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reto del multiculturalismo


[Frances Stead Sellers] Británicos formulan definición de comunidad muticultural e implantan cursos obligatorios de folclore.
Semanas después de que terroristas musulmanes nacionales atentaran en Londres, los ingleses reafirmaron su apoyo del multiculturalismo, de acuerdo a un sondeo de MORI para la BBC. Fue un alentadora muestra de que los ingleses han superado el racismo de su pasado colonial y han aprendido a valorar el carnaval de colores al que me uní cuando me subí al metro para cruzar el centro de Londres poco después de los atentados.
Pero el multiculturalismo es más que mejores comidas y festivales más brillantes. Implica el reto más complejo de construir una comunidad con poblaciones, tradiciones y creencias disparatadas, preservando y celebrando al mismo tiempo esas disparidades. Eso es lo que los países europeos tienen dificultades de entender -y comprensiblemente, ya que el multiculturalismo arrasó Europa antes de que sus países miembros hubieran desarrollado una filosofía para acomodarlo. El autor y psicólogo inglés Kenen Malik lo dice más francamente. "El multiculturalismo, como experiencia vivida, enriquece nuestras vidas", escribió. "Pero el multiculturalismo como ideología política ha contribuido a crear un inglés tribal que no tiene un centro moral o político".
A diferencia de Estados Unidos, donde cada nuevo inmigrante puede hacer de América más americana (como argumentó una vez el presidente Bush), y donde la fundación de rituales filosóficos y cívicos tenía por objetivo crear una ciudadanía con las masas, los países europeos se establecieron de manera menos deliberada -en gran parte sobre la base de tradiciones, idiomas, historia e incluso genes compartidos.
Reconocer el déficit resultante con un ritual cívico y la posibilidad de que se repitan los tipos de disturbios raciales que sacudieron el norte de Inglaterra hace cuatro años, el gobierno laborista de Gran Bretaña ha estado haciendo tardíos esfuerzos para engendrar "valores comunes y una sensación de pertenencia". Hace apenas 18 meses, Gran Bretaña realizó su primera ceremonia de naturalización, en el municipio de Brent, de Londres, marcando públicamente el momento en que un extranjero cruza el umbral para convertirse en un inglés. Allá, los extranjeros en el proceso de convertirse oficialmente en ciudadanos, juraron "lealtad al Reino Unido" y "respetar sus derechos y libertades", así como "cumplir con mis obligaciones y deberes como ciudadano británico".
Más recientemente, apenas unas semanas antes de los atentados, el ministerio del Interior anunció que a partir de noviembre, los candidatos a convertirse en ingleses tendrán que aprobar un test de ciudadanía para demostrar conocimiento sobre la historia del país, una apreciación de sus instituciones, y conciencia de sus costumbres y leyes. El examen es producto de una comisión nombrada por el gobierno dirigida por el cientista político Bernard Crick, que ha reflexionado profundamente sobre lo que significa ser un inglés multicultural moderno.
¿Es importante saber exactamente los ingredientes del budín de Navidad, por ejemplo, o cómo hacer para que te instalen un teléfono? ¿Debe un candidato a inglés entender cómo funciona el Servicio Nacional de Salud o saber qué pasó en 1066 y todo eso?
El difícil balance entre prácticas culturales, empíricas e históricas ha sido ampliamente ridiculizado, pero el trabajo de Crick representa un importante, aunque imperfecto paso hacia definir qué significa ser parte de una comunidad. Y la necesidad de una conciencia cívica más elevada no se siente solamente entre recién llegados. Las clases de ciudadanía se han convertido en una parte obligatoria del currículum escolar. Para mi sobrina en Cheshire, la "ciudadanía" significa aprender sobre la Declaración Universal de Derechos Humanos (aunque cuando hablé con ella, no sabía qué tenía que ver con ser inglesa); y para uno de mis sobrinos, significaba trabajar para los niños de la ciudad de Cornish, donde creció.
Ahora se está hablando de una especie de ceremonia de iniciación para mayores de 18 años, así como el Día de la Ciudadanía nacional para celebrar los lazos de la identidad inglesa (probablemente sin paradas y cohetes, que podría ser, eh, demasiado descarado).
Nada nuevo, dirán los americanos o australianos. Pero es fundamentalmente un nuevo enfoque al sentido de pertenencia que se ha desarrollado en el Viejo Mundo en respuesta a lo que el Nuevo Mundo conoce bien: la inmigración masiva. Otros países europeos hacen bien en emularla. Después de los atentados, Tony Blair dijo que "vivir aquí implica un deber. Ese deber es compartir y sostener los valores del modo de vida inglés". El problema es, esos valores no fueron nunca consagrados en la filosofía fundadora del Viejo Mundo, dejando solamente el todo vale del culturalismo.
O casi todo. En su manual para los recién llegados, ‘Life in the United Kingdom: A Journey to Citizenship', la comisión de Crick ofrece sugerencias sobre cómo comportarse como un verdadero inglés: En un bar, por ejemplo, "si por accidente vuelcas la bebida de un desconocido, es de buenas maneras (y prudente) ofrecerle otra".
Lo más difícil de entender, como veis, es el sentido del humor de los ingleses.

Se puede escribir a la autora a: issellersf@washpost.com.

22 de agosto de 2005
©washington post
©traducción mQh


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