglas de combate elimina al derecho a la defensa propia de él y sus compañeros si el soldado se siente amenazado", dijo. Más de 1.770 tropas estadounidenses han dejado la vida en la guerra de Iraq desde la invasión de marzo de 2003.
A pesar del creciente número de muertes civiles, el funcionario dijo que los incidentes con escalada de fuerza se han reducido a la mitad en los últimos cuatro meses. Se negó a proporcionar cifras específicas.
De acuerdo a un diplomático europeo, el énfasis norteamericano en proteger a sus propias tropas ha hecho más probable que los soldados norteamericanos maten y hieran a civiles, más que otros miembros de la coalición, como los británicos, que están estacionados en el sur de Iraq.
"Estados Unidos ha convertido la protección de sus soldados en la prioridad número uno", dijo el diplomático, que pidió no ser identificado debido a que sus comentarios no contaban con la aprobación previa de su gobierno.
"Para los británicos también es una prioridad, pero de ninguna manera es una prioridad absoluta. Creo que eso hace más impulsivos a los soldados norteamericanos".
Mahmoud Othman, miembro kurdo de la Asamblea Nacional, dijo que él conocía personalmente a tres personas, incluyendo a Salah Jmor, que han sido matadas por tropas norteamericanas en incidentes de tráfico. De las otras dos, una era un atleta, la otra un médico que había sido llamada a su hospital para atender una emergencia.
"Creo que los soldados norteamericanos están nerviosos. Es muy peligroso", dijo Othman, que fue miembro del Consejo de Gobierno nombrado por Estados Unidos, que contribuyó a gobernar Iraq después de la invasión. "Pero los asesinatos están socavando el apoyo al gobierno norteamericano. Ha ayudado a los que se llaman a sí mismos la oposición. Ha ayudado al terrorismo".
Un caso reciente destacado por el gobierno iraquí en su crítica de Estados Unidos fue el asesinato el 24 de junio de Jasser Salihee, 30, un corresponsal especial iraquí de los diarios de Knight-Ridders. Salihee, un médico, había tomado un raro día libre y planeaba llevar a su esposa e hija a nadar. Se marchó a por gasolina y volvía a casa a mitad de la mañana. Pero entonces había tropas estadounidenses realizando una operación militar en su barrio. Parece que él no los vio sino hasta que fue demasiado tarde.
La ruta que había elegido no estaba bloqueada y no había ningún letrero advirtiendo a los automovilistas que pararan, dijeron testigos. Cuando se aproximaba al lugar de la operación militar, un artillero del ejército norteamericano disparó contra su coche. Una bala impactó en una llanta. La otra, en la frente de Salihee. Esa bala también le cercenó varios dedos de su mano derecha, indicando que había levantado una de sus manos cuando fue asesinado. Funcionarios norteamericanos están investigando el incidente.
La viuda de Salihee, Raghad al Wazzan, dijo que aceptó la presencia americana en Iraq cuando llegaron por primera vez a Iraq porque "llegaron a liberarnos". A veces los ayudaba en el hospital, donde trabaja como médico. Pero ya no más.
"Ahora, después de que mataran a mi marido, los odio", dijo. "Me gustaría hacerlos volar a todos".
Borzou Daragahi y Raheem Salman en Baghdad y Paul Richter en Washington y Asmaa Waguih en Baghdad contribuyeron a este reportaje.
30 de julio de 2005
25 de julio de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
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