sin base en uzbekistán
[Robin Wright y Ann Scott Tyson] Estados Unidos expulsados de base aérea de Uzbekistán.
Uzbekistán expulsó ayer formalmente a Estados Unidos de una base militar que ha servido como centro de misiones de combate y humanitarias en Afganistán desde poco después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, dijeron ayer funcionarios del Pentágono y del ministerio de Asuntos Exteriores.
En una decisión altamente inusual, la noticia de la expulsión de la base aérea de Karshi-Khanabad, conocida como K2, fue entregada por un mensajero del ministerio de Asuntos Exteriores de Uzbekistán en la embajada norteamericana en Tashkent, dijo un importante funcionario del gobierno estadounidense involucrado en la política exterior para Asia Central. El mensaje no mencionaba un motivo. Uzbekistán ha dado a Estados Unidos 180 días para retirar sus aviones, personal y material, dijeron funcionarios norteamericanos.
Si Uzbekistán continúa su política, como espera Washington, Estados Unidos deberá hacer frente a varios problemas logísticos para sus operaciones en Afganistán. K2 recibía cientos de vuelos al mes. Ha sido una base para el traslado de artículos humanitarios que eran entonces llevados por carretera hacia el norte de Afganistán, especialmente a Mazar-e-Sharif -sin otras alternativas para una región a la que es difícil llegar en invierno. K2 es también una base de re-abastecimiento con una pista lo suficientemente larga como para resistir sus enormes aviones militares. La alternativa es repostar en el aire, que es más caro.
El ministro de Defensa Donald H. Rumsfeld volvió esta semana de Asia Central, donde obtuvo garantías de Kirguizistán y Tayikistán de que Estados Unidos puede usar sus bases de operaciones en Afganistán. Las fuerzas norteamericanas usan Tayikistán para aterrizajes de emergencia y repostaje de combustible, pero carecen de buenos caminos en Afganistán. Kirguizistán no tiene fronteras con Afganistán.
"Siempre pensamos en las alternativas. No pasa nada", dijo Rumsfeld el domingo cuando le preguntaron qué haría Estados Unidos para compensar la pérdida de la base en Uzbekistán.
Sin embargo, en mayo, el portavoz del Pentágono, Bryan Whitman, calificó el acceso al campo de aviación de "innegablemente crítico para nuestras operaciones de combate" y entregas humanitarias. Estados Unidos ha pagado 15 millones de dólares a las autoridades de Uzbekistán por el uso de la pistas desde 2001, dijo.
Ayer, el portavoz del Pentágono Lawrence T. Di Rita dijo que las fuerzas armadas norteamericanas no dependen de una sola base en el mundo. "Seguiremos realizando nuestras operaciones, independientemente de lo que pase. De momento es un asunto diplomático", dijo Di Rita.
La noticia de la expulsión se produce cuatro días antes de que un funcionario del ministerio de Asuntos Exteriores llegue a Tashkent para conversaciones con el gobierno del presidente Islam Karimov. La relación ha estado crecientemente tensa desde las sangrientas protestas en la provincia de Andijan en mayo, los peores disturbios desde que Uzbekistán obtuviera su independencia de la Unión Soviética.
El subsecretario de estado, R. Nicholas Burns, pensaba ejercer presión sobre Tashkent para que permitiera una investigación internacional de las protestas en Andijan, que grupos de derechos humanos y tres senadores estadounidenses que se reunieron con testigos oculares dijeron que habían costado la vida a unas 500 personas. Burns también pensaba advertir al gobierno, uno de los más autoritarios del mundo islámico, que emprendiera una apertura política -o correr el riesgo de disturbios como los presenciados recientemente en Ucrania, Georgia y Kirguizistán, dijeron funcionarios norteamericanos.
Karimov ha rechazado una investigación internacional. A medida que crecía la presión norteamericana, prohibió los vuelos nocturnos norteamericanos y algunos vuelos de cargo, obligando a Washington a trasladar las operaciones de búsqueda y rescate a la base aérea de Bagram en Afganistán y a la base aérea de Manas en Kirguizistán. Mientras las relaciones se agriaban, el gobierno de Bush se estaba preparando para mayores limitaciones, dijeron funcionarios norteamericanos.
Estados Unidos recibió la orden de desalojo apenas horas después de que 439 refugiados políticos fueran sacados de la vecina Kirguizistán -con la objeción de Uzbekistán- por Naciones Unidas.Los refugiados huyeron después de los disturbios de mayo, que según funcionarios de Uzbekistán fueron provocados por terroristas. El gobierno de Bush ha estado ejerciendo presión sobre Kirguizistán no obligue a los refugiados a volver a Uzbekistán.
Uzbekistán ha sido ampliamente visto como una importante prueba para el gobierno de Bush -si es la campaña antiterrorista o el fomento de la democracia la que será prioritaria. "Todos sabemos básicamente que si quisiéramos mantener el acceso a la base, todo lo que tenemos que hacer es callarnos sobre la democracia y hacer la vista gorda con los derechos humanos", dijo el funcionario, a condición de preservar el anonimato debido a la delicada diplomacia. "Si hubiéramos querido, habríamos conservado esa base".
Después del último revés en las relaciones, el gobierno de Bush esperará durante "un período de enfriamiento", dijo el funcionario de gobierno. "Suponemos que lo dicen en serio y quieren que nos vayamos. Ahora no estamos enviando a nadie a Uzbekistán".
La próxima prueba será retener los 22 millones de dólares en ayuda a Uzbekistán si no cumple con las disposiciones sobre reformas políticas y económicas a las que se comprometió en el acuerdo de cooperación estratégica de 2002 con Washington. El año pasado, el gobierno retuvo casi 11 millones de dólares. Funcionarios estadounidenses creen que el gobierno de Uzbekistán no volverá a ser un recipiente de ayuda.
13 de agosto de 2005
30 de julio de 2005
©washington post
©traducción mQh
En una decisión altamente inusual, la noticia de la expulsión de la base aérea de Karshi-Khanabad, conocida como K2, fue entregada por un mensajero del ministerio de Asuntos Exteriores de Uzbekistán en la embajada norteamericana en Tashkent, dijo un importante funcionario del gobierno estadounidense involucrado en la política exterior para Asia Central. El mensaje no mencionaba un motivo. Uzbekistán ha dado a Estados Unidos 180 días para retirar sus aviones, personal y material, dijeron funcionarios norteamericanos.
Si Uzbekistán continúa su política, como espera Washington, Estados Unidos deberá hacer frente a varios problemas logísticos para sus operaciones en Afganistán. K2 recibía cientos de vuelos al mes. Ha sido una base para el traslado de artículos humanitarios que eran entonces llevados por carretera hacia el norte de Afganistán, especialmente a Mazar-e-Sharif -sin otras alternativas para una región a la que es difícil llegar en invierno. K2 es también una base de re-abastecimiento con una pista lo suficientemente larga como para resistir sus enormes aviones militares. La alternativa es repostar en el aire, que es más caro.
El ministro de Defensa Donald H. Rumsfeld volvió esta semana de Asia Central, donde obtuvo garantías de Kirguizistán y Tayikistán de que Estados Unidos puede usar sus bases de operaciones en Afganistán. Las fuerzas norteamericanas usan Tayikistán para aterrizajes de emergencia y repostaje de combustible, pero carecen de buenos caminos en Afganistán. Kirguizistán no tiene fronteras con Afganistán.
"Siempre pensamos en las alternativas. No pasa nada", dijo Rumsfeld el domingo cuando le preguntaron qué haría Estados Unidos para compensar la pérdida de la base en Uzbekistán.
Sin embargo, en mayo, el portavoz del Pentágono, Bryan Whitman, calificó el acceso al campo de aviación de "innegablemente crítico para nuestras operaciones de combate" y entregas humanitarias. Estados Unidos ha pagado 15 millones de dólares a las autoridades de Uzbekistán por el uso de la pistas desde 2001, dijo.
Ayer, el portavoz del Pentágono Lawrence T. Di Rita dijo que las fuerzas armadas norteamericanas no dependen de una sola base en el mundo. "Seguiremos realizando nuestras operaciones, independientemente de lo que pase. De momento es un asunto diplomático", dijo Di Rita.
La noticia de la expulsión se produce cuatro días antes de que un funcionario del ministerio de Asuntos Exteriores llegue a Tashkent para conversaciones con el gobierno del presidente Islam Karimov. La relación ha estado crecientemente tensa desde las sangrientas protestas en la provincia de Andijan en mayo, los peores disturbios desde que Uzbekistán obtuviera su independencia de la Unión Soviética.
El subsecretario de estado, R. Nicholas Burns, pensaba ejercer presión sobre Tashkent para que permitiera una investigación internacional de las protestas en Andijan, que grupos de derechos humanos y tres senadores estadounidenses que se reunieron con testigos oculares dijeron que habían costado la vida a unas 500 personas. Burns también pensaba advertir al gobierno, uno de los más autoritarios del mundo islámico, que emprendiera una apertura política -o correr el riesgo de disturbios como los presenciados recientemente en Ucrania, Georgia y Kirguizistán, dijeron funcionarios norteamericanos.
Karimov ha rechazado una investigación internacional. A medida que crecía la presión norteamericana, prohibió los vuelos nocturnos norteamericanos y algunos vuelos de cargo, obligando a Washington a trasladar las operaciones de búsqueda y rescate a la base aérea de Bagram en Afganistán y a la base aérea de Manas en Kirguizistán. Mientras las relaciones se agriaban, el gobierno de Bush se estaba preparando para mayores limitaciones, dijeron funcionarios norteamericanos.
Estados Unidos recibió la orden de desalojo apenas horas después de que 439 refugiados políticos fueran sacados de la vecina Kirguizistán -con la objeción de Uzbekistán- por Naciones Unidas.Los refugiados huyeron después de los disturbios de mayo, que según funcionarios de Uzbekistán fueron provocados por terroristas. El gobierno de Bush ha estado ejerciendo presión sobre Kirguizistán no obligue a los refugiados a volver a Uzbekistán.
Uzbekistán ha sido ampliamente visto como una importante prueba para el gobierno de Bush -si es la campaña antiterrorista o el fomento de la democracia la que será prioritaria. "Todos sabemos básicamente que si quisiéramos mantener el acceso a la base, todo lo que tenemos que hacer es callarnos sobre la democracia y hacer la vista gorda con los derechos humanos", dijo el funcionario, a condición de preservar el anonimato debido a la delicada diplomacia. "Si hubiéramos querido, habríamos conservado esa base".
Después del último revés en las relaciones, el gobierno de Bush esperará durante "un período de enfriamiento", dijo el funcionario de gobierno. "Suponemos que lo dicen en serio y quieren que nos vayamos. Ahora no estamos enviando a nadie a Uzbekistán".
La próxima prueba será retener los 22 millones de dólares en ayuda a Uzbekistán si no cumple con las disposiciones sobre reformas políticas y económicas a las que se comprometió en el acuerdo de cooperación estratégica de 2002 con Washington. El año pasado, el gobierno retuvo casi 11 millones de dólares. Funcionarios estadounidenses creen que el gobierno de Uzbekistán no volverá a ser un recipiente de ayuda.
13 de agosto de 2005
30 de julio de 2005
©washington post
©traducción mQh
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