te estamos vigilando
[Mary Jordan] En un vecindario de Londres. Inmigrantes dicen que ha aumentado el acoso policial.
Londres, Reino Unido. Albert Siriboe es un hombre negro en la veintena que vive al sur del río Támesis, que dijo que significa que es probable que la policía lo pare en cualquier parte sin razón alguna. "La actitud de la policía es que si un negro es terrorista, entonces todos los negros son terroristas", dijo Siriboe, 26, dependiente de ventas que dijo que la policía a menudo lo aborda cuando camina o conduce su coche.
La queja de Siriboe es frecuente en Stockwel, el vecindario del sur de Londres donde viven muchos residentes de África y el Caribe. Mucha gente en Stockwell dijeron que se habían apenado, pero no sorprendido, cuando la policía mató a balazos en la estación de metro de Stockwell a Jean Charles de Menezes, un electricista brasileño, al que la policía dijo haber confundido cuando perseguían a un sospechoso de los atentados del mes pasado en el sistema de transporte de Londres.
El asesinato de Menezes y las quejas sobre los prejuicios de la policía hacia las comunidades minoritarias están concentrándose en Scotland Yard, que ha estado luchando por deshacerse de su reputación de ser "institucionalmente racista", según la definió un histórico informe independiente en 1999. Ese informe llevó al Servicio de Policía Metropolitana, el nombre oficial de Scotland Yard, a iniciar una importante campaña de reclutamiento para dar forma a una fuerza más diversa. El porcentaje de agentes negros o de minorías de la fuerza de 31.500 miembros, ha subido de 3.4 por ciento en 1999 a 7.2 por ciento, según estadísticas oficiales.
Stockwell y la cercana Brixton están entre los vecindarios más mezclados racialmente en Londres, donde asiáticos y negros constituyen cerca de un cuarto de una población de 7 millones de habitantes, de acuerdo a estadísticas del gobierno. Las tensiones raciales han estallado repetidas veces al sur del río, especialmente durante los disturbios de Brixton en los años ochenta y noventa, y mucha gente mira con profunda desconfianza a la policía.
Siriboe dijo que la situación había empeorado el mes pasado después del atentado del 7 de julio en los vagones del metro, que mataron a 56 personas, incluyendo a cuatro supuestos terroristas, y al atentado fracasado del 21 de julio. Los cuatro terroristas y cinco personas acusadas del intento fallido, eran jóvenes inmigrantes de piel oscura o hijos de inmigrantes de África y Asia.
"Las relaciones no fueron nunca buenas, y lo que está pasando ahora no ayuda en nada", dijo Siriboe, que se mudó a Gran Bretaña desde Gana hace unos 15 años, sobre su experiencia con los cacheos policiales. "Me paran por lo que soy. Es frustrante. Trato de ponerme en su situación, pero entiendo por qué las minorías se sienten indignadas".
En la peluquería Shapes 2 en Stockwell, que atiende a clientes negros, la gente que escuchaba las quejas de Siriboe asintió mostrando su acuerdo. Grupos de derechos humanos y de ciudadanos que vigilan las actividades de la policía informan de evidencias de una política de cacheos mucho más agresiva desde los atentados, y dijeron que la gente de color era la que era molestada más a menudo por los agentes.
La policía ofreció disculpas por el asesinato de Menezes -siete balazos en la cabeza- diciendo que el asesinato del 22 de julio fue un error debido a los tensos días después de los atentados en el metro y en un autobús. Desde entonces los vecinos han depositado flores y notas en un altar improvisado en su honor a la entrada del metro, con muchos escritos que atacan a la policía, incluyendo uno que dice: "Una vida inocente destruida por un poli racista ansioso de apretar el gatillo".
La policía británica ha gozado siempre de amplias atribuciones para detener y chequear a ciudadanos en la calle. Esos poderes fueron ampliados bajo las leyes anti-terroristas impuestas después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Desde los atentados del mes pasado, la policía londinense ha transformado en rutina parar, interrogar y a veces cachear a alguien si lo consideran sospechoso. Los agentes que hacen los chequeos deben proporcionar un formulario y el número de la chapa, que pueden ser usados si los que son checados quieren presentar una queja.
Scotland Yard dice que no discrimina racialmente. El comisionado de la policía, Ian Blair, dijo en una rueda de prensa este mes que la política de parar y registrar se basa estrictamente en "consideraciones de inteligencia". "Si dijéramos que las únicas personas a las que vamos a registrar son hombres de apariencia africana, caribeña, asiático o norteafricana, le haríamos el juego a los terroristas, y cambiarían de inmediato de tácticas", dijo Blair. "Por otro lado, los agentes determinan quién les parece sospechoso y actúan en conformidad".
Pero Ian Johnston, el jefe de policía de la Policía de Tráfico británica, una agencia diferente, fue más franco en una reciente entrevista en el diario, cuando dijo que él y sus agentes no "perdemos tiempo registrando a abuelitas blancas".
Las estadísticas de la policía del tráfico muestran que en julio se registró a siete veces más personas que en junio, y que casi el doble de ese porcentaje eran asiáticos que fueron parados después de los atentados.
El agresivo trabajo policial del mes pasado ha sido un alivio para muchos londinenses. Los partidarios de la policía miden el éxito por los resultados: Cinco hombres acusados de colocar las bombas del 21 de julio están ahora en la cárcel, junto con muchos otros acusados de ayudarles o de obstaculizar la investigación policial.
"La mayoría de la gente está extasiada", dijo Kate Hoey, parlamentaria que representa el área que incluye a Stockwell. Dijo que los vecinos más antiguos estaban especialmente contentos sobre la presencia policial y creían que les ayudaba directamente, actuando como disuasivo de robos y otros delitos.
En los últimos años, dijo, la policía ha hecho esfuerzos concertados para llegar a sus electores. "Los chicos blancos también están hasta la tusa" con las paradas y cacheos, dijo, y a medida que los agentes conocen mejor los vecindarios, esas cifras podrían disminuir. Los negros y otras minorías constituyen el 15 por ciento de las clases de reclutamiento de Scotland Yard, de acuerdo a cifras de la policía. Una portavoz de la policía dijo que los funcionarios quieren que la fuerza policial de Londres se corresponda con la composición étnica de la ciudad.
Pero el racismo en el cuerpo de policía es todavía un problema serio, de acuerdo a Helen Shaw, co-directora de Inquest, un grupo sin fines de lucro que proporciona ayuda jurídica a las familias de los que han muerto bajo custodia policial. "Si eres un joven negro en Londres, es probable que la policía te pare en la calle", dijo. "La gente esta escandalizada y cansada de esto".
En entrevistas al azar de gente negra y de minorías hace poco en Stockwell, casi todos dijeron haber sido parados por la policía, muchos de ellos más de una vez, algunos una docena de veces. Dijeron que las razones típicas que ofrecía la policía era que llevaban un chandal similar al de un sospechoso o para recordarles que llevaban los focos apagados, incluso cuando no había empezado el atardecer.
Reza Moghaddam, 16, dijo que ha sido parado por la policía al menos 10 veces este año, a menudo cuando iba en su bicicleta. Dijo que no quería perder tiempo esperando el formulario que se supone que debe entregar la policía después de un cacheo. "Te da la impresión de que lo que quieren hacer es intimidarte", dijo, sentado en la muralla del parque de patinetes de Stockwell. Unas docenas de jóvenes practicaban en sus bicicletas y tablas subiendo y bajando un área pavimentada con forma de cráter de la luna. "No me gusta la policía", dijo Moghaddam, que dijo que había nacido en Gran Bretaña y que su padre era de Irán.
Un hombre, entrevistado cuando salía de la mezquita de Stockwell, un dilapidado edificio de dos pisos frente a la comisaría de policía, dijo que pensaba que los musulmanes en particular eran los que estaban siendo vigilados. "Así es la vida ahora", dijo, negándose a dar su nombre. Dijo que había sido parado muchas veces y que ser amable y mirar a los agentes a los ojos hacía las cosas más expeditas y fáciles.
Damian Brown, 19, estaba más alterado; dijo que se sentía acosado por ser musulmán y negro. Hablando con amigos en el bar de jugos Mother's Touch, el estudiante dijo que había sido parado siete veces. A veces, dijo, si está con otros jóvenes, "la policía sólo quiere intimidar". Otras, dijo, "te paran diciéndote: Tú correspondes con la descripción de alguien que andamos buscando', y yo digo: No me diga. ¿De quién?'"
26 de agosto de 2005
©washington post
©traducción mQh
Londres, Reino Unido. Albert Siriboe es un hombre negro en la veintena que vive al sur del río Támesis, que dijo que significa que es probable que la policía lo pare en cualquier parte sin razón alguna. "La actitud de la policía es que si un negro es terrorista, entonces todos los negros son terroristas", dijo Siriboe, 26, dependiente de ventas que dijo que la policía a menudo lo aborda cuando camina o conduce su coche.
La queja de Siriboe es frecuente en Stockwel, el vecindario del sur de Londres donde viven muchos residentes de África y el Caribe. Mucha gente en Stockwell dijeron que se habían apenado, pero no sorprendido, cuando la policía mató a balazos en la estación de metro de Stockwell a Jean Charles de Menezes, un electricista brasileño, al que la policía dijo haber confundido cuando perseguían a un sospechoso de los atentados del mes pasado en el sistema de transporte de Londres.
El asesinato de Menezes y las quejas sobre los prejuicios de la policía hacia las comunidades minoritarias están concentrándose en Scotland Yard, que ha estado luchando por deshacerse de su reputación de ser "institucionalmente racista", según la definió un histórico informe independiente en 1999. Ese informe llevó al Servicio de Policía Metropolitana, el nombre oficial de Scotland Yard, a iniciar una importante campaña de reclutamiento para dar forma a una fuerza más diversa. El porcentaje de agentes negros o de minorías de la fuerza de 31.500 miembros, ha subido de 3.4 por ciento en 1999 a 7.2 por ciento, según estadísticas oficiales.
Stockwell y la cercana Brixton están entre los vecindarios más mezclados racialmente en Londres, donde asiáticos y negros constituyen cerca de un cuarto de una población de 7 millones de habitantes, de acuerdo a estadísticas del gobierno. Las tensiones raciales han estallado repetidas veces al sur del río, especialmente durante los disturbios de Brixton en los años ochenta y noventa, y mucha gente mira con profunda desconfianza a la policía.
Siriboe dijo que la situación había empeorado el mes pasado después del atentado del 7 de julio en los vagones del metro, que mataron a 56 personas, incluyendo a cuatro supuestos terroristas, y al atentado fracasado del 21 de julio. Los cuatro terroristas y cinco personas acusadas del intento fallido, eran jóvenes inmigrantes de piel oscura o hijos de inmigrantes de África y Asia.
"Las relaciones no fueron nunca buenas, y lo que está pasando ahora no ayuda en nada", dijo Siriboe, que se mudó a Gran Bretaña desde Gana hace unos 15 años, sobre su experiencia con los cacheos policiales. "Me paran por lo que soy. Es frustrante. Trato de ponerme en su situación, pero entiendo por qué las minorías se sienten indignadas".
En la peluquería Shapes 2 en Stockwell, que atiende a clientes negros, la gente que escuchaba las quejas de Siriboe asintió mostrando su acuerdo. Grupos de derechos humanos y de ciudadanos que vigilan las actividades de la policía informan de evidencias de una política de cacheos mucho más agresiva desde los atentados, y dijeron que la gente de color era la que era molestada más a menudo por los agentes.
La policía ofreció disculpas por el asesinato de Menezes -siete balazos en la cabeza- diciendo que el asesinato del 22 de julio fue un error debido a los tensos días después de los atentados en el metro y en un autobús. Desde entonces los vecinos han depositado flores y notas en un altar improvisado en su honor a la entrada del metro, con muchos escritos que atacan a la policía, incluyendo uno que dice: "Una vida inocente destruida por un poli racista ansioso de apretar el gatillo".
La policía británica ha gozado siempre de amplias atribuciones para detener y chequear a ciudadanos en la calle. Esos poderes fueron ampliados bajo las leyes anti-terroristas impuestas después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Desde los atentados del mes pasado, la policía londinense ha transformado en rutina parar, interrogar y a veces cachear a alguien si lo consideran sospechoso. Los agentes que hacen los chequeos deben proporcionar un formulario y el número de la chapa, que pueden ser usados si los que son checados quieren presentar una queja.
Scotland Yard dice que no discrimina racialmente. El comisionado de la policía, Ian Blair, dijo en una rueda de prensa este mes que la política de parar y registrar se basa estrictamente en "consideraciones de inteligencia". "Si dijéramos que las únicas personas a las que vamos a registrar son hombres de apariencia africana, caribeña, asiático o norteafricana, le haríamos el juego a los terroristas, y cambiarían de inmediato de tácticas", dijo Blair. "Por otro lado, los agentes determinan quién les parece sospechoso y actúan en conformidad".
Pero Ian Johnston, el jefe de policía de la Policía de Tráfico británica, una agencia diferente, fue más franco en una reciente entrevista en el diario, cuando dijo que él y sus agentes no "perdemos tiempo registrando a abuelitas blancas".
Las estadísticas de la policía del tráfico muestran que en julio se registró a siete veces más personas que en junio, y que casi el doble de ese porcentaje eran asiáticos que fueron parados después de los atentados.
El agresivo trabajo policial del mes pasado ha sido un alivio para muchos londinenses. Los partidarios de la policía miden el éxito por los resultados: Cinco hombres acusados de colocar las bombas del 21 de julio están ahora en la cárcel, junto con muchos otros acusados de ayudarles o de obstaculizar la investigación policial.
"La mayoría de la gente está extasiada", dijo Kate Hoey, parlamentaria que representa el área que incluye a Stockwell. Dijo que los vecinos más antiguos estaban especialmente contentos sobre la presencia policial y creían que les ayudaba directamente, actuando como disuasivo de robos y otros delitos.
En los últimos años, dijo, la policía ha hecho esfuerzos concertados para llegar a sus electores. "Los chicos blancos también están hasta la tusa" con las paradas y cacheos, dijo, y a medida que los agentes conocen mejor los vecindarios, esas cifras podrían disminuir. Los negros y otras minorías constituyen el 15 por ciento de las clases de reclutamiento de Scotland Yard, de acuerdo a cifras de la policía. Una portavoz de la policía dijo que los funcionarios quieren que la fuerza policial de Londres se corresponda con la composición étnica de la ciudad.
Pero el racismo en el cuerpo de policía es todavía un problema serio, de acuerdo a Helen Shaw, co-directora de Inquest, un grupo sin fines de lucro que proporciona ayuda jurídica a las familias de los que han muerto bajo custodia policial. "Si eres un joven negro en Londres, es probable que la policía te pare en la calle", dijo. "La gente esta escandalizada y cansada de esto".
En entrevistas al azar de gente negra y de minorías hace poco en Stockwell, casi todos dijeron haber sido parados por la policía, muchos de ellos más de una vez, algunos una docena de veces. Dijeron que las razones típicas que ofrecía la policía era que llevaban un chandal similar al de un sospechoso o para recordarles que llevaban los focos apagados, incluso cuando no había empezado el atardecer.
Reza Moghaddam, 16, dijo que ha sido parado por la policía al menos 10 veces este año, a menudo cuando iba en su bicicleta. Dijo que no quería perder tiempo esperando el formulario que se supone que debe entregar la policía después de un cacheo. "Te da la impresión de que lo que quieren hacer es intimidarte", dijo, sentado en la muralla del parque de patinetes de Stockwell. Unas docenas de jóvenes practicaban en sus bicicletas y tablas subiendo y bajando un área pavimentada con forma de cráter de la luna. "No me gusta la policía", dijo Moghaddam, que dijo que había nacido en Gran Bretaña y que su padre era de Irán.
Un hombre, entrevistado cuando salía de la mezquita de Stockwell, un dilapidado edificio de dos pisos frente a la comisaría de policía, dijo que pensaba que los musulmanes en particular eran los que estaban siendo vigilados. "Así es la vida ahora", dijo, negándose a dar su nombre. Dijo que había sido parado muchas veces y que ser amable y mirar a los agentes a los ojos hacía las cosas más expeditas y fáciles.
Damian Brown, 19, estaba más alterado; dijo que se sentía acosado por ser musulmán y negro. Hablando con amigos en el bar de jugos Mother's Touch, el estudiante dijo que había sido parado siete veces. A veces, dijo, si está con otros jóvenes, "la policía sólo quiere intimidar". Otras, dijo, "te paran diciéndote: Tú correspondes con la descripción de alguien que andamos buscando', y yo digo: No me diga. ¿De quién?'"
26 de agosto de 2005
©washington post
©traducción mQh
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